24 SANTOS PARA EL "MUNDIAL" DE LA VIDA CONSAGRADA
El 2015 celebramos el año dedicado a la vida consagrada y el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa y. Dos acontecimientos trascendentales para nuestra iglesia y nuestro mundo.
En el libro de la vida, la santa abulense, doctora de la Iglesia, pone en boca de Cristo la lapidaria exclamación: "¡Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos!" (V 11). Se la dice el Señor a Santa Teresa para animarla a la fundación del Monasterio de San José, el primero y decisivo para la renovación del Carmelo: "Que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él, y nuestra Señora la otra, y que Cristo andaría con nosotras, y que sería una estrella que diese de sí gran resplandor" (V 32, 11). Santa Teresa nos propuso un camino hacia la felicidad, aquella que consiste en vivir sólo para Dios y para los otros, olvidándonos de nosotros mismos por amor: "Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo" (Camino 13, 7).
El Papa Francisco ha escrito una bellísima carta con motivo del Año de la Vida Consagrada en la que destaca que "no sólo afecta a las personas consagradas, sino a toda la Iglesia. Me dirijo, pues, a todo el pueblo cristiano, para que tome conciencia cada vez más del don de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que han fraguado la historia del cristianismo". Y a continuación nos da toda una selección de 12 figuras de la santidad, toda una selección mundial del santo campeonato por la perfección, por la santidad. "Qué sería la Iglesia sin san Benito y san Basilio, san Agustín y san Bernardo, san Francisco y santo Domingo, sin san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Ávila, santa Ángela Merici y san Vicente de Paúl? La lista sería casi infinita, hasta san Juan Bosco, la beata Teresa de Calcuta". Me sirvo de la web de http://www.santopedia.com
y otros enlaces para compartir el rostro y unos trazos vitales de los santos seleccionados. Junto a la selección mundial propuesta por el Papa Francisco, les añado la selección latinoamericana por mi parte; espero que les guste y les ayude a entrar en el juego de la santidad.
El mismo Papa Francisco en su citada carta nos da la razón de la trascendencia de los consagrados. "El beato Pablo VI decía: «Sin este signo concreto, la caridad que anima la Iglesia entera correría el riesgo de enfriarse, la paradoja salvífica del Evangelio de perder garra, la "sal" de la fe de disolverse en un mundo de secularización» (Evangelica testificatio, 3).
Benedicto XVI en "Verbum Domini" unió la Biblia con los santos de modo muy bello: "Cada santo es como un rayo de luz que sale de la Palabra de Dios". Sí, cada santo consagrado brilla con luz propia al encarnar en su vida la Palabra. Podríamos decir que es una biblia en acción, un evangelio abierto aquí y ahora. Ojalá que estas breves semblanzas nos estimulen a vivir este año de gracia, tal como el Papa Francisco nos propone: con gratitud, con pasión, con esperanza: "Sólo con esta atención a las necesidades del mundo y con la docilidad al Espíritu, este Año de la Vida Consagrada se transformará en un auténtico kairòs, un tiempo de Dios lleno de gracia y de transformación".
LA SELECCIÓN MUNDIAL
1.San Benito de Nursia.11 de julio Siglo VI
Fiesta de san Benito, abad, Patrono principal de Europa, que habiendo nacido en Nursia, fue educado en Roma y abrazó luego la vida eremítica en la región de Subiaco, viéndose pronto rodeado de muchos discípulos. Pasado un tiempo, se trasladó a Casino, donde fundó un célebre monasterio y compuso una Regla que se propagó de tal modo por todas partes, que ha merecido ser llamado "Patriarca de los monjes de Occidente". Murió, según la tradición, el veintiuno de marzo.
2.San Basilio 2 de enero Siglo IV Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado "Magno" por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero de 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, mereciendo por ello ser llamado "Teólogo". La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores.
3.San Agustín 28 de agosto Siglo V
Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por [san Ambrosio de Milán]. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe.
4.San Bernardo. 20 de agosto Siglo XII
Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado con treinta compañeros en el nuevo monasterio del Cister, fue después fundador y primer abad del monasterio de Clairvaux (Claraval), dirigiendo sabiamente a los monjes por el camino de los mandamientos del Señor, con su vida, su doctrina y su ejemplo. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a la Iglesia con sus escritos y sabios consejos, hasta que descansó en el Señor cerca de Langres, en Francia.
5.San Francisco 4 de octubre Siglo XIII
Memoria de san Francisco, el cual, después de una juventud des preocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de la Umbría, encontrando a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo e instituyendo a los Hermanos Menores. Viajando predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa, mostrando con sus palabras y actitudes su deseo de seguir a Cristo, escogiendo morir recostado sobre la nuda tierra.
6.Santo Domingo.8 de agosto Siglo XIII
Memoria de santo Domingo, presbítero, que siendo canónigo de Osma se hizo humilde ministro de la predicación en los países agitados por la herejía albigense y vivió en voluntaria pobreza, hablando siempre con Dios o acerca de Dios. Deseoso de una nueva forma de propagar la fe, fundó la Orden de Predicadores, para renovar en la Iglesia la manera apostólica de vida, mandando a sus hermanos que se entregaran al servicio del prójimo con la oración, el estudio y el ministerio de la Palabra. Su muerte tuvo lugar en Bolonia, el día seis de agosto.
7.San Ignacio de Loyola. 31 de julio Siglo XVI
Sacerdote español, fundador de la Compañía de Jesús (Jesuítas). Un baluarte de verdad y orden ante el protestantismo. Una de las obras más famosas y fecundas de Ignacio fue el libro de los Los Ejercicios Espirituales. Es la obra maestra de la ciencia del discernimiento. Empezó a escribirlo en Manresa y lo publicó por primera vez en Roma, en 1548, con la aprobación del Papa. Lo nuevo en el libro de San Ignacio es el orden y el sistema de las meditaciones. Si bien las principales reglas y consejos que da el santo se hallan diseminados en las obras de los Padres de la Iglesia, San Ignacio tuvo el mérito de ordenarlos metódicamente y de formularlos con perfecta claridad.
También llamada Santa Teresa de Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia. Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a [Santa Catalina de Siena] recibe este título.
Nació en 1474 en Italia y fundó la primera comunidad religiosa femenina para educar a niñas. Quedó huérfana cuando aún era muy niña, se hizo Terciaria Franciscana y fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas en 1535, que se extendió por muchas partes. Fue considerada una gran líder de mujeres y la canonizaron en 1807.
10.San Vicente de Paúl 27 de septiembre Siglo XVII
Memoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad.
11.San Juan Bosco 31 de enero Siglo XIX
Giovanni Melchior Bosco Ochienna conocido simplemente como Don Bosco es un santo italiano. Fundador de las tres ramas de la Familia Salesiana: Sociedad de San Francisco de Sales (Congregación Salesiana), Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y Asociación de Salesianos Cooperadores.
12. Beata Teresa de Calcuta". 5 de septiembre Siglo XX
Religiosa albanesa, nacionalizada india. Nacida en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre despertó en ella su vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña, ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad de asistencia a los más necesitados.
LA SELECCIÓN DE CONSAGRADOS SANTOS LATINOAMERICANOS
Leemos en la Exhortación apostólica Ecclesia in America: "La expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus santos. En ellos, el encuentro con Cristo vivo 'es tan profundo y comprometido [...] que se convierte en fuego que lo consume todo, e impulsa a construir su Reino, a hacer que Él y la nueva alianza sean el sentido y el alma de [...] la vida personal y comunitaria'. América ha visto florecer los frutos de la santidad desde los comienzos de su evangelización. Este es el caso de santa Rosa de Lima (1586-1617), 'la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo' (…) Después de ella, el santoral americano se ha ido incrementando hasta alcanzar su amplitud actual.
Las beatificaciones y canonizaciones de consagrados de América ofrecen modelos heroicos de vida cristiana desde nuestra perspectiva, de discípulos y misioneros de Jesucristo, que quieren que los pueblos de América, del Caribe y del mundo entero en Él tengan vida en abundancia. Como discípulos predilectos de Cristo nos señalan con preclara sabiduría aquello que plasmaría para siempre la enseñanza conciliar: "Todos los cristianos de cualquier clase o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor" (LG 40); particularmente los consagrados son los llamados a vivir lo que la encíclica Veritatis Splendor nos enuncia: "Jesús pide que le sigan y le imiten en el camino del amor, de un amor que se da totalmente a los hermanos por amor a Dios" (VS 20), develándose con claridad que el cristiano es llamado al discipulado, a la santidad y consecuentemente a la misión.
"Es evidente que los caminos de santidad son personales y exigen una pedagogía de la santidad, verdadera y específica, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona" (NMI 31). Por otro lado los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno. Es una llamada a todos para proponerles este alto grado de la vida cristiana ordinaria. Ya cuando se forjaba la cultura latinoamericana, y también en los siglos siguientes, encontramos testigos y discípulos de Jesucristo, privilegiados por el amor de Dios, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que han respondido a este ideal cristiano, cumpliendo el mandamiento nuevo, conformando sus vidas según las bienaventuranzas, siendo modelos de santidad, intercesores y amigos en la fe, que nos acompañan en nuestro peregrinar. Recordemos a algunos, nacidos en estas tierras.
1. Beato José de Anchieta S.J. (1534-1597), llamado "Apóstol del Brasil" realizó una vasta obra evangelizadora. Movido por su amor a Cristo, se entrega a la formación humana y cristiana de los indígenas bajo la luz del Evangelio, realizando múltiples actividades apostólicas. Ordenado sacerdote en 1566, fue nombrado Superior Provincial de todas las Misiones brasileñas, en cuyo cargo se mostró durante otros diez años como sabio superior y sobresaliente organizador. José de Anchieta es el primero en componer una gramática de la lengua indígena; el primero, también, en escribir un catecismo en la misma lengua. Como misionero apostólico procuró por todos los medios la promoción de los indígenas en lo humano lo social y lo moral.
2. San Felipe de Jesús (1576-1597). Franciscano que partió al lejano oriente para llevar la Palabra de salvación. El anuncio se tornaría en la causa de su muerte. Pudiendo librarse del cáliz del martirio, prefirió dar testimonio de su amor, y compartir la suerte de los perseguidos. Murió heroicamente por confesar su fe en las costas de Japón. Mientras entregaba su espíritu, repetía: "Jesús, Jesús, Jesús". Vertió su sangre para prodigar a esas tierras de misión semillas de cristianos.
3. Santa Rosa de Lima (1586-1617), en la capital del virreinato peruano, vivía la caridad de Cristo y enseñaba a los de su tiempo, con sus obras y sus exhortaciones, cómo había que encarnar el Evangelio. "Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús". La confianza en la Santísima Virgen y en Jesús, como también el amor al Señor en la Eucaristía, alentaban su caridad misionera y su contemplación. Como discípula del amor del Señor Crucificado, compartía sus sufrimientos. La valoración de la gracia la llevó a vivir la hondura de una relación esponsal con Dios. Fue la primera santa, nacida en tierras latinoamericanas, cuya santidad fue proclamada por la Iglesia.
4. San Roque González (1576-1628), quien buscando la mayor gloria de Dios como hijo de San Ignacio, dio una nueva alma a la cultura indígena, compenetrándola con el Evangelio y la cruz de Cristo, anunciando a todos el Reino e invitándolos a acoger plenamente la Buena Noticia. Escribe con admiración "Los indios levantaron una cruz delante de la Iglesia; y habiéndoles dicho la razón por la que los cristianos la adoramos, nosotros y ellos la adoramos todos de rodillas". Enseñaba al pueblo a configurar la vida personal y social con espíritu cristiano, y a construir en la tierra una Ciudad de Dios. Su ardor por el anuncio y su pasión por la conversión de los indios guaraníes lo llevaron a derramar su propia sangre. El pueblo guaraní comenzaba a conocer a Cristo gracias al testimonio de éste y de tantos hombres de Dios, que él describió: "Creo que en ninguna parte de la Compañía hubo mayor entusiasmo, mejor voluntad y más empeño".
5. San Martín de Porres (1579-1639), hermano dominico, despierta gran devoción a las más diversas latitudes del mundo. Era un mulato que amaba la vocación que había recibido, y quería ser coherente con ella. En el ejercicio de sus distintos oficios testimoniaba la caridad del Maestro. "Perdonaba las más grandes injurias, ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos; procuraba comida, vestido y medicina a los pobres, lo que le valió el apelativo de Martín de la Caridad" (Homilía de canonización).
6. Santa Mariana de Jesús (1618-1645), la Azucena de Quito, como fiel discípula de Cristo, "quería amar y abrazar lo que Cristo amó y abrazó, despreciar y desechar lo que el mundo ama y ansía…" De ahí que su vida de oración, penitencia y caridad iluminaban la vida de su pueblo. Su encuentro vivo con Jesucristo la llevaba a un compromiso radical con el prójimo. Aprovechando las ocasiones que se le presentaban, vivía el amor preferente de Jesús por los más afligidos y necesitados. Para remediar las necesidades humanas, repartía pan entre los mendigos, visitaba a los enfermos y consolaba a las familias desoladas por el castigo o la cárcel. También fue una excelente catequista teniendo una especial preocupación por los niños indígenas.
7. San Pedro Claver (1584-1654). Este apóstol de los esclavos negros vino de Cataluña para entrar en la Compañía de Jesús. En Cartagena de Indias firmaría su carta de profesión (1622) con "Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre". En esta ciudad hervía un mundo de blancos y negros, compradores de "piezas de ébano", condenados a servidumbre perpetua sin esperanzas de redención. A cada barco negrero que llegaba al puerto de Cartagena acudía el padre Claver con sus intérpretes para dispensar a los maltratados esclavos los cuidados corporales necesarios y prepararlos al bautismo, hablándoles horas y horas de Cristo y de la redención. Se estima que bautizó a más de 300.000 esclavos, sufriendo dificultades de parte de los traficantes y de los amos que los compraban. Su caridad era infatigable en el confesionario, y se extendía a los enfermos, a los leprosos del hospital San Lázaro, a los encarcelados, los condenados a muerte, que acompañaba al patíbulo, incluso a los piratas ingleses que caían prisioneros de los españoles. Al morir, el 8 de septiembre de 1654, toda Cartagena acudió a ver "al Santo".
8. San Pedro de Betancur (1626-1667). "El hombre que fue caridad". Llegó a los 25 años a Guatemala. Como laico y terciario franciscano quiso revivir la experiencia de Jesús de Nazaret orante, pobre y humilde, sufriente y servidor de los pobres. El "hermano Pedro" visitó hospitales y cárceles; se preocupó con especial predilección por los emigrantes sin trabajo, los adolescentes sin instrucción o ya entregados a los vicios, por los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Fue hermano de todo el que vive en el infortunio. Construyó numerosas obras de caridad. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús, quiso que su obra y la Orden que fundó se llamara "Belén". Su caridad creativa lo llevó a adelantarse a su tiempo con métodos pedagógicos nuevos y servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes.
9. San Miguel Febres (1854-1910) Hermano de las Escuelas Cristianas, recordando como discípulo el ejemplo del Maestro, que tuvo compasión por la ignorancia de su pueblo y le enseñaba en las colinas, puso todos sus esfuerzos en "la educación integral de las nuevas generaciones, movido por la convicción de que el tiempo dedicado a la formación religiosa y cultural de la juventud es de gran trascendencia para la vida de la iglesia y de la sociedad. ¡Con cuánto amor y dedicación este apóstol de la escuela se entregó a los miles de niños y jóvenes que pasaron pos sus aulas durante largos años de su vida como educador!" (Juan Pablo II, Homilía de Canonización, 24 de octubre de 1984).
10. Santa Teresa de los Andes (1900-1920). vivió sobrecogida por el amor de Dios que la llamaba personalmente. Su intimidad con el Señor, ya a los quince años, llenaba su existencia: "¡Oh Jesús, mi amor, mi vida, mi consuelo y alegría, mi todo!" Vivía con pasión el amor incondicional al Esposo, que irradiaba una alegría desbordante que desde muy niña cautivaba a su familia y a sus amistades. Su vida, unida a la Santísima Virgen y colmada del amor de Dios, era naturalmente apostólica y esencialmente misionera. Su tiempo en el Carmelo fue el corolario de una vida enamorada de Dios, que amaba la pobreza y la cruz.
11. San Alberto Hurtado (1901-1952), jesuita apasionado por trabajar con Dios en los proyectos de su sabiduría y amor, vive más allá de las fronteras de su patria. "Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mi" era el pensamiento que invadía el espíritu y la acción evangelizadora, que abarcó muchos ámbitos pastorales, de este hombre de Dios. Su espiritualidad honda y eucarística hace de su vida un ejemplo atrayente y audaz, un desafiante estilo de discipulado. "Mi única obligación, decía, es andar por la senda que es Cristo…, imitarlo, en otras palabras, ser Cristo. Mi obligación no es triunfar, no es hacer obras inmensas, sino obrar en conformidad con lo que soy". Enseñaba con su testimonio el criterio central de todo discernimiento para la acción: "¿Qué haría Cristo en mi lugar, en mi parroquia, en cada uno de sus problemas, con mi obispo, con mis hermanos, con los pobres?" (DE, p. 341). En ellos siempre encontraba a Cristo, lo amaba y servía.
12.Santa Narcisa de Jesús (1833-1869). Nació en Ecuador, en la localidad de Nobol, cerca de Guayaquil, en 1833. Sus padres eran agricultores y fue la sexta de nueve hijos. Era aficionada a la costura, al servicio doméstico, también al canto y la guitarra. En la sencillez de los quehaceres domésticos se fue convirtiendo en una contemplativa enamorada de Dios; le gustaba retirarse a un bosquecillo cerca de su casa. Quiso seguir el ejemplo de la vida de la santa también ecuatoriana Marianita de Jesús (1618 – 1645. Tuvo como consejero al gran franciscano Pedro Gual, campeón de la defensa de la Inmaculada y de la inefabilidad del Papa. Le orientó decididamente en su vocación religiosa e ingresó como hermana de la Tercera Orden de San Francisco en nuestra Lima, en el convento dominico del Patrocinio, ubicado en la Alameda de los Descalzos. Murió en el día de la inauguración del Concilio Vaticano I, ofreciendo sus últimos sufrimientos por este importante evento eclesial. Lima se agolpó a dar el último adiós a esta ecuatoriana tan querida por los limeños en virtud de su santidad. Juan Pablo II la beatificó el 25 de octubre de 1992 y la canonizó el 12 de octubre del 2008, destacando "el ejemplo de su vida pura y piadosa, trabajadora y apostólica… nos muestra un camino de perfección cristiana asequible a todos los fieles"
CONCLUSIÓN
Una buena tarea será estudiarlos, difundirlos y ¿por qué no? hacer otras "selecciones" por países. Yo lanzo la mía, la del Perú, formada por santos, beatos y tres siervos de Dios. 1. Rosa de Santa María. 1586-1617, ), "la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo", proclamada patrona principal de América en 1670 por el Papa Clemente X" (Ecclessia in America n.14). 2. Martín de Porres. 1579-1639, canonizado en pleno Concilio Vaticano II, patrón universal de la justicia social. 3. Francisco Solano. 1549-1610, un nuevo Francisco de Asís, trasplantado de la alegre Andalucía a los Descalzos del Rímac. 4. Juan Macías. 1585-1645, pastor extremeño, migrante, amigo de san Martín, icono de la sencillez y la generosidad, desde su vida claustral dominica. 5. Ana de los Ángeles. 1602-1686 Arequipa, beatificada por San Juan Pablo II en 1985, modelo de reforma eclesial, desde el célebre monasterio de Santa Catalina. 6. Luis Tezza.1841-1923, visitador de los PP. Camilos y convertido en apóstol de Lima del siglo XX. 7. José de Calasanz. 1872-1936, salesiano mártir, primer párroco de la iglesia de Magdalena en Lima. 8. Narcisa de Jesús. 1833-1869, ecuatoriana pero domiciliada en el Perú, modelo de laica consagrada, catequista, en el Patrocinio, por la Alameda de los Descalzos. 9. Ascensión Goñi. 1868-1940, fundadora de las Dominicas del Rosario en plena selva peruana. 10. Fray Diego de Ortiz .1532-1571 Cuzco, el protomártir del Perú. 11. Nicolás de Dios Ayllón.1618 Chiclayo, nuestro San Juan Diego. 12. Teresa de la Cruz Candamo. 1875-1953, fundadora de las Canonesas de la Cruz.
Les remito al libro de Rafael Sánchez Concha "Santos y santidad en el Perú virreinal" (VE, Lima, 2003) o al mío "Peruanos ejemplares" (Paulinas, Lima 2009)
José Antonio Benito Rodríguez