domingo, 28 de junio de 2015

MADRE MARÍA PILAR DE JESÚS, LA CARMELITA ANDARIEGA DE LOS ANDES PERUANOS

MADRE MARÍA PILAR DE JESÚS,
 LA CARMELITA ANDARIEGA DE LOS ANDES PERUANOS
(Valladolid 1917-Chiclayo, 1997
Pool Alexander Castillo Valiente 

"Vuestra soy, para vos nací", escribió en una de sus poesías santa Teresa de Jesús.  Y, sin duda, fue una característica que siempre vio reflejada en su vida la santa de Ávila. Era sólo del Señor Jesús, por eso, al sentir el llamado de Dios de reformar el Carmelo no se detuvo sino que con determinada determinación se lanzó a la gran empresa de fundar casas de la Virgen, como ella llamaba a sus monasterios. Estas fundaciones, a lo largo de toda la historia desde el primer monasterio de San José de Ávila por ella fundado, han dado frutos grandes de santidad.

Así, del penúltimo monasterio que fundó la santa andariega en Palencia - España surgió una gran misionera, que vendría al Perú a reformar el Carmelo de Cuzco y que desde ahí fundaría muchos más carmelos al estilo de su madre fundadora. Madre María Pilar de Jesús, conocida por sus hijas como "la Mamita", ha sido una misionera oculta en el corazón de Jesús, que ha ayudado mucho en la evangelización del Perú y que ha dejado muchos frutos que hoy se extienden por muchas regiones del país y fuera de él.

Fue una carmelita enamorada de Jesucristo y convencida de su vocación, de quien algunos obispos han dicho que era del porte de Teresa de Jesús y que fue alegría y consuelo en su ministerio. Una mujer que no sólo se dedicó a la oración sino que en tiempos muy difíciles, ayudo a los pobres sin salir de la clausura y sin caer en ninguna clase la ideologización del mensaje evangélico.

"La andariega de los andes", así la podríamos llamar a este mujer que sin ningún miedo se lanzó a grandes empresas y como su madre fundadora fundó muchos carmelos donde se gloría a Dios y se inmolan por la santidad de los sacerdotes y la salvación de almas.

Vallisoletana del Carmelo de Palencia
María Pilar Rodríguez nació en Valladolid - España, el 7 de febrero de 1917, en el seno de una familia profundamente cristiana, de sólidas virtudes morales y religiosas; fue la segunda de seis hijos: Luz, Pilar, Ricardo, Fidel, Luis, José Andrés.

Estudió en un colegio de madres Dominicas Francesas donde supo asimilar sus santas enseñanzas. No le costó adaptarse al género de vida del colegio; alegre, traviesa y simpática, se hacía querer por todas las personas de su entorno. Terminados sus estudios le encomendaron la atención de la familia; los padres y hermanos atendían un establecimiento grande que tenían en el paseo Zorrilla. Pilar con la ayuda de una empleada, con generosidad y olvido propio, se hizo cargo de todo; se multiplicaba para atenderles deseando tan sólo el bienestar y felicidad de los suyos, adivinando sus pequeños caprichos, para tenerlos contentos.

Tenía en su corazón el deseo de entregarse al Señor como carmelita descalza, cuando tuvo la edad necesaria se lo dijo a su padre que no acepto con alegría la decisión de su hija y le dijo que hiciera lo que ella quería; Pilar que había escuchado del Señor decir que quien no deja padre y madre no es digno Él, se lanzó a pedir su ingreso en el Carmelo de Valladolid pero las vacantes estaban llenas, las mismas madres le aconsejarán que fuera a Palencia donde también la santa madre Teresa había fundado un monasterio. Al ser aceptada se lo comunicó a sus padres y llegada la fecha la acompañaron hasta la puerta reglar del Carmelo donde las hermanas con los velos sobre sus rostro y velas en sus manos le acompañaban en su ingreso, beso el piso y le dijo al Señor que le mantuviera siempre en su casa.

Se entregó a su nueva vida con un gran fervor, tuvo la gracia de encontrar una priora santa, que supo encauzar esa naturaleza ardiente por el camino de la santidad; descubrió cuanto podía sacar de esa alma generosa que el Señor ponía en sus manos; lo hizo con suavidad y energía exigiéndole todas las virtudes que la santa madre quería ver en sus hijas. Pilar con obediencia, humildad y disponibilidad se aprovechaba de todo. Recibió el santo hábito el 1 de enero de 1942, emitió sus votos temporales el 2 de enero de 1943 e hizo la profesión solemne el 2 de enero de 1946.

La llamada del Perú. Cuzco y Abancay
El año de 1954 vino al Perú por pedido de la comunidad del Cuzco que quería que vinieran dos madres de uno de los conventos fundados por la santa andariega, para vivir con mayor perfección las reglas y constituciones que la santa fundadora había dejado. Así, el 3 mayo, comenzó su gran obra reformadora e implantó en el Carmelo del Cuzco todas las costumbres del Carmelo de Palencia.
Una de las cosas que se encontró aquí fue la diferencia marcada entre hermanas legas que se encargaban de los trabajos duros y de la cocina y las de coro que se dedicaban a la costura y la oración, madre Pilar quito esas diferencias y empezó a hacer que todas recen y trabajen. También quiso que se viviese la pobreza tal cual lo pensó la santa de Ávila por eso empezó a pedir a las hermanas que devuelvan las cosas que no le fueran necesarias en sus celdas, como hábitos, dulce, etc.
Nueve años estuvo de priora en San José de Cuzco y de ahí se lanzaría hacer su primera de las seis fundaciones que hizo. Monseñor Alcides Mendoza, obispo de Abancay, le pidió una fundación en sus diócesis, y la madre fundó el Carmelo de San José Abancay el 29 de junio de 1964, este Carmelo empezó con siete religiosas profesas, cinco de Cuzco y dos de Ayacucho; aquí aprendió mucho pues tuvo serias dificultades, especialmente económicas y en la dirección de la construcción.  Fue ella misma quien hizo los planos, ciertamente con la ayuda de un arquitecto y un ingeniero; puso toda la atención posible en la construcción del primer piso para después con la ayuda de Dios poder continuar junto con el maestro de obras con el resto de la construcción, ya sin la necesidad del ingeniero, pues no tenía el suficiente dinero para poder pagarle y, de esta manera, economizaba para poder pagar a los obreros. Las hermanas trabajaban acarreando bloquetas, arena y agua, y ella iba a la cabeza animando a todas con alegría.

Así iba avanzando el convento; al mismo tiempo iba enseñándoles a sus hijas las virtudes en medio de las dificultades que tenían por la estrechez de la casita en que provisionalmente vivían. Terminado el edificio y la iglesia, afluyeron vocaciones tan rápidamente que pronto ocuparon todas las plazas que permiten las leyes del Carmelo: veintiuna monjas. Como seguían viniendo jovencitas, se pensó en una nueva fundación. Le habló al señor obispo de Abancay, ya entonces Monseñor Enrique Pélach, para hacer una fundación en Tacna ya que Monseñor Oscar Cantuarias había solicitado un Carmelo para su diócesis; pero monseñor Pélach le pidió que la hiciera en su misma diócesis, y madre Pilar aceptó.

Madre Pilar se puso hacer los planos y empezó las construcción del nuevo palomar de la virgen en el Valle del Cumbao – San Jerónimo, constantemente viajaba en cualquier movilidad, en camiones con incomodidades sin cuento. Siempre que la necesitaban estaba ella dirigiendo la obra y ayudando espiritualmente a las hermanas hasta que se terminó la construcción del monasterio de la Virgen del Carmen. Aquí se quedó de priora madre Manuela María de la Cruz, que sería su mano una gran ayuda en sus fundaciones; regreso a Abancay donde era priora y desde ahí ayudaba espiritualmente a las comunidades del Cuzco y San Jerónimo.

Yurimaguas, Huancavelica
Monseñor Miguel Irízar, Vicario Apostólico de Yurimaguas – Loreto, deseaba un Carmelo en la selva y, precisamente fue a pedírselo a madre Pilar por consejo del Nuncio Apostólico. Aquello era muy difícil porque era muy lejos y las hermanas eran jóvenes, sin embargo, ya de 65 años, la madre se fue con siete religiosas el 16 de octubre de 1982, como obsequio al centenario de su santa fundadora Teresa de Jesús. El clima tropical y el inicio de una comunidad le hicieron desplegar su gran fortaleza, dando ánimo y alegría a las hermanas que iban con ella; las hermanas que se quedaron en Abancay sufrieron un arranque terrible, la madre también sufrió pero todo se lo ofrecía a su Divino Esposo: el Señor Jesús. Sus ardientes y animadoras cartas mantenían siempre unidas a todas sus comunidades.

Estando Yurimaguas le pidieron una fundación en Huancavelica, y viajó personalmente con la madre priora de San Jerónimo que era la madre Manuela y al estar ahí se enfermó de una taquicardia debido a la altura, se regresó y no pudo dirigir personalmente esta fundación. Ella mismo hizo los planos y con sus consejos y directrices dirigió desde Yurimaguas al monasterio de santa Teresita del Niño Jesús.

Chiclayo, Huancayo
El día 4 de febrero de 1985, el Santo Padre Juan Pablo II bendijo en la ciudad de Trujillo una preciosa imagen de Nuestra Señora de la Paz, enviada y portada por el católico pueblo de Chiclayo. El Papa la bendijo y mirándola exclamó: "esta imagen merece un monasterio –y corrigiéndose continuó- un santuario". El señor obispo monseñor Ignacio María de Orbegoso lo escuchó, el pueblo lo escuchó y se decidió: la Virgen de la Paz tendrá un santuario y un monasterio. El obispo de Chiclayo pidió a madre Pilar fundase un Carmelo. Ella era priora en Yurimaguas y desde allí organizó la fundación, nueve hermanas de Abancay llegaron a Chiclayo y ella una compañera más de desde la selva peruana. El 26 de Mayo de 1991 iniciaron su vida de carmelitas en el monasterio de Nuestra de la Paz y san José; durante este tiempo atendía Yurimaguas de donde era priora y esta nueva fundación, el año de 1992 a petición de la comunidad de Chiclayo que la eligió priora, se quedó ahí.

En 1993 le pidieron a madre Manuela una fundación en Huancayo, ella se lo comunicó a madre Pilar, pero "la mamita" por su delicada salud ya no podía viajar a la altura, así que desde Chiclayo acompañó espiritualmente a esta fundación y desde ahí la dirigió con sus sabios consejos ayudando a sus hijas del nuevo monasterio de san José.

Madre Pilar no se dejaba llevar por respetos humanos. Cuando se trataba de la gloria de Dios y del triunfo de la verdad, nunca le importó quedar mal con la criaturas, así se le siempre. Sus fundaciones, fueron iniciadas con escasos recursos y frecuentemente con ninguno, pero siempre fueron colocadas en el Corazón de Jesús y puestas en manos del tesoro del Carmelo: san José; por eso los monasterios surgieron y se poblaron de vocaciones, forzándole a abrir nuevos "palomares de la Virgen".

La duda y el titubeo nunca fueron características suyas. Lo que Dios quería lo ejecutaba siempre y prontamente, costara lo que costase. A pesar de las muchas dificultades, siempre siguió adelante; su amor a Dios y su unión con el Divino Esposo se percibía con evidencia y claridad palpables. Era una mujer profunda, que vivía de la oración.

Valores y virtudes
Como buena hija de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz habla de ellos como de seres tan queridos y tan próximos que parecía vivir con ellos; en los momentos oportunos gustaba repetir a sus hijas frases y textos de ellos. En la lectura diaria de la comunidad leía sus obras y las explicaba muy al detalle, utilizando ejemplos muy prácticos que hacían comprender más fácilmente los textos. Deseaba impregnarnos a sus hijas del espíritu de sus santos fundadores, y ellas gozaban escuchándola.

Fue abnegada y entregada, sincera y confiada, jovial y entusiasta y, al mismo tiempo, profunda, maternal y bondadosa; fuerte y firme, cuando exigía la virtud y la entrega incondicional al Señor. Quería a sus monjas maduras y varoniles.

Infundió en sus monjas esa vida carmelitana de intimidad amorosa con Dios, en soledad y retiro; el espíritu de una verdadera vida de familia, de un calor de hogar donde las alegrías y dolores se comparten y donde ella como madre era el lazo de unión donde que todas se estrechaban como hijas suyas y hermanas verdaderas.

Supo organizar el trabajo de tal manera que lo dejó como sólido fundamento en todas sus comunidades, estimulando a las hermanas a mejorar cada día sus labores y a vivir de su trabajo, de tal manera que les permita compartir con los pobres el fruto de sus labores.

Le dio el Señor el don de educadora, no se asustaba de los defectos, si veía humildad y deseos de corregirlos; sabía aprovechar lo bueno de cada alma, sin exigir más de lo que podía dar. Estaba dotada de una viva y penetrante inteligencia, de voluntad férrea y constante, que se convertían en tenacidad cuando era necesario. Era enérgica y arrolladora, de reciedumbre castellana, hecha de rectitud y sinceridad, y con mucha gracia de Dios; esto lo resume todo. Reconocía sus limitaciones y errores con gran humildad, y cuando los cometía sabía pedir perdón.

El amor a las santas reglas y constituciones era inmenso, se las quería imprimir hijas no sólo en la mente sino en el corazón, para que las practicaran y las conservaran con amor, como herencia preciosa que les dejó su santa madre Teresa de Jesús. En la época post conciliar lucho junto con sus hijas y las hijas de santa Maravillas de Jesús por conservar el Carmelo tal cual lo dejó su santa madre.

Amó mucho a Jesús, María y a san José, al que nombró padre, señor y mayordomo de sus monasterios, le escribió una novena circular en su honor que pasa de hermana en hermana cada nueve días y nunca termina.

Una de las grandes obras realizadas por ella fue la vocación de la monja externa, que cuando vino al Perú no existía, la movió a esto su amor por los pobres con quienes se encontró en el Cuzco y desde el principio ayudó, por eso en casi todas sus fundaciones hay comedores populares que dan de comer a los mendigos y son dirigidos por las monjas externas. También fundó el aspirando el más grande de todos sus aciertos, porque es de ahí de donde han salido todas las vocaciones para sus fundaciones.

Tuvo una salud muy precaria pero siempre lo llevo todo con alegría, estando en Yurimaguas le encontraron un tumor maligno, pero ella nunca tuvo miedo sino que siguió adelante. Ya en Chiclayo en 1995 volvió a sentirse mal, las hermanas le rogaron que se deje ver del médico y aceptó; vieron que tenía un tumor y había que extirparlo. La llevaron a Lima al hospital de neoplásicas pero no pudieron operarla porque ya estaba ramificado; los médicos confesaron su impotencia ante tal metástasis, ella recibió la noticia con un "bendito sea Dios, si así lo quiere está bien". No perdió nunca la serenidad y la alegría de siempre, los médicos y las enfermeras quedaron edificados.

"Pronto, Señor, nos veremos"
Le pronosticaron ocho meses de vida, regresó a su convento el 8 de Octubre de 1995, contenta, alegre y animando a todas sus hijas; al llegar la recibieron con el TE DEUM, y comenzó su vida normal asistiendo a todo, participando en todo, haciéndonos olvidar que estaba enferma.

Así  fueron pasando sus días hasta el 17 de marzo de 1997 estaba muy enferma y en cama, le había subido la fiebre y respiraba con dificultad, a las 10:00a.m entraron Monseñor Jesús Moliné y el padre Hilarión Rubio, ambos le dieron la absolución y la bendición. Todas sus se reunieron en su celda y rezaron la recomendación del alma, se entonó la salve y al terminar expiró, eran las 11:13a.m. Su rostro quedo lleno de tanta paz, que dicen las hermanas daba devoción el mirarla; la amortajaron y la pusieron en una hermosa caja blanca que le obsequiaron. Las hermanas jóvenes la llevaron en sus hombros y todas las llevaron al coro cantando "al cielo, al cielo yo iré".

En la reja del coro estaban esperando todas las amistades y los familiares llorando. Luego empezaron las misas; los sacerdotes que tanto le querían, en cuanto se enteraron fueron a celebrar. Al día siguiente, lo mismo; a las 4:00p.m celebraron dos padres carmelitas que vinieron de Trujillo. El funeral estaba programado para las 5:00p.m, pero fue más tarde por el retraso del avión en el que viajaba Monseñor Irízar y una sobrina de la madre que venía desde España; en cuanto llegó Monseñor, celebró la santa misa e hizo el funeral, las hermanas la llevaron en los hombros turnándose, cantando y rezando hasta el cementerio.

La vida de madre María Pilar de Jesús se ajustó al espíritu de su santa madre Teresa de Jesús, bien podría ella también cantar aquello de: "Vuestra soy para vos nací… ¿Qué mandáis hacer de mí?". Fue realmente una mujer enamorada de Jesucristo y de la vocación que Él le había regalado, murió en olor santidad y es necesario que su vida no sólo sea conocida en el Carmelo sino que como ejemplo de un verdadero seguimiento de Cristo sea dada a conocer a todos los peruanos y otras partes del mundo.
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viernes, 26 de junio de 2015

PUNTUALIDAD...¡Y PUNTO!


El inmenso valor de la puntualidad
El tiempo es un recurso no renovable, de allí su extremado valor. Por eso la puntualidad es cortesía, educación y respeto.
 
El tiempo es un recurso no renovable, de allí su extremado valor. Por eso la puntualidad es cortesía, educación y respeto. La impuntualidad es una muestra de falta de cultura, es no apreciar el tiempo de los otros ni el propio.
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos adquiridos deliberadamente: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar, una cita médica...
La puntualidad es necesaria para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
¿Por qué no somos puntuales?
La falta de puntualidad denota desorden, mal manejo del tiempo, falta de planeación en nuestras actividades, y por supuesto carencia de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
El interés, el deseo y los gustos están muy asociados con la impuntualidad. Es decir, cuando tenemos un total interés en algo, como por ejemplo una cita para aplicar a un empleo, seguramente estaremos antes de la hora acordada y tomaremos todas las medidas para cumplir con este compromiso. Al contrario de la cita donde el odontólogo la cual nos causa molestia y buscamos aplazarla hasta el último minuto.
Obviamente hay actividades que nos generan un mayor interés y atracción, por eso para algunas personas, el valor del tiempo varía dependiendo de la situación. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.
Hay otro factor que también influye en el valor de la puntualidad y es el orden. Cuando no tenemos claridad de ideas, ni prioridades, tampoco una lista de pendientes, y menos un mapa de actividades que nos guía, lo más coherente es que el tiempo se pierda fácilmente. La pereza, el olvido, la falta de concentración, también son motivos que afectan este valor.
Además de lo anterior, la falta de puntualidad tiene un cierto grado de egocentrismo. Es decir, partir de la base de que el tiempo de los otros es menos valioso que el propio, así que no importa llegar tarde porque la otra persona no es tan "importante" como lo soy yo. Además de ser una actitud egoísta es totalmente irrespetuosa.
¿Cómo corregir la falta de puntualidad?
No nos volvemos puntuales de la noche a la mañana. Para querer corregir este error se necesita voluntad, disciplina, determinación, compromiso y responsabilidad como en todos los propósitos.
Antes de empezar a poner alarmas, llenar agendas, programar recordatorios, etc., se tendrá que hacer un cambio de mentalidad. Debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra deberá ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.
Seguido de esto, se tendrá que encontrar la causa que provoca nuestra impuntualidad (mencionadas anteriormente: interés, importancia, orden, egocentrismo, pereza, olvido, falta de concentración…). Allí encontrará muchas respuestas y también las soluciones para desterrar este mal hábito.
Establecer un orden y delimitar prioridades es básico. Asimismo, concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, se tendrá que echar mano de algunas ayudas, como son las alarmas del computador, agenda electrónica, celular, pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (sólo algunas veces para no ser molesto y dependiente).
Por último, habrá que hacer algunos ajustes en nuestro nuevo estilo de vida enmarcado en la puntualidad. Quizá levantarse un poco más temprano, adelantar el reloj unos minutos, establecer un horario, entre otros.
Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza.
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Carlos Penalillo Pimentel
Servicio de Medicina Transfusional
Hospital Rebagliati  Lima - Perú
http://cpenalillo.blogspot.com/

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miércoles, 24 de junio de 2015

¡UN MILLÓN PARA EL BLOG! ¡Laudato si, Oh mi Señor!

Recién veo que el número de entradas al blog iniciado el 7 de octubre del 2008 ha superado el millón. Recuerdo un programa de TV "¡Un millòn (de pesetas) para el mejor!" que buscaba iniciativas positivas, buscando lo mejor de cada concursante, premiando especialmente cuando lo compartían con más personas. Mi sentimiento es de gratitud y quiero dar un millón de gracias. Primero, al Señor, laudato si; sin Ti, sin la Madre ¡nada!

En segundo lugar, a Ángel Santa María, que me lo preparó y que me ha preparado todos sus "hermanitos", el blog del Instituto de Estudios Toribianos, el de Peru Cristiano, el de CISAL, FENIS...

En tercero, a todos ustedes que me han enseñado que la amistad no tiene fronteras y que las redes es un ampliar y multiplicar la familia natural, la escolar, la del barrio, la del equipo, la del movimiento, la de la nación, la eclesial...hasta convertirla en mundial. 

Alguien escribió "necesito que me quieras para no morirme"; el hombre vive para amar y ser amado...y ustedes me han demostrado que esto es verdad. Sigamos navegando, creando lazos, construyendo puentes, forjando sueños de un mundo nuevo. Sí, ¡laudato si! Y en todo, siempre, amar y servir.

Foto con mi "ángel" y su familia

Mi primera entrada de blog:

 Amigo, empezamos, con el favor del Señor

Amigos:

Gracias a un "ángel de Santa María", inauguro este blog en la Fiesta del Rosario con el fin de compartir todo lo que el Señor me ha regalado y me da día a día.

La foto que ha seleccionado Ángel está tomada en la Enfermería de Miraflores (Lima) en una visita al entrañable P. Carlos S. Pozzo, quien en ese momento nos estaba contando como siempre algo gracioso.

El pseudónimo Juan Kusikuna tiene que ver con San Juan Diego al que tengo gran devoción y con mi hermana Juani, a quien se la llevó Dios a la edad de 24 años y cuya sonrisa serena siento permanentemente. El "Kusikuna" viene de la voz quechua que significa alegría, solidaridad, misión, porque es lo que me gustaría ser, un "magníficat" para los demás.

Con este pseudónimo publiqué unos cien artículos en "Arequipa al día" en la sección "Ánimo pues"

Un cordial saludo

José Antonio

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lunes, 22 de junio de 2015

INVITACIÓN: Presentación del libro EL DIOS CREADOR ANDINO de Franklin Pease G.Y. Miércoles, 24, 7 p.m.

Se le invita a usted a la presentación del libro "El Dios Creador Andino" (edición cusqueña) de Frankin Pease G.Y., evento que se llevará a cabo este miércoles 24 de junio, a las 7:00 p.m. en el auditorio del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (Plaza Bolívar s/n, Pueblo Libre).

[… ] Si a los cronistas y a los extirpadores de "idolatrías" de los siglos dieciséis y diecisiete, puede disculparse el carácter que otorgaron a la religión andina, en aras de su afán evangelizador, hoy es inexcusable comprenderla también como una suma de conocimientos y experiencias de siglos, manifestada en fórmulas, ritos e incluso en mitos que dan cuenta del pasado o plantean la esperanza en un futuro andino.

Interesa entonces el tema religioso no solo por su valor histórico intrínseco, sino porque también, es una puerta de ingreso al mundo social. La cosmovisión de un pueblo manifiesta no solamente su imagen de lo sagrado, sino también, y dentro de ésta, todo lo concerniente a través de los ritos que los hombres practican y en los cuales participan de diversa manera, por ejemplo, y a través de los mitos que los explican. Dentro de este mundo, el estudio del dios creador andino permite acercarse en forma más segura al tema nuclear, pues dicho dios refleja no solamente la situación central de la vida religiosa, sino también está relacionada con la estructuración de la sociedad y las formas de gobierno. [….]

Estas palabras introductorias de Franklin Pease G.Y. (1939-99) a la primera edición del "Dios creador andino", libro que siempre quiso volver a escribir, adquieren especial vigencia con esta edición cuzqueña que incluye una presentación y un epílogo de sus editores para dar continuidad a su obra en estos tiempos en que se quiere eliminar toda noción de religiosidad y remplazarla ya sea por la economía del libre mercado o por trasnochadas ideologías totalitarias que sin respaldo científico alguno son atribuidas a nuestros ancestros precolombinos.

 

Agradecemos su gentil asistencia.

 Atentamente, 

Oficina de Comunicaciones - Imagen Institucional
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú
Ministerio de Cultura
comunicaciones-mnaahp@cultura.gob.pe
Telf. 463 7665 anx. 245 / 261 7852
Plaza Bolívar s/n (alt. cdra 8 Gral. Vivanco)
Pueblo Libre - Lima 21
no imprima este e-mail. Y si lo va a imprimir, use ambos lados. Gracias!

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La Vida estudiantil en la Salamanca clásica y Santo Toribio de Mogrovejo

Luis Cortés Vázquez La Vida estudiantil en la Salamanca clásica

 Ediciones Universidad Salamanca, HU (Historia de la Universidad) 37, 1985, 198 pp, 2ª reimpresión: mayo 2005. Texto pp. 140-141

 

Del capítulo VIII titulado A.M.D.G. el autor glosa de media docena de santos que anduvieron por sus calles, "los más de los cuales si no todos, tuvieron que ver con su Universidad y de ella recibieron enseñanzas" p. 134 San Juan de Sahagún, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, Beato Alonso de Orozco, San Juan de Villanueva, Ignacio de Loyola y nuestro Santo Toribio.

 

"Pues vengamos ahora a un nuevo santo, el leonés de Mayorga Toribio de Mogrovejo quien, nacido en 1538 llegó a Salamanca en 1562, donde sería colegial del Mayor de San Salvador de Oviedo, que nunca olvidaría mientras vivió, ni en sus remembranzas ni en sus oraciones. Con nosotros permaneció, aunque con alguna ausencia notable, hasta 1573.

La vida de Santo Toribio de Mogrovejo, como acontece tantas veces en las de los santos presenta rasgos que denuncian una clara intervención providencial, no habiendo sido el menor en su caso, el que se viera Arzobispo electo de Lima en 1578, sin tener siquiera ninguna de las órdenes menores. Las cuales hubo de ir recibiendo una tras otra, así como las mayores hasta 1580 en que fue consagrado episcopalmente en Sevilla. Tan pronto como se vio en regla, embarcó para las Indias llegando a la ciudad capital del Virreinato en 1581, donde sería ejemplar y dignísimo arzobispo, ejemplo de amor y caridad para con indios y negros, hasta morir en visita pastoral en 1606, día de Jueves Santo, rodeado de sus amadísimos indios.

De su paso por Salamanca, además de los saberes que aquí adquiriera, llevóse al Nuevo Mundo su devoción por la Virgen serranita y morena de la Peña de Francia, poniendo una imagen de esta advocación en el Monasterio de Santa Clara limeño, su fundación bienamada, e informando así de ello al Papa clemente VIII: "Está en este monasterio una imagen de la Virgen de la Peña de Francia, de mucha devoción para el pueblo".

Cumple recordar a este colegial egregio salmantino, para pagar el inextinguible recuerdo que de nuestra Universidad conservó siempre, en los fecundos días de su arzobispado limeño, enviando cartas a su amado Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo, dando cuenta de su vida y solicitando las oraciones de los colegiales: "Me hagan merced de avisar siempre de su salud y de las promociones del Colegio, y ocuparse en su servicio, que para mí será de sumo contentamiento y regalo, como hijo de esa santa casa, cuyo acrecentamiento deseo mudo" (Tomo estas líneas del santo de L. de Echevarría, "Nuevas pági8nas de Historia Universitaria Salmantina" I. Antiguos Catedráticos y Alumnos. Salamanca 1968, p.34

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domingo, 21 de junio de 2015

“PARA VOS NACÍ, Historia, arte y patrimonio del Carmelo teresiano de Lima. 1643-2015”

Con motivo de los 500 años del natalicio de santa Teresa de Jesús, la comunidad de reverendas Madres Carmelitas Descalzas de Lima comparte con nosotros el excepcional legado artístico que guardan con celo en la clausura de su monasterio.

"PARA VOS NACÍ, Historia, arte y patrimonio del Carmelo teresiano de Lima. 1643-2015", será la vitrina para exhibir por primera vez en la Galería Municipal de arte Pancho Fierro cerca de 50 piezas de la colección de arte de uno de los edificios religiosos más antiguos de Lima.

Este proyecto curatorial pone en relieve un excepcional acervo patrimonial, muchas veces olvidado y sin acceso, para compartirlo de forma abierta e inclusiva con la población, beneficiándolos de su innegable valor.

Esta muestra constituye un aporte a la recuperación de la memoria del centro histórico de Lima a través del reconocimiento, investigación y difusión de la riqueza artística que alberga.


La muestra está abierta al público del 10 de julio al 9 de agosto en la Galeria Municipal de Arte Pancho Fierro


LUIS MARTÍN BOGDANOVICH y DENISSE ROUILLON

Curadores



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sábado, 20 de junio de 2015

EL PAPA FRANCISCO EN SU ENCÍCLICA "LAUDATO SI" NOS ALIENTA A CUSTODIAR EL PATRIMONIO CULTURAL VIVIENDO UNA "ECOLOGÍA CULTURAL"

http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

II. Ecología cultural

143. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente.

144. La visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad. Por eso, pretender resolver todas las dificultades a través de normativas uniformes o de intervenciones técnicas lleva a desatender la complejidad de las problemáticas locales, que requieren la intervención activa de los habitantes. Los nuevos procesos que se van gestando no siempre pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde afuera, sino que deben partir de la misma cultura local. Así como la vida y el mundo son dinámicos, el cuidado del mundo debe ser flexible y dinámico. Las soluciones meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas que no responden a las problemáticas más profundas. Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de cada grupo humano.

145. Muchas formas altamente concentradas de explotación y degradación del medio ambiente no sólo pueden acabar con los recursos de subsistencia locales, sino también con capacidades sociales que han permitido un modo de vida que durante mucho tiempo ha otorgado identidad cultural y un sentido de la existencia y de la convivencia. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas.

146. En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura.

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viernes, 19 de junio de 2015

UNA JOYA A PUNTO DE BRILLAR. Se organiza el Archivo de la provincia dominica de San Juan Bautista del Perú


UNA JOYA A PUNTO DE BRILLAR

 

Se organiza el Archivo de la provincia dominica de San Juan Bautista del  Perú

Bastaría con saber que los dos primeros obispos Vicente Valverde y Jerónimo de Loayza son dominicos o que Santa Rosa y San Martín anduvieron por estos lares y están bien documentados en su vida y procesos de canonización. Pero no está de más recordar que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tiene su cuna aquí y que la también Universidad San Martín nació por obra del dominico Vicente Sánchez Valer y que todo está aquí bien documentado.
Y si consideramos sus conventos, parroquias, colegios, cofradías y hermandades, instituciones, publicaciones, prensa, radio, sermones,…veremos que este archivo es un auténtico tesoro de ciencia, humanidad, santidad, peruanidad.
Mucho sabe de esto el infatigable Padre Angulo o el P. Guillermo Álvarez, pero quien realmente conoce su potencialidad y todo lo que va apareciendo a medida que se va organizando es el infatigable archivero Melecio Tineo Morón, quien, por iniciativa del provincial P. Juan José Salaverry, va dando forma a este riquísimo archivo que, meses atrás era un almacén de trastos y poco a poco va luciendo como un archivo de primera. Deseamos que para el octavo centenario de la Orden, en el 2016, esté organizado, catalogado y pueda dar servicio al público como tienen programado.
Por mi parte, quiero agradecer la invitación a visitarlo y compartirle que la documentación es de primer nivel. Sean bulas, profesiones, testamentos, actas de capítulos, sermones manuscritos, novenas y panegíricos, escritos de religiosos de la Orden, fincas, misiones, procesos de beatificación…y mil y una sorpresa como una carta autógrafa del generalísimo José de San Martín en 1821 y que fue catalogada por el P. Angulo. 
Da gusto mencionar la paciente labor que los padres dominicos han mantenido en el cuidado de los  documentos,  especialmente los padres Guillermo Alvarez,  Felipe Huaypar  y   Manuel Alvarez Perca, que en la actualidad es el archivero y quien dio cuenta de sus fondos en "Archivos Dominicos"  en la Revista Peruana de Historia Eclesiástica 7, 2001, Cuzco, 221-227 que publicamos a continuación. 
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jueves, 18 de junio de 2015

Laudato si (Alabado sea, sobre el cuidado de la casa común), nueva encíclica del Papa Francisco sobre


DEFENSORES  DEL PATRIMONIO NATURAL

Los  puntos clave de «Laudato si'», la encíclica ecológica del Papa

JUAN VICENTE BOO / CORRESPONSAL EN EL VATICANO Día 18/06/2015

 

Reconoce que la sociedad está cambiando y que es momento de controlar la contaminación para cuidar el clima-

La nueva encíclica del Papa, dedicada a la protección del medio ambiente, que ha sido presentada este jueves 18 de junio busca sacudir las conciencias de «todos» e influir en la próxima Cumbre del Clima de París, que se celebra a final de año y persigue cerrar un acuerdo mundial que sustituya al Protocolo de Kioto. La presentación, que ha tenido lugar en el Aula Nueva del Sínodo, en el Vaticano, se produce después de que el documento fuera filtrado el pasado lunes por un semanario italiano. En este documento, que se ha convertido en la primera encíclica sobre ecología en la historia de la Iglesia, el Papa se enfrenta a las empresas petroleras y a los poderosos mercados financieros sin pelos en la legua, y pide a todos los ciudadanos del planeta un cambio de estilo de vida. No se trata solo de mitigar los desastres del cambio climático sino de impedir que «la tierra, nuestra casa, se transforme en un inmenso depósito de inmundicias». Estos son sus puntos clave:

1. Laudato si', mi' Signore » – « Alabado seas, mi Señor », cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos. (…) 2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable…

8. El Patriarca Bartolomé (…)se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: « Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados ».

19. Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. (…) Hagamos un recorrido, que será ciertamente incompleto, por aquellas cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra.

21. Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domésticos y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.

23. El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. (…) Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio.

26. Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas (…). Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable.

33. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana.

54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos.

93. Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. (…) El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes (Juan Pablo II, Encíclica "Laborem exercens", 1981).

211. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias.

225. a. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente.

[Texto completo] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

TAREA: ¿Cómo podemos aplicarlo aquí y ahora en el Perú y en nosotros?

Resumen de la encíclica Laudato Si'

Jueves, 18 de Junio de 2015 12:00 |  

Este texto se ofrece como apoyo para una primera lectura de la Encíclica, ayudando a tener una visión de conjunto y detectar las líneas de fondo. En primer lugar se ofrece una presentación de Laudato si' en conjunto, y luego se realiza un recorrido por cada capítulo. En él se señala su objetivo y reproduce algunos párrafos clave. Los números entre paréntesis remiten a los párrafos de la Encíclica. Al final de este resumen se recoge el índice completo.

Una visión general

«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?» (n. 160). Esta pregunta está en el centro de Laudato si', la esperada Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Y continúa: «Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario», y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: «¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?»: si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontífice – «no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes».

La Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, «Laudato si', mi' Signore», que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, «es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos » (1). Nosotros mismos «somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura» (2).

Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo. El Papa Francisco nos invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno –individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional– a una "conversión ecológica", según expresión de San Juan Pablo II, es decir, a «cambiar de ruta», asumiendo la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el «cuidado de la casa común». Al mismo tiempo, el papa Francisco reconoce que «se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta» (19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la Encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: «La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (13); «el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente» (58); «no todo está  perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse » (205).

El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: «los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe» (64), pero se propone «especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común» (3): el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco recuerda que también «otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una profunda preocupación y una valiosa reflexión» sobre el tema de la ecología (7). Más aún, asume explícitamente su contribución a partir de la del «querido Patriarca Ecuménico Bartolomé» (7), ampliamente citado en los nn. 8-9. En varios momentos, además, el Pontífice agradece a los protagonistas de este esfuerzo –tanto individuos como asociaciones o instituciones–, reconociendo que «la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» (7) e invita a todos a reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano» (62).

El recorrido de la Encíclica está trazado en el n. 15 y se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación a partir de los mejores conocimientos científicos disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2), detectando las raíces del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la Encíclica (cap. 4) es la de una «ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales» (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en «un Dios creador omnipotente» (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo «Laudato si'», que abre y cierra la Encíclica.

El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de  entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.» (16).

Capítulo 1 – «Lo que le está pasando a nuestra casa»

El capítulo asume los descubrimientos científicos más recientes en materia ambiental como manera de escuchar el clamor de la creación, para «convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar» (19). Se acometen así «varios aspectos de la actual crisis ecológica» (15).

EI cambio climático: «El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad» (25). Si «el clima es un bien común, de todos y para todos» (23), el impacto más grave de su alteración recae en los más pobres, pero muchos de los que «tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas» (26): «La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil» (25).

La cuestión del agua: El Papa afirma sin ambages que «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos». Privar a los pobres del acceso al agua significa «negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable» (30).

La pérdida de la biodiversidad: «Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre» (33). No son sólo eventuales "recursos" explotables, sino que tienen un valor en sí mismos. En esta perspectiva «son loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano», pero esa intervención humana, cuando se pone al servicio de las finanzas y el consumismo, «hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris » (34).

La deuda ecológica: en el marco de una ética de las relaciones internacionales, la Encíclica indica que existe «una auténtica deuda ecológica» (51), sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo. Frente al cambio climático hay «responsabilidades diversificadas» (52), y son mayores las de los países desarrollados.

Conociendo las profundas divergencias que existen respecto a estas problemáticas, el Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la «debilidad de las reacciones» frente a los dramas de tantas personas y poblaciones. Aunque no faltan ejemplos positivos (58), señala «un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad» (59). Faltan una cultura  adecuada (53) y la disposición a cambiar de estilo de vida, producción y consumo (59), a la vez que urge «crear un sistema normativo que [...] asegure la protección de los ecosistemas» (53).

Capítulo segundo – El Evangelio de la creación

Para afrontar la problemática ilustrada en el capítulo anterior, el Papa Francisco relee los relatos de la Biblia, ofrece una visión general que proviene de la tradición judeo-cristiana y articula la «tremenda responsabilidad» (90) del ser humano respecto a la creación, el lazo íntimo que existe entre todas las creaturas, y el hecho de que «el ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos» (95).

En la Biblia, «el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo», y «en Él se conjugan el cariño y el vigor» (73). El relato de la creación es central para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y las demás criaturas, y sobre cómo el pecado rompe el equilibrio de toda la creación en su conjunto. «Estas narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado» (66).

Por ello, aunque «si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas» (67). Al ser humano le corresponde «"labrar y cuidar" el jardín del mundo (cf. Gn 2,15)» (67), sabiendo que «el fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios» (83).

Que el ser humano no sea patrón del universo «no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar» que lo caracteriza ni «tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad» (90). En esta perspectiva «todo ensañamiento con cualquier criatura "es contrario a la dignidad humana"» (92), pero «no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos» (91). Es necesaria la conciencia de una comunión universal: «creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, [...] que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde» (89).

Concluye el capítulo con el corazón de la revelación cristiana: el «Jesús terreno» con su «relación tan concreta y amable con las cosas» está «resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal» (100).

Capítulo tercero – La raíz humana de la crisis ecológica

Este capítulo presenta un análisis de la situación actual «de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas» (15), en un diálogo con la filosofía y las ciencias humanas.

Un primer fundamento del capítulo son las reflexiones sobre la tecnología: se le reconoce con gratitud su contribución al mejoramiento de las condiciones de vida (102-103), aunque también da «a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero» (104). Son justamente las lógicas de dominio tecnocrático las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones más débiles. «El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política» (109), impidiendo reconocer que «el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social» (109).

En la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí mismo y su poder. De ello deriva una lógica "usa y tira" que justifica todo tipo de descarte, sea éste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lógica que conduce a la explotación infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de "diamantes ensangrentados". Es la misma lógica de muchas mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico y del descarte de niños que no responde al deseo de sus padres (123).

Desde esta perspectiva, la Encíclica afronta dos problemas cruciales para el mundo de hoy. En primer lugar, el trabajo: «En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo» (124), pues «Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad» (128).

En segundo lugar, los límites del progreso científico, con clara referencia a los Objetivos Generales del Milenio (132-136), que son «una cuestión ambiental de carácter complejo» (135). Si bien «en algunas regiones su utilización ha provocado un crecimiento económico que ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes que no deben ser relativizadas» (134), por ejemplo «una concentración de tierras productivas en manos de pocos» (134). El Papa Francisco piensa en particular en los pequeños productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar «una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre», a partir de «líneas de investigación libre e interdisciplinaria» (135).

Capítulo cuarto – Una ecología integral

El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que «incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea» (15). De hecho no podemos «entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida» (139). Esto vale para todo lo que vivimos en distintos campos: en la economía y en la política, en las distintas culturas, en especial las más amenazadas, e incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana.

La perspectiva integral incorpora también una ecología de las instituciones. «Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: "Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales"» (142).

Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un vínculo entre los asuntos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese vínculo no puede romperse. Así pues, «el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma» (141), porque «no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental» (139).

Esta ecología ambiental «es inseparable de la noción de bien común» (156), que debe comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que «donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos», esforzarse por el bien común significa hacer opciones solidarias sobre la base de una «opción preferencial por los más pobres» (158). Este es el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no con las palabras, sino por medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy como había subrayado Benedicto XVI: «además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional» (162).

La ecología integral implica también la vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una especial atención, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme capacidad de adaptación y «es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, [...] aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad» (148). Sin embargo, un desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida humana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).

También «nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común; mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio» (155).

Capítulo quinto – Algunas líneas orientativas y de acción

Este capítulo afronta la pregunta sobre qué podemos y debemos hacer. Los análisis no bastan: se requieren propuestas «de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional» (15) y «que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo» (163). Para el Papa Francisco es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de manera ideológica, superficial o reduccionista. Para ello es indispensable el diálogo, término presente en el título de cada sección de este capítulo: «Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos. [...] la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero [yo] invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común" (188).

Sobre esta base el Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las dinámicas internacionales recientes: «las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces» (166). Y se pregunta «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo? (57). Son necesarios, como los Pontífices han repetido muchas veces a partir de la Pacem in terris, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global (175): «necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la gama de los llamados "bienes comunes globales"» (174), dado que «"la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente"» (190, que cita las palabras del Compendio de la doctrina social de la Iglesia).

Igualmente en este capítulo, el Papa Francisco insiste sobre el desarrollo de procesos de decisión honestos y transparentes, para poder "discernir" las políticas e iniciativas empresariales que conducen a un «auténtico desarrollo integral» (185). En particular, el estudio del impacto ambiental de un nuevo proyecto «requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras la corrupción, que esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente» (182).

La llamada a los que detentan encargos políticos es particularmente incisiva, para que eviten «la lógica eficientista e inmediatista» (181) que hoy predomina. Pero «si se atreve a hacerlo, volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad» (181).

Capítulo sexto – Educación y espiritualidad ecológica

El capítulo final va al núcleo de la conversión ecológica a la que nos invita la Encíclica. La raíz de la crisis cultural es profunda y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos. La educación y la formación siguen siendo desafíos básicos: «todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo» (15). Deben involucrarse los ambientes educativos, ante todo «la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis» (213).

El punto de partida es "apostar por otro estilo de vida" (203-208), que abra la posibilidad de «ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social» (206). Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran «modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción» (206).

No se puede minusvalorar la importancia de cursos de educación ambiental capaces de cambiar los gestos y hábitos cotidianos, desde la reducción en el consumo de agua a la separación de residuos o el «apagar las luces innecesarias» (211). «Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo» (230). Todo ello será más sencillo si parte de una mirada contemplativa que viene de la fe. «Para el creyente, el mundo no se contempla desde afuera sino desde adentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres. Además, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo» (220).

Vuelve la línea propuesta en la Evangelii Gaudium: «La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora» (223), así como «la felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida» (223). De este modo se hace posible «sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos» (229).

Los santos nos acompañan en este camino. San Francisco, mencionado muchas veces, es el «ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría» (10). Pero la Encíclica recuerda también a san Benito, santa Teresa de Lisieux y al beato Charles de Foucauld. Después de laLaudato si', el examen de conciencia –instrumento que la Iglesia ha aconsejado para orientar la propia vida a la luz de la relación con el Señor– deberá incluir una nueva dimensión, considerando no sólo cómo se vive la comunión con Dios, con los otros y con uno mismo, sino también con todas las creaturas y la naturaleza.

ÍNDICE

Laudato si' mi' Signore (1-2)

Nada de este mundo nos es indiferente (3-6)

Unidos por la misma preocupación (7-9)

San Francisco de Asís (10-12)

Mi llamado (13-16)

Capítulo primero Lo que le está pasando a nuestra casa

I. Calentamiento global y contaminación Contaminación, basura y cultura del descarte (20-22) El clima como bien común (23-26)

II. La cuestión del agua (27-31)

III. Pérdida de biodiversidad (32-42)

IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y decadencia social (43-47)

V. Inequidad planetaria (48-52)

VI. La debilidad de las reacciones (53-59)

VII. Diversidad de opiniones (60-61)

Capítulo segundo El evangelio de la creación (62)

I. La luz que ofrece la fe (63-64)

II. La sabiduría de los relatos bíblicos (65-75)

III. El misterio del universo (73-83)

IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado (84-88)

V. Una comunión universal (89-92)

VI. El destino común de los bienes (93-95)

VII. La mirada de Jesús (96-100)

Capítulo tercero La raíz humana de la crisis ecológica (101)

I. La tecnología: creatividad y poder (102-105)

II. La globalización del paradigma tecnológico (106-114)

III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno (115-121)

4.1. El relativismo práctico (122-123)

4.2. La necesidad de preservar el trabajo (124-129)

4.3. La innovación biológica a partir de la investigación (130-136)

Capítulo cuarto Una ecología integral (137)

1. Ecología ambiental, económica y social (138-142)

2. La ecología cultural (143-146)

3. La ecología humana y el espacio de la vida cotidiana (147-155)

4. El principio del bien común (156-158)

5. Una justicia intergeneracional bien entendida (159-162)

Capítulo quinto Algunas líneas de orientación y acción (163)

I. El diálogo sobre el ambiente en la política internacional (164-175)

II. El diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales (176-181)

III. Favorecer debates sinceros y honestos (182-188)

IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana (189-198)

V. Las religiones en el diálogo con las ciencias (199-201)

Capítulo sexto Educación y espiritualidad ecológica (202)

1. Apostar por otro estilo de vida (203-208)

2. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente (209-215)

3. La conversión ecológica (216-221)

4. Gozo y paz (222-227)

5. El amor civil y político (228-232)

6. Los signos sacramentales y el descanso celebrativo (233-237)

7. La Trinidad y la relación entre las criaturas (238-240)

8. La Reina de todo lo creado (241-242)

9. Más allá del sol (243-246)

 

Oración interreligiosa por nuestra tierra

Oración cristiana con la creación

[Texto completo] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

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