domingo, 26 de noviembre de 2017

ESPERANDO A FRANCISCO: Claves vitales y pastorales de un Papa familiar que nos convoca a construir puentes en la Iglesia y en el Mundo.

ESPERANDO A FRANCISCO:

Claves vitales y pastorales de un Papa familiar que nos convoca a construir puentes en la Iglesia y en el Mundo

José Antonio Benito

22 noviembre 2017. Consorcio de Centros Educativos Católicos del Perú 

En un lugar como el Consorcio de Centros Educativos, donde todo es educación, familia, Iglesia, quiero comenzar constatando una realidad: Cuando unimos estos dos elementos (educación y familia) logramos un triunfo casi seguro. Ésta es la clave –creo yo- del triunfo de los dos argentinos más populares en este momento en el Perú: Gareca, entrenador de la selección nacional de fútbol, y el Papa Francisco. El primero nos ha llevado al mundial de Rusia, el segundo al mundial de la santidad y la solidaridad.

¿Qué tienen en común estos dos líderes mundiales, además de su patria Argentina? Su pasión educadora, su trabajo cotidiano, con esfuerzo, personalizado, en familia.

Como solía decir el Venerable Tomás Morales, SJ. fundador  del Movimiento de Santa María, el verdadero educador debe reunir en sí la firmeza del padre, la ternura de la madre, el celo del sacerdote o misionero y la paciencia del santo. Ello le da coherencia y se convierte en ejemplo del educando.

En mi charla, quiero compartirles las cientos de horas dedicadas a leer documentos del Papa Francisco y que pueden encontrar en su mayoría en su página http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html De igual modo, les comparto mi blog Les comparto mi blog http://jabenito.blogspot.pe en el que se ofrece un rico arsenal de contenidos y recursos sobre el Papa, la Iglesia y los valores en general. Es un adelanto de la introducción al libro que publicarán PAULINAS-SAN PABLO con el título "Francisco, el Papa de todos".

ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

Siempre nos alegramos los católicos y la buena gente cuando se nos proclama el "annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam" ("les anuncio un gran gozo: tenemos Papa"). Y enseguida le encontramos la gracia. Es el siervo de los siervos de Dios, es el pontífice (constructor de puentes), el vicario de Cristo, el obispo de Roma, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolita de la Provincia Romana, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, el nuevo Pedro, el 266, el pastor universal.

Pero también hay sorpresas gozosas que le dan un plus al acontecimiento. Es el regalo del Esposo (el Espíritu San- to) a la Esposa (la Iglesia). Y, claro, su Amor es desbor- dante. Hasta llegar a decir que recuerda en el aspecto a Juan XXIII, tiene el coraje del papa Wojtyla, habla con la sencillez de Juan Pablo I y piensa como Ratzinger.

A mí me sorprendió en un canal de TV de Lima, justo a la espera de comentar la gran noticia. Y confieso que, al ver al nuevo Papa un tanto asustado, y cómo fue cambiando su rostro como contagiándose del combustible espiritual del pueblo que rezaba y aclamaba, me emocioné.

Una vez ante mi computadora y, tras ver, escuchar y re- flexionar en el lenguaje de las redes sociales puedo afirmar que siento la necesidad de proclamar que "me gusta, comento, comparto".

Me gusta su nombre "Francisco" por lo que significa de sencillez, ternura, el aire nuevo de sus florecillas, su empeño en restaurar la Iglesia. Como buen jesuita, sigue a San Ignacio, quien al ver la vida de Francisco se convirtió: "Si él lo hizo, yo también tengo que hacerlo".

Me gusta su procedencia, Hispanoamérica, unido a ser hijo de emigrantes italianos. El reconocer que el continente de la esperanza –que habla español, que ha fraguado una síntesis cultural en torno al catolicismo con el tesoro de su religiosidad popular como punta de lanza– es el continente del amor, de la solidaridad.

Me gusta su sonrisa que me recuerda a Juan XXIII, a Juan Pablo I; sus bromas, como el decir que viene del fin del mun- do, o que algún cardenal le sugirió el nombre de Clemente XV para "vengarse" del Papa que suprimió la Compañía de Jesús.

Me gusta que haya mencionado en primer lugar al Papa emérito y le muestre gratitud, fidelidad, y nos pida oraciones por él.

Me gusta que sea religioso, consagrado, con la vivencia de los tres votos, la vida comunitaria; además, él ha sido maestro de novicios, provincial. Conoce de primera mano la gran necesidad de una renovación en fidelidad de la vida consagrada. De los 266 papas tan sólo 34 han sido religiosos; los últimos, además monjes, Pío VII (1800-1823), benedictino, y Gregorio XVI (1831-1846) camaldulense.

Me gusta que sea jesuita, la congregación más numerosa y que quizá más impacto ha tenido en la historia de   la Iglesia. Los solos nombres de Ignacio de Loyola y Fran- cisco Javier, su lema "A la mayor gloria de Dios" y "en todo amar y servir", sus grandes pruebas como ser expulsada de varias naciones y hasta suprimida por la propia Iglesia, o su mengua actual de vocaciones…

Me gusta que haya ingresado a la Compañía y haya sido ordenado sacerdote, como gustaba afirmar a San Ignacio "salido de muchacho", sabiendo qué es la vida (la del trabajador y estudiante, la del químico y la del profesor de literatura), experimentando la afectividad…

Me gusta su vida de oración, su temple contemplativo, la seriedad con la que vive la liturgia, su devoción por Santa Teresita, San José, la Virgen Santa María.

Me gusta su "debilidad" por los jóvenes, como manifestó, por una parte, a los cardenales, a quienes les pidió que tenían que brindarles la "sabiduría de la vida", y, por otra, a los mismos jóvenes, a quienes pronto –en Río- les comprometió a "hacer lío".

Me gustan su pasión por los pobres, los más necesitados; su compromiso con la justicia, la familia, los derechos humanos, los valores; su hablar sin pelos en la lengua, pero sin ideologías, desde su condición de Supremo Pastor.

Me gusta su celo misionero, su participación en Aparecida, su urgencia por vivir como "discípulo y misionero", dejando la autorreferencialidad, el mirarse el ombligo y lanzándonos a salir a la periferia.

Me gusta cuando habla de la Iglesia como hospital de campaña para curar y nada de hotelito instalado.

Me gusta su deseo ir al punto, al grano, al llano, aunque tenga que prescindir de ropajes rimbombantes, comodidades, rodeos. Así lo confirman las fotos viajando en metro en Bue- nos Aires, tomando mate, besando los pies de un niño enfermo de SIDA, vistiendo sotana remendada, zapatos viejos…

Me gusta su capacidad de escucha, la serenidad que re- fleja, la paz que transmite.

Me gusta su comunicación directa, sus homilías breves y enjundiosas (casi siempre de tres puntos concretos), profundas, con ejemplos.

Me gusta la acogida de la gente, de los medios… Me gusta la expectativa que se ha creado.

Me gusta que cuente con nosotros desde el primer momento, que nos haga protagonistas en la oración y en la acción.

Hasta me gusta que afloren las críticas, el querer ponerle entre las cuerdas por ser íntegro, por ser valiente, por ser verdadero, de una pieza, auténtico. Como Jesús, el Profeta, el Maestro, el Pastor que da la vida por los suyos, que gana perdiendo, que fructifica pudriéndose, que da luz desde la cruz.

COMENTO brevemente. Siento que entramos en un "kairós", en un tiempo propicio, en un momento en que se nos brinda la gran oportunidad de vivir lo que profetizó Isaías: "miren, voy a hacer algo nuevo; ya está brotando".

COMPARTO porque "se nota, se siente que, en Fran- cisco, Cristo está presente". Más allá de un líder espiritual, más allá del comunicador, rescato su oficio de "Sumo Pontífice" y ya está tendiendo puentes: de comunión, primero entre todos los católicos y luego con los cristianos, judíos, de otras religiones, hasta con los ateos -como en su mensaje sobre el perdón y la misericordia- y con el mundo contemporáneo, que gusta de gestos directos, auténticos, coherentes. Emerge su misión de "servus servorum Dei" ("siervo de los siervos de Dios"), que acuñó su predecesor San Gregorio Magno; y lo sentimos como el que sirve. Y por eso, nos ha abierto el alma a la sorpresa, a la esperanza, y con gozo, gratitud   y responsabilidad aclamamos: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!".

Francesca Ambrogetti - coautora con Sergio Rubín de una de las mejores obras para conocer al Francisco en carne y hueso-2 con motivo del viaje a Colombia, nos brinda una certera síntesis de su valor y trascendencia:

En todos los años de su largo recorrido eclesiástico y hasta hoy, Jorge Bergoglio nunca dejó de seguir su verdadera vocación, la de ser un pastor que imparte los sacramentos, que está cerca de sus fie- les, que los visita en especial en los lugares de dolor acompañando a los que sufren, siempre cerca de los desvalidos y tomando distancia de los poderosos. Un pastor con los pies en la tierra, las manos tendidas   y una ejemplificadora coherencia de vida. Con una gran sabiduría, pero sensible y cercano, capaz de escuchar y entender al otro. Con una mente clara,   el corazón abierto y la mirada hacía los hombres y hacia Dios.

Cuando se presentó en Roma el libro «El nombre de Dios es misericordia», el primer libro del Papa Francisco, un ágil y sugestivo diálogo con el periodista italiano Andrea Tornielli, actuó como padrino de la presentación el director y actor de cine Roberto Benigni, quien entre bromas dijo


 que estaba emocionado porque era «la primera vez que hablaba en el Vaticano: El Estado más pequeño del mundo, con el hombre más grande del mundo». Al final, concluyó: «Es un libro en el que nos acaricia, nos abraza, nos contagia la misericordia. Es como tener al Papa en el bolsillo: sacas el libro y hablas con él».

Es lo que me gustaría que sucediese con nuestro próximo libro: que hablemos, pensemos, recemos, hagamos lío con él. Y como él. Conforme a su estilo ignaciano, como si todo dependiese del Señor, de Santa María, pero como si todo dependiese de uno mismo, de su vida metódica y entusiasta de arrebatador líder mundial.

Cuantos le conocían antes de ser elegido Papa afirman que se ha dado una especie de metamorfosis, como una transfiguración bien visible en su permanente sonrisa. Su clave nos la descifra J.V. Boo en el testimonio que recoge de labios del propio Francisco para su libro El Papa de la alegría: «Cuando era arzobispo de Buenos Aires yo pensaba que tenía que resolver todo el montón de problemas, y me agobiaba; los que tengo como Papa, veo claro que solo puede resolverlos el Señor y se los paso a Él».

Les comparto, por último, un entrañable mensaje dedicado a los jóvenes, las familias, los educadores. Aunque la carta la dirigió a la Familia Salesiana por el bicentenario del nacimiento de Don Bosco -2015- tiene alcance mundial, y por supuesto para el Perú. En ella, recuerda que durante su infancia estudió en el colegio salesiano Wilfrid Barón de los Santos Ángeles de la localidad de Ramos Mejía y desarrolla algunos rasgos  de la educación salesiana que se aplican en nuestros días como antídoto contra la idolatría del dinero, la desigualdad y un excesivo uso de las nuevas tecnologías sin criterio, entre otros problemas. En su reciente viaje a Turín (Italia), la tierra de Don Bosco, el Papa recordó sus dotes como educador y pastor de los jóvenes. En la Basílica de María Auxiliadora, donde reposan los restos mortales del fundador, Francisco conmemoró el legado espiritual de Don Bosco (1815-1888), y exhortó a vivirlo con valentía. Sus 13 puntos pueden ser aplicados por padres de familia, educadores y catequistas en varios ámbitos para apoyar y sostener el crecimiento de los jóvenes. Les comparto el segundo como muestra:

Educar a los jóvenes a la alegría, el amor a Dios y el trabajo. De aquí -indica– deriva una pedagogía "animada por la preocupación preventiva e inclusiva", en sectores populares y grupos marginales de la sociedad, "a los cuales ofrece también la posibilidad de la instrucción y de aprender un oficio". Una armonía enseñada por Don Bosco de "educación moral, civil, cultural", la cual "conjuga alegría – estudio – oración, y también trabajo – religión – virtud". La fórmula "educar evangelizando y evangelizar educando" de don Bosco para alcanzar la amorevolezza, la amabilidad". Es decir, "la simpatía, el afecto, la comprensión y la participación en la vida del otro".

INTRODUCCIÓN: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

1.    TODA UNA VIDA. JORGE, FRANCISCO, TAL CUAL

2.    SU MILLÓN DE AMIGOS

3.    EL "DULCE CRISTO" EN LA TIERRA

4.    LAS RAÍCES DEL PAPA DEL FIN DEL MUNDO

5.    EL ARGENTINO

6.    EL JESUITA.

7.    OBISPO Y CARDENAL, PASTOR CON OLOR A OVEJA

8.    EL NUEVO PENTECOSTÉS LLAMADO FRANCISCO

9.   SU MAGISTERIO: SUS ENCÍCLICAS Y EXHORTACIONES

10.               SERMONES Y HOMILÍAS ¡COMO DIOS MANDA

11.               UNA IGLESIA EN SALIDA.

12.               LA IGLESIA QUE SUEÑA FRANCISCO

13.                EL GRAN DESAFÍO: LA REFORMA DE LA IGLESIA

TEXTOS DE FRANCISCO:

"LA DULCE Y CONFORTADORA ALEGRÍA DE EVANGELIZAR"

Francisco no necesitó ni cinco minutos para proponer  lo que arrebataba su corazón en el momento del Conclave. Los apuntes articulados en cuatro puntos fluyeron certeros y gozosos. Si toda la encina está contenida en una bellota, la gozosa y esperanzada realidad de la evangelización en este momento, anidaba en el corazón del Cardenal mucho antes, en toda su pastoral en la Compañía de Jesús y en

su pastoral arquidiocesana de Buenos Aires. La revista de la arquidiócesis de La Habana Palabra Nueva publicó en  su página web un manuscrito, donde el ahora Papa Fran- cisco delinea sus ideas sobre el futuro de la Iglesia, y que se difundió entre los cardenales en la previa del cónclave. Jorge Bergoglio le entregó al arzobispo de La Habana, car- denal Jaime Ortega, antes del cónclave. Ortega le pidió un manuscrito de sus palabras, luego que éste se pronunciara ante la congregación; y aunque no las tenía por escrito, el entonces arzobispo de Buenos Aires las plasmó a posteriori en un papel:

Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia. – 'La dulce y confortadora ale- gría de evangelizar' (Pablo VI). - Es el mismo Jesu- cristo quien, desde dentro, nos impulsa.

1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evange- lizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensa- miento, las de toda miseria.

2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de auto- rreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en

las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.

3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin dar- se cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios  y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.

4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la ado- ración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de 'la dulce y confortadora alegría de la evangelizar.

Como escribe A. Ivereigh, en las 363 palabras y tres mi- nutos y medio, Francisco combina "dos cualidades que casi nunca se dan juntas y que surge una vez cada generación: la genialidad política de un líder carismático y el misticismo profético de un santo del desierto" (GR, 475) Me impresio- na la similitud de estos apuntes con lo vertido en la entre- vista del vaticanista Andrea Tornielli en febrero de 2012 y que publicó antes en "Vatican Insider"; al preguntarle sobre el significado de "evangelizar en un contexto como el de Latinoamérica" el entonces Cardenal Bergoglio adelantará lo que hoy es programático.

   

QUE PRIMEREE, SE INVOLUCRE, ACOMPAÑE, FRUCTIFIQUE Y FESTEJE

No he encontrado nada más bello que el capítulo 24   de Evangelii Gaudium con estos cinco verbos tan significativos y explicados de modo tan formidable por el Papa Francisco; cualquier comentario los estropearía. Les invito a leerlos despacio y saborearlos en su corazón:

La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.

«Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La co- munidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin mie- do, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuer- za difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!

Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Je- sús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los de- más para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangeli- zadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.

Luego,  la  comunidad  evangelizadora  se  dispone  a

«acompañar».  Acompaña  a  la  humanidad  en  todos sus

procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites.

Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La co- munidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pier- de la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nue- va, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el mar- tirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.

Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siem- pre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victo- ria, cada paso adelante en la evangelización. La evangeli- zación gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo.

 

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