¡TAMBIÉN LOS ADOLESCENTES ARMAN LÍO DESDE EL SILENCIO!
Breve crónica de un Retiro de Fin de Semana en Lima Norte
He pasado un fin de semana de Retiro (Ejercicios Espirituales) con 29 adolescentes de un Colegio "Fe y Alegría" de la zona de Pachacútec-Ventanilla, diócesis del Callao. Hemos intentado que sea en silencio; para ellos ha sido riguroso, para el equipo coordinador (la religiosa coordinadora de pastoral y su profesora de religión; Leo, militante, y servidor) una aproximación satisfactoria.
Me siento obligado a dar gracias al Señor por muchos motivos:
Primero, por brindarme la oportunidad de compartir lo más grande para un cristiano, nuestra vida en Cristo.
Segundo, por constatar que hay instituciones en la iglesia como las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha que viven muy comprometidas con los jóvenes que viven como en este caso en las periferias existenciales (no solo geográficas sino en medio de familias necesitadas), a través de la enseñanza y el programa de confirmación.
Tercero, por trabajar en equipo, el Movimiento Santa María ha colaborado en la dirección del Retiro, a mitad del programa catequético; un militante ha sido el coordinador de la actividad, un sacerdote pudo prepararles para la confesión y confesar a todos, servidor, responsable de las charlas y de hablar personalmente).
Cuarto, por experimentar que los adolescentes no son un problema y no hay que tenerles miedo, son un tesoro por pulir y custodiar.
Quinto, por la oportunidad de dedicar dos días a los jóvenes, la mayor riqueza de la Iglesia en general y del Perú en particular. Esto significa olvidarse de uno mismo y darse por entero, experimentar que la gracia fluye cuando le abrimos paso, que la juventud sigue deseando que se le exija para poder darlo todo. Cuando uno es testigo de tremendas realidades, de situaciones familiares extremas, se da cuenta de que lo mejor es estorbar lo menos posible, amar hasta el extremo, pedir como un pobre de Yahvé, abandonarse en el Señor y decirle a Nuestra Madre: ¡Totus tuus! Ruega por nosotros, tus hijos.
¡Si viesen la reunión final en la que fueron contando sus experiencias! ¡Cuántas vivencias, cuántas gracias, cuántos propósitos! Qué regalo ver a esta muchachada llenarse de la gracia de la confesión y recibir a Jesús en la Eucaristía...
Siempre que pude les conté gestos del Papa Francisco, les compartí sus textos. Me sentí contento por saber que el Papa lo estaría si viese sus semblantes. Él ama a los jóvenes, dialoga con ellos, les desafía a "hacer lío", a comprometerse. Termino con este significativo texto, tomado de su mensaje a los jóvenes de Colombia, del pasado 7 septiembre 2017, y donde les invita a soñar en grande, como nuestros adolescentes del Retiro:
Queridos hermanos y hermanas: Dios nos ama con corazón de Padre y ese es el principio de esta alegría. El fuego del amor de Jesús hace desbordante ese gozo, y es suficiente para incendiar el mundo entero. ¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que ustedes se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande yo hoy los invito. Por favor no se metan en el chiquitaje, no tengan vuelos rastreros vuelen alto y sueñen grande. Ustedes, los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para reconocer el sufrimiento de los otros; ustedes se dan cuenta en seguida. Los voluntariados del mundo entero se nutren de miles de ustedes que son capaces de resignar tiempos propios, comodidades, proyectos centrados en ustedes mismos, para dejarse conmover por las necesidades de los más frágiles y dedicarse a ellos. Pero también puede suceder que hayan nacido en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados: por el dolor, por eso yo quiero decirles, dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice. Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono, los necesitamos. Ayúdennos a esto a no acostumbrarnos al dolor y al abandono.