martes, 30 de marzo de 2021

CUSTODIO ILUSTRADO DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ P. TÉOFANES EGIDO, IMPULSOR DEL CENTRO JOSEFINO ESPAÑOL

CUSTODIO ILUSTRADO DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ

P. TÉOFANES EGIDO, IMPULSOR DEL CENTRO JOSEFINO ESPAÑOL

 

José Antonio Benito

 

Si algo lleva en el corazón el carmelita Teófanes Egido López (Gajates, Salamanca, 1-abril-1936) es el centro josefino español en su Valladolid de adopción, que me mostró con una generosidad inolvidable en el marco de mi participación en el congreso sobre Isabel la Católica y la evangelización de América, en octubre del 2019.

Profesor de Historia Moderna y Contemporánea; y catedrático de Historia Moderna, en la Universidad de Valladolid, hasta su retiro en 2001; "Cronista Oficial" ("intrépido" y "humilde") de la ciudad desde entonces hasta el 2018. El Ayuntamiento de Valladolid le rindió un cálido homenaje en el 2019 publicando una antología de casi 600 páginas con lo mejor de su obra La mirada de Teófanes Egido, cronista de Valladolid.

La Junta de Castilla y León acaba de concederle el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades, en su edición correspondiente a 2020 "por su permanente y brillante dedicación a la docencia e investigación histórica, que ha proporcionado a la historiografía del siglo XVIII hispano unas vanguardistas líneas de investigación con una especial incidencia en la historia de las mentalidades". El Jurado ha señalado, asimismo, que "sus estudios han sido determinantes en la identificación de los orígenes judeoconversos del linaje familiar de Teresa de Jesús o en el acercamiento crítico a la obra de Martín Lutero, proporcionando la primera traducción al castellano de sus obras, abriendo nuevos cauces de estudio e interpretación de la religiosidad del Barroco, lo que le ha convertido en uno de los grandes maestros de historiadores de Castilla y León".

El Centro Josefino Español del que es gestor y animador se ubica en edificio del histórico monasterio benedictino hoy regentado por los PP. Carmelitas de Valladolid. Alberga en sus muros más de 15.000 libros y artículos en torno a san José. Se trata de estudios bíblicos, teológicos y folletos devocionales de los siglos XVII hasta el XX. Junto a los anaqueles, permanecen recostadas algunas pinturas con escenas sobre la vida de San José, que sus propietarios envían a este Centro para que sean interpretados y analizados por los llamados josefólogos.

 

También hay espacio en los estantes para cuentos, obras teatrales infantiles, y para los varios cientos de relatos que diferentes autores hicieron protagonizar al esposo de María y padre de Jesús. Desde joyas bibliográficas, como el Sumario de las Excelencias de San José, escrito en 1597 por el fraile Gerónimo Gracián, o el gran poema narrativo Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo patriarca San José, de José de Valdivielso, editado en Toledo, en 1604; hasta novelas contemporáneas, como El pomposo viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza, En el nombre de la madre, de Erri De Luca y El lenguaje de las fuentes, de Gustavo Martín Garzo y hasta  un extenso tratado sobre el también patrono de los carpinteros y de la justicia social, editado en Alemania y titulado, San José: teología, arte y piedad popular en los espacio germanófilos. Yo mismo le envié el primorosamente ilustrado de Mons. Joâo Scognamiglio Clá Dias, San José, ¿quién lo conoce? (Heraldos del Evangelio; Pág. 462 Lima 2018)

Todas tienen un hueco en esta singular biblioteca, porque incluyen entre sus personajes protagonistas a este «santo silencioso», como lo define nuestro maestro y amigo P. Teófanes. Nos dice que, «aunque no se registrara ni una palabra de San José, contra lo que suele insinuarse, no es tan poco lo que de él dicen los evangelios». Sin embargo, «su presencia a lo largo de la vida de la Iglesia ha sido algo desconcertante y no ha tenido excesiva suerte, a diferencia de lo acontecido con otros santos». Como experto en historia moderna nos recuerda que, hasta el siglo XV, se le representaba como un personaje viejo y de espaldas al nacimiento. Fueron los pensadores Humanistas quienes cambiaron la imagen de un José viejo «por la más acorde con su misión de esposo y padre, es decir, la de José joven».

Teresianista como pocos nos comparte que fue la Santa Teresa la gran difusora del culto a San José, «gracias a sus calurosas exhortaciones y experiencias reflejadas en el capítulo sexto del libro de su Vida, por la coherencia de dedicar sus monasterios a San José y por el compromiso de su orden con el santo, al que consideraba casi como cofundador».

El P. Egido constata que si bien "la misión de san José en la Iglesia tardó en ser reconocida oficialmente;  el reconocimiento eclesial de san José llegó de forma estupenda con la proclamación solemne de su patrocinio sobre la Iglesia universal, en circunstancias especiales, casi trágicas, de la Iglesia por aquel año de 1870, con Pío IX al frente de la Iglesia, en uno de los momentos más críticos de la historia de la iglesia en que el Concilio Vaticano I tenía que ser aplazado para no reanudarse ya; por avatares de la guerra entre Francia y Prusia, y por el proceso de la unidad de Italia, el Papa se había quedado sin dominios territoriales, sin su mermado ejército, sin la Urbe y, como decía él mismo, prisionero en el mermado reducto romano. En aquel clima de temores y de miedos apocalípticos, Pío IX se hizo eco de las peticiones de los fieles, de las elevadas por los Padres conciliares, y, justamente en la fiesta de la Inmaculada de 1870, declaró a san José Patrono y abogado de la Iglesia, para que cuidara de ella, en aquellos tristísimos tiempos, como cuidó de su familia de Nazaret, verdadera y primera Iglesia naciente".

Nuestro acogedor anfitrión, excelente conocedor de la historia contemporánea de la Iglesia, nos aporta cuáles fueron las benéficas consecuencias de la decisión: "Comenzaron a abundar Congregaciones religiosas llamadas de san José y de la Sagrada Familia; fueron más frecuentes aún los nombres de José impuestos en los bautismos; se dedicaron al santo cofradías, asociaciones, parroquias e iglesias; se escribieron libros de alta teología y de piadosa devoción en un movimiento creciente hasta el Concilio Vaticano II. Los Papas, todos, manifestaron paladinamente su devoción con gestos eclesiales. León XIII, en la fiesta de la Asunción de 1889, publicaría la primera (y única hasta ahora) encíclica josefina, la Quamquam pluries, con la oración más popular: A vos, bienaventurado san José, y con clara intención social, al igual que la autorización de la fiesta de la Sagrada Familia. Pío XII, también con sentido social, instituyó la fiesta de San José Obrero en 1955".

El espacio del artículo desborda cuanto el P. Teófanes nos comenta de la devoción de los recientes papos, especialmente san Juan XXIII, quien incluyó el nombre de san José en la misa (en el Canon, en 1962) y lo declaró Patrono del Concilio «cabeza augusta de la Familia de Nazaret y protector de la Santa Iglesia». De igual modo Juan Pablo II, quien publicó, en agosto de 1989, su Exhortación apostólica Redemptoris custos -Custodio del Redentor-.  Benedicto XVI, en el 2010 consagró el templo de Antonio Gaudí, Sagrada Familia, en el marco de del aniversario de su patrocinio. Sin olvidar la tierna devoción del actual papa Francisco, quien inició su pontificado justamente en la fiesta del santo y ha tenido la feliz iniciativa de dedicarle el presente año.

 

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viernes, 26 de marzo de 2021

75 AÑOS DE LA CREACIÓN DEL INSTITUTO SANTO TORIBIO MOGROVEJO

75 AÑOS DE LA CREACIÓN DEL INSTITUTO SANTO TORIBIO MOGROVEJO

José Antonio Benito

 

Agradezco a Alfonso V. Carrascosa que ha tenido el acierto y la oportunidad de rescatarnos del olvido una institución señera en el americanismo y en la misionología. Comparto sus palabras;

 

"Nada menos que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la mayor institución científica de la actualidad española, fundado por José Ibáñez Martín, de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, y Jose María Albareda Herrera, sacerdote del Opus Dei, inauguró hace ahora 75 años (concretamente el 1 de febrero de 1946) un centro de investigación en su honor: el Instituto Santo Toribio Mogrovejo, proveniente de la Sección de Misiones del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo de Historia Hispanoamericana". https://www.religionenlibertad.com/opinion/999509401/ciencia-mision-toribio-mogrovejo.html

Y  transcribo todo el Decreto de creación publicado el 14 febrero 1946 Núm. 45 - BOE.es www.boe.es › datos › pdfs › BOE  hace 75 años y que es una auténtica joya historiográfica. Pongo como ilustración una de las publicaciones emblemáticas del Instituto.

 

DECRETO por el que se crea el Instituto "Santo Toribio de Mogrovejo", de Misionología en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

La obra de España en su maternidad de veinte naciones no se entiende sin la labor misionera; en extensión, porque el estandarte de Castilla no cobijó tierra donde la Cruz no abriese sus brazos; en intensidad, porque los gérmenes de la Cultura y de la vida social fueron o llevados o fomentados singularmente por los religiosos: desde las Universidades a las escuelas de indios; desde la industria útil y artística hasta la propagación de semillas y frutales.

En Historia, forman legión; en Lingüística y Etnología, son únicos; en los descubrimientos geográficos, o van a la vera de los Capitanes o los adelantan; y se corren a provincias donde no llegó el influjo político y militar.

En Persia, China, Cochinchina, Japón, Congo y Etiopia, los católicos bendicen a España, cuyos hijos regaron allí con su sangre y sudores, la simiente de la fe. Y si volvemos los ojos a los siglos medios, nos cautivarán las Gigantes figuras del Beato Ramón Lulio, San Raimundo de Peñafort, San Vicente Ferrer, Ramón Martí; adalides en la empresa de difundir el Evangelio entre judíos y mahometanos con métodos que hoy cobran inusitado valor. España, durante siglos, fué principal y eminente ayudadora de la Iglesia en la predicación del Reino de Dios por sus hijos, con el apoyo tenaz, perenne, sacrificado, de los gobernantes. La prueba. está en la "Ribliotheca Missione", de Streit: la Misionología española hasta el siglo XIX sobrepasa la de todos los demás pueblos juntos. Dar a conocer esa labor —hoy que los estudios Misioneros se miran con singular interés— es hacer Historia y hacer Patria. No lo ha descuidado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y creó la Sección de Misiones en el Instituto "Gonzalo Fernández de Oviedo". Pero es evidente que la amplitud del campo rebasa los límites de una mera Sección.

La Revista "Missionalia Hispánica", los magníficos ficheros, que cada día crecen; los trabajos, en preparación o en prensa unos, otros salidos a la luz, persuaden de que la Sección ha llegado a mayor edad, y aconsejan se le otorgue personalidad científica plena, constituyendo un Instituto, puesto bajo el nombre del gran Arzobispo, Padre de los indios, Santo Toribio de Mogrovejo. En virtud, a propuesta del Ministro de Educación Nacional y previa deliberación del Consejo de Ministros,

DISPONGO: Artículo primero. —Se crea el Instituto "Santo Toribio de Mogrovejo", de Misionologia española, en el Patronato "Marcelino Menéndez Pelayo", del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Artículo segundo. —El Instituto tendrá por finalidad las investigaciones de la obra misionera en Ultramar, en toda su amplitud, de acuerdo y en colaboración con los Institutos de campos afines. Artículo tercero. —El Consejo Superior de Investigaciones Científicas organizará y dotará el nuevo Instituto "Santo Toribio de Mogrovejo", de Misionologia española.

Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a primero de febrero de mil novecientos cuarenta y seis. FRANCISCO FRANCO. El Ministro de E. Nacional, José Ibáñez Martin".

El firmante del decreto es el ministro de Educación del que Ibáñez Martín, José. Conde de Marín (I), título pontificio. Valbona (Teruel), 18.XII.1896 – Madrid, 21.XII.1969. Ministro, presidente del Consejo de Estado y embajador. http://dbe.rah.es/biografias/12444/jose-ibanez-martin

Todo su fondo documental está en la Universidad de Navarra: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:gqT_2iSs_oYJ:https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/42579/1/Ficha%2520de%2520descripci%25C3%25B3n%2520139.pdf+&cd=7&hl=qu&ct=clnk&gl=pe

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martes, 16 de marzo de 2021

LA POLÍTICA QUE NECESITA EL PERÚ o VOTAR COMO DIOS MANDA Y LA IGLESIA ENSEÑA. ELECCIONES 2021

 

MENSAJE DE LOS OBISPOS DEL PERÚ

CON MOTIVO DE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES GENERALES

 

"La política que se necesita"

(Cfr. Papa Francisco, Enc. Fratelli tutti, 177)

 

1.      Nos acercamos a las elecciones generales del Bicentenario en medio de una de las peores crisis de nuestra vida republicana. Tal vez sea la peor porque es una crisis pluridimensional: sanitaria, económica, moral, educativa y política, que afecta gravemente nuestro presente y puede afectar más gravemente aun nuestro futuro como nación.

 

2.      Ante esta realidad, quienes postulan como candidatos en este proceso electoral tienen una responsabilidad mayor que quienes los precedieron en elecciones pasadas. No sólo porque un buen grupo de ellos tendrá la tarea de guiar el destino inmediato del país desde el Poder Ejecutivo y el Congreso, es decir el futuro de millones de familias con sus hijos, sino porque todos, salgan elegidos o no, tienen hoy la posibilidad de cooperar en la necesaria rehabilitación de la política y el fortalecimiento de la sociedad.

 

3.      El elevado nivel de corrupción de altas autoridades y funcionarios públicos y los enfrentamientos estériles entre poderes del Estado, así como entre las diversas bancadas e, incluso, al interior de los mismos partidos políticos, unidos a los intentos de introducir en nuestro Perú ideologías extranjeras contrarias a la familia y la vida, reflejan que la clase política, salvo algunas excepciones, se ha vuelto autorreferencial y vive de espaldas al pueblo.

 

4.      Ante esta situación se corre el riesgo de que el pueblo peruano pierda la esperanza y caiga en una depresión colectiva respecto a la política, lo cual sería muy grave porque la magnitud de la crisis que aflige al país es tan grande que ningún candidato o partido podrá sacarnos de ella por sí solo. Se requiere el trabajo y esfuerzo conjunto de todos los peruanos, porque de esta crisis pluridimensional salimos juntos o no salimos.

 

5.      En ese contexto y estando a pocas semanas de las elecciones generales, hacemos un llamado a los partidos políticos y sus candidatos para que destierren de las campañas electorales los epítetos humillantes y las ofensas a sus rivales y prioricen la presentación de propuestas no demagógicas sino serias y viables, manteniendo siempre abiertas las posibilidades de un diálogo respetuoso con los diversos actores de la vida social, económica, cultural, educativa y política del país. Pedimos a los medios de comunicación que colaboren con este objetivo.

 

6.      La buena política requiere candidatos honestos y responsables, con espíritu de servicio, capaces de dialogar y de tender puentes a favor del bien común, que es el bien de todos y de cada uno de los que formamos parte de este Perú. "Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis…una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas" (Papa Francisco, Fratelli tutti, 177; Laudato si', 197 y 181).


7.      Una política que no se subordine a la economía ni al paradigma eficientista de la tecnocracia, sino que la oriente como parte de un proyecto mayor de desarrollo humano integral sostenido y sostenible, en el que se atienda de modo preferencial a los pobres.

 

8.      Invocamos también a la ciudadanía a no dejarse llevar por "un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable…quizás imponiéndose a los demás por sus tonos altos y agresivos" (Fratelli tutti, 200).

 

9.      Asumamos con responsabilidad nuestra participación en la vida política. Votar es un deber que nos incumbe a todos. Preparémonos de modo adecuado para emitir un voto consciente e informado, sopesando los problemas coyunturales y estructurales que afectan a nuestro Perú, y evaluando la capacidad que los candidatos puedan tener para resolverlos y las garantías que nos puedan brindar de que así lo harán.

 

10.  Estamos convencidos de que es posible que en nuestro país la política llegue a ser el grado más alto de la caridad. Ello requiere de líderes que vivan con pasión su vocación de servir al pueblo al que representan y que, además de contar con la debida preparación para el alto cargo al que aspiran, sean capaces de promover una cultura del encuentro y la amistad social, poniendo en el centro a la persona humana, la familia y la comunidad.

 

11.  Requiere también de la participación activa de todos los peruanos: "vivamos y enseñemos el valor del respeto, el amor capaz de asumir toda diferencia, la prioridad de la dignidad de todo ser humano sobre cualesquiera fuesen sus ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados…No nos resignemos a vivir encerrados en un fragmento de la realidad" (Fratelli tutti, 191).

 

12.  Como dijo el Papa Francisco en su visita a Perú, no nos dejemos robar la esperanza; por el contrario, trabajemos unidos "para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo…una tierra en la que pueda hacer realidad su propio futuro…un Perú que tenga espacio para 'todas las sangres', en el que pueda realizarse la promesa de la vida peruana" (Lima, 19.I.2018).

 

13.  Las próximas elecciones generales son una ocasión propicia para retomar la senda de la buena política y fortalecer nuestro régimen democrático, de modo que las celebraciones del bicentenario de nuestra independencia nacional sean un hito en nuestro proceso histórico de búsqueda de la justicia social, la paz y la fraternidad.

 

14.  Con esa finalidad, así como venimos brindando asistencia social al pueblo peruano en este tiempo de pandemia, queremos acompañarlo también con nuestra palabra y nuestra oración en este proceso electoral, para que nadie se sienta solo; "queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad…tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación" (Fratelli tutti, 276).

Dios bendiga a nuestra Patria.

 

Lima, 15 de marzo de 2021

 

LOS OBISPOS DEL PERÚ

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EL CORAZÓN DE JESÚS EN LA PLAZA DE ARMAS DE LIMA

EL CORAZÓN DE JESÚS EN LA PLAZA DE ARMAS DE LIMA

José Antonio Benito

¿Dónde se encuentra el corazón de la Catedral de Lima? No está dentro sino fuera, en una de las hornacinas de la puerta del perdón, la principal, la que da a la Plaza de Armas. Se trata de la estatua del Corazón de Jesús. Y como gentilmente me refiere Fernando López, el director del museo de la Catedral, fue limpiada a fines de octubre del 2020, debido a que su mantenimiento demanda mucho esfuerzo, debido a la constante exposición de las excretas de palomas y, sobre todo, gallinazos.

En 1923, el Arzobispo de Lima Monseñor Emilio Lissón quiso consagrar el Perú al Sagrado Corazón de Jesús, como se había hecho en España en el Cerro de los Ángeles con el Rey Alfonso XIII a la cabeza y tantas naciones del mundo. Pedro Rama y Gamio hombre de confianza de Leguía, fue el principal impulsor de la iniciativa y quien coordinó con el prelado Lissón que contaba también con el apoyo de la mayoría de los obispos.

Según la Instrucción pastoral de Monseñor Emilio Lissón con motivo de la consagración oficial de la República al Sacratísimo Corazón de Jesús  25 de abril de 1923[1]: "La República Peruana, católica por convicción, por tradición y por la Constitución, será consagrada oficialmente al Sacratísimo Corazón de Jesús en el próximo mes y la Imagen de este Sacratísimo Corazón, será entronizada en la plaza principal de esta Capital. Tomada esta determinación por el Episcopado nacional, interpretando la voluntad de sus feligreses ha sido comunicada al Señor D. Augusto B. Leguía, Presidente Constitucional de la República, quien, en su calidad de Patrono de la Iglesia del Perú se ha dignado tomar el acto bajo su oficial y alta protección y señalará el día y dictará las medidas que estime convenientes".

Con encendidas palabras convocaba a todos los peruanos para que a modo de gran familia acogiesen la ley de Dios y el Evangelio de la misericordia: "Seas, Tú, Divino Corazón de Jesús, el dulce ideal de los artistas; la fortaleza de los obreros; presidas, Señor, en el artesano y en la casa del pobre, como en la fábrica y el hogar del rico. ¡Oh, Jesús, manso y humilde de Corazón, se Tú, el modelo de los padres y las madres de familia; ¡sé Tú el Maestro de nuestros maestros, maestras de colegios y escuelas, para que ellos a su vez, lleven los niños hacia Ti. Tuyas son las generaciones nuevas, las juventudes que hoy se levantan, sobre quienes hemos invocado tu bendito nombre! Ellas formarán el pueblo del porvenir: que cuando nosotros descansemos en la paz del sepulcro; aquí, en el Perú, perpetúen ellas mediante tu gracia, tu Reinado que hoy solemnemente proclamamos".

Para la ocasión, se encargó de diseñar la escultura al célebre ancashino Artemio Ocaña (1893-1980)[2] y la fundición se hizo en los talleres de la Escuela de artes y oficios. Estuvo bajo la dirección de Enrique San Román y el cincelador José A. Vallejo. Esta escultura fue hecha en cinco piezas, tiene una altura de 3.30 metros[3].

Aunque el Centro Católico, la Asociación de Jóvenes Católicos y en general todos los fieles, especialmente los "Caballeros del Sagrado Corazón de Jesús apoyaban la realización del evento, la Federación de Estudiantes, la Federación Obrera y la Asociación cristiana de Jóvenes consideraban que el presidente Leguía se aprovechaba de la religiosidad del prelado y del pueblo católico para sus fines políticos como era su reelección presidencial.

De este modo, el 23 de mayo de 1923 un grupo de manifestantes de se reunieron en el patio de Letras de la casona de San Marcos. Allí Víctor Raúl Haya de la Torre y otros dirigentes estudiantiles y obreros firmaron una moción contra la Consagración del Perú al Corazón de Jesús. En su discurso se utilizó como punto principal de la protesta la defensa constitucional de la libertad de pensamiento que era afectada por esta acción religiosa. Terminada la ceremonia una gran multitud sale de San Marcos en camino a la plaza mayor.

En la avenida Colmena el grupo se divide: una parte marchó por esta avenida y el otro se dirigió a la calle de los huérfanos (hoy jirón Azángaro). Allí se originó un tumulto donde la masa forcejea con la policía. Se escuchan disparos, los policías dispararon contra los manifestantes y estos arrojaron piedras y adoquines. Durante el tiroteo cayó el motorista Salomón Ponce. Según la versión de los manifestantes la policía utilizó la fuerza contra ellos. La policía dio otra versión donde denunció que un grupo de estudiantes que vivían cerca de la iglesia de los huérfanos habían subido a la torre de la iglesia y desde allí dispararon con revólveres a los policías que estaban bloqueando la calle. En el incidente también murieron el estudiante sanmarquino Manuel Alarcón Vidalón y cinco soldados.

Aunque el propio Prelado negó el carácter político de la propuesta, tuvo que suspender la ceremonia y esclarecer todo mediante una carta pastoral el 1 de junio de 1923. Así fue percibido por militantes católicos universitarios quienes denuncian como culpable de la campaña contra la consagración a la enseñanza laicista y anticatólica de algunos profesores de la Universidad de San Marcos.

Como señala Imelda Vega Centeno: "Si bien las intenciones del prelado eran buenas, las del dictador no podían ser calificadas de la misma manera. En todo caso, esta confrontación dio lugar a que se identificase anticlericalismo con irreligiosidad y a ambos con aprismo" y todo "como un movimiento irreligioso, anticatólico y anticlerical" [4].

La bella y devota escultura del Sagrado Corazón de Jesús recién fue colocada el 16 de febrero de 1930 de manera silenciosa. Años más tarde, el 12 de diciembre de 1954, en el marco de la clausura del V Congreso Eucarístico Nacional, pudo realizarse la solemne Consagración del Perú, en presencia del Presidente de la República, General Manuel A. Odría, quien, ante más de doscientas mil personas, señaló que "las obras de los hombres se sucedían sobre el suelo de la Patria, [...] y que sólo la obra de Dios, la fe católica, había desafiado las fuerzas destructoras del tiempo. Por eso la fe católica había sido siempre profesada y defendida por el Gobierno Peruano y que ahora la confesaba públicamente".



[1] Revista El Amigo del Clero, Lima, Nº 1034, pp.204-210

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Artemio_Oca%C3%B1a. Autor de los monumentos a Bolognesi, Manuel Candamo, Olaya…

[4] VEGA CENTENO, Imelda Pedro Pascual Farfán de los Godos. Obispo de indios (1870-1945) Sicuani, IPA, 1993, pp.184-187

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sábado, 13 de marzo de 2021

Identidad jesuita entre dos mundos. Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) Su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639). Edición crítica de René Millar.

Identidad jesuita entre dos mundos. Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) Su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639). Edición crítica de René Millar. Colaboración Magdalena Urrejola (Instituto de Historia de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile-Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima 2020, 267 pp)

José Antonio Benito

La fuente original se encuentra en la sección manuscritos de la Biblioteca Nacional de España (MBE, Mss/9558) y la descubrió hace diez años el historiador responsable de la presente edición crítica, René Millar Carvacho, profesor emérito de la Pontificia Universidad Católica de Chile, uno de los expertos mundiales en estudio de la Inquisición y la hagiografía científica en el virreinato del Perú. El autor ha contado con el apoyo de Magdalena Urrejola en la transcripción del manuscrito y la traducción de las citas en latín, tan prácticas y que se deben a Sebastián Ignacio Asencio Pérez. Las cinco páginas iniciales del prólogo debidas al P. Juan Dejo contextualizan magistralmente la obra y nos ubican en el aporte jesuítico al "discurso espiritual en la sociedad colonial del Perú", gracias al esfuerzo intelectual "serio e inquisitivo" del editor.

Bastaría con asomarse a la densidad semántica del índice del estudio preliminar (pp.5-116) (gobierno, espiritualidad y hagiografía en la provincia jesuita peruana) para percatarse de la importancia de la obra: la hagiografía como género, la palabra escrita y los jesuitas, las "vidas", la "vida" de Juan Sebastián de la Parra (autor, peripecias de la obra, el protagonista) el contenido del texto.

El manuscrito en cuidada edición crítica –con 789 notas a pie de página- se articula en dos libros, de 13 y 12 capítulos cada uno, nos da cuenta de modo sencillo, sintético, pero profundo, las peripecias vitales pero también la trayectoria santa de un misionero jesuita formado en la Universidad de Alcalá, al calor de los primeros jesuitas llegados a España, de la maciza espiritualidad sacerdotal tridentina de san Juan de Ávila, enraizado en la mística contemplativa de los Ejercicios de San Ignacio y en el celo misionero de la primitiva Compañía. Algunos de los apartados sobre sus virtudes como el de la oración o el apostolado son auténticos tratados de espiritualidad y misionología.

Hasta la fecha tan sólo contamos con cuatro biografías acerca de jesuitas ejemplares del tiempo del virreinato, Antonio Ruiz de Montoya, Francisco del Castillo, Alonso Mesía Bedoya y Juan de Alloza. La presente, acerca del P. JB. de la Parra, tiene de peculiar que se trata de la biografía del único que ejerció como provincial y en dos oportunidades, que vino al Perú con los 16 jesuitas en la misma embarcación de Santo Toribio en 1589, y que en los 76 años de vida y 56 de jesuita, fue uno de los protagonistas del "periodo de definiciones y de consolidación institucional" que le tocó vivir. Como constata R. Millar "se reafirmó su identidad misionera, se afianzó su universalidad, su romanización, su centralización y su dependencia papa; se produjo un distanciamiento de la espiritualidad mística y fue reconocido su aporte al proceso contrarreformista con la santificación de su fundador y de su misionero paradigmático" (p.101), en un tiempo en que la provincia peruana jesuítica se convierte en la Orden más influyente del virreinato, proyectada por todo su distrito y en todos los campos, educativo, social, espiritual.

La obra se escribió cinco años después de la muerte del siervo de Dios por lo que toda ella huele a "pan caliente", nos parece estar en presencia de un periodista acucioso que interpela a los testigos para brindarnos una vida ejemplar, como indica el propio autor P. Francisco de Figueroa no para "hacer devocionarios y sermonarios sino Historia" (p.121).

Hay que agradecer y felicitar a la Universidad Antonio Ruiz de Montoya por este esfuerzo en publicar fuentes del tesoro espiritual que constituye nuestro Perú ensantado como un hontanar que surte, más allá de sus cinco ríos o santos grandes, en manantiales de sus santos de la "lista de espera" como el ejemplar Padre Juan Sebastián de la Parra. 

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viernes, 12 de marzo de 2021

EL MONASTERIO DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, UN MONUMENTO DE BELLEZA Y DE FE GRACIAS A LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DE SU FUNDADOR NICOLÁS AYLLÓN

EL MONASTERIO DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, UN MONUMENTO DE BELLEZA Y DE FE GRACIAS A LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DE SU FUNDADOR NICOLÁS AYLLÓN

José Antonio Benito, historiador

 

Pocos lugares en el mundo tan emblemáticos para celebrar el año de la familia junto con el de san José como el Papa Francisco quiere para la Iglesia y para el mundo como el monasterio capuchino de Jesús, María y José, ubicado en la cuadra 9 del Jirón Camaná en el centro de Lima. El historiador del arte P. San Cristóbal se refería  al mismo con una de las tres joyas barrocas junto a la iglesia Santa María Magdalena y las Trinitarias. Fundado el 14 de mayo de 1713 como monasterio de clarisas capuchinas, sobre el beaterio de 1678, a su vez  sobre las bases del recogimiento para doncellas pobres y huérfanas de 1669. Todo comenzó por feliz iniciativa del siervo de Dios Nicolás Ayllón (1632- 1667) descendiente de caciques mochicas de Chiclayo, sastre de profesión, casado con María Jacinta Montoya, con la que compró una finca que convirtió en la casa de Jesús, María y José, para acoger y educar a las jóvenes abandonadas.  Aquí mismo, tras la muerte de Nicolás, su esposa, María Jacinta estableció el beaterio, que con la llegada de las Clarisas Capuchinas se convertiría en el actual monasterio. Lo que me interesa es compartirle que la santa iniciativa se debió a la gran devoción de Nicolás por san José, a quien sentía como modelo de obreros, como él lo era en el rubro textil.

Lo compartió bellamente el P. Nicolás de Olea, SJ, en su "parecer" de 29 de septiembre de 1690, redactado a petición del Arzobispo de Lima sobre el informe de las hermanas María Jacinta de la Santísima Trinidad y Gregoria de Jesús Nazareno, en nombre de 21 hermanas del recogimiento de para obtener licencia real de fundación en forma de Monasterio.

En el mismo nos da cuenta de la motivación del venerable Nicolás de su encomiable acción: "recoger en su casa algunas niñas pobres, que por su desamparo y hermosura pudieran peligran, entregándolas y encargándolas a su esposa (que sólo lo era en el nombre porque a pocos años de matrimonio profesaron castidad y santa separación) para que las criase en toda virtud; llegó así en breve tiempo con su insigne charidad a tener y adoptar tantas hijas, que se hizo comunidad, viviendo todas en estremada virtud y observancia de los consejos evangélicos; alentándolas el siervo de Dios con sus consejos y con los exemplos de oración, penitencia y humildad con que iba delante de todas y sustentándolas de todo lo necesario con el trabajo de sus manos en su pobre oficio de sastre".

De igual modo, nos comparte cuál fue su último por qué: " a imitación del glorioso Padre San José, en la solicitud de sustentar su sagrada familia con el oficio de carpintero; y así le impuso a su casa el nombre de Jesús, María y José por la mira de tan soberano ejemplar. En su muerte (que fue preciosa delante del Señor, ilustrada con maravillas de su diestra y con gran concurso y aclamación de santidad) no dejó otra herencia a su esposa que la crianza de aquellas sus hijas o por mejor decir la continuación de la vida religiosa que profesaban, asegurándoles el patrimonio de la pobreza evangélica, con el amparo de Jesús, María y José, que habían de ser tutores y curadores de sus menores huérfanas".

Por último, nos da relación del fruto conseguido más allá de la vida del propio fundador Nicolás:

"Y así fue, pues cuando parecía que faltando el pastor se había de esparcir aquella corta grey de ovejuelas, antes como obra de Dios, empezó a crescer más y con la noticia de la celestial vida que hacían se fueron juntando otras niñas  y algunas de sangre ilustre, hasta el número de veintiuna: y observando por su devoción no sólo los tres votos, sino clausura y vida cuaresmal puntualísima con todos los rigores y exercicios de mortificación oración y devoción de las montas descalzas de Santa Clara y carmelitas de santa Teresa y algunas más de su especial espíritu de la Sagrada Familia de Jesús, María y Joseph: con esta noticia no sólo concurrió luego la piedad y devoción de los files con limosnas y abundantes para sustentarlas, sino para comprarles la casa que costó 16.000 pesos, acomodarles fábrica a su habitación y clausura, y formar y adornarlas la capilla, que en su pequeñez puede competir con las iglesias más aseadas; y al presente personas de mucha piedad y autoridad han prometido perfeccionarles la casa, celdas y oficinas y una de ellas me dijo a mí que, aunque lo quitasse de su comer, había de emprenderlo este año siguiente de 1691. Pero la más especial providencial fue, que cuando se hallaban en su mayo desamparo con la muerte del siervo de Dios Nicolás, sin tener a quien volver los ojos, llamó Dios a un mercader honrado, sacándole de las vanidades y codicias del mundo que dando de mano a todas se echó un saco de penitencia encima y se entregó por escritura pública como esclavo de dicha casa para servirla y pedirle la limosna para su sustento como hasta aquí lo ha hecho y a su exemplo otros dos o tres, acuden en la misma forma a este ministerio y al servicio exterior de la casa e iglesia y se ofrecen otros, especialmente de los indios, por el amor con que miran a esta casa fundada por uno de ellos sin que ninguno comunique ni aún vea las hermanas, ni ellas admiten comunicación alguna, aún de sus padres y parientes, empleando todo el día y todos sus pensamientos en once horas de coro y exercicios espirituales de oración vocal y mental, lición espiritual, exámenes, disciplina, missa y comunión, cuatro horas en oficios y exercicios manuales, tres en comer, cenar y descansar y solas seis escasas en dormir sobre una tabla con solas dos fresadillas, fuera de otros oficios de penitencia, con que competencia llevan la cruz de Cristo con tanta alegría, paz y gozo espiritual, como si estuvieren en las mayores delicias del mundo.

En esta finca de su santa vida aseguran las más efectivas rentas de la divina providencia y charidad de los fieles, que excitados de estos exemplos, con circunstancias a las veces milagrosas socorren a la Comunidad de todo lo necesario para el comer y vestir y para los gastos de su iglesia, donde son continuas, desde que amanece las missas, sin que necesiten de pedir las recogidas ni aún a sus padres cosa ninguna, ni la admiten sino es que por modo de limosna común a la casa envíen algo de lo que ella gasta, pero regalo ni socorro particular de ninguna suerte admiten y lo que es más ni dote o propina alguna en la entrada que es lo más esencial del instituto que pretenden profesar, lo que más empeñaran a las que se confesaran a las observancias y amor de su profesión, viéndose tan obligadas a ella y tan asistidas en su monasterio".

Fuente: El Amigo del Clero, Lima Volumen 31, año 1922, nº. 1022, pp 374-377

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domingo, 7 de marzo de 2021

Jan Dobraczynski La sombra del padre . Historia de José de Nazaret

Jan Dobraczynski La sombra del padre . Historia de José de Nazaret (Colección Arcaduz, Palabra, Madrid 1984, 320 pp)

Comienzo con dos comentarios sobresalientes a su obra. El primero del célebre Cardenal Stefan Wyszyński Primado de Polonia y que figura como dedicatoria en el libro:" Querido Juan, En la «SOMBRA DEL PADRE» has puesto al descubierto la luz del Protector de Jesús y de su Madre Inmaculada… Nos has ayudado a entender a san José… Dios te lo premiará". 

El segundo de nuestro Papa Francisco quien culmina la carta del Año de San José con estas bellas palabras: "El escritor polaco Jan Dobraczyński, en su libro La sombra del Padre, noveló la vida de san José. Con la imagen evocadora de la sombra define la figura de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos. Pensemos en aquello que Moisés recuerda a Israel: «En el desierto, donde viste cómo el Señor, tu Dios, te cuidaba como un padre cuida a su hijo durante todo el camino» (Dt 1,31). Así José ejercitó la paternidad durante toda su vida"" (Patris corde, Con corazón de padre, n.7, Vaticano, 2021).

Acabo de leerla de nuevo por tercera vez y quedo tan satisfecho que me ha dejado las ganas de saborearla de nuevo.

Su autor presenta un José creíble, bíblico sí, pero contextualizado, humanizando al personaje, con unción espiritual y belleza literaria. Espiritual pero no descarnado, padre pero virginal, varón, pero no machista, hebreo pero universal, esposo de María, pero siempre respetuoso y libre, tierno pero no sentimental, educador y maestro pero discípulo que aprende de Jesús, trabajador incansable pero contemplativo reposado, apasionado pero sereno, silencioso pero comunicativo, hogareño pero sociable, sensible pero fuerte, serio pero con sentido del humor, profesional ejemplar pero sin ser perfeccionista, santo pero de andar por casa.

Me ha servido como lectura espiritual y como apoyo para la oración. La trama es bien sencilla, pero te atrapa. Altamente recomendable.

NOTA DE LA EDITORIAL:

El autor emprende la formidable tarea de rehacer no solo la vida del San José, San Patriarca, sino también el entorno en el que se desarrolló.

Jan Dobraczynski es el escritor polaco más conocido de nuestro tiempo. Con La sombra del Padre reafirma su calidad de narrador y constructor de novelas históricas. En esta historia novelada de José de Nazaret, emprende la formidable tarea de rehacer no solo la vida del Santo Patriarca, sino también el entorno en que se desarrolló: las dificultades que presentaba el ambiente familiar, impregnado del exigente espíritu de raza; el clima de tensión con el que los judíos esperaban la venida del Mesías; las peripecias políticas de la corte de Herodes el Grande, con sus intrigas, sus degeneraciones y sus crímenes. Para todo esto, se vale de las fuentes escriturísticas y del vasto material literario de la época descrita. "Me siento profundamente edificado por el tacto y la finura con la que Vd. ha sabido acometer un trabajo tan difícil y apasionante", son palabras que le dirigió el cardenal Wyszyński.

Jan Dobraczynski (1910-1994) nació en Varsovia, donde realizó sus estudios universitarios. Durante la Segunda Guerra Mundial combatió como capitán de caballería hasta que fue herido y se dedicó a actividades políticas clandestinas. Fue capturado durante la insurrección de Varsovia y enviado a Belsen y otros campos de concentración. Cuando fue liberado, volvió a Polonia y se dedicó a la escritura. En 1947 viajó a Bélgica, Francia e Italia y se entrevistó con Papini, Ungaretti, Mauriac y Cesbron. En los años 80 fundó un movimiento patriótico de inspiración cristiana. Fue un autor muy fecundo y publicó novelas sobre la Guerra Mundial, de argumento religioso y contemporáneo, además de ensayos y reportajes. Tanto su calidad literaria como la acogida del público hacen de él uno de los principales autores polacos contemporáneos. Sus novelas se han traducido a 19 idiomas. Ediciones Palabra ha publicado La sombra del Padre (19ª ed.), Y el rayo cayó por tercera vez (5ª ed.), San Antonio de Padua (7ª ed.), Magdalena (5ª ed.) y Bajo las murallas de Viena.

La Sombra del Padre. En esta historia novelada de José de Nazaret, el autor emprende la formidable tarea de rehacer no solo la vida del Santo Patriarca, sino también el entorno en que se desarrolló: las dificultades que presentaba el ambiente familiar, impregnado del exigente espíritu de raza; el clima de tensión con el que los judíos esperaban la venida del Mesías; las peripecias políticas de la corte de Herodes el Grande, con sus intrigas, sus degeneraciones y sus crímenes. Para todo esto, se vale de las fuentes escriturísticas y del vasto material literario de la época descrita. Este libro te ayuda a conocer, no sólo al papá de Jesús, sino también a la sagrada familia de Nazaret en su conjunto. 

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