Para mi curso “Ecología, medio ambiente y responsabilidad social” tuve que preparar un mensaje juvenil. Después de leer el Mensaje para
El lema me parece estupendo: “Si quieres cultivar la paz, custodia lo creado”. Dice el Papa: Un objetivo compartido por todos, condición indispensable para la paz, es el de administrar con justicia y sabiduría los recursos naturales de
Joven amigo:
¿Quieres colaborar con nosotros para hacer un mundo más limpio? ¿Quieres comprometerte para mejorar el medio ambiente? Sí, para hacer del mundo una morada digna del hombre, la creatura hecha por Dios a su imagen y semejanza.
Recuerdas que en el Génesis, primer libro de
En el Compendio de
Pasó el tiempo de los francotiradores, de los héroes unipersonales, estamos en el tiempo del trabajo en equipo, de la comunión-liberación, del asociacionismo, del todo para todos. Lo proclama perfectamente el CDSI cuando dice que “También en el campo de la ecología la doctrina social invita a tener presente que los bienes de la tierra han sido creados por Dios para ser sabiamente usados por todos: estos bienes deben ser equitativamente compartidos, según la justicia y la caridad…Los actuales problemas ecológicos, de carácter planetario, pueden ser afrontados eficazmente sólo gracias a una cooperación internacional capaz de garantizar una mayor coordinación en el uso de los recursos de la tierra (n. 481)
Déjame que te cuente. Puede parecerte algo desorbitado, fuera incluso de tu imaginación o de tus sueños. Sin embargo, déjame que te cuente un cuento: Un joven iba cada noche a las afueras de su pueblo a lanzar piedras a la luna; los que lo veían terminaron creyéndolo un loco; sin embargo, él no faltaba un solo día; cuando llegaron las pruebas de los juegos olímpicos, lógicamente no llegó con ninguna piedra a la luna pero quedó el primero en las pruebas de lanzamiento de peso. La moraleja está clara. Cuanto más elevemos las metas, más alto llegaremos.
¿Hay problemas? También soluciones. Si es cierto que hay problemas ambientales y muy graves. También es cierto que hay soluciones. El CDSI da en el clavo cuando afirma: Los graves problemas ecológicos requieren un efectivo cambio de mentalidad que lleve a adoptar nuevos estilos de vida, « a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones ». Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social (n. 486).
Cinco propuestas. Sí, amigo. Tú no puedes hacer todo el bien del mundo, pero hay un bien que si tú no lo haces, quedará por hacer.
- Limpieza, así se empieza. Dice el refrán chino que si ningún vecino arrojase un papel, toda la calle quedaría limpia. No es más limpio el que más limpio sino el que menos ensucia. Por tanto: ¡Que se te meta bien en la cabeza, lo primero es la limpieza!
- ¿Ruidos? No, por favor. El mero hecho de estar pendiente de los demás nos ayudaría a evitar portazos, bajar el volumen de la grabadora o mi voz cuando estoy en público.
- ¡Planta un árbol! O por lo menos, respétalo, no lo destruyas. Cuida los parques, estos espacios racionales de la naturaleza en la ciudad.
- ¡Ahorra agua! Al lavarte los dientes, puedes usar un vaso y evitar que vaya corriendo al desagüe.
- ¡Deja la basura en su sitio! Separa el papel del vidrio o del metal…Se puede reciclar.
Como conclusión, joven amigo, te dejo una perla que es una frase del Papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate: La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Ella nos precede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida. Nos habla del Creador y de su amor a la humanidad. Está destinada a encontrar la «plenitud» en Cristo al final de los tiempos. También ella, por tanto, es una «vocación». La naturaleza está a nuestra disposición no como un «montón de desechos esparcidos al azar», sino como un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra las orientaciones que se deben seguir para «guardarla y cultivarla» (n.48).