El pasado domingo 28 de febrero de 2010 Benedicto XVI, al culminar sus Ejercicios Espirituales anuales dirigidos por el salesiano Enrico Dal Covolo, dijo que “el hombre no es perfecto en sí mismo, el hombre necesita relación, es un ser en relación... Necesita de la escucha, de la escucha del otro, sobre todo del Otro con mayúscula, de Dios. Sólo así se conoce a sí mismo, sólo así se convierte en sí mismo”. Y que siempre veía “aquí a la Madre del Redentor, la Sedes Sapientiae, el trono viviente de la sabiduría encarnada en su seno. Y como hemos visto, san Lucas presenta a María precisamente como mujer del corazón a la escucha, que está inmersa en la Palabra de Dios, que escucha la Palabra, la medita (synballein) la compone y la conserva, la custodia en su corazón. …María está aquí rodeada de los padres y las madres de la Iglesia, de la comunión de los santos. Y así vemos y entendemos propiamente en estos días que en el yo aislado no podemos escuchar realmente la Palabra: sólo en el nosotros de la Iglesia, en el nosotros de la comunión de los santos…… En estos días hemos profundizado con la ayuda de Dios nuestra consagración. Así, con nuevo coraje, queremos ahora afrontar nuestra misión”.
Magnífico preámbulo para atestiguar que esto mismo lo hemos vivido del 3 al 7 de marzo 11 universitarios y profesionales limeños, militantes de Santa María o amigos, en la recoleta casa de Ñaña.
Este año ha tenido un aliciente especial al conmemorar los 80 años de Abe. Sentí el deseo de tenerle muy presente y leímos su trayectoria biográfica preparada por Javier del Hoyo como prólogo al libro “Aguaviva”; de igual manera escuchamos “Un seglar descubre la oración”, todo durante las comidas. Pero poco a poco fui intercalando sus intervenciones en la Tanda grabada en las Navillas de 1981 y me pareció magistral. Sí, Abelardo es un auténtico maestro en la espiritualidad ignaciana y en concreto en la dirección de Ejercicios. Ha heredado todo lo bueno del P. Morales y lo ha enriquecido y traducido plásticamente a los jóvenes con su talento particular y su pasión por Cristo y por María. Baste una expresión: ¡Madrecita mía en la fe, enamórame de Jesús!; ¿Señor, elígeme para lo que más!
Para mí, director, me ha servido para reavivar la tanda que hice 50 días atrás. Para los ejercitantes una disposición a la escucha de Dios –como dice el Papa. Un llamamiento a la confianza en el Corazón de Jesús, un no cansarse nunca de estar comenzando siempre, el conocer detalladamente las Reglas de discreción de espíritus, el ponerle voluntad y ser uno mismo para conseguir la felicidad, ver que es una escuela para la vida y que hay que aplicarse en pequeños detalles (control de vista, estar a la escucha, vivir el momento presente), sentir la fuerza de la gracia de Dios que se desborda en una felicidad rebosante.
La lectura de testimonios del P. Eduardo Laforet y su entrega por el Papa, las confesiones de dos misioneros (uno de Italia, otro de África), las oraciones de las MM. Salesas, el ofrecimiento por las marchas por la vida, dieron un valor añadido que ayudaron a vivir con fuerza los Ejercicios en la calle desde el domingo por la tarde y la tarea de invitar a más ejercitantes para la próxima tanda dentro de 15 días.
La oración del Papa en Aparecida ante la Eucaristía marcó el último momento de los Ejercicios: ¡Quédate con nosotros, Señor, y haznos discípulos y misioneros tuyos en nuestro mundo!
La foto de los 11+1 a la entrada de la Capilla semeja el equipo del Señor dispuesto a golear al Enemigo. Pues sí, con la ayuda del Señor, ¡lo haremos!