Paloma Fernández Cárdenas - 19/03/2010 El obispo Castrense del Perú, monseñor Salvador Piñeiro García-Calderón ha conversado con Análisis Digital sobre las relaciones Iglesia-Estado y sobre su labor en las diversas capellanías del país y ha declarado que en Perú no hay ningún problema con otras confesiones religiosas, el Estado da libertad a todos y reconoce el trabajo de la Iglesia Católica Monseñor Salvador Piñeiro recuerda con cariño en la entrevista la feliz acogida que ha tenido su labor como obispo castrense; “Es una grata sensación llevar el Evangelio y cuidar a los centinelas de la paz. Todos queremos disfrutar de la libertad y de la democracia, y ambas son posibles gracias a la labor del soldado que nos cuida”. ¿Cuál es la situación actual de las relaciones Iglesia-Estado en Perú? En Perú tenemos en la Constitución un artículo muy importante que nos marca la libertad de culto y el reconocimiento también del Estado peruano a la obra de la Iglesia porque ha significado mucho en la construcción de la nación. Se respeta la libertad de culto: la Iglesia tiene un concordato que se renovó en el año 80 donde no se habla de privilegios sino de reconocimientos a la labor realizada durante tantos años. Igualmente abre el paso a otros acuerdos con otros credos. La mayoría de los peruanos profesan la fe católica y no tenemos ningún problema con otros credos. Últimamente se quiere también que haya una ley sobre la libertad religiosa, pero creo que es innecesaria porque ya está registrada en la Constitución del Estado. Tenemos mucho que agradecerle al padre Silverio Nieto, que es el gran consejero en la Conferencia Episcopal. En Perú no tenemos problemas con otras confesiones religiosas, el Estado da libertad a todos y reconoce el trabajo de la Iglesia Católica. ¿En qué consiste la nueva ley de Libertad Religiosa? Se encuentra en estudio todavía. Han sido los grupos evangélicos los que han estado presionando en el Parlamento porque quieren que se expresen con mayor claridad los temas que les conciernen. Tengo entendido que está en la Comisión Permanente. Se está hablando también de los credos de los pueblos nativos, lo que puede complicar las cosas porque están poco estructurados. Pero creo que hay un gran entendimiento y el presidente del Congreso ha visto con mucho agrado las aportaciones que da la Iglesia. No podemos olvidar las raíces de Perú. El trabajo de tantos misioneros fue lo que nos regaló la fe Nos trajeron el Evangelio, escrito con luces y sombras como toda historia, pero siempre con ese gran deseo de servir al pobre y al abandonado. La presencia de la Iglesia ha hecho mucho bien en el mundo en contra de la marginación. El brazo samaritano de la Iglesia que ayuda a los más necesitados está siempre cerca de los que sufren. ¿Cómo se vive el hecho religioso en las Fuerzas Armadas del país? En las Fuerzas Armadas la mayoría de sus integrantes son católicos, y si hay algún grupo de otro credo, siempre tiene total libertad para que cumplan sus obligaciones en sus respectivas iglesias o centros de culto, pero la mayoría son católicos. Mi acogida ha sido muy grata. Me han acogido con mucho cariño. En América hay 16 obispados militares que recuerdan los valores de la familia, animan a cultivar los derechos humanos, atienden a los necesitados, ofrecen los sacramentos… Esa es la tarea del obispo. Hay que crear ese ambiente de comunidad en los cuarteles y en las dependencias militares. ¿Cómo están enfocadas las capellanías castrenses en Perú? Yo tengo más de 25 parroquias donde hay familias y son atendidas por un sacerdote que se ocupa de las responsabilidades de la educación católica y de ofrecer los sacramentos y en los cuarteles hay 65 sacerdotes que me acompañan en todo Perú. Tengo el gozo de visitarlos todos los años. Me da mucha satisfacción encontrar al soldado que repite las palabras de aquél centurión que fue a buscar a Jesús en Cafarnaún: “No soy digno de que entres en mi casa”, o la oración más hermosa del otro centurión al pié de la Cruz: “Éste es el Hijo de Dios” o la petición de Cornelio a Pedro: “Bautízame a mí y a mi familia”. La mejor oración al pié de la Cruz, el primer milagro que hace Jesús, la primera familia que se une a la Iglesia de Cristo, son familias militares, son soldados. De ahí esa grata sensación de llevar el Evangelio y cuidar a ese grupo que son los centinelas de la paz. Todos queremos libertad, democracia, y esto es posible porque el soldado nos cuida. |