La foto que no se tomó es la que más impresionó mi retina. Eran las 8 de la mañana del domingo de Pascua, 20 militantes de la Virgen, reunidos en las XIX Jornadas de Oración y Estudio, compartían la Eucaristía en el descampado de Las Flores a 200 mts. de la Casa JUN que les albergaba y a unos 30 mts. de la Panamericana Sur y 300 mts. del Océano Pacífico. Al comienzo unos 30. Como no llegaba el Coro juvenil nos ofrecimos a animar la liturgia y ni corto ni perezoso Michel tomó la guitarra, Éder le acompañó y todos a una voz ¡Vienen con alegría! Comenzó la Misa de resurrección. También participamos en las lecturas y en las ofrendas y comulgamos todos. Y, Vicente, a la calladita, encargó unas galletitas que, al terminar, la dirigente ofreció a todos los presentes ya cerca de 100. Y los militantes –con Manolo el Grande- a la guitarra cantaron “Mi Dios está vivo, ha resucitado”, “Resucitó”, ¡Si tú quieres ser feliz a Lurín has de venir!” y vengan palmas, y danzas, y todo fue una fiesta. Total que el templo sin fronteras que tenía por cúpula el cielo y el suelo polvo y arena, se convirtió en una catedral de fe y de esperanza, en la que “se nota, se siente, Jesús está presente”. Por supuesto, los vecinos nos suplicaron” ¡Vuelvan!”. Claro que volveremos y nos uniremos a los jóvenes para ir de casa en casa, para levantar el templo parroquial de “Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Peregrina”.
Contentos de la Misa regresamos a la mesa, desayunamos como Dios manda y como Wilson nos tenía dispuesto. Y luego vino la asamblea en que Vicente preguntó: ¿Cuál es la actividad que más te ha gustado? Y ahí fueron desfilando toditas. La liturgia con los Monjes benedictinos, con confesiones incluidas, el lavatorio de los pies, aquella asamblea íntima y entrañables del Grupo de profesionales, con el encuentro simpático con Monseñor José Ramón Gurruchaga, salesiano hasta los tuétanos, obispo emérito de Lurín, que nos dejó el mensaje de la alegría, desde sus 80 años. Y el Vía Crucis por los cerros en el Santuario de Nuestra Señora de la Paz de la Comunidad de laicos “Apóstoles de María Reina de la Paz” en que cada uno de los participantes dejó hablar al corazón y comentó la estación que más le impresionaba, con una panorámica espectacular del Valle de Lurín y Pachacámac. O la gran Vigilia Pascual, calmada, solemne, llena de luz y con la acogida maternal de las Cistercienses a golpe de sonrisa, dulce y chicha tras la ceremonia. Claro que otros anotaron el deporte, la playa llena de agua, sol y jóvenes con carpas. Sin olvidar las asambleas, las bincas, los momentos solitarios de oración, los ratos de lectura, las charlas sobre “El lenguaje publicitario” con Manolo, “Los escándalos en la Iglesia” con Vicente, “Nuestra historia y el P. Eduardo” con José Antonio, el festival animado especialmente por los juveniles y su parodia “¿Cómo se saluda?” pero sin que se quedasen atrás los universitarios con los skets de “Te vendo un pato”, “Atrapado” y los profesionales y su fábula “La liebre y la tortuga”, y por supuesto los chistes de Vicente, todo ello salpicado de canciones.
Claro que la columna vertebral fueron las vivencias de las asambleas en las que cada militante fue contando cómo se las ingeniaba para orar más y mejor, para compartir sus actividades apostólicas, para hacer presente a la Iglesia en su familia, en su lugar de trabajo, en la combi, en la calle. Los medios para vivir los agrupamos en el acróstico PASO (por lo de dar un paso al frente, por representar un paso procesional…): Puntualidad (“dejar la letra comenzada”, rapidez), Activo (O protagonistas o nada, frente a la indiferencia o flojera), Sacrificio (por Cristo, por los demás), Oración (personal, comunitaria). Fue muy ilustrativo lo que salió en la primera asamblea dirigido a los más peques: ¿Qué no haría un chanchito? ¿Qué hace un líder, un santo, otro Cristo?
Lo que está claro es que hemos vivido una experiencia pascual, como un Pentecostés adelantado y que el corazón está a rebosar porque Cristo vive en cada uno de nosotros. José Luis dio testimonio que al despedirse del santuario mariano sintió un calor muy especial que le invitaba a volver y a entregarse de lleno. ¡Cuántas vivencias así, de corazón a corazón, y que se notarán a lo largo del año! El cirio pascual que prende en el Hogar, el Regina Coeli que le cantamos a María, la cadena que formamos cantando “Que no nos separemos” forman parte de nuestra vida que prolongaremos en esta octava pascual del año sacerdotal. Hace 150 años fallecía el Santo Cura de Ars; hace 25 el P. Eduardo Laforet, cruzado y militante de Santa María, ofrecía su vida por el Papa. El 17 de febrero cumplía 80 años Abelardo de Armas, cofundador con el P. Morales de la Milicia de Santa María. Perú recuerda los 25 años de la presencia benéfica del Papa en nuestra nación como podemos comprobar en sus magníficos discursos como el dedicado a los jóvenes. Lima se prepara para el Congreso Eucarístico Mariano de junio.
Estas han sido algunas de las coordenadas en las que se han enmarcado nuestras Jornadas de Militantes en Perú. Nos organizamos en tres grupos: Juveniles (secundaria), Universitarios y Profesionales, provenientes de Ica, Arequipa y Lima. El primer objetivo de vivir a tope la Semana Santa, en comunión con Cristo que muere y resucita por cada uno de nosotros se cumplió. El segundo, vivir en familia con nuestro movimiento eclesial para dar gracias, ver nuestra realidad juvenil, evaluar nuestra actividad y proyectarnos como misioneros de vanguardia entre los jóvenes, siempre con Jesús Eucaristía y de la mano de Santa María…¡con su ayuda, lo conseguiremos! ¡Feliz Pascua¡