¡Qué milagro provoca la comunión de 20 personas de edades comprendidas
entre 11 y 64 años, procedentes de España (Alicante, Toledo,
Salamanca) y Perú (Apurímac, Arequipa, Ica, Lima) que –sin apenas
conocerse- en tan sólo 3 días forjan una auténtica familia?
¿Por qué al formar la cadena de despedida no se acierta a terminar y
se piden correos, teléfonos para seguir encontrándonos?
Sin duda, porque –como nos dijo el P. Julio Alonso Ampuero en la
Vigilia Pascual- hemos sido sorprendidos por un Acontecimiento
decisivo en nuestras vidas: Dios se ha hecho presente entre nosotros.
Nuestros objetivos de Jornadas, Pascua Juvenil o Congreso de
militantes de Santa María, se han cumplido con creces. El primero de
nuestras era vivir a tope la Semana Santa, en comunión con Cristo que
muere y resucita por cada uno de nosotros. Como el Papa nos escribe en
su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud y que fue el texto
fundamental para estudiar y comentar: "quisiera que todos los jóvenes,
tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no
creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la
vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor
por cada uno de nosotros".
Y lo vivimos en los Oficios con el P. Juan Álvarez quien nos acogió en
su Centro de Lurín y nos brindó el poder confesarnos y nos obsequió
con homilías ricas en contenido y cargadas de vivencias y unción,
también de mucho amor por el Santo Padre y por la Iglesia. Y en el Vía
Crucis juvenil compuesto por el obispo militante, ahora Comisario
Apostólico de los Cruzados, Monseñor Francisco Cerro, enriquecido por
el testimonio de los 15 militantes. Y en la celebración de la liturgia
del Viernes Santo con la parroquia San Salvador de Pachacámac donde se
unió la riqueza histórica de la religiosidad popular y la fuerza viva
de su compromiso actual. Y en la entrañable Vigilia Pascual con las
Cistercienses –sin olvidar el incidente del cirio que se cayó en plena
`ciriomonia´y mucho menos la espléndida acogida antes, en y después
con las galletas y deliciosa chicha. Y en nuestros rosarios de dolor y
de esperanza.
En segundo lugar hemos querido vivir en familia con nuestro movimiento
eclesial para dar gracias, ver nuestra realidad juvenil, evaluar
nuestra actividad y proyectarnos como misioneros de vanguardia entre
los jóvenes, siempre con Jesús Eucaristía y de la mano de Santa María.
Como testimonio decisivo nos sirve el de Juan Vega que iba por primera
vez y que estaba sorprendido por la amistad que agarró con todos en el
deporte, en la playa, al comer o al lavar los platos, en la
preparación del festival o en las bincas (charlas entre dos), en la
oración…"como si nos conociéramos de toda la vida". Sí, eso es la
Milicia, unir, crear puentes, allanar diferencias, porque en la
Escuela de María se aprende la disponibilidad, la humildad, la
sencillez, la entrega, la alegría.
Como siempre, hemos tenido en cuenta los documentos y acontecimientos
candentes de nuestra Iglesia. Por tal motivo, este año lo dedicaremos
al bello texto del Papa Benedicto XVI sobre la Jornada Mundial de la
Juventud. Estará muy presente el inminente Beato Juan Pablo II. Y todo
en el marco de los 50 años de la Milicia de Santa María. De ahí la
entrega de la foto tomada por Ángel Santamaría de la Virgen del Hogar
como recuerdo de los 50 años, la reunión con aquellos que "sienten" la
vocación y las ganas de entregarse a los jóvenes, la lectura de
anécdotas de nuestro querido Juan Pablo II, canciones del Papa y de
nuestro movimiento…
Hemos tenido muy presente lo que solía decirnos el Siervo de Dios P.
Tomás Morales, S.J. nuestro fundador, "en los tiempos que nos toca
vivir no basta la oración y la penitencia para salvar al mundo, hace
falta un rearme intelectual, formarnos bien"; para ello, contamos con
charlas formativas ilustradas con imágenes de Vicente (Ciencia-fe),
Manolo (Fundamentos para vivir "sin cuentitos", en la realidad, con
las cinco vías de Santo Tomás de la manera más atractiva), José
Antonio (Juan Pablo II en el mundo, en Perú, en los altares)
Los días se han pasado volando y en la asamblea final se insistió "¿Y
ahora en qué voy a cambiar?". Y vaya si se notó que Cristo resucitado
estaba en cada uno y en todos: "Voy a orar más", "voy a hacer mejor
las tareas", "voy a ayudar a lavar los platos y hacer con más ganas lo
que me pidan en casa", "voy a invitar a mis compañeros para el círculo
del próximo sábado", "tenemos que llevar el grupo a todas las
provincias de Perú", "tiene que crecer más el grupo universitario"…
Terminamos orando el "Acordaos" por el más necesitado -por el papá de
Sandro y el abuelito de John y de Michael- y los que no pudieron
asistir.
El broche de oro lo puso la velada en la que participaron todos los
grupos, los de secundaria, los universitarios…con canciones,
escenificaciones, y la inolvidable mímica del "espejo" de Felipe y
Vicente. Le siguió el zafarrancho para dejar todo mejor de cómo lo
encontramos, todo un hormigueo a ritmo de cepillo, balde,…en comedor,
baños, dormitorio, patio… Y, por último, formamos la cadena "que no
nos separemos que un mismo corazón nos una en apretado lazo y nunca
dice adiós". Y se fueron primero los de Arequipa, y los de Ica, y los
de Lima Norte,…pero todos con su vela. Como Eduardo –coordinador de
Jornadas- dijo en la oración de la mañana, somos partícipes de la luz
y del calor del cirio que representa a Cristo. Y a luz si no se
propaga, se apaga… En la combi, conducida por Vicente, se sentía la
canción enseñada por Manolo: Olerí, lerí lerí…jajaja…Vamos, "Vamos a
cantar que la risa es canto de unidad "¡Si tú quieres ser feliz a
Jornadas has de ir! Regina Coeli laetare, aleluya