En el día de la Mujer Trabajadora
MAMÁ
El sol ha viajado hasta el cenit.
Los pájaros están callados.
De la casa un humo tenue
me llama.
En la cocina, pintada de hollín,
Mamá, atrapada entre ollas,
parece que canta
El gato la mira.
Espera,
maúlla con agonía,
su presa reclama
Compasiva, le da
¡Me descubre!
Siento ese momento que me ama...
Y, miro, más allá del hambre
que me desarma.
Es un día de tul azul.
Las llamas del fogón:
Lloran,
chirrían,
reclaman mirar el sol.
Plácido el día.
Mamá canta.
No está atrapada por las ollas.
El gato, callado, come.
Mamá me espera.
Sus manos, ocupadas,
pelan las papas.
El arroz, enojado, salta.
Es verano.
Las lluvias no llegan.
El sol se ríe,
me regala su calor a mis pies heridos.
El jardín cercano
siempre está florido.
Mamá, me mira,
Suspira.
Una tenue mueca me regala.
Mamá, sí está contenta.
El gato se estira, ronronea,
Frota, agradecido, su cuerpo tierno
en la saya que mamá lleva puesta
El estío quiere secar las plantas.
El azul, con escazas nubes,
es barrera.
No deja al agua acariciar la tierra.
Estoy con hambre.
Una canción evoco
y me hace pensar en la escuela.
Mi plato se colma de sopa.
Una mano tierna acaricia mi pelo,
y el sonido dulce de una voz:
“¡Come mi niño!
¿Sabes cuánto te quiero?”
Néstor Matta, empleado UCSS