UNA IGLESIA LLENA DE VIDA
Acabo de estar en la iglesia de San Lucas de Pueblo Libre. Voy siempre que puedo por las tardes a echar una mano en el programa de confirmación. Y doy gracias al Señor por el entusiasmo de los catequistas, por la perseverancia de los casi cien jóvenes –y no tan jóvenes- que se preparan para "ser soldados de Cristo y templos del Espíritu Santo", como Santa Rosa, como San Martín de Porres, los dos de manos de Santo Toribio. Es un camino de felicidad, de santidad…¡Ánimo, pues!
Pero esta tarde la iglesia se veía colmada; más de 100 concluían su Retiro de fin de semana con la Eucaristía…Y en los confesonarios se veían colas de gentes de todas las edades; y los acólitos acompañaban la liturgia como si estuviesen en el mismo Vaticano o la Catedral de Lima –que no lo hacen nada mal los seminaristas de Santo Toribio. Se palpaba espíritu por todos los rincones, caras de felicidad…¡Dios está aquí! La Iglesia avanza. Sí, el Pan Vivo alimenta a los fieles y se les ve dinámicos, con ganas de ayudar. Si todavía sigues creyendo que Dios está dormido, que la Iglesia bosteza, que los jóvenes yacen olvidados en la cuneta del aburrimiento, ¡ven un domingo por la tarde, a la Iglesia de San Luchas! El Señor tiene una palabra para ti. La Iglesia te brinda una familia para hacerte feliz. Encontrarás a la Madre que siempre espera. ¡Quizá sólo faltas tú!
Gracias, Padre Héctor, por invitarme a ser parte de esta gran familia.