DE LA NAVIDAD EN EL TIEMPO AL TIEMPO PARA LA NAVIDAD
(Fotos gentileza de Fernando López, de la Catedral de Lima; ponentes del evento en el Instituto Raúl Porras)
José Antonio Benito (blog: jabenito; Lima, 17 diciembre 2014)
Tan importante es el acontecimiento de la Navidad, el Nacimiento de Dios Hombre, que la Iglesia le dedica 4 semanas a prepararlo. Dice el refrán que la fiesta se conoce por la víspera. El evento, el acontecimiento, por su preparación. Baste con pensar en las olimpiadas, el mundial de fútbol, una cumbre política, cultural…un congreso, lo que vale de verdad es la preparación…Vamos a recordar (re-cordar: pasar por el corazón) qué es la Navidad, su historia, para dedicarle su tiempo… Gracias a cuantos han organizado este evento que tanto nos va a ayudar; gracias a ustedes por su tiempo.
Hoy es el cumpleaños del Papa Francisco, quien en su carta apostólica "Evangelii Gaudium" escribió esta nota bellísima: María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. (n. 286).
1. NECESIDAD DE TIEMPO PARA PREPARARSE
2. LA ETERNIDAD EN EL TIEMPO Y TIEMPO PARA LA ETERNIDAD
3. TODOS PODEMOS VIVIR LA GRACIA DE LA NAVIDAD COMO EN 1886, SANTA TERESITA
4. LA PRIMERA NAVIDAD
5. ORIGEN DE LA FIESTA DE NAVIDAD
6. LA NAVIDAD EN LA EDAD MEDIA
7. COSTUMBRES POPULARES:
1. Las representaciones dramáticas.
2. Los himnos y villancicos.
3. La cuna (pesebre)
4. Tarjetas de felicitación.
5. El intercambio de regalos
6. El nochebueno (leño).
7. El árbol de Navidad.
8. El visitante misterioso.
9. La cena de Nochebuena
10. La corona de Adviento
11. Las villas navideñas,
12. Las Posadas
13. La Novena de Aguinaldos
14. Las piñatas
15. Las chocolatadas
16. Un globo de papel seda
17. Lotería.
18. Bajada de Reyes.
19. Pastorada.
20. Niños adoradores.
21 San Nicolás (Santa Claus)
8. LA LUZ DE LA FE EN LA HISTORIA
9. NAVIDAD EN EL PERÚ:
10. NAVIDAD: TIEMPO PARA DIOS, PARA TI, PARA LOS DEMÁS, PARA SER FELIZ
1. NECESIDAD DE TIEMPO PARA PREPARARSE. El año pasado la Filarmónica de Washington en su temporada de conciertos programó uno que sería un acontecimiento importante, pues tenía como solista al famoso violinista Joshua Bell, lleno total y con un éxito extraordinario. El periódico The Washington Post le propuso al violinista que durante 45 minutos toque en un pasillo del metro de Washington las mismas piezas de J.S. Bach que tocó en el concierto de hace dos días con el Stradivarius valorado 3,5 millones de $. Durante los 45 minutos pasaron delante de él varios miles de personas, algunos se pararon unos segundos y continuaron su camino. El primer ser humano que realmente le prestó atención fue un niño de unos tres años. Su madre tenía prisa, pero el niño insistía en escuchar un poco más. No hubo manera: se lo llevó su madre a rastras, aunque él mantuvo todo el tiempo la cabeza vuelta hacia atrás. Durante todo el tiempo que tocó, el violinista consiguió 32 $ y tuvo seis espectadores. Al final no hubo aplausos ni nadie que pidiese un bis. El experimento fue filmado y se puede ver en internet. ¿Por qué todas esas personas que pasaron frente a él no se dieron cuenta de que allí se estaba realizando algo absolutamente sublime? Se pueden sacar muchas conclusiones sociológicas de este experimento: Que lo que se da gratis no se valora. A lo que no se da publicidad, no sale en la presa no existe. Que la gente se deja llevar por la opinión de otros. Etc. Pero sobre todo que para vivir un acontecimiento verdaderamente importante hay que prepararse, preparar el corazón, preparar un ambiente apropiado, incluso externamente. Si todos esos viajeros del metro no se pararon a escuchar a uno de los mejores violinistas del mundo fue porque no tenían dispuesto el espíritu para ello. No era el lugar apropiado para ello, estaban distraídos con sus cosas, etc.
Ojalá que nuestro evento ayude a preparar el corazón –con tiempo- para ver y meditar sobre la Navidad en el tiempo. Un buen medio será el autoanálisis, el balance, el examen que nos ayuda a mantenernos cada día despiertos y vivos para buscar la voluntad de Dios ante las falsas promesas de fuera y los sutiles engaños de dentro, pues las trampas de la vanagloria, la soberbia, el desorden de afectos, los miedos, etc. es lo que hacen que nos apartemos del camino.
Les cuenta otra anécdota de uno de nuestros santos. Nada más llegar Santo Toribio a Lima, el 12 de mayo de 1581, avisó que a la mañana siguiente le despertasen pronto; su ayudante –Sancho Dávila- asombrado por el cansancio del viaje le interpela: "¿Cómo tan pronto?". El santo le responde: "No es nuestro el tiempo. El tiempo es de Dios". Sí, el tiempo es de Dios. Dice un refrán que "el tiempo es oro y el que lo pierde es bobo". Vamos a ganarlo esta tarde, eternizándolo, como gustaban los pintores barrocos que quería "retener" en el segundo lo eterno.
2. LA ETERNIDAD EN EL TIEMPO Y TIEMPO PARA LA ETERNIDAD
Dice el P. Manuel Carreira –doctor en astrofísica, filósofo y teólogo- acerca del tiempo que si se acepta que la temporalidad es sólo aplicable a la materia, tiene sentido decir que antes de la creación del Universo no hubo antes. Con San Agustín –y con la ciencia moderna- diríamos que Dios no creó al mundo en el tiempo, sino con el tiempo. Y que para un espíritu puro no es aplicable la idea de duración o cambio: no para Dios, cuya eternidad es un no-tiempo, ni tampoco para los ángeles. No podemos evitar el introducir conceptos temporales aun al hablar de Dios, pero no puede estrictamente suponerse que para el Eterno haya períodos de espera ni etapas, aun en procesos creativos como los días del Génesis. Incluso el espíritu humano estaría ceñido al tiempo sólo por estar íntimamente unido a la materia en su existencia terrenal, pero no después de la muerte. En el Catecismo de la Iglesia Católica se afirma que en la resurrección la totalidad humana existe fuera de los límites de espacio y tiempo: así se justifica la inmutabilidad del estado de salvación o condenación, ya que no puede haber cambio sin tiempo. Por eso es también correcto decir que toda la existencia del Universo y del Hombre es conocida por Dios en un ahora de simultaneidad perfecta, sin que esto destruya la libertad humana. Con un ejemplo de ciencia ficción, si hubiese un canal de TV para observar el futuro, mi conocer no determinaría lo que va a ocurrir.
Tal vez sea necesario –aunque todavía poco satisfactorio- sugerir una realidad de orden accidental, a la que podríamos designar analógicamente como carga temporal que afectaría a la materia y su actividad. La igualdad de tales cargas sería una expresión y causa de contemporaneidad y condición necesaria para toda interacción. La diferencia de cargas correspondería a tiempos diversos, de pasado a futuro. Y por su misteriosa naturaleza, tal carga sería necesariamente cambiante en un único sentido, siempre hacia el futuro (no es posible detener el tiempo). Es aquí donde esta hipótesis parece naufragar en una especie de círculo vicioso, que no es claro pueda evitarse, aunque parezca ser la propuesta que tiene menos inconvenientes lógicos.
Entramos en el sentido cristiano del tiempo. Los primitivos historiadores de la antigüedad buscaban el porqué (génesis) y el para qué (pragmatismo). A Herodoto, un sacerdote hitita le increpó: "Vosotros los griegos sois como niños, no hacéis más que preguntas". De hecho su célebre obra Anábasis comienza así: "Herodoto de Turios expone aquí el resultado de sus búsquedas para que las cosas hechas por los hombres no se olviden con el tiempo y que las grandes y maravillosas acciones llevadas a cabo, tanto por los griegos como por los bárbaros, no pierdan su esplendor". Sin embargo, lo más importante de Grecia es su concepción cíclica vital: nace, crece y muere de modo irrevocable. El filósofo Hegel afirmaba que los cristianos tenían la clave de la historia universal. De hecho, el cristianismo es la religión de la historia. El Dios del cristianismo es el Dios de la historia, Aquél cuyo plan de salvación es la historia de la humanidad caminando hacia el Reino (V. Ramos). Fueron los judíos los que aportaron la noción misma de la historia en tiempos de los profetas. La afirmación del tiempo histórico, tiempo lineal, es simultánea a la idea y la vivencia del monoteísmo. Para los judíos la historia es el diálogo constante entre Dios y el hombre, es la oferta de una promesa y el paulatino cumplimiento de la misma. En ese plan, Israel tiene plena conciencia de cuál es su misión. Los profetas serán como la memoria que recuerdan lo que Dios hizo en el pasado y lo que puede hacer en el presente y en el futuro. Israel es el pueblo elegido a favor de los demás pueblos. Con el Cristianismo las promesas se cumplen; es la plenitud de los tiempos, aparece en la historia el Hijo de Dios como un hombre, un personaje de la historia humana. Cristo Resucitado es el Señor del cosmos y de la historia, el que tendrá la última palabra sobre la misma, el que adelanta e inaugura su consumación.
Lo que es cierto que con la Navidad la eternidad se hizo "carne", "tiempo" para habitar entre nosotros, y que gracias a que se "temporalizó" nos eternizó y viviremos para siempre. Juan Pablo II ha destacado en numerosas ocasiones la centralidad de Jesucristo en la historia de la Humanidad (26-XI-97): "Cristo inauguró una historia nueva, no sólo para cuantos creen en Él, sino también para toda la comunidad humana, porque la salvación que realizó se ofrece a todos los hombres. En toda la historia se difunden misteriosamente los frutos de su obra salvadora. Con Cristo, la eternidad hizo su entrada en el tiempo".
La encarnación de Dios en el Hijo es el hecho central del cristianismo, y supone superar el estadio de la religiosidad natural para adquirir la condición de acontecimiento histórico. No podemos detenernos en las relaciones que la encarnación establece entre eternidad y tiempo, por su propia envergadura filosófica y teológica (un resumen de la doctrina con respecto a este punto ha sido publicado recientemente en la declaración Dominus Iesus, en la introducción y en los apartados I. y II.). Pero sí es importante mostrar circunstancias que avalan la trascendencia del hecho. Una de ellas es que han sido afectan, en mayor o menor medida, con más o menos éxito, al hecho de la encarnación. Por otra parte, si la historicidad de Jesucristo fuera algo contingente, el debate entre los historiadores no hubiera sido tan arduo como lo ha sido, especialmente en algunos momentos. Ya desde los inicios de la fe cristiana, contamos con testimonios del esfuerzo que muchos hombres realizaron por afirmar la inmersión de la divinidad en la dimensión temporal del hombre. Por ejemplo, el inicio del evangelio de Lucas es una perfecta ilustración:
"Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también ,después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo...(Lc, 1, 1-2)"
Dice Santo Tomás de Aquino que, "si el Hijo de Dios se encarnó, no fue tanto por Él cuanto por hacernos dioses mediante su gracia". A la humanización de Dios debe corresponder la divinización del hombre. "El Cristo total, añade S. Agustín, lo forman Jesucristo y los cristianos. Él es cabeza y otros miembros". Con Jesús nacemos siempre de un modo más perfecto a la vida sobrenatural, porque el nacimiento de la cabeza es también el nacimiento del cuerpo. Que toda nuestra actividad no sea sino el resplandor de esa luz del Verbo, que envuelva a nuestras almas. Esa es la gracia propia del tiempo de Navidad, el cual tiene por fin ampliar la divina paternidad, a fin de que Dios Padre pueda decir, hablando de su Verbo encarnado y de todos nosotros: "Tú eres mi Hijo; Yo te he engendrado hoy" (Int.). Hincadas en tierras las rodillas, digamos con respeto aquellas palabras del Símbolo: "Creo en Jesucristo I) que nació del Padre antes que los siglos todos; Dios de Dios, consubstancial al Padre; 2) que bajó de los cielos y se hizo carne por obra y gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María y se hizo hombre. 3) Creo en la Santa Iglesia, que ha nacido a la vida divina por el mismo Espíritu Santo y por el bautismo.
3. TODOS PODEMOS VIVIR LA GRACIA DE LA NAVIDAD COMO EN 1886, SANTA TERESITA
La Iglesia Católica, a través de la pedagogía del año litúrgico, busca actualizar estos bellos misterios, que no por ser tan bellos dejan de ser reales. Al proponernos la Navidad año a año, busca proporcionarnos oportunidades de vivir de modo personal, por gracia, lo que Dios encarnado, el Enmanuel, vive por naturaleza. En este quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa les comparto la bellísima historia de la gracia de Navidad en una de sus hijas, Teresita de Lisieux y que ella narra en "Historia de una alma":
Era necesario que Dios hiciera un pequeño milagro para hacerme crecer en un momento, y ese milagro lo hizo el día inolvidable de Navidad. En esa noche luminosa que esclarece las delicias de la Santísima Trinidad, Jesús, el dulce niñito recién nacido, cambió la noche de mi alma en torrentes de luz... En esta noche, en la que él se hizo débil y doliente por mi amor, me hizo a mí fuerte y valerosa; me revistió de sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate, sino que, al contrario, fui de victoria en victoria y comencé, por así decirlo, «una carrera de gigante ».
Se secó la fuente de mis lágrimas, y en adelante ya no volvió a abrirse sino muy raras veces y con gran dificultad, lo cual justificó estas palabras que un día me habían dicho: «Lloras tanto en la niñez, que más tarde no tendrás ya lágrimas que derramar...»
Fue el 25 de diciembre de 1886 cuando recibí la gracia de salir de la niñez; en una palabra, la gracia de mi total conversión.
Volvíamos de la Misa de Gallo, en la que yo había tenido la dicha de recibir al Dios fuerte y poderoso.
Cuando llegábamos a los Buissonnets, me encantaba ir a la chimenea a buscar mis zapatos. Esta antigua costumbre nos había proporcionado tantas alegrías durante la infancia, que Celina quería seguir tratándome como a una niña, por ser yo la pequeña de la familia... Papá gozaba al ver mi alborozo y al escuchar mis gritos de júbilo a medida que iba sacando las sorpresas de mis zapatos encantados, y la alegría de mi querido rey aumentaba mucho más mi propia felicidad.
Pero Jesús, que quería hacerme ver que ya era hora de que me liberase de los defectos de la niñez, me quitó también sus inocentes alegrías: permitió que papá, que venía cansado de la Misa del Gallo, sintiese fastidio a la vista de mis zapatos en la chimenea y dijese estas palabras que me traspasaron el corazón: « ¡Bueno, menos mal que éste es el último año...!»
Yo estaba subiendo las escaleras, para ir a quitarme el sombrero. Celina, que conocía mi sensibilidad y veía brillar las lágrimas en mis ojos, sintió también ganas de llorar, pues me quería mucho y se hacía cargo de mi pena. « ¡No bajes, Teresa! —me dijo—, sufrirías demasiado al mirar así de golpe dentro de los zapatos».
Pero Teresa ya no era la misma, ¡Jesús había cambiado su corazón! Reprimiendo las lágrimas, bajé rápidamente la escalera, y conteniendo los latidos del corazón, cogí los zapatos y, poniéndolos delante de papá, fui sacando alegremente todos los regalos, con el aire feliz de una reina. Papá reía, recobrado ya su buen humor, y Celina creía estar soñando... Felizmente, era un hermosa realidad: ¡Teresita había vuelto a encontrar la fortaleza de ánimo que había perdido a los cuatro años y medio, y la conservaría ya para siempre...! Aquella noche de luz comenzó el tercer período de mi vida, el más hermoso de todos, el más lleno de gracias del cielo...
La obra que yo no había podido realizar en diez años Jesús la consumó en un instante, conformándose con mi buena voluntad, que nunca me había faltado.
Yo podía decirle, igual que los apóstoles: «Señor, me he pasado la noche bregando, y no he cogido nada». Y más misericordioso todavía conmigo que con los apóstoles, Jesús mismo cogió la red, la echó y la sacó repleta de peces... Hizo de mí un pescador de almas, y sentí un gran deseo de trabajar por la conversión de los pecadores, deseo que no había sentido antes con tanta intensidad... Sentí, en una palabra, que entraba en mi corazón la caridad, sentí la necesidad de olvidarme de mí misma para dar gusto a los demás, ¡y desde entonces fui feliz...!
4. LA PRIMERA NAVIDAD
Hablar de Navidad es hablar del Cristianismo, de una persona, Cristo. Se trata de la historia de un hombre "que Pablo dice que está vivo"- según se recoge en los Hechos de los Apóstoles. El gran orador Lacordaire: "ninguna vida aquí abajo presenta tal cantidad y tal fuerza de luz y de amor". El teólogo Danielou: "En realidad el Jesús histórico es el Señor de la fe, al igual que el Señor de la fe sigue siendo el Jesús histórico". Lo expresó certeramente el poeta Fray Luis de León: Cristo está todo entero en cada uno de sus actos. Sintéticamente, el CIC, 430: En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.
. San Pablo: "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley" (Ga 4, 4-5)
Sabemos que vivió al comienzo del primer siglo de nuestra era. Hacia el año 526, el monje escita Dionisio el Exiguo, señaló el nacimiento de Cristo el 753 de la fundación de Roma. Hoy sabemos que sería hacia el 749, por lo tanto nuestra era va con un retraso de 4 años, que deberíamos sumárselos al año en curso. . Con Cristo arranca la cuenta del tiempo. El monje puso en práctica, en el siglo vi, el método de computar los años a.C. y d.C. Sin intención alguna, colocó el nacimiento de Cristo algunos años después de lo debido. Así, de acuerdo con nuestro cómputo más preciso, Jesús nació al menos cinco años antes del año 1 d.C.
S. Lucas precisa bien las coordenadas espaciotemporales en que se inicia la predicación de C: "El año décimo quinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes y Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconitide y Lisania, tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto..." (Lc 3, 1-2). Mt 2,1 y Lc 1,5 dice que nació "en los días del rey Herodes". Después de la muerte de éste, el Niño volvió de Egipto, cuando Arquelao, hijo de Herodes, gobernaba todavía en Judea como tetrarca. Sabemos que Herodes I el Grande murió el 750 de la fundación de Roma; unos 4-5 años antes de la Era común, ya que Dionisio el Exiguo tiene un error inicial de al menos cuatro años. Herodes murió poco antes de la Pascua y poco después de un eclipse de luna (12-13 marzo 4 a.C.). El dato sobre el censo de Quirino Lc 2.1 no da luces especiales pues se puede traducir de forma diversa.
El empadronamiento general que César Augusto mandó hacer por los años de 747-749 de Roma, obligó a José y a María a ir de Nazaret a Belén de Judea. Llegados a aquel lugar la Virgen María dio al mundo a su hijo primogénito. Aludiendo a una tradición del siglo IV que coloca la cuna de Jesús entre dos animales, la liturgia cita dos textos proféticos uno de Isaías: El buey conoció a su amo y el asno el pesebre de su Señor" (I, 3), y aquél de Habacuc: "Señor, te manifestarás en medio de dos animales" (3,2).
La liturgia lo rescata de modo entrañable y solemne con la proclamación del pregón de las Kalendas de Enero
"En el año 5199 de la Creación del mundo, cuando al principio creó Dios el cielo y la tierra; en el 2957 del diluvio; en el 2015 del nacimiento de Abrahán; en el 1510 de Moisés y de la salida del pueblo de Israel de Egipto; en el 1031 de la unción del rey David; en la semana 65 de la profecía de Daniel; en la Olimpíada 194; en el año 752 de la fundación de Roma; en el 42 del imperio de Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz; en la sexta edad del mundo: Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar al mundo con su misericordiosísimo Advenimiento, concebido por el Espíritu Santo, y pasados nueve meses después de su concepción, (Se arrodillan todos los circunstantes, y prosigue el cantor en tono más agudo): "nació hecho Hombre, de la Virgen María, en Belén de Judá". Navidad de nuestro Señor Jesucristo según la carne.
En los contornos de Belén, los pastores guardaban sus ganados, hasta que, avisados por el Ángel, corrieron todos presurosos a la gruta. "¿Qué es lo que han visto, dígannos? ¿Quién es el que ha aparecido en la tierra? Y ellos responden: "Hemos visto a un recién nacido y coros de Ángeles que alababan al Señor: ¡Aleluya, aleluya! Ocho días después, el divino Infante fue circuncidado por José, y recibió el nombre de Jesús, según indicación del ángel hecha a José y a María. Cuarenta días después de haber María dado a luz a Jesús se fue con Él al Templo para ofrecer allí el sacrificio prescrito por la Ley. Entonces vaticinó Simeón que Jesús había de salvar a su pueblo, y que una espada de dolor había también de traspasar el corazón de su Madre.
|Tras del cortejo pastoril viene el de los magos, los cuales llegan del oriente a Jerusalén guiados por una estrella, Informados por los mismo príncipes de los sacerdotes, caminan hasta Belén, porque allí es donde el Profeta Miqueas predijo había nacer el Mesías. Y, en efecto, allí se encontraron con el Niño y con María su Madre, y postrándose a sus plantas, le adoraron. Al regresar a sus tierras no pasaron por Jerusalén, según en sueños se les había advertido.
Herodes, que les había pedido le dijesen dónde estaba el niño recién nacido, viéndose burlado por los Magos, se encolerizó sobremanera e hizo matar a todos los niños de Belén, creyendo deshacerse por medio de arte tan inhumano del nuevo rey de los judíos en quien se temía un terrible competidor. Un ángel se apareció entonces en sueños a José, y le dio que huyese a Egipto con María y con el Niño; y allí vivieron los tres hasta la muerte de Herodes, porque entonces el ángel del Señor se les volvió a aparecer a José, mandándole regresar a la tierra de Israel. Mas sabiendo José que reinaba en Judea Arquealo en vez de Herodes su padre, como aquel era también perseguidor, temió por la vida del Niño, y así se retiró a Galilea, al pueblecito de Nazaret.
Los Padres de Jesús le perdieron un día en Jerusalén, por las fiestas de Pascua cuando aún sólo tenía doce años; hasta que al cabo de tres días le encontraron entre los Doctores en el Templo. Vuelto a Nazaret crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres; y de allí fue de donde Jesús salió para el Jordán cuando tenía treinta años, con ánimo de hacerse bautizar por S. Juan, y éste, al verlo, declaró a los judíos que Jesús era el Mesías deseado.
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- 5. ORIGEN DE LA FIESTA DE NAVIDAD
Mario Righetti en su "Historia de la liturgia" (BAC, I, Madrid 1955) al hablar de los orígenes de la fiesta y plantearse cómo se llegó a fijar una fecha, señala dos hipótesis. La primera la de sustituir la fiesta pagana celebrada en honor del Sol invicto, Mitra, el vencedor de las tinieblas; de hecho el emperador Aureliano le levantó un suntuoso templo cuya inauguración fue el 25 de diciembre del 274. . Era el día en que el sol aparecía con menos fuerza. La gran fuente de luz y de calor parecía agotada y a punto de fenecer; pero revivía en aquel mismo momento y día tras día, de manera casi imperceptible, crecía en fuerza y en luminosidad El simbolismo de la luz y del sol era familiar ya a los cristianos, pues hundía sus raíces en la Biblia. Cristo era conocido ya como "sol de justicia", "esplendor del Padre", "luz del mundo". Un escritor del siglo IV, aludiendo a la fiesta del Sol Invencible sustituida entonces, pregunta retóricamente: "¿Acaso hay alguien más invencible que nuestro Señor, que superó y venció a la muerte?" Este escritor incluía en su comprensión de la fiesta no sólo el nacimiento de nuestro Señor, sino también su combate con Satanás y su victoria sobre él. Visto en la cruz, Jesús parece perder la batalla, igual que el sol invernal parece ser vencido por la oscuridad; pero entonces, con su resurrección, vence a la muerte y a los poderes de las tinieblas, y surge a una nueva vida, como el sol de la mañana. De este examen de los orígenes deberíamos retener dos ideas importantes. La navidad es una fiesta de la luz, una luz que no es objeto de adoración, sino símbolo de Cristo, la Luz del mundo; esta fiesta, por celebrar la victoria de la luz sobre las tinieblas, tiene un carácter redentor y, por consiguiente, guarda una relación con pascua, la fiesta de la redención. La institución de esta fiesta en la Roma del siglo IV era eficaz para evitar que los convertidos al cristianismo siguieran ligados de alguna manera a sus dioses paganos. Dentro de la Iglesia misma ayudó a reforzar la fe ortodoxa cristiana frente a la herejía. En el año 325 d.C., el concilio de Nicea condenó la herejía arriana que negaba la divinidad de Jesús. Este concilio afirmó que Jesús era de la "misma sustancia que el Padre". La celebración de la navidad, con su clara enseñanza sobre la divinidad de Cristo, era una afirmación poderosa de la fe de la Iglesia.
La segunda hipótesis hace derivar la fecha del nacimiento de la presunta de su muerte, el 25 de marzo, aunque históricamente insostenible, debido a consideraciones astronómico-simbólicas se pensó que el mundo hubiese sido creado en el equinoccio de primavera y que Cristo habría vivido en la tierra un número entero de años, por lo que tanto la encarnación como la pasión debió suceder un 25 de marzo y coincidiendo ésta con el primer instante del embarazo de María, el nacimiento de Cristo tenía que contarse el 25 de diciembre.
Encontramos la primera referencia clara en un calendario romano compilado por un cierto Philocalus en el año 354 d.C. A la cabeza de la lista de fiestas celebradas entonces allí se encuentra la siguiente inscripción: "El 25 de diciembre, Cristo nació en Belén de Judá". Basándonos en este dato, podemos decir que la institución de esta fiesta se remonta a los primeros años del siglo IV.
En lugar de suprimir costumbres o instituciones existentes, la Iglesia prefiere, cuando es posible, conservarlas, aunque confiriéndoles una significación nueva. La Iglesia de la Roma del siglo IV no suprimió el Natalis solis invicti (Nacimiento del Sol invicto), sino que lo transformó en Natalis Christi (Nacimiento de Cristo). La fecha es la misma y el simbolismo de la luz es mucho más evidente; pero el contenido es completamente nuevo.
- ¿Cómo llegaron las tres misas?
- Señalemos ante todo que la llamada "misa del día", la que aparece en tercer lugar en el misal, es de hecho la más antigua y la más importante de las celebraciones. El evangelio, tomado del prólogo del evangelio de san Juan, pone ante nosotros el objeto esencial de la fiesta, que es el misterio de la encarnación.
La misa de medianoche fue copiada de Jerusalén. La peregrina Egeria describe en su Diario un servicio de esas características celebrado en la gruta de Belén. Esto tenía lugar no el día de navidad, sino en la fiesta de la epifanía. La gente se reunía allí para la misa de medianoche; y luego, al despuntar el alba, volvían a Jerusalén, donde se decía una segunda misa. En algún momento del siglo v se introdujo una costumbre similar en Roma: En la noche anterior a la navidad, el papa celebraría misa en una capilla de la basílica de Santa María la Mayor. Esta capilla tomó el nombre de ad Praesepe ("capilla del pesebre"). Conmemoraba la gruta de Belén. Se puede observar aquí la tendencia de la piedad cristiana a conmemorar el tiempo y el lugar de los misterios de Cristo. La liturgia, ahora como entonces, evoca la atmósfera de esta primera noche de navidad. En el evangelio se lee el relato de san Lucas (2,1-14). Describe el humilde nacimiento de Jesús "en un pesebre", la escena de los pastores que cuidan sus rebaños durante la noche y la aparición de los ángeles llevándoles "noticias de gran gozo". La Misa de media noche se celebraba en Roma en la Basílica de Sta. María la Mayor, que representa a Belén, pues en ella se veneran algunos trocitos del pesebre del salvador, que fue reemplazado por una cuna de plata en la gruta misma en que Jesús nació. Aquella gruta era ya, a mediados del siglo II visitada por numerosos peregrinos, y la emperatriz Sta. Elena hizo erigir en aquel santo lugar una basílica que quiso fuera muy modesta, pues Jesús nació en la pobreza. Cuidó de dejar visible parte de la roca, y cuando hacia el siglo VIII la cuna de plata desapareció se puso un altar en el lugar en que se creía haber nacido el Señor.
La "misa al amanecer" fue introducida en el siglo VI. Ciertamente la conoció el papa san Gregorio Magno, que murió el año 604. En una de sus homilías se refiere a las tres misas que tiene que celebrar en navidad. Originariamente, la segunda misa se decía en honor de santa Anastasia, una mártir muy venerada en Oriente. Su fiesta se celebraba en Roma este día, en la basílica cercana al palacio imperial. Por deferencia hacia el emperador, el papa se sentía obligado a celebrar una misa especial en honor de la mártir para la corte. Con el tiempo, esto se convirtió sencillamente en una segunda misa de navidad, con una simple conmemoración de santa Anastasia. En las recientes reformas se ha omitido incluso esta conmemoración.
Tal es el origen de las tres misas. Lo que en un tiempo fue costumbre de la Iglesia de Roma, y concretamente del papa, se hizo universal. Cada una de esas misas tiene su carácter peculiar y ofrece una visión particular del misterio. Los textos escriturísticos y eclesiásticos ofrecen una rica fuente de meditación. Aparte de la instrucción que ofrecen, las tres misas añaden esplendor a esta gran fiesta y constituyen un adecuado homenaje al salvador que nació para nosotros este día.
Una vez establecida, la fiesta de navidad creció con rapidez en cuanto a jerarquía e importancia. De ser una simple conmemoración de un día, pasó a convertirse en ciclo o tiempo litúrgico. En la segunda mitad del siglo IV se le unió otra fiesta de natividad de origen oriental, la epifanía. Dos siglos más tarde, el período de preparación conocido como adviento estaba establecido firmemente en Roma. También allí se celebraba por esas fechas la octava del día de navidad: conmemora la maternidad divina de María. La fiesta de la epifanía adquirió una poscelebración, de manera que en el SIGLO VII todo el período de adviento, navidad y epifanía había adquirido la forma y contenido que nos son familiares en nuestros días.
6. LA NAVIDAD EN LA EDAD MEDIA
Entre los siglos IV a VI se estableció y generalizó el periodo de Adviento (del latín, adventus, venida, llegada), fase de preparación espiritual previa al nacimiento de Jesús, cuya duración oscilaba entre las tres y las seis semanas según los países, y que se acompañaba de meditaciones, predicaciones, oraciones y penitencias. Los cristianos de la Edad Media siguieron fielmente estas recomendaciones de la Iglesia y así, el tiempo de Adviento, se convirtió en una auténtica etapa de introducción al sentido de la Navidad.
Transcurridas estas semanas, llegaba la época navideña y con ella sus dos primeras grandes fiestas, la Nochebuena y la Navidad. Tras el primer gran banquete, la cena del 24 de diciembre, constatada desde los primeros siglos del cristianismo, los fieles acudían a la Iglesia a medianoche, a celebrar la Misa del Gallo. La realización de esta ceremonia se extendió rápidamente por la Cristiandad y así a partir de los siglos V y VI d.C. comenzó a darse en Hispania, norte de África y norte de Italia, aunque no fue hasta el siglo VIII d.C. cuando se popularizó en toda Europa.
Ahora bien, entre las aportaciones del Medioevo a la liturgia navideña, destaca su serena grandiosidad. Esta llegó a tal, que en la propia noche de Nochebuena, en los monasterios y catedrales se cantaban y proclamaban con solemnidad las Profecías del Profeta Isaías, los textos de León Magno, el Prólogo del Evangelio de San Juan, la genealogía de Cristo y los textos de los oráculos sibilinos que hacían referencia al nacimiento del Mesías. En la Alta Edad Media, la noche del 24 de diciembre, se celebraban no una, sino tres misas; la primera de las cuales, la de medianoche, fue la que se popularizó en todo el mundo cristiano, y aún hoy se conoce como Misa del Gallo. Esta, recibe su nombre de una leyenda que cuenta, que fue un ave que pasaba la noche en la gruta de la Natividad, la primera en conocer el nacimiento de Jesús y salir a anunciarlo. Algunos identificaron al ave con un ermitaño o cabañero, especie que suele habitar en establos y grutas, otros lo hicieron con un gallo encaramado a las partes más altas del establo. En cualquier caso, el gallo como símbolo de fecundidad y renacimiento en las culturas paganas y como anunciador desde tiempo inmemorial de la salida del sol con su cacareo, fue el ave que dio nombre a esta primera misa de la Navidad, en la cual su canto, imitado en mitad de la misa por un niño ubicado en el coro o por un ave llevada a este efecto hasta principios del siglo XX, servía para anunciar a los cristianos que Cristo acababa de nacer. Ahora bien, en la liturgia de la medianoche del día de Nochebuena no sólo había solemnidad y recogimiento, sino también un jolgorio y alegría desbordante entre el pueblo. La algarabía llegaba a su punto culminante durante el momento de la adoración al Niño, pues los fieles entonaban cantos, puede que villancicos (aunque el primero recogido está fechado en 1492), hacían sonar sus instrumentos, e incluso liberaban dentro del templo algunos pajarillos que habían sido capturados con este fin.
Parece ser que la Navidad llegó a gozar de tan alto grado de aceptación entre el pueblo cristiano, que la festividad se extendió incluso a otras religiones, tales como la musulmana. La importancia religiosa de Jesús para los musulmanes y la convivencia entre éstos y los cristianos en la Península, allanaron el camino para que la Navidad despertase el interés y se celebrase igualmente entre los seguidores del Islam, tal y como los prueban diversos testimonios entre los que destaca el de Abu-l-Qasim al-Azafí, rey de Ceuta en la segunda mitad del siglo XIII. No hemos de olvidar que el propio Carlomagno escogió el día de Navidad para su coronación como Rey de Romanos, esto es, como emperador de los francos.
EL BELÉN EN LA EDAD MEDIA
De todos es sabido por los relatos evangélicos, que Jesús nada más nacer fue recostado en un pesebre. Este elemento, símbolo pagano de vida y renacimiento natural debido a la madera que lo forma, se convirtió en un icono cristiano. Así, pronto pasó a convertirse en un objeto significativo en las celebraciones navideñas, especialmente a partir del siglo VII, cuando el Papa Teodoro I (642-649) hizo traer de Belén los restos del pesebre que acogió al Niño Jesús, depositándolos en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Desde ese mismo momento y a lo largo de toda la Edad Media, el pesebre se hizo indispensable en todas las iglesias, abadías y catedrales de la Cristiandad durante el tiempo de Navidad. Sus formas eran variadas, podía tratarse de simples troncos de abeto huecos, denominados en Italia, primer país en el que se dio esta costumbre, tettotie, o auténticos pesebres, en los que no está claro si se depositaban o no imágenes del Niño Dios.
Por otra parte, ya en el siglo X se celebraban en Europa representaciones escénicas de ciertos episodios bíblicos del Nacimiento de Jesús. Con el tiempo estas escenificaciones fueron ganando en elaboración y complejidad, llegando a recogerse por escrito y a atraer el interés de escritores del momento, que participaron activamente en su creación. Así nació por ejemplo, la primera de las obras dramáticas de las que tenemos constancia en España, el Auto de los Reyes Magos, elaborada en el siglo XIII
Llegadas las festividades navideñas, en las diferentes parroquias se realizaban estas representaciones, en las que como ya hemos visto el jolgorio y la alegría desbordada, daban lugar a abusos y a que la fiesta saliese de los cauces de lo religioso, terminando entre otras cosas, en mofas por parte de los pastores y del propio pueblo, hacia la persona de San José. A fin de cortar de raíz estos excesos, el papa Inocencio III (1198-1216) prohibió en el año 1207 las escenificaciones dentro de los templos, pero sin embargo el deseo de ofrecer una catequesis plástica o en imágenes persistió, lo que hizo que los tradicionales actores fuesen sustituidos por figuras que de manera inmóvil y muda representaran las mismas escenas y movieran a la devoción.
BELÉN DE ASÍS: En 1223, cuando San Francisco de Asís, que habitaba en Greccio, en la Toscana, realizó el primer belén de la historia. Llegado el tiempo de Navidad y previo permiso del Papa Honorio III, el santo de Asís, deseoso de contemplar con sus propios ojos lo que muchas veces había imaginado, preparó una gruta en la que se había dispuesto un buey, una mula y un pesebre con paja. Los campesinos hicieron las veces de pastores, ángeles y Magos, mientras que una joven pareja representaba a José y María en torno a una imagen del niño. Durante la celebración de la Misa del Gallo, las escenas y la predicación del santo emocionaron a los fieles, que se sintieron sobrecogidos cuando en un momento determinado, San Francisco tomó la imagen del Niño. En recuerdo de aquel milagro de San Francisco por el cual una imagen del Niño Dios cobró vida, conservamos la costumbre de besar y adorar cada Nochebuena la imagen del niño Jesús al final de la Misa del Gallo.
7. COSTUMBRES POPULARES:
La Navidad es la fiesta cristiana más popularizada, pese a que la Iglesia considera que es más importante la Pascua. Su celebración involucra un conjunto de tradiciones de carácter diverso, tanto litúrgicas como familiares, locales o nacionales:
1.Las representaciones dramáticas. La historia de la dedicación del Oratorium Præsepis en la basílica de Liberio, de las reliquias allí guardadas y sus imitaciones, no pertenece a esta disertación (cf. pesebre; reliquias). Los datos están bien expuestos por Bonaccorsi (Il Natale, Roma, 1903, ch. IV)], pero la práctica de dar una expresión dramática, o por lo menos espectacular, a los hechos de la Navidad pronto hicieron surgir los misterios más o menos litúrgicos. Por ejemplo, el ordinaria de Ruán y el de Reims, colocan el officium pastoruminmediatamente después del Te Deum y antes de la Misa (cf. Ducange, Gloss. med. et inf. Lat., s.v.Pastores); la Iglesia de Reims celebraba un segundo misterio "profético" después de tercia, en la que Virgilio y la Sibila se unían a los profetas del Antiguo Testamento para honrar a Cristo.
2.Los himnos y villancicos. La degeneración de estos dramas ocasionó la difusión de noeles, pastorales y villancicos, a los cuales se les ha otorgado en ocasiones una posición cuasi-litúrgica. Prudencio, en el siglo IV, es el primero (y único en su siglo) en escribir himnos para la Navidad, pues los himnos "Vox clara" (himno para Laudes en Adviento) y "Christe Redemptor" (Vísperas y Maitines de Navidad) no pueden ser atribuidos a San Ambrosio. Sin embargo, el himno "A solis ortu" ciertamente pertenece a Sedulio (siglo V). Los primeros Weihnachtslieder alemanes datan de los siglos XI y XII; los primeros noeles, del siglo XI, y los primeros villancicos, del siglo XIII. El famoso "Stabat Mater Speciosa" se le atribuye a Jacopone da Todi (1230-1306); "Adeste Fideles" es, lo más temprano, del siglo XVII. Pero, estos aires esencialmente populares, e incluso palabras, deben, sin embargo, haber existido desde mucho tiempo antes de haber sido puestos por escrito. Los villancicos, canciones o cantos alusivos al nacimiento de Cristo o a la Sagrada Familia. Tiene que ver con los "villanos" (pueblo llano que vive en las villas). Parece que los primeros surgieron durante los siglos XV y XVI. En el XVII se tornan en canciones religiosas; algunos de los poetas célebres como Lope de Vega, Fray Luis de León, Góngora. El más popular de los villancicos (Noche de Dios) fue cantado por primera vez en la iglesia parroquial de Oberndorf, Austria, en la misa del gallo, en la navidad de 1818.
3.La cuna (pesebre) o escena de la natividad En 1223 San Francisco de Asís dio origen a los pesebres de hoy día al laicizar una costumbre hasta ese momento eclesiástica, haciéndola de ahí en adelante extra-litúrgica y popular. La presencia del buey y del burro se debe a una errónea interpretación de Isaías 1,3 y de Habacuc 3,2 (versión "Itala"), aunque aparecen en el magnífico "Pesebre" del siglo IV, descubierto en 1877 en las catacumbas de San Sebastián. El burro en el que Balaam montó, en el misterio de Reims, hizo que la fiesta recibiera el nombre de Festum Asinorum (Ducange, op. cit., s.v. Festum. Los belenes, pesebres o nacimientos navideños consisten en la representación del nacimiento de Jesús, mediante una maqueta de Belén y sus alrededores, en la que las figuras principales son el establo en donde nació Jesús, la Sagrada Familia, los animales y los pastores, también los 3 reyes magos y una estrella con una estela que también suele colocarse en lo alto del árbol de Navidad. En Argentina, México, Colombia, Guatemala, Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Perú, Chile y Bolivia, la figura del Niño no se coloca hasta la llegada de la Navidad, fecha en que se celebra su nacimiento, y luego de ser «arrullado» es colocado entre José y María. Particularmente entrañables son los Belenes vivientes.
4.Tarjetas de felicitación. Las costumbres paganas centradas en las calendas de enero influyeron en las de Navidad. Tiele (Yule and Christmas, Londres, 1899) ha recopilado muchos ejemplos interesantes. La strenæ (eacute; trennes) del 1 de enero romano (condenada duramente por Tertuliano, de Idol., XIV y X, y por San Máximo de Turín, Hom. CIII, de Kal. gentil., en P.L., LVII, 492, etc.) sobrevivió en la costumbre de las cajas, regalos y tarjetas navideñas.. Un antecdente de las actuales son las monedas que se regalaban en la antigua Roma y llevaban el anagrama ANFF "Anno novo faustum felix, tibi sit" (que tengas un feliz año nuevo) Con l imprenta conocemos una tarjeta en 1476, grabados coloreados a mano con la figura del Niño Jesús y adornos florales. En el siglo XIX, felicitaciones comerciales; desde 1843, los chritstmas en color, en ocasiones con reproducciones de cuadros famosos.
5.El intercambio de regalos forma parte también del ritual popular de la navidad. Esta práctica y la de enviar felicitaciones navideñas se han exagerado bastante, pero la idea es buena y casa perfectamente con el espíritu de navidad. La motivación original fue de naturaleza religiosa. Era, y lo sigue siendo en algunos países, costumbre llevar regalos a los niños la fiesta de san Nicolás (6 de diciembre), el santo que proveyó de dotes a las tres hijas de un hombre pobre. En Alemania, en tiempo de la Reforma, se trasladó esta costumbre a navidad. El portador de regalos no se llamaba ya san Nicolás, sino Christkind, el "Cristo Niño". Cada país tiene sus propias costumbres asociadas con la navidad. En Irlanda existía la costumbre de poner una vela encendida en la ventana la noche de navidad, como señal de bienvenida a la sagrada familia, y dejar la puerta de entrada sin cerrar. En España, la cabalgata de los Reyes Magos con las cartas y entrega de regalos.
6.El nochebueno (leño). Las fogatas durante las calendas eran un escándalo en Roma, y San Bonifacio logró que el Papa San Zacarías las aboliera. Pero, probablemente el nochebueno, en sus muchas formas, originalmente se encendió sólo debido al invierno. Sólo a partir de 1577 se convirtió en una ceremonia pública enInglaterra; sin embargo, su popularidad creció inmensamente, sobre todo en la Provenza; en la Toscana, a la Navidad se le llama simplemente ceppo (tajo, leño -Bonaccorsi, op. cit., pág. 145, n. 2). Además, estuvo también relacionada con otras costumbres; en Inglaterra, un inquilino tenía el derecho a alimentarse a expensas de su señor, durante todo el tiempo que durase el fuego de una rueda de madera, que su señor le entregaba; el señor también entregaba a su siervo una carga de madera cuando nacía un niño; Kindsfuss era un regalo que se le daba a los niños cuando les nacía un hermano o hermana, e incluso a los animales de la granja, el día del nacimiento de Cristo, el hermano menor universal (Tiele, op. cit., pág. 95 ss.).
7.El árbol de Navidad. Gervase de Tilbury (siglo XIII), narra que en Inglaterra en la noche de Navidad se exponía el grano para que adquieriera la fertilidad del rocío que cae en respuesta al "Rorate Coeli"; la tradición de que los árboles y las flores florecían durante esta noche, es citada por primera vez por un geógrafo árabe del siglo X, y se extendió por toda Inglaterra. En una épica francesa del siglo XIII, se ven velas en el árbol floreciente. En Inglaterra, el bastón de José de Arimatea era el que florecía en Glastonbury y en otros lugares; cuando el 3 de septiembre se convirtió en 14 de septiembre, en el año 1752, dos mil personas estuvieron observando si el espino Quainton (cratagus præcox) brotaría en el Nuevo Estilo de Navidad; y como no lo hizo, se negaron a celebrar el festival Nuevo Estilo. De esta creencia de la práctica de las calendas de decorar de verde (prohibido por el arzobispo Martín de Braga, c. 575, P. L., LXXIII---el muérdago fue legado por los druidas), surgió la del árbol de Navidad, mencionado por primera vez en el año 1605 en Estrasburgo, e introducido en Francia e Inglaterra, recién en el año 1840, por la princesa Helena de Mecklenburg y el príncipe consorte respectivamente. El árbol de Navidad, un elemento decorativo para el que se suele emplear una conífera (o árboles artificiales) decorada con adornos. Al ser un árbol de hoja perenne simboliza el amor de Dios. Tiene su origen en Alemania donde el evangelizador san Bonifacio instauró la tradición.
8.El visitante misterioso. Sólo con mucha cautela debemos atribuir el misterioso bienhechor de la noche de Navidad---Knecht Ruprecht, Pelzmärtel en un caballo de madera, San Martín en un blanco corcel, San Nicolás y su equivalente "reformado", el Padre de la Navidad--- con la presencia de un santo en los zapatos de Woden, quien, junto con su esposa Berchta, desciende en las noches entre el 25 de diciembre y el de 6 enero, en un caballo blanco, para bendecir la tierra y los hombres. Las fogatas y las ruedas encendidas iluminaban las colinas, se adornaban las casas, se suspendían los juicios y se celebraban fiestas (cf. Bonaccorse, op. cit., pág. 151). Knecht Ruprecht, de todos modos (mencionado por primera vez en unmisterio de 1668 y condenado en 1680 como un demonio) era sólo un siervo del Divino Niño.
9.La cena de Nochebuena (24 de Diciembre-25 de Diciembre) consiste en un banquete que abarca desde la víspera del día de Navidad hasta pasada la medianoche. Se celebra en honor al nacimiento de Cristo que tuvo lugar en la medianoche, al comienzo del día 25 de Diciembre; de manera parecida al banquete judío del Pésaj. Tradicionalmente se come pavo, bacalao, cerdo, cordero y otros platos, dependiendo del lugar en que se celebre o las tradiciones de la familia. Tradicionalmente en las familias cristianas o reuniones de cristianos se suele realizar un rezo a medianoche en honor al nacimiento de Jesús y en señal de agradecimiento a Dios.
10.La corona de Adviento, corona hecha a base de ramas de ciprés o pino atada con un listón rojo en la cual se colocan cuatro velas por lo general de color rojo las cuales marcan los cuatro domingos de adviento anteriores al día de Navidad, las familias se reúnen a su alrededor cada domingo, se enciende una vela y se recitan oraciones y villancicos como preparación al Nacimiento de Jesús. Esta tradición es recurrente en la Iglesia católica ya que la corona debe ser bendecida en la iglesia.
11.Las villas navideñas, representaciones de pueblos en época de nieve.
12.Las Posadas son una serie de fiestas populares, que recuerdan el trayecto de San José y la Virgen María para llegar a Belén. Estas celebraciones tienen lugar del 16 al 24 de diciembre en México y sus países vecinos.
13.La Novena de Aguinaldos, costumbre católica en la que las familias o grupos de personas se reúnen a rezar un novenario, del 16 al 24 de diciembre, consumir platos típicas de Navidad, como buñuelos o la natilla y cantar villancicos, además de divertirse, y hacer juegos motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Fue escrita por Fray Fernando de Jesús Larrea en el siglo XVIII.
14.Las piñatas consisten en una olla de barro adornada con picos y papel picado o figuras de cartón adornadas con papel picado de colores, ambas rellenas de dulces, fruta y en ocasiones juguetes y confetti, que se rompen en cada uno de los días de las Posadas. Según la tradición la piñata debe llevar 7 picos ya que cada uno representa los 7 pecados capitales.
15.Las chocolatadas son celebraciones para niños durante las semanas previas al 24 de diciembre en el Perú. Consiste en espectáculos infantiles, bailes, y entrega de regalos para todos. Se le denomina así pues es infaltable el chocolate caliente y el panetón (pan de dulce con frutas confitadas).
16.Un globo de papel seda es un artefacto volador que en países como Colombia se suelta durante la celebración de la Navidad; en esta temporada los medios de comunicación y las empresas lanzan campañas que buscan eliminar esta práctica por los riesgos que implica soltar un elemento como este con fuego en su interior; sin embargo sigue siendo una tradición muy arraigada a las personas y no es extraño ver globos durante el 24 y 25 de diciembre por los cielos de algunas sus más importantes ciudades.
17.Lotería. Fue introducida en España por Carlos III, en 1763. Fue durante la Guerra de la Independencia cuando surge la verdadera Lotería Nacional de de España, emitida para incrementar los ingtrfesos del erario público sin menoscabo de los contribuyentes. El primer sorteo se celebró el 18 de diciembre de 1812. Desde 1771 los responsables de cantar los números son los alumnos del colegio de San Ildefenso
La primera costumbre que atrae nuestra atención es la de poner un pesebre o nacimiento en las iglesias y en los hogares. Parece que esta atractiva costumbre se debe a san Francisco de Asís, quien tuvo en 1223 la feliz idea de montar un presepio viviente en beneficio del pueblo de Greccio el día de navidad. Esto casaba perfectamente con su propia espiritualidad, tan prendada de la pobreza de Cristo y tan amante de cuanto se relacionara con su humanidad.
18. Bajada de Reyes. Cabalgata. En recuerdo de la adoración de los Magos
19. Pastorada. Representación teatral de la adoración de los pastores
20. Niños adoradores. En Arequipa grupos de niños van cantando por las casas ante los Belenes
21. San Nicolás (Santa Claus). Su nombre significa "protector y defensor de los pueblos" fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado por los fieles en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo éstos favores admirables por parte del santo. Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio. En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira. El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.
8. LA LUZ DE LA FE EN LA HISTORIA.
Me ayudo de "la luz de la fe", la encíclica escrita a cuatro manos por dos pontífices Benedicto XVI y Francisco "La luz de la fe" usan la palabra "historia" con frecuencia: 39 menciones; otros términos semejantes como memoria (25), recuerdo, olvido, temporal, día a día…, llegando a decir que "La fe nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo de la historia (n.8). Romano Guardini escribe que «la Iglesia es la portadora histórica de la visión integral de Cristo sobre el mundo" (n.22).
Comienzo con esta primera ojeada a la encíclica subrayando algunos textos, especialmente aquellos que tienen que ver con la memoria, con la historia…para que no se nos olvide. Nos propone figuras históricas, protagónicas, testigos de fe: Abrahán, Moisés... "como esta memoria no se queda en el pasado, sino que, siendo memoria de una promesa, es capaz de abrir al futuro" (n.9). Tales personajes no son personas aisladas sino representantes de un pueblo, el de Israel: "la luz de la fe está vinculada al relato concreto de la vida, al recuerdo agradecido de los beneficios de Dios y al cumplimiento progresivo de sus promesas" (n.12).
La fe no es algo subjetivo y mental, sino completamente objetivo y real. Requiere de una conversión y pasa por el encuentro personal con Dios: "Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia. La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos" (n.13).
La fe cristiana está centrada en Cristo y en confesar que es el Dios humanado, resucitado. "La historia de Jesús es la manifestación plena de la fiabilidad de Dios. Si Israel recordaba las grandes muestras de amor de Dios, que constituían el centro de su confesión y abrían la mirada de su fe, ahora la vida de Jesús se presenta como la intervención definitiva de Dios, la manifestación suprema de su amor por nosotros. La Palabra que Dios nos dirige en Jesús no es una más entre otras, sino su Palabra eterna" n.15)
La mayor prueba para fiarse de Cristo es su pasión, su vida ofrecida: "Juan introduce aquí su solemne testimonio cuando, junto a la Madre de Jesús, contempla al que habían atravesado (cf. Jn 19,37): « El que lo vio da testimonio, su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis » (Jn 19,35).
Nada hay tan contundente para la fe cristiana que el dar testimonio del Resucitado: "En cuanto resucitado, Cristo es testigo fiable, digno de fe (cf. Ap 1,5; Hb 2,17), apoyo sólido para nuestra fe. « Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido" (n.17)
Crecen cada vez más los relativistas, los indiferentes. "Los cristianos, en cambio, confiesan el amor concreto y eficaz de Dios, que obra verdaderamente en la historia y determina su destino final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Cristo" (n.17)
Pero la fe no es algo meramente intelectual, sino vivencial: «Creemos en » Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a él, uniéndonos" (n.18)
Tampoco es algo individual sino corporativo. "El creyente aprende a verse a sí mismo a partir de la fe que profesa: la figura de Cristo es el espejo en el que descubre su propia imagen realizada. Y como Cristo abraza en sí a todos los creyentes, que forman su cuerpo, el cristiano se comprende a sí mismo dentro de este cuerpo, en relación originaria con Cristo y con los hermanos en la fe" (n.22).
La fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del Amor que atrae hacia Cristo (cf. Ga 5,6), y le hace partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia hasta su cumplimiento. (n.22)
Hay una estrecha relación también entre el ver y el escuchar que se encuentran en la persona de Cristo: "La luz de la fe es la de un Rostro en el que se ve al Padre" (n.30)
Necesidad de retomar la relación correcta entre el fe y la razón, como ya hiciera San Agustín. El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos (n.34).
El mundo contemporáneo silencia, evita las experiencias de Dios, sin embargo, como los Reyes magos "El hombre religioso intenta reconocer los signos de Dios en las experiencias cotidianas de su vida, en el ciclo de las estaciones, en la fecundidad de la tierra y en todo el movimiento del cosmos. Dios es luminoso, y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazón. (n.35)
El pasado de la fe, aquel acto de amor de Jesús, que ha hecho germinar en el mundo una vida nueva, nos llega en la memoria de otros, de testigos, conservado vivo en aquel sujeto único de memoria que es la Iglesia (n.38)
El despertar de la fe pasa por el despertar de un nuevo sentido sacramental de la vida del hombre y de la existencia cristiana, en el que lo visible y material está abierto al misterio de lo eterno (n. 40).
60. Nos dirigimos en oración a María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe.
¡Madre, ayuda nuestra fe! Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino. Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Leamos con paz y sosiego esta encíclica de nuestros dos papas, Benedicto XVI –el pontífice de la fe-, Francisco- el papa de la esperanza, y llenémonos de luz y de certeza para amar de verdad, haciendo de nuestras vidas un magníficat. Si la primera parte nos recuerda que "hemos creído en el amor", la segunda la necesidad de la verdad para comprender, la tercera transmitir fielmente lo que hemos recibido por la Tradición viva de la Iglesia, y cuarta, "Dios prepara una ciudad para ellos", una ciudad en la que impere el bien común, en familia, dando fuerza y confortando en el sufrimiento, confiados mirando a María, bienaventurada, madre de la iglesia, madre de los creyentes.
9. NAVIDAD EN EL PERÚ: La mayor cosa: Francisco López de Gómara escribió en el prólogo de su "Historia general de las Indias": "la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de Indias"[1]. Lo deja claro, "sacando la encarnación".
Antes de la introducción de las fiestas navideñas al Perú, los incas celebraban por estas mismas fechas, coincidiendo con el solsticio de invierno, el Cápac Inti Raymi Killa, "una fiesta religiosa prehispánica en honor al Sol que se llevaba a cabo en el mes de diciembre, donde se realizaban sacrificios de animales, se bebía chicha de jora, se mascaba coca y se bailaba. Corresponde al primer mes del calendario inca. En este día se reunían las cenizas de los sacrificios y las arrojaban a los ríos para que estos las llevasen al mar, a Viracocha, como el retorno de todo a su autor. " En las celebraciones del Cápac Raymi se realizaba el "Warachikuy" una ceremonia de iniciación de los varones jóvenes del Tawantinsuyo y los sacerdotes ofrecían sacrificios de animales. Alonso Ramos Gavilán (1621), hace una referencia sobre el este culto pre colombino el cual se sucedía en la península de Copacabana (lago Titicaca), debemos recordar que toda esa área es considerada sagrada, como lugar de origen de los fundadores del Tawantinsuyo, Manco Cápac y Mama Ocllo.
Guaman Poma de Ayala señala 30 [30] QVINTA EDAD DEL MVNDO, DES[DE] EL NACIMIE[N]TO DE GESVCRISTO/ San Jucepe / niño Jesús / Santa María / Nació en Belén. /
En este tienpo, nació el Saluador Nuestro Señor Jesucristo.
En este tienpo de las Yndias desde el primer Ynga Mango Capac rreynó y comensó gouernar sólo la ciudad del Cuzco. Primero se llamaua la ciudad Aca Mama, cin que pasaua a nengún pueblo. Y murió y dejó a su hijo lexítimo llamado Cinche Roca Ynga. Reynó el Cuzco hasta el Collao y Potocí y conquistó todos los yndios orexones y collas, quispi llacta, cana, canche, condes.
Desde la edad que fue este dicho Ynga Cinche Roca que tenía ochenta años, nació Jesucristo en Belén.
Primer enperador de Roma4, Julio Zézar, Augusto Zézar, Tiberio, Calégula [Calígula], Claudio, Nerón, Galba, Othón [Otón], Uitelio [Vitelio], Uispaciano [Tito Flavio Vespasiano], Tito [Tito Flavio Sabino Vespasiano], Domeciano [Tito Flavio Sabino Domeciano], Nerua [Nerva], Trajano, Hatriano [Adriano], Antonio Pío, Marantonio [Marco Aurelio Antonino], Cómodo, Pértinar [Pértinax], Juliano
Después de referir la descendencia hebrea hasta el momento de su conquista por Ciro y los persas, Guaman Poma continúa su versión de la historia antigua en pp. 31-32 al ofrecer una lista cronológica de los reyes de los persas. Sigue después con la lista de los emperadores romanos y los de Oriente y Occidente después de la división definitiva del imperio. La única lista abreviada es la de los emperadores de Occidente desde Carlomagno hasta Carlos V.
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¡Dulce y alegre Navidad con nuestros santos peruanos!
En estos días entrañables de la Navidad, sentimos las ganas de vivir como Francisco de Asís, como los grandes santos. En los retablos navideños de nuestros museos podemos contemplar la sublime belleza y creatividad derrochadas por los artistas del virreinato.
Hay un lindo villancico de Takillakta -¡Vamos a Belén- que invita a todas las regiones del Perú a postrarse ante el Portal de Belén. Los Niños manuelitos son un tierno referente para estos días, mostrándonos la dulzura e inocencia del Divino Niño junto a la crudeza y violencia de las espinas. Sí, Dios plantó su tienda entre los hombres, pero "no hay sitio para Él".
Quiero rescatar dos anécdotas protagonizadas por dos de nuestros santos. La primera la protagonizó San Francisco Solano en cuyo cuarto centenario estamos y tiene que ver con la contemplación hecha danza y canción. La segunda la vivió santo Toribio y nos ejemplifica la otra dimensión de la Navidad: dar y darse.
Narra Luis Jerónimo Oré –su primer biógrafo-: "Otras muchas veces tuvo grande elevaciones y coloquios con Nuestro Señor Jesucristo y su bendita Madre y para incitar a esto el ánimo y provocar su espíritu a devoción, como David despertaba el suyo, con los instrumentos que tenía para las alabanzas divinas… Así tomaba un violoncillo y con él se iba a cantar delante del Santísimo Sacramento y de la imagen de Nuestra Señora y se quedaba elevado en oración" (f.25v). "Fue varón devotísimo de los misterios de la vida de Nuestro señor Jesucristo y en particular del niño Jesús y así la noche buena de su santísimo Nacimiento la celebraba con cantares de alabanzas y villancicos que para esto tenía escritos de su mano al son de su rabelillo" (f.27v)
Cuenta el Hermano Fray Juan Ctalán que en una Nochebuena vivida en la Recolección de los Descalzos vio al padre Solano tan regoicjado con la consideración del alto mise5rio del Nacimiento de Nuestro señor, que andaba corriendo y bailando solo, como fuera de sí, cantando alabanzas al Señor con una campanilla que tocaba. Y aquella noche cantó solo, en una capilla de la casa y recolección, con tanta melodía y suavidad que parecía un ángel. Todos los religiosos que le oyeron quedaron admirados.
Por su parte, el jesuita P. Francisco de Contreras, que conoció a Santo Toribio Alfonso Mogrovejo desde 1592 y fue ordenado de sacerdote por él, nos rescata de su memoria un gesto entrañable en tiempos de Navidad: "Y asimismo vio este testigo que habiéndole enviado de esta ciudad con grande regalo de dulces por ser tiempo de Navidad su hermana doña Grimanesa, el dicho Sr. Arzobispo lo repartió todo entre pobres yendo él mismo a los ranchos de los indios enfermos a visitarlos y dárselo sin quedarse con cosa y le dijeron a este testigo que aquella noche de la vigilia de Navidad había hecho colación con solo un durazno o manzana sin otra cosa"
León Pinelo recoge otro gesto "navideño": "Habiéndose puesto día de Pascua de Navidad una camisa nueva llegó un sacerdote pobre a pedirle limosna y le dijo que andaba sin camisa y compadecido el santo prelado se entró en su dormitorio y se quitó la que tenía y se la dio; y anduvo con el jubón sobre las carnes, hasta que trayéndole otra, hallaron que faltaba la que se había de volver, y preguntándole por ella, respondió : Ahí la dimos a un pobre de Cristo. Sobre que sufrió muchas razones que le dijo su hermana doña Grimanesa, que aunque era muy virtuosa, procuraba excusarle esas acciones"
MANUELITO: NUESTRO DIOS NIÑITO
Eso significa Enmanuel= "Dios con nosotros". Y Niño Manuelito: "Dios Niño que viene a nacer" en nuestro Belén de Cusco, de Arequipa, de Perú. De España vino el Niño Dios prendido de un angelote, pero en el Cusco, en Perú, pronto se alumbró un Niño Dios propio: unas veces bendiciendo al mundo o cogiendo una brizna de hierba, otras sonriendo o con los párpados vencidos por el sueño; en graciosas posturas, reclinado sobre un brazo, con los brazos abiertos como si fuera a gatear; en ocasiones, sentado o de pie como el Machu Niño, el Niño Dios Viejo o Niño de Reyes. Le cantamos:
Niño Manuelito, ¿qué te puedo dar? Rosas y claveles para deshojar.
Desde lejos vengo, oyendo una voz
en que el ángel dice: Ha nacido Dios.
Entre peña y peña he visto una luz
eran los ojitos del Niño Jesús.
Narra Alfonsina Barrionuevo en Cusco Mágico que el Santo Niño concebido por los imagineros cholos es una imagen de tez mate, con pasta color rosa, ojos color canela hechos de hojuela, destellantes como una gota de luz interior en la boca; dientes de leche recortados con navaja de blanquísimo cañón de las plumas de los cóndores reales; cabellos humanos obtenidos del chukcha rutukuy o primer corte de pelo, que son enrollados en canutos de pajas hervidos en limón y enfriados al sereno; pestañas pintadas delicadamente con plumilla y la almita de oro en laminillas de oro, incrustada entre el maguey del cuerpo... Con el tiempo, esta imagen recorre todos los rincones
de Perú, siendo acunado en los brazos de los niñitos de Chincha, los nietos de las altivas kapullanas del norte, los de Lambayeque, los chimús, los paracas y los waris, que aprendieron a amarle, cantándole tiernamente: Niño Manuelito, ¿qué quieres comer? picarones fritos envueltos con miel.
¡Ojalá que en estos días entrañables ofrezcamos al Divino Niño y a todos los niños del mundo, especialmente, a los que tenemos más cercanos, "picarones", "miel"...nuestro corazón, un corazón sincero, generoso, gigante, donde quepa la justicia y la verdad, la valentía y la solidaridad, la entrega total!
SOMOS LOS NIÑOS CANTORES que vamos a pregonar la Natividad señores del Rey de la humanidad.
Venid amigos en esta noche es Nochebuena, venid al nacimiento de una estrella venid aprisa que ha nacido un chiquitín lo más hermoso que se ha visto por aquí.
VAMOS A BELÉN
a adorar al Niño Dios
a llevarle unos regalos
yo le doy mi corazón (2).
A ver al Niño Jesús
he venido de Ayacucho
cuatro quesos le he traído
porque yo lo quiero mucho
y yo desde Cusco vengo
para ver a mi Niñito
con amor le he traído
un ponchito y un chullito.
Vamos a Belén...
De los pies del Misti vengo
a adorar al Rey Eterno
le he traído unos buñuelos
también rocotos rellenos
caminando muy de prisa
desde Chincha he venido
a Jesús le he traído
tejas, uvas y un buen vino.
Vamos a Belén...
Desde Lima he traído
mazamorra para el Niño
p´a María y p´a José
el turrón y el camotillo
los chalacos tempranillo
salimos en bote al mar
pesca y pesca con la red
p´a ofrecerle al Enmanuel.
Vamos a Belén...
10 CONCLUSIÓN: NAVIDAD: TIEMPO PARA DIOS, PARA TI, PARA LOS DEMÁS, PARA SER FELIZ
Con sentido del humor un autor contemporáneo, el P. Descouvemont, nunca hemos visto que alguien muera de hambre porque no tiene tiempo de comer. Siempre hay tiempo (¡o se busca!) para hacer lo que se considera vital. Antes de decir que nos falta tiempo para rezar, empecemos por preguntarnos por nuestra jerarquía de valores, por lo que es prioritario para nosotros.
Uno de los grandes dramas de nuestra época estriba en que ya no somos capaces de hallar tiempo los unos para los otros, de estar presentes los unos ante los otros.
El tiempo que se dedica a Dios no es un tiempo que se roba a los demás
«Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho ha rían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como ésta. Cierto, entonces harían más y con menos trabajo con una obra que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque, de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño.
Porque Dios os libre que se comience a envanecer la sal (Mt 5, 13; Mc 9, 50; Lc 14, 34-35) que, aunque más parezca que hace algo por de fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las buenas obras no se pueden hacer sino en virtud de Dios.
Vivir el momento presente. En definitiva, vivir el momento presente es vivir el tiempo de Dios
María, nuestro modelo. María es la mujer que vive en el tiempo de Dios. Es nuestro modelo. Fue aprisa a la montaña, con diligencia. Nos enseña a, una vez tomada una decisión, no dilatar su ejecución. Además, María obedece al instante. No se queda en la ensoñación. Vive el momento presente. Madre: enséñanos a hacer de nuestro tiempo una ofrenda agradable a Dios. Más aún: a instalarnos en el tiempo de Dios, a vivir el momento presente.