LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN EL PERÚ 9 DAR POSADA AL PEREGRINO
En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. La Biblia rescata el ejemplo de acoger a ángeles bajo formas humanas: A Abraham y Lot les sucedió esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: "No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Angeles sin saberlo". (Hb. 13, 2). San Benito –fundador de los Benedictinos- inaugural una tradición hospitalaria que se hará proverbial: "Acojan al huésped, al peregrine, como si del mismo Cristo se tratara". En aquel tiempo surgieron además diversas órdenes religiosas con una finalidad hospitalaria, de acoger a peregrinos y, en especial, a enfermos, entre las que existen y cumplen todavía una función algunas, como los Hospitalarios de San Juan de Dios. De su tiempo son célebres las Casas de Misericordia, para bien acoger a los pobres verdaderos, y poner en evidencia los falsos pobres (vagabundos y vagos), sin necesidad de emplear acciones coercitivas; tales Casas debían ofrecer acogida, formación, trabajo y oración. Serían financiadas con la caridad de los poderosos y el propio trabajo de los asilados
En la actualidad CÁRITAS ha creado toda una red de casas de acogida. El Hogar de Cristo de San Alberto Hurtado ideó la bella fórmula de salir con la camioneta a buscar incluso a aquellos que no se atrevían a pedir posada.
Antonello Gerbi ha escrito un bello libro "Caminos del Perú" (Banco de Crédito del Perú, Lima, 1943) en el que define al Perú como un camino: "El Perú es un camino. Otros países pueden resumirse en un símbolo geográfico. Egipto es un valle, el Brasil una selva, la Argentina una pampa, Siberia un estepa, Inglaterra una isla, Panamá un istmo cortado y Suiza un puñado de montañas consteladas de hoteles. El Perú es un camino. Luis Miguel Glave señala en este sentido que "en un territorio tan difícil, agreste e inmenso, los diversos pueblos que han definido la existencia de la nación peruana, lo han hecho caminando"[1] en permanente itinerancia, pero fieles a sí mismo, bebiendo de su propio pozo, abiertos a la globalidad., como Víctor Andrés Belaunde acuñó: en síntesis viviente, en peruanidad.
Los caminos andinos, las apachetas –montículos de pequeñas piedras formados por los peregrinos para expiar sus penas- de cerros y nevados, fueron transitados por hombres y mujeres, "bienes, ideas, miedos y esperanzas". El P. José de Acosta, S.J. refiere que los indios emplean mil manera para cruzar los ríos. Puentes con estructuras de piedra, de madera, puentes colgantes con estructuras de fibras. Oroyas: canasta suspendida de un cable conectado a ambas márgenes de un río[2]. Jhon Hyslop se ha adentrado en los estudios para reconstruir esta trama de unos 23.000 kms sobre uno de los terrenos más abruptos y que sirvió para el transporte, las comunicaciones y la administración del Estado más importante de la historia prehispánica. Los centros organizadores del espacio andino eran símbolos sagrados, centros de atracción y concentración, donde se rendía culto a la divinidad y se aceptaba la autoridad de los que consideraban sus representantes en la tierra. Centros ceremoniales como Toro Muerto, Chavín o Pachacamac, nevados como el Ampato o Sara Sara, recibían devotos peregrinos que acudían a pedir un favor o a agradecer un don.
Del Perú incaico contamos con el valioso testimonio de los Tambos, construidos a lo largo del Qhapaq Ñan, como centros de aprovisionamiento y de albergue para los Chasquis. Junto a ellos, existían los Chaskiwasi, pequeños asilos para el descanso de los viajeros, así como también para sus animales. Los innumerables centros ceremoniales como Caral, Paraíso, Chavín, Pachacámac contaban con vastos espacios de acogida.
Los españoles aportaron su larga tradición peregrina y recrearon su identidad en lugares santos, normalmente frecuentados por la población andina. Los naturales acogieron las formas hispanas y las asumieron recreando sus cultos y costumbres ancestrales en devociones aceptables para el mundo cristiano. Hoy Perú se ve salpicado por cientos de santuarios –del Señor, de María, de santos- que acogen peregrinos
Sorprende, sin embargo, que en el pueblo sencillo, de a pie, anidase una conciencia universal cosmopolita que le llevase a pensar como algo normal el visitar lugares tan distintos y distantes como Copacabana de Bolivia, Guadalupe de México, en las Indias o Compostela y Roma en Europa, sin perder de vista Jerusalén en Asia. Es el caso de Pedro de Aragón que en 1660 "pide licencia para ir en romería. a Nuestra Señora de Copacabana y Santiago de Galicia reinos de España en hábito de peregrino". A través de los testigos que presenta podemos conocer los motivos estrictamente religiosos que le impulsan a peregrinar.
En el Archivo Arzobispal de Lima hay expedientes acerca de peregrinos de residentes en Lima como el griego Jorge Condoleo quien pide licencia en 1611 para ir como peregrino a Jerusalén. De igual modo Francisco Jurado, natural de Badajoz, solicita permiso para peregrinar y el canario Gaspar de Acosta, que, en 1634, solicita peregrinar a Copacabana. De igual modo, nos encontramos con limeños deseosos de peregrinar a Tierra Santa como Onofre, "gran pecador" en 1620, Diego Mateo Jiménez en 1621 y Rodrigo Solano, quien en 1635 "pide licencia para ir a visitar las santas casas de Guadalupe y Copacabana en hábito de romero".
Y si damos un paso más y abrimos el horizonte de la obra de misericordia a la acogida brindada al migrante, Perú siempre ha abierto sus brazos y fronteras a cuantos la han visitado como turistas o la han convertido su patria adoptiva. El Perú cristiano cuenta con toda una historia de acogida en sus santuarios, sus órdenes religiosas, sus centros hospitalarios, sus casas de Retiro. Uno de ellos, La Casa Hogar Santo Toribio de Mogrovejo, alberga desde Agosto del 2009 a enfermos y sus familiares que vienen desde provincia para poder ser atendidos en los hospitales de la capital.
[1]"Caminos de Peregrinos" Revista Perú-El Dorado Lima, Septiembre 1999, pp. 64-72
[2] Historia natural y moral de las Indias [1590]. BAE, 73, Madrid, Atlas, 1954. http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=600