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sábado, 12 de abril de 2025

CERCAS, Javier El loco de Dios en el fin del mundo (RANDOM HOUSE, Madrid, 2025, 485 pp )

CERCAS, Javier El loco de Dios en el fin del mundo (RANDOM HOUSE, Madrid, 2025, 485 pp )

 Un relato fascinante en formato de novela pero real, cual crónica de viaje con aventuras cotidianas y personajes increíbles pero de carne y hueso; desde los periodistas vaticanistas a los responsables de la curia vaticana, los organizadores del proyecto de la oficina de prensa del Papa a los protagonistas –los buenos de la película- como son los misioneros. Todo ello servido en la lengua de Cervantes que nos habla a las claras por qué su autor ha sido incorporado recientemente a la Real Academia de la Lengua.

 Crea un libro original, del que indica "El País" –diario en el que escribe Cercas- es "un reportaje poliédrico y dinámico en el que delinea un retrato agónico del papa Francisco". Para ello, se ha documentado con precisión de historiador, viveza de periodista y hondura de teólogo. Se ve que ha contado con los servicios de prensa del Vaticano. Y, de su parte, siempre nos sorprende con novedades informativas, chispazos de buen humor, agudeza e ironía, profundidad de pensamiento y desenvoltura de estilo.

Todo comenzó en mayo de 2023, cuando Javier Cercas estaba firmando libros en el Salone del Libro de Torino y un representante del Vaticano –Lorenzo Fazzini- le propuso de manera insólita, por vez primera en la historia, precisamente a él, escritor ateo, anticlerical, polemista peligroso, para acompañar al papa Francisco en un viaje a Mongolia y escribir un libro con total libertad sobre esa aventura.

La obra está dedicada a su madre "Blanca Mena Martínez, con toda seguridad" y su hijo Raúl y su esposa Mercè Más.

Arranca de modo fulgurante con una página de nueve líneas y que es toda una declaración de intenciones: «Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Para eso me he embarcado en este avión: para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre su respuesta. He aquí un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo»(p.13)

Se articula en tres apartados, "en busca de Bergoglio" (pp.15-86), Los soldados de Bergoglio (87-386), el secreto de Bergoglio (387-480), Epílogo (481-484), Nota del autor (agradecimientos).

Podría, y así lo ha hecho, reflexionar acerca de la influencia de la Iglesia en la historia y el mundo. ¿Por qué un joven como Cercas, hijo de una familia católica, pierde la  fe por la ingesta lectura de "San Manuel Bueno y Mártir" de Unamuno, en plena adolescencia? ¿Para qué sirve la educación familiar, escolar, parroquial si en el momento decisivo los jóvenes naufragan en las olas del ateísmo y anticlericalismo? ¿Es la Iglesia actual, la de Francisco, la de Cristo, la de los santos? ¿Qué caso se le está haciendo al Papa en su programa de Iglesia en salida? ¿Quién es en realidad Jorge Bergoglio, el hombre, el jesuita, el pastor y hasta el geopolítico? ¿Cómo afronta el papado la imagen maltrecha de la iglesia tras los escándalos de abusos sexuales, de corrupción, la falta de vocación sacerdotal o la pérdida de fieles? Cercas nos presenta auténticos hombres y mujeres de Iglesia, en el Vaticano o en la misión en Mongolia, coherentes, vocacionados y comprometidos en la misión de evangelizar, hacer presente a Cristo vivo en el mundo de hoy.

Valoro el espíritu de libertad y deseo de abrirse a la verdad del autor. De algún modo se deja contagiar con el estilo de escucha sinodal (que Cercas insiste en denominarlo "democrático") como nos muestra en las magistrales entrevistas en las que nos presenta a sus personajes y los deja hablar libremente, desde guardias suizos, personal de cafetería, hasta una larga lista formada por vaticanistas como Eva Fernández, P. Antonio Pelayo, Valentina Alazraki y Domenico Agasso, la periodista Cristina Cabrejas de EFE, María Lozano (periodista de Ayuda a la Iglesia Necesitada), el jesuita Antonio Spadaro, el cardenal José Tolentino, Andrea Tornielli, director editorial de los medios de comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, Matteo Bruni y Lucio Brunelli, los tres de Prensa vaticana, los misioneros como el cardenal Marengo, P. Ernesto, los monjes budistas Altan y Dambajav (abad), P. Peter Sanjajav (sacerdote natural de Mongolia), , la catequista Dagvadorj Ozdaya, el matrimonio católico Battsengel y Ganbaatar Sugarmaa, la misionera keniana Ana, la hermana Francesca, sor Lucilla Munchi, y de regreso del viaje, en el Vaticano, el Cardenal Víctor (Tucho) Fernández, Hélène, responsable de la edición francesa de Radio Vaticana, Sor Nathalie, subsecretaria del Sínodo…

Una grata sorpresa es el presentarnos otro "loco de Dios", Domingo Zárate Vega, "El Cristo de Elqui" cuyas prédicas recreó el poeta chileno Nicanor Parra (70-71), y del que brinda un largo poema libre donde "declara por fin su opinión sobre el Papa Francisco" (403-407).

No oculta las agencias religiosas que no quieren al Papa y señala –aunque en boca de entrevistados- Aciprensa, Infocatólica y, de modo especial, Infovaticana. Y, entre los grupos, me parece demasiado decir –en boca de Eva Fernández- "los que sí sabemos que odian a Francisco son los de VOX, la ultraderecha" (p.287). Habría que matizar las declaraciones del actual "inquisidor" acerca de la inquisición española (p.440)

La razón última por la que el autor acepta subirse al avión con el Papa rumbo a Mongolia es por una razón fundamental, innegociable, personalísima: quiere preguntarle en persona al papa Francisco si su madre y su padre se reencontrarán más allá de la muerte, y trasladarle la respuesta literal de boca del papa a su madre, una católica devota que vive el último tramo de la vida. Así arranca la extraordinaria aventura del autocalificado "loco sin Dios" persiguiendo al "loco de Dios" (Francisco, como otro poverello como fue el santo de Asís) hasta el fin del mundo.

Picado por la curiosidad me fui a la Librería de "El Corte Inglés" de Princesa, en Madrid. Tomé uno de los cientos de ejemplares, de pie, me lancé a por la respuesta comenzando a leer por el final. Al toque la encontré. En la página 476: "Con toda seguridad". Era el "enigma" de la obra, del autor, de su madre, de cuantos propusieron a Cercas la fascinante aventura de acompañar al Papa y escribir un libro, de sus potenciales lectores.

 El autor, con auténtica maestría, deja para el final su relato, compartiendo su entrevista al Papa en entrañable conversación con su madre y teniendo también a su esposa como testigo. El secreto de Francisco es que no tiene secretos y menos en este asunto tan decisivo. "Nosotros resucitaremos para estar con el Señor, pero la resurrección comienza aquí, como discípulos, si estamos con el Señor, si caminamos con el Señor: éste es el camino hacia la resurrección…Con la resurrección de Cristo se plantó la semilla de la resurrección de toda la humanidad. Con el bautizo entramos ya en ese mundo. La prueba de nuestra resurrección es que Cristo resucitó" p. 474. La frase decisiva de Jorge Bergoglio, Su Santidad, es que Javier Cercas le puede decir a su madre que cuando muera va a ver su padre "CON TODA SEGURIDAD" p.476

El "Epílogo" del libro es entrañable. El domingo 1 de diciembre de 2024 murió su madre. Al día siguiente, recibió una llamada del Papa: "Me he enterado de que su madre ha muerto. Ya sabe lo que decía san Agustín: la muerte de la madre es el primer dolor…Bueno –dijo el papa, igual que si lleváramos un buen rato conversando- Le mando un abrazo. Un abrazo-contesté" p.483

Campea por la obra un espíritu solidario y fraterno, casi una familia, en torno a los responsables de la propuesta de escribir el libro y los que van declarando como testigos en las entrevistas del autor. De modo expreso lo manifiesta Cercas:  "me digo que quién sabe, que cosas más raras se han visto y que quizá, si yo hubiera tenido un grupo de amigos como aquél, aún sería católico y creería en la resurrección de la carne y la vida eterna" p. 425

Curioso, la obra de "San Manuel Bueno y Mártir" de Unamuno, al autor le alejó de la fe. A mí –a sus mismos años, unos 15- me desafió el acrecentarla, pues la sentí como una gracia recibida de lo alto que debía potenciar y compartir. 

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