domingo, 14 de abril de 2019

MERCEDARIO JULIÁN UBALDE, COLECTOR DE REDENCIÓN, POR TIERRAS DE MOQUEGUA SIGLO XVIII

El celoso mercedario Fray Julián Ubalde a fines del siglo XVIII, procurador colector jubilado de redención, por tierras de Cuzco, Arequipa, Moquegua

Me ha impactado el entrañable y crudo relato de este fervoroso mercedario redentor de cautivos que nos comparte su empeño misionero en días difíciles para el Perú, con los sucesos de Túpac Amaru II, el tránsito del virreinato a la República, cuando la religiosidad conventual decae, pero el día a día del consagrado religioso se mantiene, especialmente en el cuarto voto de trabajar por redimir cautivos. Lo transcribo como homenaje a los Mercedarios en su VIII Centenario, particularmente a Monseñor Severo Aparicio, quien me lo dio a conocer y que él tomó del Archivo Mercedario de Cusco, "Libro de provincia", 1777-1819, ff.232-233

Representación del P. Fr. Julián Ubalde, procurador colector jubilado de redención al Capítulo Provincial del Cusco de 1795

 

"Que desde el año 1773 me puso la obediencia en esta Villa de Moquegua en el ministerio de la colección de las limosnas de nuestros hermanos los cautivos, sacándome del ministerio de predicador del convento de la ciudad de Arequipa y ejercitándome en este nuestro principal instituto, no solamente en la colección de las dichas limosnas en esta dicha villa 22 años, sino también en la predicación de la redención como lo previene nuestras Constituciones en la Dist. II, capt. 2, no solamente un solo sermón al año, como allí se previene, sino muchos y para este efecto establecí, a impulso de mi devoción, la fiesta de nuestra Madre de las Mercedes en esta Villa, hasta el presente verla dotada; ejercitándome también en el confesonario y demás ministerios, en ayuda de los párrocos para mover con esto la devoción de los fieles para que constituyan con sus limosnas a nuestros los cautivos como se puede ver en las partidas que tengo entregadas a los RR. Padre Provinciales, Visitadores y Comendadores, en medio de estar esta Villa tan atrasada, y corriendo una voz tan pública de que ya no hay redención, que han sido partidas crecidas y habiéndolas sumados por los recibos de dichos RR Padres y depositarios, sí del convento del Cuzco como del de Arequipa, ha ascendido su cantidad a 8.700 y tantos pesos que tengo entregados, sin que yo haya sacado de dicha limosna ni para un par de zapatos, ni menos me lo traían señalado los prelados, ni aún para la mantención natural, exceptuando los gastos precios e indispensables para la recaudación de dichas limosnas, y aun en esto he ahorrado mucho por el favor de los amigos, padeciendo muchas repulsas, desprecios y aun dicterios, a fin de dar el lleno a esta mi obligación; pues muchas veces me he pasado en el valle el rigor del sol bajo de un árbol, sirviendo de pasto a los mosquitos, sin más alimento que un boquete de pan que acostumbro cargar para estas ocasiones, y lo restante del tiempo lo empleo en la enseñanza de la Gramática de algunos niños, porque siquiera me socorran para pasar el día, pues la escasez del lugar no contribuye por el altar para socorrer las indigencias naturales.

Y aun previniendo nuestras Sagradas Constituciones que ejercitemos este ministerio por espacio de doce años, y cumplidos que sean se exponga al Procurador de Redención al grado de Presentad de Púlpito, he continuado con este ministerio, sin más interés que cumplir con el cuarto voto que tengo profesado hasta la muerte, padeciendo, como he padecido hasta hoy, las indigencias naturales, por no tener auxilios temporales, ni de partido la región ni de parte de mis deudos, sino solo de la Divina Providencia que no me falta con lo necesario, atribuyéndolo al cumplimiento de mis obligaciones y de no haber dado, por su infinita piedad, mala nota de mi persona, procurando siempre dar buen lustre al santo hábito; como de todo lo sido son testigos todos los religiosos, así prelados como no prelados que han venido a este villa a recaudar los intereses que en ella tiene ese nuestro convento del Cuzco y si necesario fuere, daré una plena información así de los señores curas como del Cabildo seculares y principales señores de la República."

El Capítulo de 12 de junio de 1795 concluye que "enterado de la justicia de esta parte, le da las debidas gracias y suplica y encarga a su celo, religiosidad y eficacia, que continúe en tan laudable ejercicio con la misma actividad que hasta aquí: teniendo presente su mérito para la primera vacante que ocurra".

 

(Ilustración Celda del Padre Salamanca en Cusco y Mercedarios en Cusco 2019)

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