CRISTO VIVE EN PUEBLO LIBRE, FELIZ PASCUA, ALELUYA
Desde que llegué a mi querido distrito de Pueblo Libre, en 1999, y ante mi inminente partida, después de 25 años de vida, me brota la gratitud por sentirlo tan acogedor, tan hogareño, tan familiar.
Anoche, en la Vigilia Pascual, en el patio del Colegio "San Martín de Porres" de los Padres Agustinos Recoletos me conmoví nuevamente al experimentar la honda espiritualidad católica que viven y comparten los religiosos y los grupos y las comunidades que animan. Con un lleno hasta la bandera y cuidada liturgia presidida por Monseñor Emiliano Cisneros y concelebrada por los queridos sacerdotes agustinos recoletos participamos de lleno en la madre de todas las celebraciones cual es la Vigilia Pascual. Luces, velas, sonidos, campanas; lectores preparados, acólitos como auténticos ministros, coro armonioso y solemne, fieles participativos y gozosos.
De veras que se vivió a tope lo que es la liturgia, memorial y anticipo de Cielo. El nutrido grupo de catecúmenos que se bautizaron y confirmaron multiplicaron la alegría de la familia que crece, incorporando nuevos hijos a la Iglesia.
Nadie tenía prisa, ¡qué bien se está aquí! Las mismas frases de san Agustín como guiños no nos distraían sino que más bien nos metían en la ceremonia: "la medida del amor es amar sin medida". Sí, hallamos el Cielo en la Tierra, y somos cirios encendidos, otros cristos que dan luz y calor al mundo. Somos resucitados, aquí y ahora, y nos vamos en paz, aleluya, aleluya.
Y de yapa, especialmente para los jóvenes, prolongar la vigilia en oración, en amistad con el Resucitado y los hermanos, hasta la misa de aurora, a las 4 de la mañana, que continúa como historia interminable de amor en el bello encuentro procesional de Cristo y su Madre, gracias a los hermosos pasos procesionales del Señor y su Bendita Madre. Gracias a la Municipalidad de Pueblo Libre, tan colaborativa para discurrir con orden y paz la procesión.
¡Qué despertar tan celestial, con la música de la banda de la marcha procesional, los gestos fervorosos de los cofrades cargadores, las oraciones, los cánticos de los fieles que acompañan una y otra procesión hasta llegar al Encuentro del Hijo-Dios y la Madre, auténtica antesala del Cielo al que un día llegaremos! Y, como escribió San Agustín, "para siempre, por fin, amar sin fin". ¡Feliz Pascua! Bendiciones.
José Antonio Benito