Les presento un aspecto fundamental en la vida de Santo Toribio, el de empedernido caminante, o, mejor, el de incansable misionero itinerante. Aquí, reivindico su rol de peregrino ilustre a Compostela. Es una pena que no se le mencione en ningún libro compostelano ni en los múltiples rótulos a lo largo del camino. Lo ilustro con alguna foto perdida de mi peregrinación en el 2004, acompañado por mi hermano Juan Luis, y sin atuendo jacobeo como el que lleva mi amigo el de la foto junto a la Torre del Gallo en Salamanca. He querido publicarlo en COMPOSTELA para que quede bien claro. Todo el artículo está en“Santo Toribio, siempre en camino” Compostellanum, Santiago de Compostela, Vol. LIII, Nn.3-4, julio-diciembre, pp.431-450.
Mogrovejo será un caminante empedernido, tanto que llegará a decir de él su primer biógrafo Antonio León Pinelo:
"Fue su vida una rueda, un movimiento perpetuo, que nunca paraba. Y si la del hombre, es milicia en la tierra, bien mereció el título de soldado de Cristo Señor Nuestro, pues nunca faltó a lo militante de su Iglesia, para conseguir el premio en la triunfante, que piadosamente entendemos que goza"
Nuestro universitario Mogrovejo, aprovecha la apacible estación otoñal, durante los meses de septiembre y octubre de 1568, para peregrinar a Santiago de Compostela. Con la calabaza y bordón, las conchas o veneras cosidas a la esclavina y el zurrón de caminante, así como algún hato con apuntes y títulos de Derecho, caminará en compañía de su íntimo amigo Francisco de Contreras, conocido de Salamanca, y posteriormente su opositor en la beca al Colegio Mayor.
Sancho de Ávila, natural de Granada, vecino de Lima, en el proceso de beatificación el prelado, afirmará el ocho de julio de.1631 que conoció a Toribio Alfonso Mogrovejo desde hace 52 años en que llegó a Granada, "...al cual recibió por paje y le dio escuela y estudio y anduvo con él por todo el Reino de España cuando salió a despedirse de SM y de sus consejos, cuando le presentaron por Arzobispo de esta ciudad y en la Villa de Madrid, y de allí a Mayorga a despedirse de su madre, tíos y parientes, caminando siempre con él y en su servicio este testigo...sin faltarle un punto". Acerca de su peregrinación a Santiago nos cuenta que
“siendo Colegial del dicho Colegio del Salvador fue en romería descalzo y con su esclavina a Santiago de Galicia en cumplimiento de una promesa con otro colega suyo y llegando a un pueblo en Santiago de Galicia, entrando a hacer oración en una iglesia que estaba una negra a la puerta y viendo a los dichos peregrinos descalzos y con mucha pobreza, sacó un cuarto y se lo dio de limosna al dicho Sr. Arzobispo D. Toribio, el cual se lo volvió, diciendo:
Dios os lo pague, Señora, que aquí tenemos para pasar nuestra romería. Y viendo la negra y entendiendo que por ser poco se lo habían vuelto les dijo:
Hermano romero, perdóname que no tenía más que este cuarto y así no os di más. El Conde, mi Señor, está ahí dentro oyendo misa y quien os dará, pedidle que os dará un real y medio.
Y viendo el dicho señor D. Toribio el buen celo y ánimo de la negra, dijo a este testigo muchas y diversas veces que desde que dijo la primera misa, así rezada como de Pontifical, le venía a la memoria la negra y la encomendaba en sus sacrificios.
Su primer biógrafo Antonio León Pinelo nos da detalles acerca de la motivación de la peregrinación: “Su devoción, piedad y afecto a las obras de mortificación, era de modo, que un año, estando en el colegio, que sería después de acabada la frecuencia del curso y asistencia en las escuelas, y en sus actos, como otros se van, o a sus tierras o a sus pretensiones, se determinó a ir en romería a visitar el santo cuerpo del Apóstol y Patrón Santiago, que se venera en Galicia a que da nombre. Y como esto no era curiosidad, sino virtud, no por divertirse, sino por aprovecharse; hizo este viaje descalzo, y con esclavina, como pobre peregrino...y desde Salamanca hasta Santiago de Galicia que hay más de cincuenta leguas, caminaron a pie y nuestro don Toribio descalzo”.
Mogrovejo lleva sus sueños juveniles ante el Apóstol. Sabe por las leyes de Las Partidas que “romeros et pelegrinos se facen los homes para servir a Dios et honrar a los santos”. Fue, sin duda, una experiencia inolvidable para sentir la universalidad de la Iglesia Católica. El Codex Calixtinus -escrito a comienzos del siglo XII- nos refiere cómo “allí van innumerables gentes de todas las naciones…No hay lengua ni dialecto cuyas voces no resuenen allí..Las puertas de la basílica nunca se cierran, ni de día ni de noche…Todo el mundo va allí aclamando E-ultr-eia (¡adelante, ea!), E-sus-eia (¡arriba, ea!)”. El biógrafo de Santo Toribio insiste en el sentido penitencial (va descalzo) y devocional (huyendo de la curiosidad del turista) que le mueve al peregrino; “un recorrido de fe, de penitencia y de oración a la tumba” del Apóstol Santiago. Lo tomó como “una invitación a ir más allá, a subir más alto, a adentarse en lo infinito”, como un itinerario gozoso que le despertaba su conciencia de caminar hacia la meta de la vida eterna. Como recuerdan los obispos españoles del Camino de Santiago, su camino es el de “un hombre ligero de equipaje, que avanza sin detenerse, que soporta el hambre, la sed, la fatiga, los peligros…, que hace penitencia porque la meta le atrae poderosamente”. De hecho, tanto Toribio como su acompañante llevaban un aspecto tan pordiosero que motivó la espontánea ayuda de la mujer negra, criada de un Conde. La vivencia de los peregrinos se torna “gigantesca parábola de Dios como meta, de Jesucristo como acceso, de la Iglesia como caravana y posada, de la mesa del señor como pan del cielo. Por último, cabe destacar el atractivo y la irradiación espiritual de Santiago con el elenco de numerosos santos peregrinos.
En el Sumario y memorial ajustado de las probanzas se incluye un artículo – el 6- sobre este gran acontecimiento en su vida: Si saben que en el tiempo de sus estudios en Salamanca desde aquella ciudad, movido de singular devoción, fue peregrino a fie y descalzo a Santiago de Galicia, venerando con sumo afecto la santidad de aquel templo y el cuerpo del Sagrado Apóstol.
GRADUADO COMO LICENCIADO EN CÁNONES
El Dr. C. Pérez Bustamante recrea la peregrinación, rescatándonos especialmente su graduación académica en Compostela. Esta emprendedora Universidad fue fundada en 1550 en la nueva sede del Colegio Fonseca. Con la visita real del Dr. Cuesta, el centro obtiene las Constituciones, amplía sus Facultades (Teología, Artes, Cánones, Leyes, Mediciana) y establece un sistema de gobierno asentado en el Claustro y los Colegios.
Pero, pragmático como era, aprovecha para titularse en Derecho Canónico. En su universidad se encuentra el Dr. Juan Yáñez y, amigo íntimo y discípulo de su tío, para obtener la licenciatura en cánones. Tras unos días de sosiego, presentó su título de bachiller y fue admitido por el Claustro compostelano para obtener la licenciatura. El 18 de septiembre de 1568, en el Colegio Mayor de Santiago Alfeo de la Universidad de Compostela, a las nueve de la mañana, expone su primer ejercicio durante una hora; fue apadrinado por el Dr. Juan Yáñez es argüido por los doctores Hernando de Andrade y Leonardo Gil. El 4 de octubre, a las 8 de la mañana, en la Catedral, ante el Rector y el catedrático Yáñez, tras la misa del Espíritu Santo, se verificó la toma de puntos. El graduando debería elegir sendos temas de los libros de Graciano y de las Decretales, que debía exponer a las 30 horas, en la Capilla de los Reyes de la Catedral. El decreto se abrió por tres partes y eligió como tema “sentencia pastoris iuxta vel iniusta timenda est” y lo mismo se hizo con las decretales de las que optó por el capítulo primero de “fidei instrumentorum”. Fue examinado por los doctores de la Facultad de Cánones Francisco de Avellaneda, Fraga, Juan Yáñez, y dos licenciados, Cisneros y Bahamonde, que dieron su aprobación unánime en la ceremonia de colación, del 6 de octubre en la capilla de don Lope, de la Catedral, a las 10 de la mañana. Estuvieron presentes los profesores citados a los que se unieron los señores Ruiz Durana, los canónigos de la Catedral, Cristóbal de Soto, Estanquero, Farina y Gómez Noguerol, el Rector del Colegio Mayor Pedro Arce, el bedel Pedro de Castro y numeroso público. Con motivo de la canonización en 1726, la Universidad le dedicó, en la galería de retratos de académicos ilustres, un vítor para honrar su memoria y que se colocó en la Universidad de Santiago encima de la puerta de comunicación con la iglesia de la Compañía, ubicada en el lado sur del claustro bajo; este lienzo alegórico contenía la siguiente leyenda (traducida del latín): Toribio Alfonso Mogrovejo, viniendo como peregrino a Compostela, fue investido del grado de licenciado en Derecho Canónico en esta Universidad literaria, el 6 de octubre del año del Señor 1568. Por su sabiduría y piedad fue elevado a la Sede Arzobispal de Lima. Por bula del Papa Benedicto XIII, de 15 de diciembre de 1726, fue puesto en el número de los santos. ¡Oh feliz Universidad que diste hombre tan ilustre para honor de España!