miércoles, 13 de octubre de 2010

Entrevista con dos de los misioneros de Córdoba, enviados a Moyobamba, Perú

Entrevista con dos de los misioneros de Córdoba, enviados a Moyobamba, Perú

OMPRESS-CÓRDOBA (13-10-10) Los tres sacerdotes de la diócesis de Córdoba enviados a la Prelatura de Moyobamba, Perú, Juan Ropero, Francisco Granados y David Rodríguez, salieron ayer día del Pilar, desde Córdoba hacia Madrid, acompañados de su obispo, y parten hoy hacia Lima, camino de su nueva Misión en Moyobamba. En esta entrevista, con dos de ellos, los misioneros Francisco Granados y Juan Ropero, expresan cómo están viviendo esta marcha a la misión.

-¿Cuánto tiempo va a durar vuestra estancia en Perú?

R. Francisco Ropero: Lo que Dios quiera. No lo tenemos previsto. Lo único que sabemos es que Dios nos quiere ahora allí.

-¿En qué provincia de Moyabamba vais a llevar a cabo vuestra misión?

R. Francisco Granados: En el mes de julio, tuvimos la suerte de tener un encuentro con Mons. Rafael Escudero, obispo de Moyobamba, y nos dijo que quería que nos hiciéramos cargo de Picota, una provincia que tiene los ocho núcleos de población más grandes y donde hay en torno a unas ochenta comunidades rurales dispersas por la selva del territorio peruano.

-Como decía el Obispo Don Demetrio Fernández en su carta pastoral de inicio de curso, el objetivo es “tender un puente misionero con la prelatura de Moyabamba”, pero ¿cuáles son las funciones que vais a realizar allí?

R. Juan Ropero: La primera función y la principal es la evangelización. Aquella gente tiene mucha hambre de Dios. Personalmente, una de las cosas que más me impactó el año pasado cuando estuve en la provincia de Picota, viviendo una experiencia misionera con otros seminaristas y tres sacerdotes, fue que yo en mi interior había decidido ofrecerme al Obispo para esta misión. Y, al terminar una eucaristía en un poblado, se me acercó una señora con lágrimas en los ojos y me dijo: “Padre, ¿por qué no se viene aquí para que podamos tener una vez misa al año?”. La gente allí te reclamaba para tener una vez misa al año, por eso la primera función que llevamos es la de evangelizar a aquellos pueblos tan necesitados de Dios. En la provincia a la que vamos no hay sacerdotes y tan sólo cuenta con tres religiosas que tienen un dispensario de medicamentos, y ellas son las que mantienen la fe en toda la provincia. Tenemos un reto evangelizador inmenso.

-¿Cómo surgió en vosotros esta inquietud por salir a la misión?

R. Francisco Granados: Cada uno ha ido llevando un camino en la historia de su vocación. Yo, me he sentido llamado a ser sacerdote desde que era un niño prácticamente, y esa admiración por aquellos sacerdotes y misioneros que daban la vida por el Señor y por los hermanos en tierras lejanas siempre me ha tocado el corazón. Llevo de sacerdote diez años junto con Juan, y esa inquietud siempre ha estado ahí. El Señor ha ido llevando mi vida, hasta ahora por distintos caminos, primero estudiando, después en el seminario de formador, y ahora a los diez años de sacerdote, después de hacer una experiencia en Moyobamba en el año 2007, he caído en la cuenta de que el Señor hoy me llama a desempeñar mi sacerdocio en Moyobamba.

-Además de celebrar la Eucaristía, la misma convivencia diaria es la mejor forma de transmitirles el amor de Dios, ¿no es así?

R. Francisco Granados: Yo creo que la mejor manera de llegar a la gente es hacerte pobre con los pobres. Nosotros evidentemente, no vamos de salvadores ni de supermanes, vamos a compartir nuestra fe con ellos, a ponernos a la altura de ellos, a semejanza de Jesucristo que siendo de condición divina se hizo humilde y esclavo de todos. Esa es la tarea de un cura, hacerse servidor de todos y especialmente, de los que más lo necesitan. Esa es la clave de la evangelización que se sientan queridos por ti, que te cuenten sus problemas y encuentren a un sacerdote que les escucha, que les anima, que no se cree superior a ellos. Tampoco tenemos quizás la solución a todo, pero sencillamente, el estar con ellos, compartir sus gozos, sus tristezas, sus dificultades o sus alegrías es lo mejor que les podemos ofrecer.

-¿Cómo ha cambiado esta experiencia misionera vuestra forma de ver la vida?

R. Juan Ropero: Cuando llegas allí vives la fe de otra manera, ves que la gente puede ser feliz sin tanta “cáscara” como nos ponemos nosotros, y te ayuda muchísimo a relativizar las cosas que no son necesarias en este mundo, aquella vida ¡te pone las pilas! También es verdad, que la situación con la que nos vamos a encontrar allí es de mucha necesidad, tanto por la escasez de la sanidad, como por la malnutrición, la pobreza extrema, pero la gente vive el sufrimiento de una manera distinta.

-¿Podríais animar a otros jóvenes, seminaristas u otros sacerdotes que quisieran vivir una experiencia de misión allí en Perú o en cualquier otra parte del mundo?

R. Francisco Granados: ¡Claro que sí! Yo creo que los seminaristas y sacerdotes deben estar animados porque nuestra vocación es una vocación misionera. El propio Obispo nos decía una cosa muy bonita y es que íbamos a Moyobamba para ser su presencia, la del Obispo y la de la diócesis en tierras de misión, porque todo Obispo y todo sacerdote, tiene también una dimensión misionera. Así, en nombre de la Diócesis de Córdoba vamos a ir nosotros y el día de mañana irán otros, Dios quiera que sean muchos.

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