Ante la fiesta de Santo Toribio en el Perú, el I.E.T. INSTITUTO DE ESTUDIOS TORIBIANOS relanza su actividad a los dos años de su creación
Ayer jueves 26 de abril, víspera de la fiesta de Santo Toribio en el Perú, se ha organizado la Conferencia LA OBRA TEOLÓGICA “De Cristo Revelato” DEL P. JOSÉ DE ACOSTA, “ASESOR” DE SANTO TORIBIO a cargo del. Dr. P.. Julio Murillo López, Doctor en Teología y Rector del Seminario “Corazón de Cristo” El Callao, junto con la muestra iconográfica “Identidad y multiculturalidad en la evangelización de América. La misión de Santo Toribio” elaborada por el movimiento Comunión y Liberación y la UCSS (Universidad Católica Sedes Sapientiae); todo fue a las 11.15 a.m.en el Aula Magna de la Facultad y contará con la presencia del profesorado y alumnado de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, así como público de fuera. Se hicieron presentes los canales católicos de TV, Jn 19 y PAX.
La iniciativa del IET nació de S.E. Cardenal Juan Luis CIPRIANI, sucesor de Santo Toribio en el arzobispado de Lima, en el marco de la clausura del Congreso con motivo del IV Centenario de la muerte del Santo, 27 de abril del 2006, donde anunció su “decisión el crear la Cátedra de Santo Toribio con sede en la FTPCL, con vocación de proyectarse e integrar en su labor a diferentes universidades de América Latina y de España, asumiendo la condición de cátedra interuniversitaria. Esta decidida voluntad la emprendemos queriendo hacer esa agenda de futuro a la que nos invita el Papa Benedicto XVI: la santidad, procurar la identidad católica de nuestro pueblo con preparación cultural seria, con profundidad e investigación en la cátedra universitaria y desde allí con una proyección pastoral que realmente pueda suscitar, como en aquellos tiempos, aires renovadores de santidad” (p.224 Actas del Congreso Académico Internacional; Arzobispado de Lima, PUCP,Lima 2007)
La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, por decisión unánime de su Consejo, en abril del 2010, decidió la creación del Instituto de Estudios Toribianos y nombrar director al Dr. José Antonio Benito Rodríguez, profesor de la institución.
Su objetivo fundamental es incentivar la investigación en torno al que es considerado “santo padre de la Iglesia de América”, patrono del episcopado latinoamericano, forjador de la identidad continental americana.
Los medios serán la organización de congresos, seminarios, cursos, conferencias, en torno a la vida, obra y misión del santo prelado, su contexto, así como su influjo en la nueva evangelización.
Base del trabajo está siendo la creación de un centro documental que recoja el mayor número posible de fuentes de archivo y la bibliografía más competente. De igual manera, se apoya la edición y difusión de material que faciliten el estudio y promuevan la devoción.
BLOG: http://ietoribianos.blogspot.com/
LES COMPARTO PRECIOSOS TEXTOS DEL P. ACOSTA –secretario del Santo Arzobispo- EN ESTE DÍA DE SANTO TORIBIO
ACOSTA, José de: De Procuranda Indorum Salute (Pacificación y Colonización). CSIC Madrid 1984.
43 Y a qué referir los sudores que nuestros padres de la Compañía derramaron felicísimamente por Jesucristo en la India oriental, los cuales, difundiendo el buen olor de Cristo hasta los confines de la tierra, alegran con la sola narración de sus hazañas los pechos amantes de Dios, y les inflaman en un ardiente deseo de imitarlos. Cuyo capitán y guía, el santo maestro Javier, por la claridad de los milagros, y por la grandeza de los hechos y la tolerancia de los trabajos parece haber renovado el esplendor de los tiempos apostólicos652. Y ¿qué diré de sus seguidores, el maestro Gaspar [Barceo] en la India citerior, Cosme de Torres en el Japón, Manuel de Nóbrega en el Brasil, vecino a nosotros, y los demás padres, fervientes de espíritu653y preparados a poner sus almas por sus hermanos654 y empeñarse ellos mismos y consumirse por el evangelio655, como lo hicieron no pocos? Ciertamente, si a las naciones de Indias les tocasen en suerte por gracia de Dios ministros como éstos, serían muy alegres y copiosos los frutos.
81 Además, no es de poca utilidad si se aprende él unos pocos sermones y alguna explicación del catecismo, y los repite de cuando en cuando a los indios. Y no tema cansarlos con la repetición, pues no necesitan estos pobres de grandes y exquisitas razones, antes les vienen mejor unas pocas cosas fáciles y acomodadas a ellos, y, eso sí, muy repetidas. Que ya el gloriosísimo predicador de Dios, Francisco, se dice que de ese modo enseñó con su predicación a algunos de sus frailes más simples; y nuestro maestro Francisco [Javier], entre los malabares aprovechó con esa industria en la conversión de las gentiles.
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. Lo que necesita el misionero: "que el ministro del Evangelio tenga a Dios propicio mediante la oración; que mueva a los hombres con su ejemplo; que arraiga con la beneficencia; que instruya con el catecismo, que santifique con los sacramentos... Por consiguiente, no dudo que la oración es la fuente de todo cuidado pastoral y de todo apostolado, con tal de que sea ferviente y asidua...La ayuda de la oración es sin duda tan excepcional que quien emplee todos los demás medios omitiendo ésta, nada conseguiría, aunque venga con espada y escudo, si no pone su confianza en el Señor...No creo yo que el padre Francisco Javier ganase tantos miles de hombres para Cristo por su facundia, pues de él dicen nuestras historias que ni siquiera en su idioma nativo era excesivamente elocuente, cuánto menos en lengua extraña, en la que más bien mascullaba que profería las palabras bárbaras, sino por sus ferventísimas oraciones, sus ardientes lágrimas, sus gemidos y suspiros salidos de lo íntimo del corazón, en los que pasaba las noches enteras de claro en claro, y con que mucho más fuerte y asiduamente toca ha el corazón de Dios que no los de los hombres con su fuerza en el decir. Y dentro de este mismo reino hemos conocido quien con lenguaje simple y sin aliño, pero ardiendo en el espíritu de Dios, hizo más en la conversión de los indios que muchos insignes oradores.
207 Y ¿qué pensaremos de tantos millares de hombres que ni han oído el evangelio ni han podido oírlo? ¿Juzgaremos, acaso, que ninguno de ellos puede ser salvo? De ninguna manera. Pero es que sin un milagro no pueden ser enseñados en la fe. Primeramente no se ha de llamar milagro la providencia especial de Dios que destina un ángel o un hombre para que instruya en el evangelio a aquel que ha hecho lo que está de su parte. Porque cuán raro pueda ser que en el estado de naturaleza entenebrecida y gravísimamente postrada, alguno tenga fuerzas para levantarse a tan ilustres conatos, y esos no los pueda lograr sin la gracia preveniente, tanto menos habría que considerarlo destituído de esa providencia singular de Dios, como lo confirma la misma razón, porque no en vano pudo llegar a tan singular deseo y práctica del bien. Y si persisten en llamarlo milagro, llámenlo en buena hora, que no he de disputar de nombres. Ellos a la verdad, como si estas obras fuesen pesadas a Dios o difíciles y desusadas, creen deberlas restringir y coartar en estrechos límites. Mas ¿no leen que al mismo Cornelio fueron enviados un ángel y Pedro?906. ¿No le fué enviado Felipe al eunuco de la reina Candaces?907. ¿No lo fué Pablo a los macedonios y a Lidia?908. Y si queremos hechos más recientes, nos sale al paso aquel Paulo japón, que buscando por tanto tiempo remedio a sus pecados y yendo con tan larga navegación detrás de Francisco Javier, y habiéndose partido no encontrándole en Malaca, una tempestad le hizo volver estando ya a vista de la China, hasta que le halló a su vuelta, y habiendo oído el evangelio de Cristo, no solamente él halló por la fe su salvación, sino que fué con su consejo y guía ocasión de que Francisco anunciase a Cristo a los de su nación y tan principal.
311Siendo todavía muy pocos en número y apenas confirmada por la Sede apostólica su profesión de vida, mandaron dos de ellos a la India oriental; uno de los cuales, Francisco Javier, hizo cosas tan grandes, ayudándole espléndidamente la gracia de Dios, y dejó tal ejemplo a los suyos, abriendo un camino llanísimo a la palabra de Dios por entre las montañas de asperísimas dificultades que ofrecían los bárbaros, como otros lo podrán mejor decir, y callando nosotros, los hechos mismos por la bondad de Dios dan voces. Siguiéndole a él los demás compañeros, cuántos experimentaron en sí el amor de Jesucristo, y cuánta fuerza hubieron de poner para merecer la salvación de los hombres, muy duro e ingrato sería quien entre nosotros no lo reconozca, y no dé a Dios gracias infinitas por tan grande beneficio. Y yo no dudo que nuestro Señor Jesucristo abraza con más dulce y familiar amor a los que por entero se consagran a sí mismos y sus gustos a esta obra, la cual le es tanto más gustosa y agradable cuanto en sí es más ingrata y a los ojos de los hombres más desagradable. Hablo de los verdaderos operarios, no de los mercenarios y que buscan sus cosas, de que todo está lleno.
163 Por lo que hace a la lengua, la dificultad está en gran parte aligerada en todo este espacioso reino del Perú, por ser la lengua general del Inga, que llaman quichua, de uso universal en todas partes, y no ser ella tan difícil de aprender, principalmente estando ya reducida a arte por diligencia y estudio de un varón a quien debe mucho la nación de los indios. Y aunque en las provincias altas del Perú está en uso otra lengua llamada aymará, tampoco es muy difícil ni difiere mucho de la general del Inga. En Méjico dicen que existe también una lengua, general con que es más fácil la comunicación entre sí de tantos pueblos y naciones. Y si el rey Católico hiciese por Cristo lo que el bárbaro Gauinacapa hizo por su imperio, que todos tuviesen una misma lengua o al menos todos la entendiesen, sin duda haría un gran servicio a la predicación del evangelio. Pero si esto no se puede hacer, no resta sino que un amor ardiente a Cristo supla con industria y trabajo lo que falta a la naturaleza. De lo cual nos dió gran ejemplo el padre Francisco [Javier],porque puso tanto empeño en aprender la lengua malabar y la japonesa y otras muy diferentes entre sí, que no hubiese hecho más en la glorificación del nombre de Cristo en tan gran parte del mundo si hubiese tenido el don de lenguas. Ciertamente la caridad de Cristo lo puede todo183, y cuando faltan las lenguas, queda la caridad para todos.
305 Hay en este modo evangélico (no se puede usar palabra más alta) de predicar mucho consuelo para los ministros de Dios, que hacen una vida celestial completamente apartada de toda especie de codicia o de violencia y, por consiguiente, gustosa y libre. Porque el mismo Señor dijo: «No te abandonaré ni te desampararé»332, y en otra parte: «Cuando os envié sin alforjas ni provisiones, ¿Por ventura os faltó algo»333.Testigo sobrado es de ello nuestro padre maestro Francisco [Javier], quien dice, hablando como de otra persona, que eran tan grandes los torrentes de gozo y consolación divina que inundaban su alma durante aquella su peregrinación verdaderamente dichosa, que se veía forzado a rogar a Dios que o fortaleciese su flaqueza, o le mandase pasar de esta vida, porque no podía sufrir la fuerza de la celestial dulzura. Tal vez los hombres se resistan a creerlo, pero los experimentados saben lo que reciben, y ningún otro lo sabe, sino el que lo experimenta.
327 A mí no me cabe duda que si volviese la fe añeja de los antiguos, su piedad y fervor de espíritu, tornarían también los milagros. Recordemos a un hombre de nuestro siglo, el bienaventurado maestro Francisco [Javier], varón de vida apostólica, de quien se refieren tantas y tan grandes maravillas, bien atestiguadas por muchos y convenientes testigos, hasta el punto que después de los apóstoles apenas se refieren mayores de otro. ¿Cuántos prodigios no obró también el maestro Gaspar [Barceo] y varios de sus compañeros en la India oriental, conforme a la medida en que fueron necesarios para la conversión de los nuevos pueblos? Los cuales se han visto de igual manera en miembros de otras sagradas religiones; y en nuestras Indias occidentales no son tampoco por completo desconocidos. A los verdaderos humildes da Dios su gracia.
369 La tercera parte del ministerio evangélico la reclama para sí la palabra de Dios, en la cual es preciso trabajar con gran esfuerzo e incansablemente. En primer lugar, en adquirir algún uso del lenguaje, por sí mismo o al menos por un intérprete fiel, si se pudiere haber. No enseñe muchas cosas o difíciles, sino pocas y esas repitiéndolas muchas veces, y así les mostrará los elementos de la palabra de Dios como a niños, e imitando la industria del maestro Francisco [Javier], les repetirá en lengua vulgar y familiar a ellos los principales misterios de la fe y los mandamientos de la ley cristiana; deshará claramente sus fábulas y bagatelas; usará de ejemplos y comparaciones acomodados a ellos en cuanto sea posible, les hará preguntas de modo agradable. Si ve en alguno algo de ingenio y juicio entable disputas no filosóficas, sino populares. Use de señales exteriores, y haga mucho caso de las ceremonias y de todo el culto de la Iglesia, porque así instruirá mejor a hombres de tan baja inteligencia. Unas veces en públicos sermones a sus tiempos otras en conversaciones particulares. Halagar con palabras, invitar con premios, atemorizar con amenazas, persuadir con ejemplos; pero todo con la virtud de Cristo, no con sabiduría de hombres. Dios, padre de misericordias, estará con su siervo en todas las cosas, a fin de que la palabra del evangelio sea recibida, no como palabra de hombres, sino como lo es en verdad, palabra de Dios414. Mas porque trataremos de esta materia más extensamente al exponer el orden y modo del catecismo, baste haber dado ahora una idea ligera del oficio del predicador evangélico.
377 Y cuide de embuir suavemente las almas tiernas de los niños, que todavía no están manchadas con la superstición de sus padres, en la disciplina y costumbres cristianas, y como sabiamente lo hacía el maestro Francisco [Javier], enséñeseles a hacer mofa y burla de las bagatelas y niñerías de sus padres. Atraiga y excite a los niños, con premios y alabanzas, y a los mayores avergüéncelos y atemorícelos con el ejemplo de los niños.
541 Vemos que se ha conseguido ya no poco donde ha habido algún cuidado del que marcha, y si durare y fuere vigilante, no hay duda que llegará a mudar la condición de estos hombres. El maestro Francisco Javier él solo, sin tener ningún poder civil, transformó la isla del Moro de una ferocísima crueldad a una mansedumbre maravillosa, y en poco tiempo