Me complace compartirles el Discurso de Graduación de Jackelin Benites Rosales, Filología Inglesa. FCEYH, UCSS, 6 de abril 2013 Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades. ¡Felicitaciones! Que tan motivadoras reflexiones se cumplan para todos.
Es un verdadero honor y privilegio tomar esta noche la palabra a nombre de mis compañeros y compañeras, con quienes he compartido cinco años de vida académica. Hoy, tenemos sentimientos encontrados, pues esta graduación marca el término de un periodo de nuestras vidas, pero también marca el inicio de uno nuevo, lleno de retos y compromisos.
Los años que hemos compartido juntos en esta casa de estudios nos han inspirado a afianzar nuestra vocación en esta ardua y dificultosa tarea que es, ciertamente, la educación. Cómo olvidar, por ejemplo, las clases de filosofía de la educación donde se insistía sobre la importancia de una experiencia personal, un asombro, para que el conocimiento proceda, y esto no es igual que enseñar fórmulas matemáticas, ni conceptos y menos fechas en la historia. En un primer momento Luigi Guisiani nos dijo que Educar es un riesgo, luego, Luis Jaime Cisneros, tomando sus palabras le daría el toque final: "educar es un riesgo, sí y hermoso", pues al asumir la educación, asumimos la vida de nuestros educandos y cualquier decisión puede convertirse en una operación de alto riesgo. Muchos de nosotros, ahora, sentimos y comprendemos este mensaje como resultado de nuestras experiencias preprofesionales en el aula.
Asimismo, no podemos continuar sin dar las gracias a quienes han contribuido de una u otra manera en esta etapa de crecimiento y que se han caracterizado por su apoyo incondicional. En primer lugar, a Dios por acompañarnos y hacer de esta meta una realidad. A nuestros padres y familiares presentes hoy aquí, pues ellos siempre tuvieron para nosotros una sonrisa, una frase de aliento, un abrazo…Muchas gracias también a todos nuestros docentes quienes nos enseñaron más de lo que aparece en los libros de Didáctica y de Pedagogía, y que nos permitieron participar de esa experiencia del descubrimiento que también la queremos para nuestros futuros alumnos. A todos ellos y muchos más, gracias por ayudarnos a crecer y madurar.
Nuestra experiencia estudiantil universitaria se ha dividido en tres momentos: el primero, desde aquél primer día de clases en el que entras en un mundo desconocido donde eres atrapado por los conocimientos generales de una carrera de humanística y que, a través de lecturas, vas ampliando tu mundo, tu visión de las cosas, ya no eres el mismo estudiante de secundaria. El siguiente es la entrada a los cursos de carrera a partir de quinto ciclo. En este periodo, ya no compartiremos clases con algunos de nuestros compañeros porque ahora solo quedaremos quienes compartimos una misma especialidad; es en esta etapa donde vamos adquiriendo un conocimiento más profundo por un determinado campo de la educación, es en este tiempo donde la experiencia de tus profesores es contrastada con tu propio interés. Y finalmente, la etapa de las prácticas, momento en el cual pones en marcha no sólo todo lo aprendido en clases, sino que además das a conocer tu verdadera vocación de maestro en el quehacer diario con tus alumnos. Todo lo anteriormente dicho ha ido refinando nuestra maduración profesional; sin embargo, vale recordar que nuestra formación es debe ser constante, que la realidad es siempre más grande y nunca terminaremos de conocerla. Es por eso que nuestro desafío está en mantener nuestro deseo por aprender y así poder ayudar a nuestros futuros alumnos en su caminar, ellos esperan mucho más de nosotros.
Debemos admitir que durante nuestras clases y más aún, fuera de ellas, se sentía una cercanía entre alumnos y profesores, la cual hacía, indudablemente, que nuestro aprendizaje se consolide. Muchos de nosotros guardaremos en nuestra memoria conversaciones con algunos docentes en la cafetería de la universidad, la cual, por algunas horas, se convertía en una especie de ágora. Es así que, a través de estas experiencias nos vamos dando cuenta que todo aquello aprendido en clases puede ser extendido, contrastado y debatido. Ese es el alma de una universidad. Ellos nos han entregado su tiempo, han compartido su conocimiento y hoy queremos retribuirles de esta manera: graduándonos y asumiendo con responsabilidad el rol que a partir de hoy nos toca en la sociedad.
Estamos seguros que el camino que seguiremos a partir de ahora tendrá retos y dificultades aún mayores, sin embargo, no dejemos que nuestro natural se convierta en nuestra propia barrera. La vida es dura y exige un trabajo profundo. Bien dice se suele decir que nunca sabremos de lo que somos capaces hasta que lo intentemos. Así que andemos con paso firme y persiguiendo siempre la luz de la Verdad, ética profesional de la cual esta universidad siempre nos ha sabido inculcar.
Finalmente, sólo queda felicitar a la promoción Deus Caritas Est – Dios es amor por haber llegado a la meta. Sí, muchachos, hoy nos graduamos.
Gracias, buenas noches