En la foto, mis abuelos Toño y María, mis padres, mis hermanos Juan Luis y Agus en el día de su primera comunión, mis hermanas Isa y Juani (+).
31 de julio 1974, + José Antonio Rodríguez Rodríguez. Lo leí en la lápida del cementerio de mi pueblo y me quedé de una pieza. No es posible que hayan pasado 40 años así tan volando, como en un instante. Pero ha sucedido, es real, verdadero. He vuelto a experimentar nuevamente la fugacidad de la vida, se me ha antojado como un abrir y cerrar de ojos. De repente me vino a la memoria lo que fue mi abuelo en mi vida, mi padrino de bautismo, el que me dio el nombre, quien me narraba una y otra vez cuentos fascinantes. ¡Abuelo Toño, cómo querías a tus nietos, cómo disfrutábamos cuando nos cantabas la canción de San Antonio y los pajaritos, coplas del campo, aventuras de antaño que nos hacían soñar y gozar! Con qué orgullo hablabas de tu esposa, nuestra santa abuela María, de tus hijas, de tus yernos, de tus nietos. La sordera te fue reduciendo a soledad; hasta dejaste de ir al juego de la calva en la Alamedilla que tanto te gustaba; te aficionaste a escuchar partidos de fútbol en la radio y siempre nos tenías informado. Siempre que podías acompañabas o, al menos, facilitabas la participación de la abuela en su permanente servicio en la parroquia en Rollán o en las Esclavas del Rollo…Siempre pendiente de tus nietos para que pudiésemos estudiar. Te quebraste al fallecer la abuela, tu inseparable esposa y casi madre María. Te recuerdo junto a mi hermana Juani, tu solícita y cariñosa nieta. Te nos fuiste en pleno verano, cuando estábamos en la cosecha, en la fiesta de San Ignacio. Querido abuelo, muchas gracias por todo, que seas muy feliz con la abuela y con toda la familia en el Cielo. Un abrazo agradecido de tu nieto