José Miguel Ripa Martínez ¡Madre! Quiero ser Navarrica como tú, Letras de autor, Pamplona, 2015, 1261 pp
Excelente novela para profundizar en el complejo, real, dramático asunto de la vida y del aborto, ubicada en un ambiente bien concreto como es el de la sociedad navarra, tan religiosa, tan transparente pero con los mismos desafíos que nuestro mundo global.
Narrada por Marisol "el soplo divino de vida que, por un corto espacio de tiempo, había habitado entre vosotros, terrícolas, pero que la fatalidad del destino acabó separándome de mi madre irremediablemente".
Se describen con "realismo mágico" situaciones complicadas como el síndrome postaborto que lleva a un suicidio en un caso –el de Celia, amiga de la protagonista- y a una depresión y complejo de culpabilidad en Edurne, la personaje central de la novela. Ella es una joven hermosa, valiente (llega a denunciar a un profesor abusador), estudiosa (médica), alegre, religiosa y querida por su familia (padres Iker y Begoña, hermano Josu; y especialmente por su abuelo Julen–su educador y confidente). Sufre un gran revés al morir Mikel, su primer novio, pero una vez casada con el apuesto, rico, trabajador pero religiosamente indiferente Xavier, se enfrenta a la situación cumbre de su vida –malformación congénita de su futura hija y el peligro de perder a su esposo a quien tanto ama, se ve constreñida al aborto; todo ello acarrea una depresión creciente que en un momento de alucinación en que cree ver a su adorado abuelo muerto y a su navarrica Marisol.
La novela se abre a la esperanza y es la bebé abortada quien "salva" a la madre y la recibe en ese abrazo eterno, el cielo: "Dame un beso, mamá" le dije. "Ya estamos juntas. Nadie, jamás, nos podrá separar". Nos habíamos unido en cuerpo y alma para aparecer, risueñas y abrazadas, sobre la superficie del agua, en forma e dos resplandecientes lucecitas. Comenzamos a subir y subir … hasta sentir de nuevo el calor del regazo divino y volver a formar parte de nuestro imperio en "El Corredor de la Esperanza" (p.361). Todo, en medio de un "realismo" crudo y desgarrador en que muere su mamá Begoña de una lipotimia y el esposo viudo Xavier grita al otro lado del pantano por "¡Edurne!" encontrando por eco "un silencio sepulcral" (p.360).
El autor deja claro que quiere "emplazarte a pensar, a meditar y a extraer tus propias conclusiones" (p.361). Sí, a mí me habría gustado que no hubiese habido incomunicación matrimonial, abusos de profesores, convivencia antes del matrimonio, formación religiosa poco humana, abortos, suicidios, … pero se nos pinta como la vida misma, tan real como para no ignorar y tener en cuenta todos los factores que conducen a una vida plena, tan bella como para valorar raíces tan valiosas como las de la sociedad navarra, tan coherente, entrañable, familiar, trascendental. Tanto que el angelito que vivió por minutos entre los terrícolas –Marisol- llegó a formular lo que da título a la obra: "¡Madre, quiero ser navarrica como tú."
Autor: José Miguel Ripa Martínez nace en Sangüesa, provincia de Navarra. Posee el título de Magisterio y una primera Licenciatura en Humanidades. Sus primeros años en la Enseñanza se desarrollan en colegios de Primaria y Secundaria de titularidad privada. Su especialización en el ámbito de la docencia se deriva de su segunda Licenciatura en Filología Germánica-Lengua y Literatura Inglesa; docencia que lleva a cabo en Institutos de titularidad estatal. Obras publicadas: Generación en el Punto de Mira, octubre 2012. 2ª edición en octubre 2014. Suspiros del Alma. Latidos del Corazón, marzo 2013. Canción Triste de Herminia en Si Bemol, enero 2014 Y su última publicación: ¡Madre! Quiero ser Navarrica como tú, octubre 2015
RESUMEN DEL EBOOK
Estimado lector. Soy el narrador de esta historia. Soy ese soplo divino de vida que, por un corto espacio de tiempo, había habitado entre vosotros, terrícolas, pero que la fatalidad del destino acabó separándome de mi madre irremediablemente. Esto aconteció cual relámpago que cruza el horizonte de norte a sur en un abrir y cerrar de ojos. Pero permíteme que me reserve el privilegio de llamarme Marisol; ese bonito nombre que mis padres me impusieron antes de que yo naciera. Y ahora que mi querida madre, Edurne, se encuentra bajo una profunda depresión después de haber pasado por ese ignominioso proceso durante el cual mi tierno cuerpecito fue arrancado de su vientre, no puedo menos sino convertirme en el bálsamo que suavice sus sufrimientos. Ella me añora y me quiere; yo sigo siendo su pequeña Marisol. Un día, tras un incontrolable arrebato de pasión maternal, se internó en las aguas de un pantano donde, obsesionada, creía verme de la mano de su abuelo Julen. Intenté apartarla del peligro pero fue un esfuerzo baldío; ella seguía y seguía a la suya… Sabía lo que quería… Sabía lo que le esperaba… Y a partir de aquí, querido lector, como narrador de esta historia que acabo de relatarle, ya sólo me queda la prerrogativa de emplazarte a pensar, a meditar y a extraer tus propias conclusiones.