"Otro templo y adoratorio aun muy mas principal hubo en el Perú, que fué en la ciudad del Cúzco, adonde es ahora el Monasterio de Santo Domingo; y en los sillares y piedras del edificio, que hoy dia permanecen, se echa de ver que fuese cosa muy principal. Era este templo como el Panteón de los Romanos, cuanto á ser casa y morada de todos los dioses. Porque en ella pusieron los Reyes Incas los dioses de todas las provincias y gentes que conquistaron, estando cada Idolo en su particular asiento, y haciéndole culto y veneración los de su provincia con un gasto excesivo de cosas que se traían para su ministerio; y con esto les parecía que tenian seguras las provincias ganadas, con tener como en rehenes sus dioses.
En esta misma casa estaba el Punchao, que era un Idolo del Sol, de oro finísimo, con gran riqueza de pedrería, y puesto al oriente con tal artificio, que en saliendo el Sol, daba, en él; y como era el metal finísimo, volvían los rayos con tanta claridad, que parecía otro Sol. Este adoraban los Incas por su dios, y al Pachayachachíc, que es el hacedor del Cielo. En los despojos de este templo riquísimo dicen, que un soldado[1] hubo aquella hermosísima plancha de oro del Sol; y como andaba largo el juego, la perdió una noche jugando. De donde toma origen el refrán que en el Perú anda de grandes tahúres, diciendo: juega el Sol, antes que nazca".
José de Acosta Historia natural y moral de las Indias, Lib. V, Cap. 12
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[1] Fue Mancio Sierra de Leguízamo, quien lo perdió en una noche durante una partida jugada a los dados.