lunes, 25 de julio de 2016

TRASLADO DE RESTOS Y HOMENAJE DE SEIS ROLLANESES, 16 de julio 2016

TRASLADO DE RESTOS Y HOMENAJE DE SEIS ROLLANESES, 16 de julio 2016

 

Agradezco a Mateo Martín Berrocal el texto completo pronunciado en el emotivo acto

 

"¿De qué sirve un país que no permite enterrar dignamente a sus muertos?" El escritor griego Sófocles –en el s.V antes de nuestra era- ponía esta frase en boca de Antígona. Forma parte del tenso diálogo que tiene con su tío Creonte, el tirano rey de Tebas, cuando Antígona intenta enterrar a su hermano Polinices ante la prohibición de su tío. Más de setenta años se han tardado en el caso que nos ocupa ahora, para que los restos de estos seis rollaneses recibieran un enterramiento digno. Se ha esperado demasiado tiempo una Antígona familiar o, en su defecto, un Ayuntamiento o Parroquia que se enfrentase al tirano Creonte, causante del régimen de terror que los atenazaba.

 

Hoy el pueblo de Rollán quiere reparar una muy antigua deuda de ingratitud y olvido con seis de nuestros paisanos muertos en la ya lejana fecha del 4 de agosto de 1936. Cayeron vilmente asesinados en un monte, lejos de su pueblo, en donde fueron abandonados como si de perros rabiosos de tratase.

 

Nuestros paisanos a los que me refiero, fueron los siguientes:

 

-          Rafael Rodríguez Pérez, de 29 años, jornalero.

-          Agustín Rodríguez Pérez, de 26 años, jornalero.

-          David Alonso Blanco, de 26 años, albañil.

-          Luis Crespo Regalado, de 23 años, jornalero.

-          Cayetano Herrero Díez, de 20 años, hojalatero.

-          Baldomero Pérez Pérez, de 19 años, jornalero.

 

Un grupo de falangistas llegado de Salamanca, con un camión, se los llevó el día 3 de agosto de 1936, por la tarde. Todos ellos fueron fusilados la madrugada del día siguiente, 4 de agosto, en el monte de Gargabete, un lugar perteneciente al término municipal de Pelabravo. El montaraz de la finca había oído los disparos. Por la mañana, montado en su burra, recorrió la finca presintiendo que no tardaría en encontrar el resultado de la sanguinaria escena de la madrugada. Allí estaban cinco cadáveres juntos; pero el del más joven lo encontró separado de éstos un centenar de metros, aproximadamente. Tenía una gran herida en un hombro, probablemente consecuencia de un golpe de bayoneta dado por uno de los miembros del pelotón de ejecución, cuando alcanzó al fugitivo, que intentó huir al quedar solamente herido en la primera descarga de fusilería. Después, el montaraz se dirigió a Pelabravo para dar cuenta de su hallazgo al Alcalde, quien dispuso que se diese sepultura a los cuerpos en el cementerio del pueblo.

 

De este modo, seis rollaneses pasaron a formar parte de la multitud de detenidos "no oficiales" que, horas después de su detención, figurarían entre los desaparecidos. Otro pequeño grupo de vidas jóvenes que se vio engullido por la maquinaria de terror asesino que los falangistas pusieron en marcha, desde los primeros días de la sublevación militar.

 

 

Pues bien, arrogándome el sentir de los familiares y de todo el pueblo de Rollán me parece de justicia agradecer su actuación, previa a este enterramiento y homenaje, a los colectivos siguientes:

 

- Al Ayuntamiento de Pelabravo: primero, por recoger los cadáveres del campo, a las pocas horas de su fusilamiento, y enterrarlos en una fosa en su cementerio municipal. Después, autorizando y facilitando su exhumación y el traslado de sus restos.

 

- A

la Asociación
"Salamanca, Memoria y Justicia" que, después de una interesante labor de investigación para localizar las fosas y averiguar la identidad de los cadáveres, decidió proceder a la exhumación de éstos. Y por el homenaje que les rindió el día 6 de octubre de 2007, al que asistieron algunos familiares de Rollán, junto con su alcalde y algún concejal.

 

- Al Grupo de Trabajo "Memoria y Dignidad", del PSOE, que fue quien realizó los trabajos de exhumación de los cadáveres. Una exhumación dirigida por José María Collados, historiador y arqueólogo, y realizada con la rigurosidad exigida, hasta el punto de quedar identificados, y debidamente separados, los restos de cada uno de ellos.

 

Por mi parte, también me parece de justicia agradecer, de manera más especial, a Luis Calvo Rengel sus gestiones para tenerme al tanto de todo lo relacionado con este tema, al que colaboré modestamente facilitando la identidad, edad y profesión de los seis rollaneses.

 

 

No puede negarse que los actos de hoy en Rollán tienen relación con el tan debatido tema de

la Memoria
Histórica
, que algunos sectores de población, si no son capaces de verlo bajo un punto de vista de justicia hacia los "paseados" (tanto de un bando como de otro), al menos debieran de hacerlo en aras de una auténtica reconciliación. No pueden empeñarse en que se debe olvidar, sino que se debe recordar y conocer mejor todo aquel periodo de horror y desgracia para no repetirlo. Estamos de acuerdo con el perdón, pero no queremos el olvido de unas atrocidades de nuestro pasado; nos haría cómplices de sus opresores y asesinos. Queremos y debemos saber también la versión de las víctimas. Crearemos un futuro mejor si partimos de la verdad del pasado. Recordar y no olvidar, pero también perdonar y trabajar juntos para que nunca más volvamos a consentir que la defensa de ideas conduzca a la muerte de nadie. Ninguna idea, por grande que nos pueda parecer, puede valer la vida ni de una sola persona.

 

Creo, y es mi opinión estrictamente personal, que hemos dejado pasar demasiado tiempo para haber realizado lo que hoy pretendemos. Que ha habido demasiado silencio y cobardía por parte de todos: familiares y vecinos; pero también, y tal vez con menos motivo, de las dos instituciones representativas del pueblo:

la Corporación Municipal
y
la Parroquia. Tan
grande ha sido el silencio, que daba la sensación de que se había llegado a "pasar página" demasiado pronto. Tal vez avergonzados por haber callado durante tanto tiempo. Como si se hubiera forzado el olvido de una acción tan trágica. Cierto que los vencedores de nuestra Guerra Civil se encargaron de inculcar el suficiente terror, para que el resultado de "aquello" se olvidara lo más pronto posible, pero esto es una excusa nunca válida para tanto tiempo, como el que ha pasado.

 

Pues bien, ahora, después de este largo periodo, el pueblo de Rollán quiere reparar dicho olvido. Desde hoy, los restos de los seis rollaneses reposarán juntos de nuevo, pero en el cementerio del lugar donde, estoy seguro, hubieran querido reposar hasta la eternidad.

 

 

 

Mateo Martín Berrocal

Julio de 2016

 

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