Este año ha sido muy especial. Había que celebrar el año jubilar del venerable Padre Tomás Morales, fundador de nuestro Movimiento de Santa María. Recientemente se fue al Cielo, Madre Soledad, más de 50 años, guardiana del Señor de los Milagros, como carmelita nazarena, llegada de Vitoria pero arraigada en el Perú; ella fue quien dio el mensaje de bienvenida al Papa Francisco en el encuentro mantenido con las contemplativas precisamente en el santuario del Señor de los Milagros de los Milagros. Invitamos al Sr. Nuncio del Papa en el Perú, S.E. Nicola Girasoli para celebrar el aniversario de la partida para la eternidad del P. Tomás Morales para el 1 de octubre; al no poder, nos brindó otra fecha alternativa para encontrarse con nuestro Movimiento. Ni él ni nosotros éramos conscientes de que sería, un día como hoy, sábado 27 de octubre, víspera de la gran fiesta, y en el Santuario de Nazarenas. Lo que al Sr. Nuncio le pareció –al comienzo- una dificultad, se convirtió en una feliz coincidencia. Nuestro instituto Cruzados de Santa María, nuestro Movimiento de Santa María, abrazados espiritualmente con los miles de fieles que abarrotaban el templo y que –gracias a las palabras del representante del Papa- conocían al Venerable Padre Tomás Morales y nuestro Movimiento.
Por gentileza de las Madres Nazarenas, todos los miembros del Movimiento pudimos estar muy cerquita del anda del Señor; participar en el encuentro familiar posterior a la Misa, saboreando el turrón de doña Pepa y en una animada tertulia primero con Monseñor Nicola Girasoli, luego sólo nosotros. Allá sentimos lo que es un corazón de pastor que escucha a sus fieles forjados en el carisma del Padre Morales, jóvenes y familias, en sus actividades corporativas (Ejercicios, Retiros, Vigilia, Encuentros…) o personales (oración, trabajo, apostolado alma a alma) como Iglesia en salida, gozosa de evangelizar, en la familia, en los caminos del mundo, en la calle, en todos los lugares.
Un día lleno de luz, de paz, de ternura y de misericordia; una jornada en la que todos y cada uno de los participantes, escuchamos con gratitud y fervor las palabras del Sr. Nuncio en la homilía y en el mensaje final. Que el Señor de los Milagros tiene una mirada especial para cada uno de nosotros. Que nos da lo que necesitamos. Y que debemos orar con fe:
"La fe tiene tres niveles, el primero es el de necesidad de Dios, el segundo es el de confianza y el tercero que es el abandono en Dios. Te necesitamos, confiamos, nos abandonamos en Ti. Su mirada nos alienta porque estamos seguros que todo lo que le pidamos nos lo va a recibir con los brazos abiertos y el corazón misericordioso para ayudarnos a seguir adelante.
El amor humano tiene forma de corazón, el cristiano tiene forma de cruz porque incluye el sufrimiento, el caminar juntos…Y hoy estamos con los Cruzados de Santa María, este movimiento fundado por el Padre Tomás Morales, este jesuita que está en el cielo, ya venerable, culminando el proceso de beatificación, y que tuvo esa gran intuición alrededor del Concilio Vaticano II de movilizar a los laicos, valorarlos, darles importancia, fuerza…Hoy como devotos para agradecer y pedir la gracia del fervor apostólico. Necesitamos el entusiasmo de evangelizar, del apostolado".
Monseñor Nicola Girasoli no perdió un segundo para estimularnos, para alentarnos. En las peticiones de la Misa añadió esta entrañable petición: "Pidamos a Nuestra Madre a la que tanto quiso el Venerable Padre Tomás Morales que nos ayude a salir con fe y entusiasmo".
Y, como es su estilo, se prodigó en tiempo, en las fotos, en sus palabras. Sí, hay que hacer lío, hay que movilizar a los laicos, hay que recobrar el fervor y el gozo de evangelizar.
Y, como, yapa (propina), nos invitó a su casa, la Nunciatura, para recordar, para vivir otro encuentro más prolongado, como se acostumbra en el hogar. Gracias, por representar ¡tan bien! a Su Santidad. Gracias, de verdad
José Antonio Benito