VIGILIA DE LA INMACULADA EN LIMA
Convocados por el lema ¡Unidos con María, llamados a la misión!, los fieles de Lima, como en tantos lugares del planeta, brindaron un entrañable homenaje a la Inmaculada en el bello templo de Nuestra Señora de la Magdalena en Pueblo Libre. En las palabras de bienvenida el responsable del Movimiento, historiador José A.Benito, encomió el valor histórico de la iglesia donde está enterrado el último El curaca de Lima, don Gonzalo Taulichusco, enterrado en la iglesia de la Magdalena, que ordenó en su testamento el 29 de agosto de 1562 que tomaba por su "abogada e intercesora a la Virgen Nuestra Señora Santa María, madre de mi Señor Jesucristo, que [lo] creó y redimió con su preciosa sangre y que mandó que (el fruto de sus chacras) sea para acabar de pagar la imagen de Nuestra Señora y que la dicha imagen sea y esté siempre jamás en la iglesia de la Magdalena porque para ese efecto la mando hacer". De igual modo aludió al gran animador de las vigilias, Abelardo de Armas, fallecido recientemente, y motivó para vivir de lleno la presente.
El rezo del Rosario fue comentado en sus cinco misterios jóvenes y matrimonios que brindaron su testimonio cristiano en la casa, el trabajo, la calle. Lecturas, canciones marianas y especialmente el frecuentado sacramento de la confesión fueron caldeando el ánimo que se puso a rebosar con el formidable testimonio del ingeniero empresario, padre de tres niños, quien nos compartió su vida de fe gracias a la oración, el perdón mutuo, el tiempo familiar, con la presencia de María, la frecuencia de los sacramentos, el apostolado.
El momento culminante de la Santa Misa contó con la vibrante prédica del P. Héctor Casas que presidió la celebración y quien nos motivó a una vida nueva, valiente, resucitada y resucitadora como la vivió la Mujer Nueva, María, mujer valiente, servicial, alegre.
Al final, Éder Falcón, coordinador del grupo juvenil, agradeció a los PP. Agustinos Recoletos por la cordial acogida, a los padres confesores y celebrante, a todos los participantes a quienes animó a seguir lo vivido en el día a día.
Los fieles, provenientes de toda la ciudad, especialmente de ^Pueblo Libre, se sentían gozosos y con ganas de seguir. El Señor estaba siendo grande con ellos y querían prolongar esos momentos inolvidables. Se sentían luces dispuestos a iluminar la noche. María Inmaculada les había unido, les comunicaba la luz y el calor, la vida de Jesús para convertirse en la iglesia que camina sinodalmente (en familia) y en salida (a las periferias) que el Papa Francisco sueña. ¡Que así sea!
José Antonio Benito