LOS TRES PROTAGONISTAS DEL HIMNO NACIONAL DEL PERÚ
José Antonio Benito
Quien compuso la letra, quien creó la música, quien lo comunicó con su voz. El P. Luis Enrique Ramírez, dominico, ha tenido la brillante idea de pintar juntos a los tres en una de las paredes del salón de entrada del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario de Lima y gracias a la generosidad de Iván Landa se lo puedo compartir. Un claro y sentido homenaje al autor del mismo, Alzedo, quien vivió en sus claustros en aquellos momentos decisivos.
José Bernardo Alzedo nació en Lima en 1780. Fue considerado el más importante compositor del siglo XIX. Inició sus estudios musicales a temprana edad y compuso su primera Misa a los 18 años. A los 33, ganó el concurso que le permitió componer la Marcha Nacional, estrenada el 24 de setiembre de 1821, y que él mismo dirigió.
Quien la interpretó por vez primera fue la soprano Rosa Merino, junto a la Orquesta del Teatro Principal, Segura,presentaron las primeras cuatro estrofas de nuestro Himno. Rosa Merino era una reconocida cantante lírica, quien era miembro de la compañía de ópera de Andrés Bolognesi, padre de Francisco Bolognesi. A la función de estreno asistieron San Martín y otros próceres de la Independencia en Lima. Relatan las crónicas, que el auditorio, al escuchar la música y letra del Himno Nacional, respondió poniéndose de pie sugestionados por Alcedo, que dirigía la orquesta.
Asimismo, la letra del Himno Nacional, cargada de fuerza poética, fue escrita por el abogado José de la Torre Ugarte, quien nació en Ica en 1786 y también formaba parte de la corriente independentista, al igual que Alzedo. Ambos habían realizado trabajos en conjunto previamente.
El año de 1823, Alzedo se asimiló al ejército libertador, como músico mayor de la banda de guerra. En 1824, viajó a Santiago, donde permaneció por cuarenta años, se desempeñó como maestro de capilla de la Catedral de Santiago de Chile por 18 años, y fue considerado el padre de la música culta.
En 1864 retornó al Perú donde le solicitan hacerse cargo de la Dirección del Conservatorio de Música y la Dirección General de las Bandas del Ejército. En 1869 publicó el libro "Filosofía elemental de la música", con el que busca aportar a los músicos en América y acercar los conocimientos filosófico-musicales en el idioma español. Cuando Alzedo retornó al Perú en 1864, invitado por el Gobierno, el Himno Nacional tenía diversas versiones por lo que publicó su propia versión. Además, solicitó a Claudio Rebagliati, músico italiano que llegó a Lima a los 20 años y vivió en el Perú durante el resto de su vida, realizar una armonización y orquestación del mismo, concluyendo entre ambos la versión oficial.
En 1900, el Gobierno instauró una comisión presidida por el compositor José María Valle Riestra, y en mayo de 1901 se aprobó la nueva versión del Himno Nacional, y en junio del mismo año, se estrenó en el Teatro Politeama, con una capacidad para 1900 personas, en ceremonia dedicada al héroe Francisco Bolognesi.
Con el fin de custodiar la intangibilidad del himno se promulgó la Ley Nº 1801, de 26 de febrero de 1913, firmada por el presidente de la República, Guillermo E. Billinghurst: Artículo 1: "Declárense intangibles la letra y música del Himno Nacional, debidas respectivamente a la pluma de don José De la Torre Ugarte y a la inspiración del maestro don José Bernardo Alcedo, y adoptados como tal en 1821 por el Supremo Gobierno".
La mayoría de los himnos nacionales de Europa datan del siglo XVII y XVIII. Debido a ello, los himnos de América se encuentran influenciados, especialmente, por la Marsellesa. Los himnos en América, en su mayoría, tienen la autoría de italianos, húngaros y catalanes, no autores de su país; sin embargo, el del Perú fue elaborado por un compositor nacional. De los 35 países en América, solo 9 (Brasil, Belice, Costa Rica, Cuba, Haití, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela y Perú) tienen himnos compuestos por músicos locales.
Uno de los historiadores que más trabajo dedicó a estudiar la autenticidad del himno fue Gustavo Pons Muzzo Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú quien publicó el libro "La Ley nº 1801 y la letra auténtica del himno nacional". Ahí recoge que según don Ricardo Palma únicamente el coro y las cuatro primeras estrofas "son de la Torre Ugarte y están oficialmente declaradas como letra del Himno". Así lo confirma el Catecismo Patriótico" de Francisco de Paula González Vigil para uso de las escuelas municipales de la ciudad del Callao, publicado en 1859. "El Álbum de Ayacucho", del capitán de caballería José Hipólito Herrera, editado en Lima en 1862 incluye una estrofa apócrifa (Largo tiempo el peruano oprimido... etc.) que se ha venido cantando hasta que fue desestimada y consigna notables variantes.
El Tribunal Constitucional determinó en junio de 2005 que la estrofa (Largo tiempo ...) no era de la autoría de José de la Torre Ugarte, sino más bien fruto del folclore popular y que su inserción en el himno expresa la voluntad del pueblo peruano representado en el Parlamento Nacional mediante la Ley Nº 1801; por lo que merece mantenerse como intangible. Sin embargo, también verificó que se había excluido la quinta estrofa original del himno y considerando la legislación de los derechos de autor y la integridad de la obra ordenó que se restituya dicha quinta estrofa que, en la versión actual del himno, sería la sexta estrofa de un total de siete.
En septiembre de 2009, el gobierno de Alan García dispuso nuevamente que en ceremonias oficiales se entonara la última estrofa (En su cima los Andes sostengan...) en lugar de la primera, lo cual se realizó el 24 de septiembre (Día de las Fuerzas Armadas) y el 8 de octubre (Día del Combate de Angamos). Desde esa fecha se ha ido extendiendo la entonación de la última estrofa a todos los sectores del país.
CORO
¡Somos libres! ¡Seámoslo siempre!
Y antes niegue sus luces el sol,
Que faltemos al voto solemne
Que la patria al eterno elevó.
ESTROFA I
Ya el estruendo de broncas cadenas,
que escucharon tres siglos de horror
de los libres, al grito sagrado
que oyó atónito el mundo cesó.
Por doquier San Martín inflamado,
¡Libertad! ¡Libertad! pronunció;
y meciendo su base los Andes,
la enunciaron también a una voz.
¡Somos libres! etc.
ESTROFA II
Con su influjo los pueblos despiertan,
y cual rayo corrió la opinión,
desde el Istmo a las Tierras del Fuego,
desde el Fuego a la helada región.
Todos juran romper el enlace,
que natura a ambos mundos negó,
y quebrar ese cetro que España,
reclinaba orgullosa en los dos.
¡Somos libres! etc.
ESTROFA III
Lima cumple ese voto solemne,
y severa su enojo mostró,
al tirano impotente lanzando
que intentaba alargar su opresión.
A su esfuerzo saltaron los fierros
y los surcos que en sí reparó,
le atizaron el odio y venganza
que heredó de su Inca y señor.
¡Somos libres! etc.
ESTROFA IV
Compatriotas, no más verla esclava,
si humillada tres siglos gimió,
para siempre jurémosla libre
manteniendo su propio esplendor.
Nuestros brazos hasta hoy desarmados,
estén siempre cebando el cañón,
que algún día las playas de Hesperia,
sentirán de su estruendo el terror.
¡Somos libres! etc.
ESTROFA V
Excitemos los celos de España,
pues presente con mengua y furor
que en el concurso de grandes naciones
nuestra patria entrará en parangón
Llenemos primero el reglón,
que el tirano ambicioso Iberino,
que la América toda asoló
¡Somos libres! etc.
ESTROFA VI
En sus cima los Andes sostengan
la bandera o pendón bicolor
que a los siglos anuncie el esfuerzo
que ser libres por siempre nos dio.
A su sombra posemos tranquilos
y al nacer por sus cumbres el sol
renovemos el gran juramento
que rendimos al Dios de Jacob
¡Somos libres! etc.
Más adelante se encargó al maestro Claudio Rebagliati la restauración de la música del Himno que el gobierno aprobó el 8 de mayo de 1901. El maestro italiano conoció en vida a Alcedo y logró que el anciano compositor cantara la melodía que transcribió cuidadosamente. Rebagliati le agregó una introducción que el Himno original no tenga, pero Alcedo nunca la desaprobó. El Himno restaurado lucia "una armonización" llena de interés, acentuación adecuada, vigor y variedad de ritmos.
Queda claro el sentido de la rotunda letra a favor de la libertad, como compromiso y voto solemne del Perú al Eterno, el Dios de Jacob. Al cantarlo -en unión de más y más peruanos- se renueva el entusiasmo por forjar y hacer nueva la promesa patria, ya bicentenaria.