La Basílica de María Auxiliadora de Lima. (Templo edificado en homenaje nacional a Dios por el primer centenario de la Independencia del Perú. Patrimonio Cultural de la Nación). Editorial Salesiana, Lima, 2021, 402 pp
Bulle en las páginas de esta preciada obra lo mejor del carisma de Don Bosco, honrados cristianos, buenos cristianos, devotos de María florecido en el jardín del Perú.
Diez años ha llevado la investigación, redacción, edición, de esta magna obra que quedará como su mayor testigo impreso para celebrar los cien años de la inauguración y la conmemoración de los doscientos del Perú. Sorprende la conjunción de personas artífices de tan magna obra, toda una orquesta sinodalmente formada por su comité editorial: P. Santo Dal Ben y Christian Becerra, salesianos; David Franco, José Cava y el padre Martín Cipriano, responsables de los textos; Walter Fajardo director de la edición y Víctor Pérez, director de la Editorial Salesiana.
Claro que cada uno ha asumido su responsabilidad como la fundamental investigación histórica por parte de David Franco, la corrección de estilo de José de la Cruz, la didáctica infografía de Raúl Rodríguez, el diseño de Luis Chumpitazi, la producción editorial de Walter Fajardo de Yumai Sostenible SAC y la impresión de Gráfica Biblos.
Escribió el filósofo G. Thibon que si se quiere que un pueblo se divida basta con lanzarles repartija de monedas, si quieren que se una convóquenlo para levantar una catedral. Y acertó al cien por cien para la construcción de esta basílica que fue la primera y más importante del Perú republicano.
1. Historia de una advocación: La devoción de los tiempos difíciles
2. Los salesianos y la devoción a María Auxiliadora en el Perú
3. Devoción a María Auxiliadora en el Perú Salesiano
4. La construcción y ornamentación de la Basílica de María Auxiliadora de Lima (BMA)
5. Pane y Vespignani: los artífices del templo
6. Una restauración espléndida
7. Patrimonio religioso, artístico y cultural de la BMA
8. Significado catequético de la BMA
Destaca el abultado número de notas, 258, y la profusa bibliografía señalada capítulo por capítulo al final del libro.
Se abre la obra con el texto del arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo quien se siente a sus anchas al bautizar la basílica como "perla preciosa para los jóvenes", que tanto calza con su lema episcopal (¡joven, a ti te digo levántate!), recordando los inicios del trabajo de los salesianos con los jóvenes del Rímac a los que acompañaron con "misericordia entrañable"
El sucesor de Don Bosco, P. Ángel Fernández Artime agradece a los protagonistas de la basílica rescatando sus nombres y sus historias, sin olvidar a los sucesores del Fundador y antecesores suyos que se han hecho presentes como él mismo en el 2015.
El actual inspector provincial P Manuel Cayo saluda a la familia salesiana y a los amigos de la obra de DB deseando que MA "desde esta casa nos ilumine, aliente y empuje a caminar codo con codo con nuestros jóvenes y con el pueblo peruano como lo venimos haciendo desde hace 130 años" (p.13)
Los capítulos 1, 2, 4, 5 y 7 corresponden a David Franco, quien vuelca en la obra lo mejor de su oficio de historiador sanmarquino y de su fervor salesiano. Como otrora hiciese un gran personaje que conoce muy bien, el Inca Garcilaso, funde de modo armonioso el rigor de la investigación histórica con el calor espiritual, sin olvidar la sencillez y belleza de la redacción. Cuando leemos sus textos tenemos la impresión de encontrarnos -más allá de los elementos materiales, piedras, maderas, mármoles, pinturas, vitrales, campanas, órgano, cuadros, esculturas- con personaje vivo. Al igual que cuentan del famoso escultor Miguel Ángel al ver su bello Moisés faltaría decirle: ¡Y ahora, habla!
Y cierto, que un siente que este templo habla, porque hay mucha oración acumulada, muchos sacrificios de limosnas de fieles, trabajos de sus inspiradores y ejecutores, toda una solidaridad gozosa -salesiana- en marcha, cuyo eslabón entrañable protagonizó el formidable equipo restaurador del P. Ugo de Censi, el arquitecto Ripamonti, jóvenes talentos pintores como Fernando Cruz y Óscar Silva. Todo ello ha sabido registrarlo y comunicarlo con singular acierto José Cava Arangoitia, autor de los capítulos 3, 5 y 6; quien nos da cuenta de la creatividad desarrollada en la obra frente a tantas dificultades surgidas en estos cien años; ni fuertes terremotos de fuera ni desánimos de dentro han logrado tumbar este edificio que no ha cesado de revivir, resucitar. Como dijo Chesterton "después de la tormenta el astro brilla más". ¡Qué acierto colocar en portada el mosaico del ábside con el moderno rostro de María, Reina de Cielos y Tierra, que con tanto anhelo se perseguía para coronar la obra; hasta los nuevos misterios luminosos propuestos por san Juan Pablo II han sido incorporados en bellas escenas.
El último capítulo, 8, es obra del salesiano Martín Cipriano Salazar que corona la obra con lo que se considera clave de la congregación salesiana y que se concreta en esta publicación, la acción evangelizadora y catequética de los salesianos. El último acápite –"al servicio de María"- merece transcribirse. Constata el singular recorrido del libro acompañado por el camino de la belleza artística, pero nos interpela para acudir "al encuentro y servicio del hermano como intuyeron muy bien los Salesianos que diseñaron y construyeron la Basílica", palpable en los vitrales que representan las 14 obras de misericordia a través de las escenas de la vida de Cristo, María y los santos, especialmente don Bosco. Ellos se convierten así en una invitación a la santidad vivida en lo ordinario de nuestra vida, a través del servicio, como lo hizo María", como lo hicieron los jóvenes de la escuela de don Bosco Domingo Savio, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá, "invitación a vivir la espiritualidad juvenil salesiana como un camino de santidad" p.382
No quiero cansarles acumulando bondades evidentes de la obra. Compruébenlo ustedes mismos y sepan que van a disfrutar de la lectura y, sobre todo de la contemplación gozosa de sus cientos de imágenes. Todo un bálsamo de consuelo y esperanza en medio de la terrible pandemia.
Felicitaciones y gracias por esta obra imperecedera en el marco histórico de nuestro Bicentenario patrio.
José Antonio Benito