LA SEDUCCIÓN DEL ICONO EN LA EXPOSICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE
AHORA EN PLASENCIA, UN TRÁNSITO DESLUMBRANTE
José Antonio Benito
Eugenio d'Ors repetía con frecuencia que: "donde no hay tradición hay plagio". Aquí hemos presenciado el crepitar renovado de esas brasas vivas que luchan por despejar la ceniza de su historia. Volvemos a recobrar nuestro "carnet de identidad", nuestro yo colectivo más auténtico y profundo.
Guiados por la magia del icono, contemplando con serenidad que se asombra y dialoga, recorremos los hitos de nuestras "edades" que laten unísonas con las "edades" de Cristo, de la Iglesia. Cual familia que rememora sus acontecimientos más entrañables (gozosos, dolorosos y gloriosos) en un álbum de fotos, así nos trasponemos en la visita a las catedrales, paraísos de la tierra, las moradas de Santa María, preludios del cielo.
La primera fue la gélida catedral de Valladolid acogió calurosamente el hondón del alma de Castilla a flor de cultura, arte y fe. Después los claustros de Burgos con la exposición documental y bibliográfica, vidrieras de la catedral León y la música, Salamanca morada de contrapunto cultural, Flandes como puente cultural castellano-europeo, Palencia hogar de la catedral, Burgo de Osma la "casa de seis pisos" como modelo de una diócesis 14 veces centenaria, Encrucijadas en Astorga y el cruce intercultural, RemembranZa en Zamora, Segovia para el 2003, Ávila 2004, Ciudad Rodrigo 2006. El nuevo presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en su discurso de investidura prometió llevar una muestra a los Estados Unidos para el año 2002.
Juan Pablo II lo proclamó ante los intelectuales en la Complutense: "Tanto dentro como fuera de sus fronteras, España se ha hecho a sí misma, acogiendo la universalidad del Evangelio y las grandes corrientes culturales de Europa y del mundo..." (3-XI-82)."La Iglesia -continúa el Papa- ha estado presente en todas las etapas de la gestación y del progreso de la civilización española".La exposición confirma la verdad de estas palabras con esos relámpagos de belleza que, vivos en el santuario iconográfico de la catedral de Valladolid en 1988, han iluminado el cielo cultural castellano-leonés, español, europeo, en las ocho ediciones culminadas hasta la fecha. Todo arrancó en la catedral herreriana de la ciudad del Pisuerga en 1988 con más de un millón de visitantes; le siguió la muestra bibliográfica de Burgos' 90, la investigación de fondos musicales (León 91), el congreso "fe-arte" y la exposición "El Contrapunto y su morada" (Salamanca 93), la vinculación con Europa a través de Flandes (Amberes ́95), la historia de una diócesis en "La Ciudad de los Seis Pisos" (Burgo de Osma ' 97), el proceso de construcción de una catedral en "Memorias y esplendores" (Palencia' 99), "Encrucijadas" (Astorga ́2000) Fue una magnífica preparación para el año de España: 1992, en la que reflexionó sobre sus valores, sobre el sentido último de la trayectoria histórica, pero no para mirarse en su ombligo, sino como trampolín hacia el Tercer Milenio.
La honda resonancia cosechada en todos los sectores, ha dado confianza a los organizadores que se han sentido desbordados por la avalancha del público para emprender nuevos proyectos del que éste es paradigmático. Ahí están las exposiciones "Hacia el Tercer Milenio" en Cataluña, el pabellón de la Santa Sede en la Expo de Sevilla, "Cruce de Caminos" sobre el Camino de Santiago... y hasta las espectaculares dedicadas a Felipe II en 1998 y Carlos V en el 2000.
Muy cerca de la patria chica del P. Manuel Rodríguez -misionero claretiano fundador de Jn 19 en Lima- se encuentra Astorga que acogió la octava exposición de las Edades del Hombre. El lema escogido fue ENCRUCIJADAS, tanto porque Astorga lo fue por geografía como por historia y cultura. Tuve la suerte de estar presente en el comienzo de la primera exposición la iconográfica de Valladolid; he dedicado algunos programas de TV en PAX TV como cuando llegó a Nueva York y el de Encrucijada de los dioses, encrucijada de los caminos, encrucijada del hombre.
Recibo con sorpresa y gratitud el presente desde Plasencia (Cáceres) y no me queda otra que invitarles a gozarla y compartirla como de modo ejemplar lo hace ALFA Y OMEGA
UN TRANSITO DESLUMBRANTE
Hasta el 11 de diciembre puede visitarse en la catedral de Plasencia la exposición Transitus, primera edición de Las Edades del Hombre fuera de las diócesis de Castilla y León
Desde 1988, la Iglesia –y, en concreto, sus diócesis castellanoleonesas– viene organizando exposiciones de arte sacro a través de la fundación Las Edades del Hombre. Gracias a los dos arzobispados y los nueve obispados de Castilla y León, todos podemos disfrutar de la belleza deslumbrante del patrimonio que ellas custodian y ponen al servicio del pueblo desde hace más de 1.000 años.
En esta ocasión, Las Edades del Hombre transita, por vez primera, fuera de Castilla y León, y acoge a los visitantes en la catedral de Santa María de Plasencia (me pongo en pie para nombrarla). El título de la muestra es Transitus y, a lo largo de siete capítulos y un epílogo, reúne más de 180 obras del Greco, Zurbarán, Gregorio Fernández, Martínez Montañés y Luis Morales, que ha pasado a la posteridad con el bellísimo sobrenombre del divino.
Construida sobre la idea central del tránsito, es decir, del cambio, el desplazamiento, el movimiento, el paso de un estado o un lugar a otro, la muestra nos toma de la mano para acompañarnos en un recorrido por la historia, la pintura, la escultura, la orfebrería, y a través de ellas mostrarnos la historia de la salvación como camino, recorrido, peregrinaje que nos lleva desde Plasencia al otro lado de Atlántico.
Al visitante le da la bienvenida una explicación de la historia de esta tierra cuando ni siquiera se llamaba Extremadura. Por aquí pasan caminos que atraviesan la península Ibérica. Aquí se establecieron los pueblos desde antes de la llegada de los romanos. Se sentaron en estos campos los veteranos de las legiones y los visigodos, los musulmanes y los judíos, los ganaderos y los agricultores. Todos transitaron por algún lugar hasta establecerse en este sitio. Plasencia ha acogido Las Edades del Hombre y la exposición no podría haber encontrado mejor paraje para plantar su tienda.
Transitus exhibe obras de arte que estimulan el cuerpo –atención al olor de las maderas nobles o los cascos mojados de los barcos que parten a América– y alimentan el alma. ¡Ay! No faltan ni los maestros flamencos ni los genios del Barroco, cuyo origen se cuenta en un entrañable vídeo que se proyecta en el retablo de la Asunción.
«Tierra de paso», «Cambio de época», «Una diócesis para una ciudad», «La historia de la salvación», «La reforma de Trento», «Entre dos sueños», «La obra de la evangelización» y «¡Rema mar adentro!» son los títulos de los episodios y el epílogo que estructuran esta exhibición de belleza. Uno ya no sabe ni por dónde empezar: esta fíbula visigoda con vidrios relucientes, esta Virgen del Sagrario del siglo XIII, esta imagen de Santa María la Blanca del siglo XIV… Admiren este Cristo de los Doctores suspendido en el aire. Que no se les escapen los libros delicadisimos de la sala dedicada al humanismo –ese Nuevo Testamento de Erasmo, esa edición de La Celestina, ese Homero en griego de 1519 que da gloria verlo–, ni se les pase por alto tomar cuenta de los santos y los padres de la Iglesia latinos y griegos.
Yo ya no sé qué más decirles para que vengan. Aquí están todos. Ha venido el Greco con la Coronación de la Virgen (1591-1592); Gregorio Fernández con una Piedad (1620) que desgarra la carne; Zurbarán con este Cristo Crucificado (1636-1639) que está salvando al mundo sin que el mundo se entere. A Morales, el divino, directamente tengo que omitirlo porque son tantas sus obras que, si me quedo con una, ofendo a las demás. De acuerdo, me arriesgo: deténganse ante el retablo de la capilla de Ginés Martínez (1565-1566) y, si no se conmueven ustedes con ese Cristo con la cruz a cuestas –esa cruz en la que carga con los pecados de todos nosotros–, yo tiro la toalla.
Entonces llegan las salas dedicadas a la evangelización de América y se desborda todo de aromas, sonidos y colores vivísimos. Es reconfortante que no haya concesiones a la Leyenda Negra, sino verdadera justicia a la historia de España. Deténganse un instante ante estos ángeles arcabuceros llegados del Perú, o ante los marfiles tallados de Filipinas. Aquí tienen al Cristo de la Encina, bellísimo óleo del siglo XVIII. Allá, a la Virgen de Guadalupe, que se apareció a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1531. Diríjanse a esos tres paneles que recogen los centenares de nombres de misioneros que marcharon a América a llevar al Evangelio. Busquen su apellido. Tal vez se lleven una sorpresa. Sin darse cuenta, habrán llegado al final de este tránsito fabuloso y se les habrá hecho corto.
ALFA&OMEGA Del 26 de mayo al 1 de junio de 2022 https://alfayomega.es/hemeroteca-2/