Revista  Teológica Limense
    Vol. LVII – N° 1  – 2023
    (pp. 105 – 124)
     
     
    benedicto  xvi y el soplo de aparecida
    Dr. José Antonio Benito Rodríguez
    Resumen
    El presente estudio analiza,  desde una perspectiva histórica, la presencia y el aporte del Papa Benedicto  XVI a la V Conferencia General del episcopado latinoamericano y del Caribe,  realizada en Aparecida, en el año 2007. Lo que dijo e hizo Benedicto XVI se  inserta en un contexto histórico, el de la Iglesia en América Latina en los  últimos 30 años. Un contexto al que no es ajeno el actual Papa, quien tuvo un  importante papel en Aparecida.
    Abstract
    This study  analyzes, from a historical perspective, the presence and contribution of Pope  Benedict XVI to the V General Conference of the Latin American and Caribbean  Episcopate, held in Aparecida, in 2007. What Benedict XVI said and did is  inserted in a historical context, that of the Church in Latin America in the  last 30 years. A context to which the current Pope is no stranger, who played  an important role in Aparecida.
     
     
     
     
    A  medida que pasa el tiempo, lo verdadero parece que se torna más real y transparente.  Es lo que sucede con los autores clásicos, las obras universales, que como el  buen vino van mejorando su sabor con el paso del tiempo. Y también, en la  historia de la Iglesia, con los santos padres y doctores, así como los  concilios, sínodos y las asambleas eclesiales. La persona del presente artículo  como de toda la revista es Benedicto XVI, la asamblea, el acontecimiento,  Aparecida. Quiero rescatar la singular aportación del teólogo y papa, auténtico  doctor de la Iglesia de nuestro tiempo, al suceso decisivo de la Iglesia  americana, Aparecida. Cabe destacar tanto su presencia física con el decisivo  discurso de inauguración como el sucesivo magisterio en distintas ocasiones. El  mayor fruto: el rico magisterio sembrado en la V Conferencia del CELAM para  América -desde lo que Methol  Ferré llama "iglesia fuente"- ha fructificado en el gozo de  evangelizar de la Iglesia en salida regentada por el primer papa  latinoamericano de la Historia, Francisco, quien fue relator principal de  Aparecida.
    1.      "Fue un acierto que nos reuniéramos allí"
    El viernes 11 de mayo  de 2007, Benedicto XVI entraba en Aparecida. Una ciudad de más de 8000  habitantes, que alberga el santuario de la patrona del Brasil, Nuestra Señora  de Aparecida, en el que se venera La Virgen negra, que fuera hallada por unos  pescadores en las aguas de Porto Itaguaçu. Por primera vez, llegaba a estas  tierras marianas el teólogo que se convirtió en papa. Un hombre de una tremenda  profundidad espiritual, agudo intelecto especulativo y exquisita sensibilidad  estética. Ese que se retraía ante las multitudes y era un experto en la  delicadeza del trato personal. El que supo ser vanguardia en la renovación  teológica conciliar, y custodio de la tradición durante el pontificado de Juan  Pablo II y dio testimonio de la honda impresión causada en él: 
    De un  modo muy particular me conmovió la estatuilla de la Virgen. Algunos pobres  pescadores, que repetidamente habían arrojado en vano sus redes, sacaron la  estatuilla de las aguas del río, y después, por fin, se produjo una pesca  abundante. Es la Virgen de los pobres, que se hizo también pobre y pequeña.  Así, precisamente mediante la fe y el amor de los pobres, se formó en torno a  esta figura el gran santuario, que, haciendo siempre referencia a la pobreza de  Dios, a la humildad de la Madre, constituye día tras día una casa y un refugio  para las personas que rezan y esperan.
    Como señalase Monseñor Felipe  Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas, la primera de las  "Grandes líneas de «Aparecida»" es "recomenzar desde Cristo". Desde la introducción, el documento  nos invita a centrarnos en lo fundamental, que es el encuentro personal con  Cristo: "A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se  comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el  encuentro con un acontecimiento, con una Persona,  que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (AP  nº 12).
    Benedicto XVI daba  así inicio a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del  Caribe (CELAM). En diciembre del 2007, en su mensaje a la Curia Romana,  Benedicto XVI afirmaba:
    Aparecida decidió lo  correcto, precisamente porque mediante el nuevo encuentro con Jesucristo y su  Evangelio, y sólo así, se suscitan las fuerzas que nos capacitan para dar la  respuesta adecuada a los desafíos de nuestro tiempo… Fue un acierto que nos  reuniéramos allí y elaboráramos el documento sobre el tema: "Discípulos y  misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida".
    2.      La "mayoría de edad" católica de américa
    La experiencia de las  cuatro anteriores conferencias del CELAM (Río de Janeiro, Medellín, Puebla y  Santo Domingo) explicitaba una distancia entre el sentir de la Iglesia europea  y el de la latinoamericana en la que no siempre hubo comprensión y confianza.  Sin embargo, contra toda expectativa, la presencia de Benedicto XVI no hizo más  que legitimar y motivar el camino de la Iglesia en América Latina, a la cual  señaló riesgos y oportunidades. En cierta medida me recuerda el reto que Juan  Pablo II planteó a Europa desde Santiago de Compostela:  
    Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde  Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte.  Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores  auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los  demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno  respeto a las. otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que  es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas  hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la  pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y  culturales que te afectan ahora. Tú puedes ser todavía faro de civilización y  estímulo de progreso para el mundo. Los demás continentes te miran y esperan  también de ti la misma respuesta que Santiago dio a Cristo: «lo puedo».
    Desde la creación del CELAM en 1955 y la Pontificia Comisión  para América Latina (PCAL) en 1958 por el papa Pio XII,  las iglesias locales del continente americano se han acercado más a Roma generando un  proceso de madurez y autocomprensión que ha incentivado la valoración de su  propia identidad. Desde que Pablo VI llegó a Medellín con motivo de la II  Asamblea General del CELAM en 1968 se fueron estrechando los vínculos de la  Iglesia de América con el Papa, llegando a favorecer una auténtica identidad  que incrementaba su madurez y personalidad propia. 
    Particularmente decisiva será la  presencia del Papa Juan Pablo II desde aquel discurso  inaugural de la III Conferencia de Puebla (1979) donde recabó la verdad sobre  el hombre, sobre Cristo, sobre la Iglesia, hasta sus orientaciones luminosas  sobre la Teología de la Liberación, bien a través de los decretos de la  Congregación para la Doctrina de la Fe; hay que rescatar –además– sus  intervenciones ordinarias (presentación de embajadores y discursos a los  obispos en visita ad limina, alocuciones a la Pontificia Comisión para América  Latina, los mensajes al CELAM, palabras a grupos de peregrinos, saludos a  personalidades... Fundamentales son sus visitas –cerca de 20– al continente.
    La Pontificia Comisión para  América Latina tiene como tarea principal "examinar de manera unitaria las cuestiones doctrinales y pastorales que conciernen a la vida y al desarrollo de la Iglesia en América  Latina". En contacto permanente con el CELAM,  los organismos episcopales nacionales, la CLAR y otras instituciones católicas  internacionales y movimientos que operan  en la región, hace de nexo de unos y otros. Otra función  es aconsejar y ayudar  a las iglesias particulares en América  Latina y estudiar  las cuestiones referentes a la vida y  progreso de las mismas. Dos documentos Instrucción Libertatis  Nuntius (Sobre algunos aspectos  de la "teología  de la liberación") 6-VIII-84 y la Libertatis  Conscientia (Sobre la libertad  cristiana y la liberación) 22-  III-86, son decisivos a la hora de clarificar la verdad  teológica y la práctica pastoral. 
    Con  motivo del V Centenario de América, el propio Papa animó la celebración con una  novena de años que conllevó toda una serie de iniciativas (congresos  académicos, pastorales, cursos, talleres, asambleas) tendentes valorar el don  recibido de la evangelización    y a responder al desafío  de la vocación y misión; al respecto, se       creó la fundación "Populorum progressio" para colaborar  con todos         los que "conscientes de  la dolorosa situación de los Pueblos latinoamericanos,  desean contribuir a su desarrollo integral, haciendo que la doctrina social de  la Iglesia encuentre una aplicación justa y oportuna".
    El Dr. P. Pedro  Hidalgo Díaz, recreando y actualizando su tesis doctoral al calor del evento de  Aparecida, nos obsequia una bella y sugestiva reflexión sobre "Juan Pablo II y  Aparecida. Vigencia del pensamiento de Juan Pablo II para América".  En la misma nos indica la huella evidente del Papa en "el evento, en el  documento y en el estilo pastoral que esa Conferencia propone a América Latina  y el Caribe" (p.180) proponiendo seis temas programáticos: La Iglesia al  servicio del encuentro con Cristo, la comunión eclesial, la opción preferencia  por los pobres y promoción humana, el evangelio de la familia y de la vida, los  jóvenes como realidad y promesa, María como Señora y Madre de América. De igual  manera, "lo que Aparecida dice de la santidad, de la cultura de la vida, del  cuidado del medio ambiente, de la evangelización de la cultura, de los medios de  comunicación social, de los nuevos areópagos, podría encontrar también su  correlato en las enseñanzas de Juan Pablo II" (Ibídem).
    Esta identidad cristiana de América la registra con  precisión en el documento postsinodal Ecclesia in America.
        El mayor don que América ha recibido del Señor es la fe, que  ha ido forjando su identidad cristiana. Hace ya más de quinientos años que el  nombre de Cristo comenzó a ser anunciado en el Continente. Fruto de la  evangelización, que ha acompañado los movimientos migratorios desde Europa, es  la fisonomía religiosa americana, impregnada de los valores morales que, si  bien no siempre se han vivido coherentemente y en ocasiones se han puesto en  discusión, pueden considerarse en cierto modo patrimonio de todos los habitantes  de América, incluso de quienes no se identifican con ellos (n.14).
    El  periodista A. Metalli nos comparte su diálogo con el intelectual católico  Methol Ferré quien, a la muerte de Juan Pablo II y la inminencia del cónclave, predijo  la elección de Ratzinger -Benedicto XVI y vaticinó la de Bergoglio- Francisco como lógica  evolución de lo que él denominaba iglesias reflejo y de iglesias fuente, o de  "iglesias protagonistas" e "iglesias receptoras" de protagonismos externos a  ellas. Se basaba en la reflexión del teólogo brasileño Henrique Claudio de Lima  Vaz, deudor a su vez de otro jesuita, Henri de Lubac, quien fue el primero en  establecer la diferencia entre unas y otras, utilizando el primer término,  iglesia reflejo, para designar aquellas iglesias que están más determinadas por  otras iglesias que por ellas mismas, y el segundo, iglesia fuente, para  aquellas que encuentran dentro de sí mismas las fuentes de su propia renovación. La Iglesia se estaba deseuropeizando y  mundializándose pero desde el aporte del liderazgo latinoamericano.  Methol Ferré, al igual que su discípulo -también uruguayo- Guzmán Carriquiry estaba  convencido de que la Iglesia latinoamericana era efectivamente la más madura  para asumir el liderazgo de la Iglesia universal porque era la más antigua de  las iglesias no europeas y con la fuerza necesaria para asumir un liderazgo  mundial, gracias precisamente a esta identidad cristiana.
    No está de más  recordar que muchos de los gestos del Papa Juan Pablo II, al igual que su  magisterio contaron con la asesoría y el beneplácito de su fiel colaborador.  Incluso el propio Cardenal Joseph Ratzinger fungió en ocasiones como legado o  enviado especial del propio Papa.
    3.   En la escuela  de María
    Aparecida  destaca por ser la Conferencia General del CELAM más mariana. En primer lugar,  tiene su sede en un santuario mariano, el tiempo abarca el arco de dos fiestas  marianas -13 de  mayo, virgen de Fátima y 31 de mayo, Visitación de María- y es la que contiene más  acápites sobre el tema, tanto dogmáticos como pastorales.
    J. R.  Ochoa sintetiza su magisterio en mostrar a María como  "la perfecta y primera discípula de Cristo, a  la vez que la gran misionera de los pueblos latinoamericanos y caribeños, la  que los acompaña y comparte cercanamente su historia evangelizándolos y  ayudándolos a vivir como discípulos y misioneros".
    La  presencia de Benedicto XVI deja huella evidente tanto de su tierna devoción  mariana como de su consistente mariología. El Papa no sólo rezó el rosario con  los obispos y el pueblo fiel, sino que compartió oraciones marianas y regaló  magistrales textos en el discurso al final del rezo del santo rosario, el 12 de  mayo de 2007, en las vísperas de la inauguración de la Conferencia; en la homilía  pronunciada en el santuario de Aparecida con ocasión del VI Domingo de Pascua,  y el discurso inaugural de esta Conferencia, ambos realizados el 13 de mayo de  2007; el mensaje final a la Conferencia pronunciado el 29 de mayo de 2007 y,  finalmente, el texto de Aprobación del Documento Conclusivo con fecha del 29 de  julio de 2007.
    Al concluir el rezo del Rosario, el Papa  manifestó su gran gozo al comunicar que la razón primordial de su visita y el  mensaje principal era invitar a todos -discípulos y misioneros- a  "permanecer en la escuela de María:
    María santísima, la Virgen pura y sin mancha, es para  nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que  lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. El Papa ha venido a  Aparecida con gran alegría para deciros en primer lugar: Permaneced en la  escuela de María. Inspiraos en sus enseñanzas. Procurad acoger y guardar  dentro del corazón las luces que ella, por mandato divino, os envía desde lo  alto. Pidamos  a la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, que cuide la  vida de todos los cristianos. Ella, que es la Estrella de la evangelización,  guíe nuestros pasos en el camino al reino celestial:
    Madre nuestra, protege la familia brasileña y latinoamericana.  Ampara bajo tu manto protector a los hijos de esta patria querida
  que nos acoge.
    Tú que eres la Abogada ante tu Hijo Jesús, da  al pueblo brasileño paz constante y prosperidad completa. 
    Concede a nuestros  hermanos de toda la geografía latinoamericana un verdadero celo misionero  irradiador de fe y de esperanza.
    Haz que tu llamada desde Fátima para la  conversión de los pecadores se haga realidad y transforme la vida de nuestra  sociedad.
    Y tú, que desde el santuario de Guadalupe  intercedes por el pueblo del continente de la esperanza, bendice sus tierras y  sus hogares. Amén.
    En el  trascendental discurso inaugural, al trazar los elementos fundamentales de la  religiosidad popular y las claves de la evangelización iberoamericana ponderó: 
    la profunda devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, de  Aparecida o de las diversas advocaciones nacionales y locales. Cuando la Virgen  de Guadalupe se apareció al indio san Juan Diego le dijo estas significativas  palabras: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?, ¿no estás bajo mi sombra y  resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi  manto, en el cruce de mis brazos?" (Nican Mopohua, nn. 118-119).
    Al concluir su permanencia no pudo dejar de "invocar la  protección de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia sobre vuestras personas y  sobre toda América Latina y el Caribe. Imploro de modo especial a Nuestra  Señora -bajo la advocación de  Guadalupe, Patrona de América, y de Aparecida, Patrona de Brasil- que os acompañe en vuestra hermosa y exigente labor  pastoral. A ella confío el pueblo de Dios en esta etapa del tercer milenio  cristiano. A ella le pido también que guíe los trabajos y reflexiones de esta  Conferencia general, y que bendiga con abundantes dones a los queridos pueblos  de este continente. (DI, Conclusión).
    En el momento central del evento, en la celebración eucarística,  se refirió a María como, madre y maestra:
    El lugar es el santuario nacional de Nuestra Señora  Aparecida, corazón mariano de Brasil: María nos acoge en este cenáculo y, como  Madre y Maestra, nos ayuda a elevar a Dios una plegaria unánime y confiada…
    Ahora demos espacio a la palabra de Dios, que con alegría  acogemos, con el corazón abierto y dócil, a ejemplo de María, Nuestra Señora de  la Concepción, a fin de que, por la fuerza del Espíritu Santo, Cristo pueda  "hacerse carne" nuevamente en el hoy de nuestra historia.
    Que la Virgen María alcance para América Latina y el Caribe  la gracia de revestirse de la fuerza de lo alto (cf. Lc 24, 49) para irradiar  en el continente y en todo el mundo la santidad de Cristo.
    Encontramos  en este texto una reflexión muy querida para Benedicto XVI, siempre que comenta  el tema de la Encarnación o el nacimiento virginal de María:
    «[…]  hay dos puntos en la historia de Jesús en los que la acción de Dios interviene  directamente en el mundo material: el parto de la Virgen y la resurrección […].  Ambos son un escándalo para el espíritu moderno […] pero se trata de saber […]  que Dios es Dios, y no se mueve solo en el mundo de las ideas» .
    4.      Vigencia de Aparecida, 15 años después
    En su docilidad  espiritual y profundidad intelectual, el Papa Benedicto XVI valoraba y  celebraba la vida de la Iglesia americana: "Del encuentro de esa fe con las etnias  originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este continente expresada en  el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas  y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo  credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas".
    De igual manera, Benedicto  XVI conocía bien las reflexiones teológicas y los procesos históricos  latinoamericanos. No era un improvisado.  Durante el encuentro, señaló características particulares y desafíos  propios de la Iglesia de esta región. Desde el ámbito social, político y  cultural, hasta la fisonomía espiritual de nuestros pueblos, dando un lugar  especial y relevante a la religiosidad popular: "La sabiduría de los pueblos  originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas  y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y  profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos  latinoamericanos".
    Más adelante, el Papa  volverá al documento en su encuentro con la Curia siete meses después:
    El Documento de  Aparecida concreta todo esto hablando de la buena nueva sobre la dignidad del  hombre, sobre la vida, sobre la familia, sobre la ciencia y la tecnología,  sobre el trabajo humano, sobre el destino universal de los bienes de la tierra  y sobre la ecología, dimensiones en las que se articula nuestra justicia, se  vive la fe y se da respuesta a los desafíos del tiempo […] Ese mismo Documento nos  dice que el discípulo de Jesucristo también debe ser "misionero", mensajero del  Evangelio. También aquí surge una objeción: ¿es lícito también hoy "evangelizar"?  ¿No deberían, más bien, todas las religiones y concepciones del mundo convivir  pacíficamente, tratando de hacer juntas lo mejor para la humanidad, cada una a  su modo? [...] Ciertamente, no conviene hacerse  falsas ilusiones: no son pequeños los problemas que plantea el laicismo de  nuestro tiempo y la presión de las presunciones ideológicas a las que tiende la  conciencia laicista con su pretensión exclusiva de la racionalidad definitiva.  Nosotros lo sabemos, y conocemos el esfuerzo que exige la lucha que afrontamos  en este tiempo. Pero también sabemos que el Señor mantiene su promesa: "He aquí  que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).  Con esta alegre certeza, acogiendo el impulso de las reflexiones de Aparecida a  renovar también nosotros nuestra comunión con Cristo, salimos con confianza al  encuentro del nuevo año. Salimos a su encuentro con la mirada materna de la Aparecida,  de Aquella que se definió "la esclava del Señor". Su protección nos da  seguridad y nos llena de esperanza.
    A 15  años de la celebración de la Asamblea del CELAM en Aparecida y en los días de  su partida para la eternidad me parece pertinente evaluar su repercusión en  Aparecida como se ha formulado desde el CELAM, señalando diez grandes  enseñanzas a partir de su mensaje inaugural:
    1.      Culturas y diálogo:  "Las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un  determinado punto de la historia, sino que están abiertas, más aún, buscan el  encuentro con otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro  y el diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar a una nueva  síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las expresiones y de su  realización cultural concreta".
    2.      Economía y equidad: "La  economía liberal de algunos países latinoamericanos ha de tener presente la  equidad, pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados  cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los  propios bienes naturales".
    3.      No  excluir a Dios: "Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica  el concepto de 'realidad' y, en consecuencia, sólo puede terminar en  caminos equivocados y con recetas destructivas".
    4.      Misión  de la Iglesia: "La Iglesia tiene la gran tarea  de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud  del bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo".
    5.      La  tesis fundamental del cristianismo: "La primera afirmación fundamental es, pues,  la siguiente: sólo quien  reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y  realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente  ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis".
    6.      Conocer  a Dios en Cristo: "De aquí la importancia única e  insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo,  toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber  camino, no hay vida ni verdad".
    7.     Iglesia y política: "El respeto de una sana  laicidad -incluso con la pluralidad de  las posiciones políticas- es esencial en la tradición  cristiana. Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto  político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos,  porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una  única vía política y con posiciones parciales opinables. La Iglesia  es abogada de la justicia y de los pobres precisamente al no identificarse con  los políticos ni con los intereses de partido".
    8.      Sociedad  justa: "Las estructuras justas son, como he dicho, una  condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan  sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la  necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra  el interés personal".
    9.      El compromiso del cristiano: "La vida cristiana no se  expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes  sociales y políticas".
    10.   Centralidad de la opción preferencial por los pobres: "La fe nos libera del  aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión:         el encuentro con Dios es, en sí  mismo y como tal, encuentro          con los hermanos, un acto de convocación,  de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás. En este  sentido, la opción  preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho  pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza".
    5.     Repercusión  de Aparecida en el Papa Francisco
    El cardenal Bergoglio tuvo  un rol fundamental en la confección del  Documento Final de Aparecida. Tal es la importancia de este documento, que el  ahora papa Francisco suele entregarlo a mandatarios latinoamericanos,  con el objeto de que sean coprotagonistas de un nuevo orden social en  Latinoamérica, basado en la dignidad del ser humano y la justicia. 
    El pasado 3 de noviembre del 2021, solemnidad de San  Martín de Porres, en la Facultad Teologica dell'Italia Centrale (Florencia) el  sacerdote peruano Miguel Carpio Vargas presentó la tesis de doctorado titulada "Hacia  una antropología de la vida relacional en Aparecida". En el estudio se  evidencia la circularidad receptiva entre Aparecida y el Papa Francisco desde  dos momentos: la contribución de Bergoglio a Aparecida, y la contribución de  Aparecida al pontificado de Francisco. La triple contribución bergogliana fue:  diaconal, ontológica y antropológica. 
    Diaconal, porque Bergoglio como presidente de la  Comisión de Redacción del documento conclusivo alcanzó los consensos básicos  del entero y plural episcopado latinoamericano, a manera de un "director de  orquesta" que supo armonizar en una unidad las diferentes perspectivas. Ontológica,  en la asunción creativa del método ver -juzgar- actuar a partir de  la mirada teologal del discípulo misionero sobre la realidad que nunca puede  ser aséptica, sino desde el primado de la fe, presupuesto indispensable para  una verdadera hermenéutica. Antropológica, debido a la acentuación de la  alegría como característica humana necesaria para la evangelización que nace  del encuentro con Cristo como característica indispensable del anuncio. De  hecho, si Bergoglio contribuyó con Aparecida, se puede decir que Aparecida  contribuyó con Bergoglio en un relanzamiento creativo de sus líneas  principales, sin la pretensión de exportar el modelo misionero latinoamericano,  sino que la Iglesia asuma su misión de manera inculturada. Por esto, se  identificó sobre todo tres grandes aspectos de Aparecida que influencian el  magisterio de Francisco: la piedad popular, la conversión misionera de la  Iglesia y algunos aspectos antropológicos. El gran "acierto" de Aparecida es el  dar una respuesta a la crisis actual provocada por el "cambio de época" de la "globalización",  y "crisis antropológica"- donde el hombre es  pura contingencia y hedonismo, se presenta un cristianismo integral de la vida  humana.
    Su programática exhortación postsinodal Evangelii  gaudium contiene hasta 13 menciones del documento de Aparecida; su mensaje  central de lanzamiento de la misión continental para sacudir a los propios  fieles de  su indiferencia como discípulos y misioneros  estará presente en todo su pontificado.  Como ideas fuerza cabe destacar su propuesta de "vivir en un nivel superior, pero no con menor  intensidad" (EG 10) y que fundamenta en el texto de Aparecida "«La vida se acrecienta  dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad" (Ap 260). Una perla  sobre el apostolado nos la brinda la expresión de Benedicto XVI en la homilía  de inauguración: "La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción". Su  típica expresión "Iglesia en salida" EG 15 es el eco de la propuesta de  Aparecida «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros  templos» (Ap 548). Más cerca de nuestros días, Benedicto XVI, en América  Latina, señaló que se trata de un «precioso tesoro de la Iglesia católica» y  que en ella «aparece el alma de los pueblos latinoamericanos»[EG 122]. Cita también a su  antecesor al indicar que la Iglesia no crece por proselitismo sino «por  atracción» (EG 14).  EG 14.
    Cuando nos habla de su propuesta de "vivir en un nivel  superior, pero no con menor intensidad" (EG 10), remite a que «La vida se  acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho,  los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y  se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás» [Ap 260].
    De igual manera, cuando denuncia  "la mayor amenaza" de la Iglesia (EG 83) acude a Ratzinger para aclarar que «es  el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente  todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y  degenerando en mezquindad». Al referirse a la devoción o  religiosidad cita también a Benedicto XVI quien la señala como «precioso tesoro  de la Iglesia católica» en la que «aparece el alma de los pueblos latinoamericanos»  [EG 122].
    Me sorprende el evidente  paralelismo mostrado en la entrevista concedida al vaticanista Andrea Tornielli  en febrero de 2012 al preguntarle sobre el significado de "evangelizar en un  contexto como el de Latinoamérica"; el entonces Cardenal Bergoglio adelantará  lo que hoy es programático, gracias a Evangelii  gaudium:
    El contexto es el emanado de la quinta  conferencia de los obispos de Latinoamérica que se celebró  en Aparecida en 2007. Se nos ha convocado a una misión continental, todo el continente se encuentro en estado de misión. Se han hecho y se  hacen programas, pero, sobre todo,  está el aspecto paradigmático: toda la actividad ordinaria de la Iglesia se ha orientado hacia esa misión.  Ello implica una tensión muy fuerte  ente centro y periferia, entre la parroquia y el barrio. Hay que salir de uno mismo, ir hacia la periferia.  Hay que evitar la enfermedad espiritual de la Iglesia  autorreferencial, cuando lo es, la Iglesia enferma. ES cierto que al salir a la  calle, como nos pasa a todos los hombres y a todas las mujeres,  puede haber accidentes. Pero si la Iglesia permanece encerrad en sí misma,  autorreferencial, envejece. Y entre una Iglesia accidentada que sale a la calle y una Iglesia  enferma de autorreferencialidad, no tengo  ninguna duda: prefiero  la primera".
    6.     Conclusión: Que Aparecida no desparezca
    El reciente documento del  Celam Nuestras deudas con Aparecida (mayo  2022) quince años después recoge las "cosas nuevas" surgidas después de Aparecida en  diferentes campos: antropología, sinodalidad, participación de  la mujer en la Iglesia, realidades propias de América Latina y el Caribe,  política y economía, ecología, ciencia, tecnología, comunicación e información  global, diálogo ecuménico e interreligioso. Entre las  principales contribuciones de Aparecida, nacidas del llamado del Espíritu,  señala el rencuentro fecundo con el Evangelio de Jesucristo y  por nuevas formas de expresión eclesial. Podemos considerar que el gran logro  de Aparecida es haber recuperado el sentimiento de una Iglesia continental con  características propias, portadora de un camino original y con capacidad de  hacer contribuciones sustantivas a la Iglesia universal: misión y  evangelización de la cultura; Iglesia que incluye el desarrollo humano  integral, ambiental y socialmente sostenible; Iglesia con una pastoral que  asume la opción preferencial por los pobres; Iglesia que piensa en nuevas formas  de hacer política, para el bien común.  No en vano, el principal relator de Aparecida, Mons. Jorge Bergoglio, es ahora el Papa Francisco. Él mismo afirma que «Aparecida  es un tesoro cuyo descubrimiento todavía está incompleto», puesto que abre la reflexión  teológica a nuevas perspectivas y futuras profundizaciones. De hecho, él mismo también prefirió la  celebración de una Asamblea Eclesial -I Asamblea Eclesial de América  Latina y el Caribe- en la que estuviese  todo el Pueblo de Dios presente, que una nueva Conferencia del CELAM. 
    Y así fue. Durante 4 días, del 21 al 28 de noviembre,  se reunieron en la sede de la Conferencia Episcopal Mexicana delegados de las  diócesis de América Latina y del Caribe, algunos online, otros en persona.  Entre los asistentes, 5 cardenales enviados desde el Vaticano por el Papa  Francisco: Marc Ouellet (Pontificia Comisión para América Latina y Congregación  para los obispos), Mario Grech (organizador del Sínodo de la Sinodalidad),  Charles Maung Bo (cardenal de Birmania y presidente de la Conferencia Episcopal  de Asia), Jean Claude Hollerich (presidente de los obispos europeos), y Oswald  Gracias, cardenal arzobispo de Bombay. Con ellos, otros funcionarios vaticanos  como el secretario del Dicasterio de la Comunicación, Lucio Ruiz y varios  laicos y teólogos, además de muchos obispos latinoamericanos. 
    Tal como redactaron en su manifiesto final, les unió  "el deseo de reavivar el espíritu de la V Conferencia General del Episcopado  Latinoamericano y Caribeño, realizada en Aparecida en 2007, en sintonía con las  anteriores Conferencias Generales y teniendo en el horizonte el Jubileo  Guadalupano en 2031 y el Jubileo de la Redención en el 2033". Aparecida en 2007  pedía una "conversión decididamente misionera, para someterlo todo al servicio  de la instauración del Reino de la vida" (Documento de Aparecida, 366). Para  los reunidos en esta asamblea, esa conversión significó hacer sinodalidad. "Con  gran gratitud y alegría reafirmamos en esta Asamblea Eclesial que el camino  para vivir la conversión pastoral discernida en Aparecida, es el de la  sinodalidad. La Iglesia es sinodal en sí misma, la sinodalidad pertenece a su  esencia; por tanto, no es una moda pasajera o un lema vacío. Con la sinodalidad  estamos aprendiendo a caminar juntos como Iglesia Pueblo de Dios involucrando a  todos sin exclusión, en la tarea de comunicar a todos la alegría del Evangelio,  como discípulos misioneros en salida". El documento, con fecha de 27 de  noviembre, pide a Dios y a la Virgen "que con valentía y creatividad lleguemos  a ser una Iglesia en salida, sinodal y misionera que el Señor espera de  nosotros, porque todos somos discípulos misioneros en salida".
    Dr. José Antonio Benito Rodríguez
    Doctor  en Historia
  Profesor principal de la Facultad de Teología
  Pontificia y Civil de Lima
        
                Según el teólogo brasileño Henrique de Lima Vaz, las "iglesias reflejo"  están más determinadas por la teología y la vida de otras iglesias que por  ellas mismas, mientras que las "iglesias fuentes" encuentran en sí mismas las  vertientes de su propia renovación. Él considera  a las iglesias de los países centrales, sobre todo noratlánticos, sobre todo  europeos, como iglesias fuente. Fuente quiere decir donde se genera vida  espiritual, teológica, pastoral; que se irradia en las iglesias del Sur, dentro  de ellas, la Iglesia latinoamericana; éstas son Iglesias periféricas respecto  de esos centros, como reflejos que reflejan; es decir, que muestran lo que se  ha generado en otros lados. 
                 
            
            
            
            EL CONTINENTE DE  MI ESPERANZA. Juan Pablo II y la Nueva Evangelización de América. Lima; San Pablo  2011, 219 pp.
                         OCHOA GONZÁLEZ, José Refugio: La mariología del  Documento Conclusivo de Aparecida Disertación de Licenciatura, Facultad de Teología,  Universidad de Comillas, Madrid, 2018  p.9. https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531
  /34428/1/DEA000203.pdf
                     https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/may/documents/
  hf_ben-xvi_spe_20070513_conference-aparecida.html
                        Joseph Ratzinger, La Infancia de Jesús, 4ª ed. Barcelona:  Planeta, 2012, pp. 62-63.
                        https://es.zenit.org/2013/06/25/gracias-a-bergoglio-el-documento-de-aparecida-mas-que-un-texto-es-una-realidad/#:~:text=El%20cardenal%20Bergoglio%20tuvo%
  20un,santuario%20de%20Aparecida%20en%20Brasil
                 
            
            
           Jorge Bergoglio. Francisco.  La vida, las ideas, las palabras del Papa que cambiará la   Iglesia. Barcelona; Plaza & Janes, 2013 pp.  180-181.