miércoles, 4 de septiembre de 2024

TESTIMONIO SACERDOTAL DEL P. IGNACIO MUGUIRO, SJ (1928-2016)

TESTIMONIO SACERDOTAL DEL  P. IGNACIO MUGUIRO, SJ (1928-2016)

 

Tuve la gran suerte de conocer al P. Muguiro como "colega" de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima por el año 2000, cuando yo me estrenaba con el curso de "Historia de la Iglesia en el Perú. Recuerdo con entrañable cariño su porte alegre, siempre sonriente, rodeado de alumnos en los intermedios de las clases. Dictaba su cátedra de Derecho Canónico pared por medio de mi aula y siempre nos llegaba el jolgorio de los alumnos por la gracia de sus explicaciones. Desde aquel curso comencé a recoger testimonios y vivencias de "peruanos católicos" y un buen día-del año 2001- recibí de su mano este precioso texto que ahora les comparto como gratitud perenne[1]. Campea por doquier su transparencia en el pensar, su donaire en el escribir, su pasión en el afirmar, su gozo sacerdotal.

Su testimonio se ha enriquecido con la entrevista televisiva en PAX TV "EL PADRE Y EL HABLADOR" conducido por Hardy Montoya (HM) y Padre Rafael Reátegui (PRR) con motivo del Año Sacerdotal, 2011. Diez años después de tu texto, al hilo de la vocación y misión del sacerdote, nos abre su corazón gigante y nos comparte su comunión mística con Cristo y su celo por las vocaciones sacerdotales, de las que fue un gran impulsor y acompañante perpetuo.

Como introducción, comparto la  semblanza de la web de la Compañía de Jesús-Perú al dar noticia de su partida para la eternidad el 2 de septiembre del 2016 https://inmemoriam.jesuitas.pe/2016/09/02/p-ignacio-muguiro-sj/

Al final, añado el precioso artículo de Alfonso Ussía. 

 

I. SEMBLANZA

El P. Ignacio Muguiro nació el 2 de enero de 1928 en Madrid. En 1944, con 16 años de edad, ingresó a la Compañía de Jesús en el noviciado de Aranjuez. En esta misma casa realizó el Juniorado de 1946 a 1949 y, posteriormente, estudió la Filosofía en Madrid (1950-1952).

Su primera llegada al Perú fue en 1953 para realizar su etapa de magisterio en el Colegio de San José en Arequipa como profesor. Acabado su magisterio en 1956, siguió los estudios de bachiller de Teología en la facultad Granada y, posteriormente, estudió la licenciatura y el doctorado en Teología Moral en la Universidad Gregoriana de Roma. Fue ordenado sacerdote en 1959 en Madrid y completó su formación con la tercera probación en Córdoba (España).

Una vez acabados los estudios, su primer destino fue el Seminario "San Antonio Abad" de Cusco, adonde llega en 1962 para trabajar como profesor y espiritual. En ese tiempo fue el iniciador de los Cursillos de Cristiandad. Es nombrado Rector del Seminario en 1966.

En mayo de 1967, el P. General Pedro Arrupe le nombra Viceprovincial y, al poco tiempo, Perú se constituye como Provincia. Por eso será el último Viceprovincial y el primer Provincial. Asume el cargo en el momento álgido de los profundos cambios que el Concilio Vaticano II generó en la vida religiosa y las vivencias experimentadas mientras desempeñó esta responsabilidad le acompañarán toda la vida.

En 1972 retoma su actividad pastoral en tres líneas que constituirán su misión hasta su muerte: formación de sacerdotes, director de Ejercicios Espirituales y responsabilidades de gobierno. Estos tres ministerios estarán de alguna manera presentes en todos los lugares a los que fue destinado, a saber, comunidad de San Pedro en Lima (1973-1977), Seminario Mayor de Jaén (1977-1985) y Casa San Estanislao de Kostka, Huachipa (1986-2015).

La formación de sacerdotes la realizó especialmente por medio de la docencia de Teología Moral y el acompañamiento. Enseñó en la Facultad de Teología de Lima, Seminario "San Luis Gonzaga" de Jaén, Seminario "San Carlos y San Marcelo" de Trujillo y los Seminarios de Chosica e Iquitos.

Los ejercicios fue un ministerio siempre presente, pero que se intensificó desde su llegada a Huachipa. Dio incontables tandas de ejercicios a sacerdotes, religiosas/os y laicos por todo el país e incontable fue el bien que hizo a muchas personas.

En cuanto a sus responsabilidades de Gobierno cabe destacar que fue: superior de San Pedro (1975-1977), Rector del Seminario de Jaén (1977-1985) y superior de Villa Kostka (1986 a 1995). En el tiempo que estuvo en Huachipa y hasta que contó con fuerzas desarrolló una gran actividad pastoral en la vice parroquia en Jicamarca y de apoyo a los más necesitados. También reunía a un grupo de jóvenes.

La gran cantidad de personas de toda edad y condición que le buscaban para el acompañamiento espiritual o consejo le definen como un hombre profundamente espiritual. Destacó también en él su afabilidad, buen humor, liderazgo y don de gentes.

A inicios de 2015, llegó a la Enfermería para tener un mejor cuidado de su salud. Falleció muy temprano el día 2 de septiembre, de un ataque cardíaco, cuando se levantaba para la oración. Contaba 88 años de edad. La Misa de Funeral se celebró el sábado 3 a las 10:00 am, en la parroquia de Fátima. Posteriormente sus restos mortales fueron trasladados al Cementerio Presbítero Maestro para el entierro

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando http://inmemoriam.jesuitas.pe/p-ignacio-muguiro-sj/

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II. TESTIMONIO AUTOBIOGRÁFICO


1.      El benjamín de 12 hermanos

Nací en Madrid el día 2 de enero de 1928.  Aquel día llegué acá con lo puesto, tuvieron que darme una ropilla cualquier de la colección que se había salvado de mis diez hermanos anteriores.

Creo que les caí bastante bien a mis padres y hermanos porque no llevo encima ningún trauma que pueda hacer feliz a un sicoanalista; supongo que todos se tuvieron que estrechar.  Uno más en esas casas grandes de mil hermanos, no ocupa lugar.

Conmigo llegó la paz.  Mi padre solía ir de guerra a África de vez en cuando.  Mi madre le seguía con el lote de hijos que había en el stock familiar, en la ciudad más cercana del frente de batalla.

Soy el único de los hermanos que no nací con gusto de pólvora en la boca.

Aprendí a rezar antes de hablar….pues al principio nos juntaban las manos y dábamos un beso al Crucifijo…cuando luego hablé me pareció que era un lujo decirle con palabras que le quería.  Se lo dije muy pronto. No tan pronto como El que parece que venía desde la eternidad diciendo mi nombre por encima de millones de estrellas. A las estrellas Dios no las quería.  Eran sólo juguetes lejanos para que a sus hijos nos hicieran guiños al poner el pie en la tierra, y nos hablaran de El. Me enteré un día que las estrellas no tenían corazón y estaban heladas en su fuego…y me dio un montón de pena.  Mi padre era un militar de mil guerras.  Cuando moría uno de sus compañeros en el desierto de África, se plantaba a sustituirle a la misma semana….y detrás iba la turba de hijos con una esposa que lo adoraba y todos nos metíamos en la refriega menos yo que no había nacido y me quedé para contarlo.

Dicen que entraba en batalla con toda la valentía.  Pero él me dijo un día que era mucho más valiente avanzar delante de todo el ejército en formación, ante la mirada de todos, marcando el paso, para recibir la comunión en un alto de la batalla.  Ahí siempre avanzaba solo pero jamás nadie se atrevió a hacerle una broma.

 

2.      A los 7 años muere su padre, militar, en la Revolución de Asturias

Un día, cuando yo tenía siete años mi padre volvió con su regimiento de una revolución que hubo en Asturias…..Venía enfermo de muerte.  A los 8 años me quedé huérfano de padre.  Con recuerdo en el alma de un hombre bueno, amigo de Dios y con las botas llenas de polvo de no sé qué guerra.

Mi madre con sus 46 años puso orden en el pequeño regimiento que le había dejado mi padre.  Los doce no pudimos tapar la pena que ella llevaba en el alma.  Se adoraban él y ella.  Allí aprendí qué cosa era amor aunque nunca en clase lo pude explicar ni definir. Pero lo respiré a bocanadas durante 8 años en casa.

 

Mi madre no lloró delante de nosotros. Nunca le gustaron las escenas. Estuvo metidita en su cuarto dos días hartándose pienso de llorar y a los días salió a poner un poco de ánimo en el ejército n°12 a poner ánimo y alegría…

-"Yo te ayudaré, María, desde el cielo: mucho mejor". Y soy testigo de que lo cumplió maravillosamente.

A los pocos días yo hacía mi primera comunión…Fue el encuentro con un Dios espléndido cuando acababa de perder un dios terreno que reflejaba muy bien el rostro de Dios menos en las guerras.

Días antes con mi hermana n°12 estuve a punto de irme a un asilo para  niños huérfanos... Mi hermana pequeña y yo éramos bastantes chantajistas. Amenazábamos acusar las palomilladas de todos si no había una congruente coima para comprar nuestros silencios… Pero los dos últimos, ella y yo, teníamos la sana costumbre de bajar a una pastelería y pedir, con frecuencia, los pasteles que se nos antojaban. Nos querían mucho en las pastelerías y nosotros pensábamos que nos regalaban los pasteles… ¡ingenuísima idea de dos bautizados! Un día llegó una cuenta-nota de la pastelería. Una cifra tan alta como una casa anunciaba un consumo de pasteles que superaban las economías más fuertes… Nada más oír que nuestros hermanos leían en la comida la lista de pasteles, asombrados y horrorizados, vieron que los dos pequeños estábamos colorados como tomates y a punto de llorar.  Nos cayeron los diez encima aprovechando que no estaba mi madre…nos llamaron corruptos y todo lo que ahora dicen a Montesinos[2] y que he vuelto a recordar…por su fuerza, sólo Montesinos y nosotros dos podemos saber lo que la chusma puede decir de unos ingenuos estafadores cuando la rabia y la venganza les corroe…Todas nuestras tramas y coimas de ocho años cayeron estrepitosamente… Pero un arrebato de dignidad me envolvió y dije la respuesta fatal: "Ahora comprendo que siempre nos habéis odiado…hemos llegado tarde a esta casa que ya estaba llena…sobramos...queréis que nos marchemos".

 

Nunca fui tan orador…pero la respuesta fue horrenda... los diez, sin faltar uno, los diez aplaudieron nuestra protesta de víctimas incomprendidas y los diez aplaudieron la idea de marcharnos de casa. No esperaba esa dura reacción de la chusma…pero sin renunciar a mi dignidad primera dije con toda gallardía… "Ahora mismo, los dos nos marchamos al asilo de niños desamparados"… Volvió la turba a aplaudir la idea… no hubo más remedio que salir. Abrimos la puerta de la casa y empezamos a bajar despacio y llorando las escaleras… Yo le decía por lo bajo... "Oye, ¿tú sabes dónde está el asilo? Porque  estos desgraciados han acabado para nosotros"… Mi hermana pequeña que era la que más pasteles había comido lloraba y lloraba… En esto apareció mi madre que volvía de la calle. ¡Qué hacen los dos en la calle?…Contamos despacio la triste historia adivinada de unos hermanos que nos odiaban porque éramos muchos… Nos callamos la historia de la pastelería… y de la mano de madre entramos en casa, inmensamente aplaudidos, con cierta rechifla del público soez pero sin que nadie hablara de la cuenta y los pasteles. Fueron nobles.  Nunca supe quién pagó esa cuenta pero nunca volvimos a ser alcahuetes.

 

3.      La primera y decisiva Primera Comunión

He pasado deprisa mi primera comunión. Tuve un grueso altercado con el fotógrafo al que acabé pateando. Desde entonces a todos los fotógrafos y periodistas inoportunos los saqué de mi lista de amigos al menos por las horas de su trabajo.

Me preparó para la Comunión un santo agustino que fue pocos días después asesinado "por ser sacerdote" en los primeros días de la revolución-guerra del 1936… me dijo algo que para mi fue la primera gran noticia... y ninguna la ha superado después…Dios me iba a esperar todos los días en la Eucaristía. Yo en la cola de las personas importantes de casa con 10 jefes mayores encima me enteré que para Dios era alguien bien importante.  Me esperaba todos los días…y además, esa palabra "te espero, vente" era la típica palabra de los grandes amigos…era Dios inmenso, y era amigo como si no tuviera otra cosa que hacer.  Esto me engrandeció y todavía sigo abrumado diciendo a mis 73 años[3] las dos palabras… "Mi Dios y mi amigo". A esto se ha reducido gran parte de mi teología y de mi oración sorprendida todos los días.  Este es el regalo mejor de la vida.  Y cada día es maravilloso porque de entrada a la mañana me vuelvo a sentir asombrado de escucharle repetir la misma frase. No se ha arrepentido y yo sigo embobado presumiendo más que un presidente de la República el día que le ponen la banda presidencial…El me la pone todos los días, la banda de la amistad, delante de los ángeles o en el silencio bonito de mi pequeña capilla… y el alma se derrama en ternura como un mar grande.

 

4.      Asco infinito de todas las guerras

La guerra estalló…pasé más hambre que toda la que he visto publicada en el Perú en todos mis años peruanos…Aquí siempre hay un camote perdido. Allí un pedazo de pan que me dieron después de meses sin verlo lo tuve una hora sin tragar en la boca para que no se acabara…las piernas hinchadas...por la noche en el colegio nos repartían 10 cohetes a cada uno y hacíamos nuestra guerra como verdaderos malditos…¡qué bestias éramos y qué bestias eran nuestros juegos!

Los cuatro hermanos míos estaban en la guerra.  El último de 15 años de edad me dejó solo en el colegio para marcharse al frente. Yo que me quedé en tierra a pasar hambre y a ver los combates aéreos y dormir con fondo de bombas explotando…Y acabó la guerra y tenía dos hermanos menos… ¡Y tuve un asco infinito a todas las guerras!!

Diariamente me encontraba con Cristo en la Eucaristía y esto es lo más grande que me ha pasado en la vida. El hacia el milagro de ser indispensable y lo único serio que hacía un chiquillo de 15 años: encontrarme con Dios todos los días. Ni Él ni yo fallamos. El milagro de que siempre tuve tiempo, y ganas, y no había distancia, era cosa cotidiana. Allí me di cuenta de que había resuelto lo más importante en la vida. Yo nunca iba a ser un solitario. Siempre, hombro con hombro llevaba a Dios por todos mis caminos…

En el colegio fui un pésimo alumno. Me expulsaron sin causa, como siempre suele hacerse. Cuando sucedía un lío disciplinar y no aparecía el culpable nos echaban a los tres que teníamos peor nota en el colegio. Yo era uno de los tres por acumulación de castigos inevitables en mi edad.

 

5.      Mi vocación a la Compañía de Jesús

Un día fui a hablar con un cura. Y de golpe me dijo: "Tú tienes vocación".  Yo le dije que aunque acababa la secundaria no me había preocupado de mi futuro.  El examen de Reválida o de estado previo a la Universidad nunca lo iba a aprobar. En mitad de secundaria me enseñaron una tabla de logaritmos cuando tenía prisa por ir a jugar un partido de frontón.  Yo al ver esas páginas me rebelé. Hasta ahora los libros tenían letras y leía mucho… pero un libro sólo de números enigmáticos produjo en mi interior náuseas infinitas… Dije y juré como cristiano que jamás abriría ese libro aunque me costase quedarme de peón… Y lo cumplí.  Pero sin saber logaritmos era imposible aprobar… El cura me dijo, si Dios hace el milagro de que apruebes es que quiere que seas jesuita.  Y yo acepté comprendiendo que Dios o podía querer lo imposible: aprobado.  Me puse de todas maneras de acuerdo con un compañero matemático para que me pasara el problema… Yo le pasaría todo lo de letras…Llegó el problema que era de geometría… pero para esas alturas la palabra logaritmos eran para mí "matemáticas"… Mi socio de examen hizo rápido el problema y… primera traición de la vida... se levantó, entregó su examen y no me pasó el problema… Vino a recoger su lápiz y mi indignación y rabia fue tan honda que me saqué el alfiler grande de la corbata y se lo clavé en el muslo hasta dentro.  Dio un grito, se alborotó la Universidad y salió con mi alfiler de corbata clavado para eterna memoria.  En vista de que no había nada que hacer… miré por primera vez el problema, lo enfoqué como acertijo o adivinanza que era mi primera diversión en los periódicos y no sé cómo lo resolví y lo resolví bien… aprobé y honradamente entré en la Compañía de Jesús…

Allí me encontré con Jesucristo como yo creía que era imposible encontrarlo en la tierra.  Decidimos que habíamos nacido uno para el otro.  El en Belén y yo en Madrid pero ambos estábamos ahora aquí.  Jesucristo me marcó toda la vida, me apasioné por Él como uno se apasiona por un Dios…Y en mi corazón no ha habido espacio ni humor para que nadie entrara.  Necesitaba todo el corazón para Él y era poco el que yo tenía…

Me preguntaron hace unos días si aquel día sentí el peso de renunciar a una mujer, y a unos hijos preciosos, doce pensaba tener, y a la libertad que era mi lema en el colegio y la clase, y a no tener plata… Y tuve que detenerme a pensar… y como un soñado respondí, hace pocos días, te juro que nunca pensé que perdía algo.  Me arrebató Cristo y me alocó de tal manera  -para eso es Dios- que me olvidé de hijos, hogar, boda, libertad, plata. No, nunca renuncié. Sólo pensé en que sin Él era la vida imposible y que ya no podría encontrar nadie como Él.  Ahora a los 73 no sé si soy pobre, libre, etc… Pero tengo a Dios y mis dos brazos son pocos brazos para abrazarlo… y mi corazón estalla de cariño. Soy el tipo más orgulloso del mundo no por mí, que me doy pena, sino porque El es mi amigo del alma y pesa demasiado su amistad para este pobre corazón mal trajeado.

 

De casa me marché sin decir nada concreto de fecha y día. Salí por la puerta y no volví más a ser inquilino de aquella tribu maravillosa. No me despedí porque aborrezco todo género de despedida, celebración, agasajo, y funeral. Nunca he acudido a esos momentos estelares de la vida de la humanidad.  Me gusta ser amigo sin alboroto de gente, sin boato ni aspavientos… Luego eso lo derivé a las celebraciones pomposas de la Iglesia con el Obispo enchufado en un gorro persa y vestido rojo  y seda… No recuerdo ceremonia alguna fuera de la de mi ordenación en que era indispensable… A Dios me gusta tratarlo mano a mano en el sencillo silencio de la Eucaristía y de Belén… Me molesta que haya otro protagonista aunque sea Obispo o cura, fuera de El… No sé cómo he logrado defenderme de esa ceremonia sin fin a lo largo de mi vida… Los amigos son fáciles y sencillos y se acaba cuando se quiere.  Las celebraciones e incluyo las litúrgicas son difíciles, huachafas de colorido, rito y coro, y nunca se sabe cuando se acabará…. La Misa de cada día es la excepción. Pero es que allí cierro los ojos y me imagino el mundo entero frente al altar, y Dios en las manos y ya está… Eso tan sublime sólo se puede vivir en el corazón, sin agitación ni colores, ni gritos. Es el silencio de Dios traspasando el alma como coro sólo me gusta que haya un niño pequeño que llore pues es el que más me recuerda a Dios y el que tiene derecho a estar en la presidencia porque es el único con un limpio corazón, Jesús y el pequeño llorón.  Si les molesta el lloriqueo del chiquillo yo lo prefiero al coro de guitarras, maracas, y demás ruidos.

 

Estudié por todo lo que no había estudiado durante 17 años. ¡Ahí pague bien! Dos años de noviciado, no pudieron prepararme mis formadores para nada del mundo cambiante que me esperaba…. Ni lo pretendieron.  No eran profetas ni siquiera hijos de profetas… No me prepararon para  el Vaticano II y la Liberación, y la caída del muro de Berlín ni la computación…  En aquellos maravillosos días sólo nos dieron tiempo para  conocer y hablar y querer rabiosamente a Dios y su Cristo…  Sólo nos dieron a Cristo.  Y de ese Cristo he vivido estos agitados 73 años riendo con Él mientras dábamos vueltas y vueltas en la verbena  del aggiornamento.  Ni Él ni yo lo tomamos nunca en serio.  Cristo, decía Agustín y lo hemos dicho todos con tanta razón como Agustín que nos robó la frase "… Cristo hermosura siempre antigua y siempre nueva…" y tarde siempre conocida. 

 

Vi pasar a tal velocidad vertiginosa que me hice a un lado para que no me arrollaran los nuevos vientos en su turmix y los dejé para quedando sólo un poco de aire de despedida ene l ambiente. Sólo dejé un pie en la tierra… pero el otro lo tenía en el peldaño del cielo para mejor poder comprar lo pasajero y lo eterno.  Porque aunque he querido mucho la vida y la gente que me ha rodeado… yo confieso -mal que le pese a mil sicólogos- que soy más del cielo que de la tierra… Para eso nací y va a durar mucho más que estos 73 años que han sido un susto tras otro.

 

Hice la filosofía después de cuatro años de literatura, humanidades y griego y latín a todos pasto. La filosofía hizo perder la fe a unos cuantos intelectuales que se empeñaron en meter a Dios en el laboratorio de sus silogismos cerebrales. No les cabía Dios en su cabeza… Dios era mucho más grande que esa pobre olla de grillos.  Nunca comprendieron que Dios entra a nivel corazón porque es amor… Ellos lo querían a nivel microscopio como una plaqueta… Se entontecieron en sus pensamientos y se les enfrió para siempre el corazón… Da mucha pena. Ya empezaban en Filosofía a hacer sus números de audacia algunos profesores que cultivaban la duda metódica como signo de inquietud intelectual despierta.

 

Allí perdí mis primeros amigos de vocación. Me arrimé al Sagrario y con la aldeanita de Nazaret hablaba algo de filosofía hasta que los dos rompíamos a reír. Mi madre Santa María sabía de Dios mucho más que mi profesor de Teodicea… pero  además era agua clara y le cantaba riendo.

 

6.      Los viajes en barco al Perú-España-Roma

Vine al Perú en un barco que me revolvió las entrañas de mareas.  Tres años maravillosos en Arequipa.  Prueba pastoral en Colegios… Enseñé todo lo que no sabía.  La obediencia era seria.  No existía aun la objeción de conciencia y así enseñé electricidad aunque tengo horror a enchufar una lámpara.  Enseñé matemáticas sin haber abierto el libro de logaritmos... y anatomía, zoología, botánica, artes manuales 14 cursos distintos... pero conocí y aprendí infinito de aquellos arequipeños nobles, llenos de amistad y de nevadas.

 

Volví en otro barco a España para seguir mi teología… cuatro años  en la Facultad de Granada y luego dos años para el doctorado en Roma en la Gregoriana.  Era tan caro vivir en Roma que decidí acabar pronto la tesis. La Virgen del Camino me dijo cuál podía ser  la tesis en una visita que le hice a punto de perder todas las brújulas…Me orientó muy bien y aquella misma noche me la aprobaron en la Universidad… Desde S. Agustín hasta los escolásticos había un vacío sobre las ideas morales de la Iglesia.  En medio de ese montón de siglos de silencio estaba S. Isidoro de Sevilla haciendo de puente. Fue interesante unir las dos orillas y ver cómo se había trasmitido íntegra la moral a través de los siglos más bestias de Europa y de la Iglesia. La Iglesia en su barco había surcado con todo el cargamento de tesoros hasta la otra orilla y lo depositaba en las buenas manos de Tomás de Aquino… Al año y medio acabé y defendí mi tesis… Esto supuso que sólo pude ir una vez a San Pedro.  Que no vi el museo de Vaticano ni la capilla Sixtina… Fui retrasando todo lo artístico por acabar mi tesis y no arruinar a mi Provincia del Perú.  Siempre alegué que después de los exámenes y defensa de la tesis visitaría paso a paso todas las maravillas del Renacimiento… El día que defendí con éxito mi tesis recibí un fax de mi provincial peruano (entonces le llamábamos telegrama) diciéndome que me necesitaban de profesor en el Cuzco a la semana siguiente… Di un beso volado a todas las maravillas de Roma que no había visto pero me las imaginaba, di un beso menos volado a mi madre que era una ancianita… y me vine volando al Cuzco donde me instalé y fui feliz.

 

7.      La ordenación sacerdotal

El momento mejor de este tiempo fue -por supuesto- la ordenación sacerdotal.  Nunca pude imaginar que yo lo iba a traer cada mañana a mis manos y que iba a perdonar en su nombre los pecados…

Todo lo que sentí aquel día se queda para Dios pues no eran cosas que pueda yo hablar sino a punta de balbuceos errantes…. Le pagué a mi madre el haberme traído a la vida cuando tenía derecho a descansar llegando yo el 11 a la casa… y la fe que mamé desde chico y se  lo pagué a precio de Dios,….. Dejé a Dios en sus bocas y le dije "sólo Él sabrá darte gracias por la vida y el amor que diste". Y ella me dijo: "Vete con Él, hijo mío, porque Él vale mil veces más que tu madre… pero no le falles, hijo del alma, porque serías mi mayor tristeza".

Aquellos años peleaban hasta el aburrimiento discutiendo "¿cuál era la identidad sacerdotal? Me di cuenta que sólo se lo preguntaban los que ya habían perdido su vacación.  Tengo 73 años y sé bien que nunca podría haber sido feliz fuera del sacerdocio… Nunca tuve tiempo para hacerme preguntas imbéciles.

A la llegada al Cuzco me encargaron del Seminario Regional con seminaristas de 8 diócesis. Allí pasé unos maravillosos años y al mismo tiempo nos lanzamos a trabajar en la ciudad en los cursillos de cristiandad. Éramos diocesanos, dominicos, salesianos, franciscanos, mercedarios, jesuitas.  Éramos amigos del alma y de un solo corazón.  La ciudad se volcó con Cristo porque todos nosotros no sabíamos hablar más que de Él. Éramos sacerdotes recientes….

En aquel tráfago de clases, cursillos, etc… vi que se quebraban algunos entusiasmos y aparecían crisis…"Trabajábamos hasta matarnos por Jesucristo… pero algunos ya no tenían tiempo ni humor para hablar con Él"… y cuando se deja de hablar con Él, aburre repetir lo  mismo y se deja de hablar del… Fue cuando decidí, lo vi claro, que si un día no había hablado una hora larga con Él al día siguiente no hablaría de Él... ¡no tenía derecho a inventar!… y que no comería ese día. Si no se muere el cariño por dejar la oración tampoco se moriría el cuerpo por dejar de comer… Eran soluciones-bamba.  Pero Dios valía más que un plato de frejoles… Y los curas siempre comíamos pero no teníamos "tiempo" para hablar con Él… Amar es tener tiempo y siempre tuve tiempo para Él y Él era lo mejor del día.  Ese pequeño Tabor me daba ideas siempre nuevas sobre la inmensa maravilla  que era Jesucristo.  No se me quedaba en cenizas y recuerdos o notas de libros… Siempre quise hablar del Cristo de cada día… como el pan salido del horno… y si ese día no había habido pan en el horno me callaba para no estropear con mis palabras lo precioso que es Dios…

 

8.      Provincial de los jesuitas del Perú

Cuando estaba en lo mejor de mi sacerdocio estrenado me meten de Provincial del Perú de los jesuitas.  Esta fue una de las peores equivocaciones  de las muchas que han tenido mis superiores en estos años… Pero acepté lleno de ingenuidad.

Tomé tierra en Lima… Y el primer viento que me agarró fue el de la  "liberación" que volvía a meterme en el alma sabor a pólvora, odio, rabia en nombre del evangelio.  Yo había luchado en sacarme al guerrero y luchador que heredé de mi padre y de mis cuatro hermanos de guerra. Me saqué al peleón a pedazos… y ahora me dicen que por el Evangelio tengo que "luchar" por la "liberación".  Dos palabras que dejaron años mi casa vacía, mis amigos despedazados en los frentes y mi patria dividida en dos Españas que todos se ingeniaron para que se odiaran a muerte.

No, yo no iba a luchar porque sabía que para luchar hay que echar un combustible-veneno, el odio. Como cristiano nunca iba a odiar ni a matar en nombre de nada ni de nadie… Y mucho menos en nombre de Dios.

No quise leer el libro de la teología de la liberación que todos "decían" que lo habían leído… Yo quise morirme tonto antes que aprender a tener razones para odiar…

Para colmo estos vientos de lucha remecieron a muchos buenos curas de pies a cabeza.

De los 320, 80 hermanos míos se marcharon de la Compañía de Jesús en el Perú siendo yo provincial. Se contagió un nerviosismo llamado "inseguridad" como un ejército en desbandada… El miedo es contagioso… se marchaban sin saber a dónde ni por qué.  Un solo argumento cerraba todas las razones: "estoy en crisis".

El único que estuvo en crisis es Jesucristo. Se había apagado su cariño, y su voz. Se oían las voces de muchos líderes de moda, y se moría Cristo y sus palabras… "Amen a sus enemigos", den la vida por sus hermanos, perdonen para ser perdonados, uno tiene que morir por todos, y se empeñó en ser Él, sólo Él. No quería que muriese nadie a quien llamaba hermano estuviese en el bando que estuviese.  El nunca creyó en la guerra. El hizo una revolución mucho más profunda y humana. Él creyó más en el amor que en odio. Lo malo no era ser Abel sino ser Caín. Pero sus amigos no le entendieron nunca.  Fueron a mendigar a Marx y sus secuaces la luz que a ellos se les había apagado.

Años malos en que olvidamos el mandato suyo, los que éramos de El.  Y el pueblo se mató en toda América porque la única manera que tenían de arreglar al hombre era matando… como a la peste, como al animal dañino. Cuando un hombre aprende a matar ya nadie estamos seguros. Ahora los enemigos eran los hijos y en un año matábamos en el Perú a 100.000 niños en nombre de nuestro bienestar, matábamos a los propios hijos. Lo malo nuestro no era la justicia hasta sus últimas consecuencias sino la capacidad de odio que podía alojar un corazón.

 

9.      Toda mi vida en el Perú

Me alegro infinito de haber venido al Perú y pasar en el Perú toda mi vida.  No me nacionalicé porque nunca me gustaron los papeles sino los hechos.  No puedo decir que Perú es mi patria porque mi Patria es tan grande como el mundo entero.  Me hice sacerdote para no tener fronteras.  Todo el mundo es mi parroquia, por todo rezo y a todos quiero… pero en el Perú viví lo mejor de mi sacerdocio con la gente más maravillosa del mundo…costa, sierra y montaña.  Parroquia rural en las zonas del Cuzco, años de ceja de montaña, Trujillo, Arequipa, Iquitos, Lima.  Todas son distintas pero todas le ganan a uno el alma. Llevo más de cuarenta años de profesor.  Nunca tuve un problema en clase ni con los alumnos ni con el staff.

Sólo un día… me pidieron ir a dar clase a un centro de Teología.  Era mi primera clase allí.  Yo no conocía a nadie pero los alumnos me conocían todos, por lo visto. No había abierto la boca cuando me llovieron preguntas insidiosas, agrias, ofensivas…Oí un rato. Les dije que a un profesor se le echa después de haberle escuchado unos días. Ustedes tienen orden de sus superiores de sacarme hoy mismo porque saben que apoyo mi enseñanza en el magisterio de la Iglesia.  Me parece que es el magisterio que merecemos.  El personal de cualquier profesor es tan pobre como su persona. Yo no he nacido para pelear y tengo mucho que hacer.  ¡Hasta nunca! Y me largué en la primera clase…hasta ahora.  No eran ellos sino sus formadores de la crisis del 70 y ellos sólo tenían la culpa de no ser independientes…

 

10.  Dios me hizo un hombre feliz

Los Ejercicios Espirituales han sido lo mejor de mi sacerdocio. Asistir al encuentro de cada uno con su Dios, mano a mano, cara a cara. He sido un hombre inmensamente feliz porque tengo a Jesucristo.  Ha sido Él mi gran éxito y la felicidad de cada día. No entiendo mi vida sin Él. Él llenó con abundancia todas las renuncias de la vida sacerdotal. Es cada día novedad. Es felicidad. Nunca he encontrado persona alguna que se le pudiera comparar. Nunca tuve que elegir.  Él se imponía al primer vistazo sobre todo lo que yo encontraba de belleza, ternura, asombro, alegría… Él era el único Dios.  Ganó a siempre Él y ganó sobradamente…

Pero al mismo tiempo comprendí que yo sin Dios sería el más miserable de todos los hombres.  Yo acepto la moral que enseño no porque tenga estupendos argumentos, ni porque sea más bonita que otras… Yo sólo acepto la moral porque existe Dios.  Yo necesito mucho Dios para ser bueno.  Parece que hay gente que sin Dios "presume de bueno". Yo eso nunca lo he logrado.  De Dios abajo, ninguno. Soy anarquista de temperamento y sólo me ha domado mi Dios… me domó y me hizo un hombre feliz y me llamó a su amistad…

La gran angustia que tengo en vísperas del encuentro con Dios es no haberlo anunciado bastante… no haber repartido el tesoro que yo recibí entre más hermanos míos… Muchos me dicen que no es hora de anunciar a Dios que primero hay que hacer justicia y luego vendrá Dios… Creen que estos pobres hombre tenemos capacidad de imponer justicia sin Dios…., mucho grande seríamos.  Otros me han dicho que los pobres lo que tienen es hambre. Les digo que los pobres, además de estómago  tienen corazón. Que el evangelio ellos lo comprenden mejor que nuestros teólogos… Y les digo que ya que son pobres en todo al menos no sean pobres en amistad de Dios… Acaso Dios no los quiere, o no ha entendido  sus penas… "Vengan a mí todos los que sufren yo les aliviaré"… La pobrísima idea que tenemos los curas y los líderes sindicales  de Dios y del hombre nos ha dejado en el centro de este mundo difícil como si nosotros fuéramos los dioses mejores para entender el corazón humano… Pobre diablos…

En la moral quise dar Jesucristo.  Creo que un momento clave en estos años de escarceos irresponsables en la moral, fue la llegada de la Veritatis Splendor… No lo han achicado al Papa.  Genial estuvo allí.

 

11.  No entiendo la desunión

Lo que menos entiendo de la Iglesia peruana… lo desunidos que estamos un detalle hable por mil.  Somos el tercer mundo.  Se supone que no tenemos muchos fondos económicos… no tenemos muchos doctores, licenciados y profesores… Ni siquiera alumnos.  Y, ¡oh misterio! Tenemos sólo en Lima: La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Centro de Teología dependiente de la Urbaniana del Callao; el Instituto Superior de Estudios Teológicos (ISET); el Centro Franciscano; el centro Ruiz de Montoya SJ; Departamento de Teología de Pontificia Universidad Católica del Perú.

Esto demuestra que aunque somos del tercer mundo podemos gastar y tirar la plata a costa de las ayudas del primer mundo…Esto demuestra que hay una sicología "partidista" con bastante camiseta ideológica que desde los primeros años se inculca con los hechos a los alumnos; ¿no podríamos tener un centro bueno, con profesorado de primera y alumnos a diversos niveles? ¿No podríamos tener una formación según el Magisterio de la Iglesia para unir vidas y corazones en la Iglesia? ¿Hay dos Iglesias? ¿Cuáles? ¿Ambas son verdaderas? ¿Es cuestión de acentos y matices?…Señores ¿y por cuestión de acentos y matices nos dividimos, nos separamos desde los primeros años de la formación para vernos siempre con sospecha los que vamos a trabajar en la Iglesia del Perú? ¿No les preocupa el mar de fondo que hay ahí? Para colmo, ese derroche absurdo de plata: ¡atienden la mitad del presupuesto de esos centros se van en el sueldo de los administrativos! Ni libros, ni profesores… Es el peso de una estructura que resulta carísima…

 

12.  El grupo estupendo de los que vienen detrás

No sé cuánto me queda en esta tierra bendita. Aquí pasaré mis días hasta el final... No tengo ningún miedo a la vejez. Basta que me dejen un Sagrario con el que hablar con mi amigo Dios y esta etapa final será de felicidad infinita. Hasta ahora les he hablado a todos de Jesucristo. Ahora me queda lo más interesante hablarle a Jesucristo de todos los que encontré en el camino.  Es una hilera grande de gente que lo buscaba. Es bonito envejecer con un gran amor al lado.  Quisiera no estorbar; me contento con que me dejen rezar y vivir con más calma esa maravilla de Evangelio que todos los días es novedad y volviera a ser cura mil veces que naciera. Yo nací para quererle a Él a corazón entero y a tiempo completo. Nunca lo oculté, nunca disimulé que Él era lo mejor de la vida.  Donde Él no tenía entrada tampoco entraba yo. El que me aceptaba me tenía que aceptar con Él.

Detrás de nosotros que pasamos viene un grupo estupendo… Podemos dejarles tranquilo nuestra misión: que sean, Padre, otros Cristos, muy parecidos al "primero; sus profesores lo intentamos desgarbadamente, dales a ellos la suerte de que todos que le vean recuerden al primero".


       13. Carta del Papa Benedicto XVI sobre el año sacerdotal

Cuando leía la carta esperaba alguna noticia nueva o algún aspecto desconocido, aunque todo era más o menos conocido. No he dejado de leerla con cariño y entusiasmo y es que San Juan María Vianney nos da la imagen de un sacerdote que no necesita de ninguna manera una cualidad especial filósofo, teólogo, profundizador, evangelista no. Él es un hombre sacerdote al cien por ciento y eso llena toda su vida. Diríamos que es un sacerdote  sin complicaciones, es la esencia de un sacerdote y vive su sacerdocio con una inteligencia no muy brillante, con un corazón sencillo y una dedicación completa; te hace respirar lo bonito que es el sacerdocio sin adornos.

Es para todo aquel que ha tratado a Jesús; como digo no hay nada impresionante que te distraiga  y te pone cara a cara con el Jesucristo que ha vuelto y de la simpatía de la palabra sencilla, el del alma buena, el hombre de todos los días; sin embargo, te deja una ilusión, paz y una alegría sencilla que no sabes de dónde nace y quizá nace porque te lo han dejado sin distracciones tal como era Él, el hombre de Dios. Sí, y puedo decir que la alegría de encontrar este tipo de sacerdote, tan desnudo de otras glorias y plenamente de Dios y tan sencillamente niño de Dios, le emociona a uno mucho más. Ahora estamos acostumbrados a que lean una lista de valores, estudios para que les atiendas o les entiendas, este  sencillamente se había quedado  con la imagen de Jesús en su rostro en su corazón y te la transmitía; así comprendes que también que se entendieran los dos y es difícil encontrar este tipo de sacerdote porque vamos un poco acomplejados ante la idea de un sacerdocio que cree que la gente no nos abre la puerta. Y, exactamente, el cura de Ars no tiene nada más que Cristo y te das cuenta que Cristo invade todo y sobresale por encima de todo, te quedas encantado que muchos siglos después de Jesucristo puedes acercarte a una persona que te trae el recuerdo, el afecto, el cariño y la simpatía de Jesucristo, es decir, un sacerdote según el corazón de Dios.

 

  1. El sufrimiento de la Iglesia por la infidelidad de los sacerdotes

Para mí vivir esta situación al final de mi sacerdocio me ha llenado de sentido y de fuerza. Yo decía qué voy  hacer después de los ochenta y dos años y me encuentro en la situación de que tienes menos cabeza, inteligencia, memoria y muchas cosas disminuidas; pero te ha quedado una cosa que se ha salvado siempre a lo largo de los años: un amor apasionado por Jesucristo  que te llena cuando ya no tienes una cualidad humanamente apreciable. Ha llenado todo el corazón y te encuentras feliz, aunque estás en baja con los demás tienes que decir "hable más alto, no le entiendo, no recuerdo, no sé" y tienes que decir tantas dificultades; sin embargo,  son los años más felices de la vida; oye uno menos por fuera pero percibes mucho más por dentro, ya que miras al sagrario y se convierte en ternura, simpatía, cercano, amigo; y cuando has querido mucho al sacerdocio, el ver que lo han roto o que lo hemos roto todos un poco te da una inmensa pena. Para mí el sacerdote es el hombre que recuerda mucho y fácilmente a los demás la figura maravillosa de Jesús y el hombre como San Juan María Vianney que no te pone muchas dificultades para llegar a la conversación sencilla abierta e ingenua es como un amigo más. Tú tienes menos condiciones pero Dios aparece más deslumbrante, porque no te distrae nada, por el contrario vas al corazón y al cariño. Por eso, el que nuestro sacerdocio lo hayamos estropeado entre todos cada uno un poco más o un poco menos da mucha pena. Ahora, muchos sacerdotes dicen a qué me dedicaré; ya no tengo fuerzas. Yo tengo tanta alegría de tener más tiempo para Dios, de pasarme más rato con Él  y lamentar por el tiempo que no estuve con Él ; se hace más interesante porque expone el gasto ahora, ya que cuando éramos más jóvenes nos decía "trabaja tú, lucha tú por encontrarme"; y ahora, comprendiendo que es pedir mucho, Él  se vuelca y dices "¡Qué maravilla es Jesucristo!" y no le dices grandes discursos, le dices "¡eres una maravilla!" y cómo es posible que en estos tiempos estemos haciendo y buscando una nueva imagen del sacerdocio…; sacerdocio es ese hombre sencillo que entendía muy bien a los niños, a los pobres y a los que no cuentan mucho en la vida, pero que les hace el corazón fácilmente vulnerable al amor y a la amistad, le he querido siempre también soñando verle siempre y he soñado con ese encuentro; sin embargo, ahora -cuando la cabeza y la imaginación da menos- lo siento más cerca que nunca. Antes había cosas en medio y por el contrario ahora a la primera entramos los dos como si no hubiéramos distanciado nuestro encuentro ni cinco minutos, parece que está esperando. Y a esta edad tienes en tu vida gente a la que puedes molestar, molestar porque no oigo bien y no cuento cosas novedosas; además, molestar porque soy un viejo que no tiene nada interesante que decir ni ilusiones aquí en la tierra, miro más al cielo que  a la tierra e ilusionado con un encuentro maravilloso, sin embargo nunca  estuve más acompañado que ahora  donde mi compañía es la del sagrario.

 

  1. Aquel encuentro memorable el día de mi Primera Comunión

No tengo una fecha ni un día especial donde por primera vez apareciera Dios, me parece que venía conociéndole ya desde las entrañas de mi madre. No recuerdo alguna época en mi vida donde Él  haya sido un ausente, desconocido o ignorado y si algo echo de menos es no haberlo querido más, siempre pensando que uno tiene tiempo. El primer momento fuerte  fue la primera comunión quizá con un cierto problema que te pone la familia que no es el que hace la primera comunión, pero te viste para la primera comunión, te pone tu cuello que te ahoga y un lazo que te da vergüenza, que parece más para otra persona y luego que no te distraigas, no mires… y, entre otros, se apareció en una forma de hostia blanca y se acabó el resto del mundo y quedo Él  solo dueño de la situación. Hablé con Dios, de eso estoy seguro y hablé como nunca he hablado probablemente, era el primer  encuentro oficial, pero desgraciadamente tuve un altercado con el fotógrafo y me quiso hacer una fotografía, porque me agarró y me torció la cabeza y le pegué un puñete vestido de marino como estaba yo; entonces, mi padre como militar cuando estaba enfadado no nos llamaba por el nombre, sino por el apellido como a los soldados y gritó después que yo le había pegado un puñete recién comulgado al fotógrafo dijo: "Muguiro, al confesionario". Entonces, en el confesionario había un santo varón que lo mataron dos meses después en mitad de la calle; le preguntaron los milicianos comunistas: "¿Tú, quien eres?". "Sacerdote de Cristo", respondió  y le pegaron  dos tiros. Este santo hombre que me preparó no había visto mi "hazaña" con el fotógrafo, desde entonces a los fotógrafos los tengo a distancia, pero yo tenía miedo que me dijera que ya no podía comulgar en castigo de lo que había pasado; había roto toda mi imagen el día del estreno; pero fui a ver cómo estaba el terreno y le digo: "¡Hola, padre!". Y  me dice: "¿Qué te pasa?". Pensé: "Éste no ha visto nada". Y le dije: "Padre, se me olvidó preguntarle alguna cosa". "¿Qué se te olvidó?" "¿Cuándo puedo comulgar otra vez?". Y ahí estaba la palabra clave; si se había dado cuenta que al comulgar empecé a pegar a los demás la cosa estaba difícil, gracias a Dios no se había dado cuenta el santo varón y me dijo: "Yo creo que te lo he dicho, pero se te habrá olvidado; mira, Él  va a venir todos los días a encontrarse contigo". "No me lo ha dicho usted". "¿Por qué te extraña?" "Porque yo soy el número once de mis hermanos y a mí nadie me espera, por el contrario me dicen ya de prisa ¡fuera! ¿Y a mí me va a venir a ver Dios todos los días?" Entonces me puse ilusionado creo que es el regalo que nunca voy a olvidar y le Dije: "Dígale de mi parte que le voy a esperar todos los días". Era la época en que se guardaba ayuno desde las doce de la  noche y se comulgaba nada más que hasta las doce del medio día, pero no hemos fallado ni Él  ni yo a ese encuentro todos los días; todos los días tendría que ser un milagro de Dios. Cuando en algunos momentos de la vida yo pensaba por qué ha pasado esto y lo otro, digo: "Tendrá sus razones a esos tiempos, a esas edades, necesitar todos los días el encuentro con Él, cómo no va querer uno aunque no fuera la persona que más he visto, a quien más he querido, a quien más he tratado, el mejor amigo del mundo. Conocer o no conocer a Jesucristo es una historia inmensamente grande en la vida de los hombres. De las demás cosas se puede carecer;  pienso en la gente que no ha tenido la suerte de hablar y de oír hablar de Él; me siento responsable porque yo me metí a cura para hablar de Él; pero ahora, a los curas los meten en todo, para arreglar las huelgas, deshacer sembríos, a traer a llevar; que nos dejen hablar de Dios a cuatro curas que queremos hablar de Él  y que no nos digan que somos inhumanos, lo más inhumano es no hablar de Él, no meterlo en el corazón. Al final de la vida me ha impresionado la vida, bueno la verdad es que más o menos y no digo nada exagerado me ha impresionado Jesucristo de la vida, que es el bien, lo mejor, lo inolvidable, donde todos los días valía la pena, el que nunca me dejó plantado, el que me quiso y al que le quise.

 

  1. Acompañando a cientos de sacerdotes

Me dijeron: "¿Pero usted no se casa?". "No tengo tiempo, tengo a Dios". No soy sociólogo para saber dónde está el punto clave, pero hay un hecho que sí podemos aceptar en la experiencia cotidiana. Por ejemplo, hemos tenido la suerte en la vida de encontrarnos con un amigo maravilloso con una persona excepcional, con alguien que no se le olvida; ha dejado todo lo demás en silencio o en  tercer plano y él se queda en primer plano y no se marcha.

Una situación similar es lo que puedo dar como experiencia personal; ya sé que hay dificultades; esa figura que ha salido de mitad de la gente y se ha acercado, que ha hablado más que ninguna otra persona conmigo y ha llenado mi corazón de alegría y gozo, que he tenido mucho que dar porque le he oído a Él  y que lo que oyes a Él  vale cien veces más de lo que te inventas tú. Él  ha ganado el concurso y me ha dejado quizás en tercer plano los demás asuntos de la vida; para mí la gran tragedia es no haber conocido a Jesucristo, no haberlo amado -y digo ya cuando uno está al final de la vida- que no tenemos por qué decir mentiras ni engañar a la gente; no me costaría nada callarme si esto no fuera verdad es lo que mejor me ha salido en la vida, creo que Él ha traído más alegría y lo he vivido a tiempo completo.

La experiencia que he vivido y que me ha hecho feliz es lo que he querido dar a todos y repartir a todos y que nadie se quedara sin Él, pero si he encontrado dificultad no me la ha puesto en mi Orden o Congregación; me han dejado hablar de Él,  por el contrario no hubiera podido aguantar la vida. Me han dejado hablar con Él  todo lo que he querido hablar con Él y hablar de Él y llevarles a todos la alegría; quizás me ha faltado imaginación; gracias a Dios, tengo en este caso para pensar las cosas que valen más y no creo que haya algo que vale más.

Un hombre acompañado de Dios lleva al lado suyo toda la riqueza, alegría, felicidad y fiesta que se puede sacar con pequeñas gotas y mucho sudor en el rededor del mundo; y no solamente estoy hablando de fiesta, estoy hablando de arreglo de vida, nunca me ha fallado, he cogido armas de guerra, he pasado mucha hambre, tanta hambre que me dura todavía; y no digo mal hambre al contrario comíamos tan mal que me cuesta comer todavía,  porque había que hacer un esfuerzo doble para comer. Pero, para mí, la guerra, los bombardeos, los hermanos muriendo frente todas esas cosas dolorosas tenían un espacio y una persona; todo era un asunto de casa y de la casa era Jesucristo; las penas mías y las de Él  las conjugábamos muy bien y ser consolado por Aquél era una maravilla de consuelo.

No he sido brillante en mis estudios; estudié lo que mandaban e incluso he arreglado las notas con líquidos que compraba para borrar y poner, todavía se lo conté a mi madre cuando ya era sacerdote y me dijo: - "Hijo ¿tú me has hecho eso, me has engañado con las notas?". Y me acuerdo que se lo dije en la comida: "No te lo he dicho para no darte un disgusto; pero no has visto ni una nota mía verdadera". "¿Por qué me lo dices ahora? Ten un poco de remordimiento. ¿Te has confesado?" dijo. – "No". – "Pero, ¿no te parece pecado?". "No, pecado hubiera sido enseñarte una nota mala". "¡Oye, pero tú tienes una conciencia muy especial!". "¿Por qué te iba enseñar yo a ti una nota mala que te iba hacer sufrir?". "Bueno, pues debías estudiar más para no darme ese disgusto". "Ese es otro problema; no he tenido tiempo para estudiar, he tenido mucho que hacer".

 

  1. Jesucristo llena la vida totalmente, especialmente la de los pobres

Realmente Jesucristo lleno la vida  y yo sé que hay mucho dolor en el mundo; pero miren ustedes la gente que trato ahora son gente pobre y muy pobre, viejitos que me llaman al borde de la muerte y siempre les digo: "¡tú sabes que te quiere Dios!". Y me dicen con una sonrisa: "¡Sí!". "Pero, ¿lo sientes?". "Sí, me quiere mucho y me ha perdonado todo y lo quiero recibir". Yo estoy hablando de la gente pobre, de la gente que tenemos que ocuparnos de que coman antes de que recen, ya que esa gente necesita más de Dios de lo que nosotros necesitamos, esa gente ha tenido el único consuelo en Él. Hace pocos días una viejita me dijo que parecía una bendición de Dios: "Padrecito, desde la primera comunión -es decir desde que era pequeña- no he vuelto a comulgar, vivía en el campo, pero no he dejado de quererle nunca desde aquel día, nunca". Le pregunté si había sufrido mucho y no me contestó "sí" o "no", tan sólo me dijo: "Él  me ha querido mucho". "¿Tenía sacerdote allá?". "En el pueblo que yo vivía no había sacerdote". Y lo ha seguido queriendo. "Claro, lo quiero mucho; ahora voy a morir pronto, lo voy a ver a Él". ¿Quién ha hecho de misionero, quién ha mantenido la alegría en ese corazón, quién ha dicho se  me marchó mi marido, me dejó con mis hijos pero se quedó Dios que enseñó el Señor a los siete años? Un sacerdote que iba de paso por aquel pueblo y para las fiestas, fue el último sacerdote que vio, todo lo demás lo puso Dios.  Gracias a Dios. ¿Creen ustedes que se va a quedar la gente sin conocer a Dios porque nosotros los sacerdotes por lo que sea no hemos tenido tiempo o dicen que no tienen el don de hablar de Él? Tenemos don para hablar de todo aquel que nos ama. ¡Pobre viejita! Es el único que le ha acompañado en la vida. Hace ocho días la recuerdo, esa sí se ha acordado de Dios y Dios se ha recordado de ella; así, a lo largo de los años que creo que nos pasa, sinceramente hablando, hermanos, tengo la impresión de que Jesucristo vino una vez en la vida y se comunica.

 

  1. ¡No hay segunda oportunidad!

No hay segunda oportunidad, el que el primer día en el primer encuentro con Jesucristo a la edad que sea  no reacciona se queda vacunado para el resto de su vida; el  por qué no lo sé, qué ha pasado en su corazón, cómo lo ha retenido, cómo lo ha impedido, cómo no le ha dejado entrar; porque sé que nos busca y nos busca con mucha fe y dolor; por qué no entró en el corazón.

No conozco todavía de un santo con una segunda conversión, no lo conozco; hay una primera conversión a los setenta, ochenta o cualquier edad pero una segunda no. Cuando paso mucho de Dios pienso en Judas; lo tuvo muy cerca, pero se protegió de Dios; pero  se protegió de que no le hiciera Dios una faena, lo conquistara para Él; se protegió bien y ya no tuvo oportunidad. No hay nada que me dé más pena que el alma que rechazó a Cristo porque es muy difícil volverlo a encontrar; vamos por pasos, sí; pero a la segunda vuelta nos coge ya vacunados y porque nos coge vacunados le ponemos una puerta cerrada, violenta, porque sabemos lo que va a pedir, esa puerta cerrada qué difícil es abrirla.

 

  1. Nada más importante que Dios

Me dicen que hay cosas más importantes que Dios y yo no conozco ninguna, hablo de Él  con toda mi alma, con todo mi corazón; pero confieso que he encontrado puertas terriblemente cerradas para Cristo; ha sido la pena más grande que me he llevado del sacerdocio. Creí que siempre teníamos la entrada directa cuando yo llevaba lo mejor que tiene un ser humano y con una palabra fría me respondían: "Ya conozco esa historia, ya conozco a esa persona de quien hablas, ya conozco y ya lo he superado, ya lo he podido dejar con paz de alma al lado y no me hace daño". Lo he oído, amigos míos, a gente que fue sacerdote y muchos otros.

¡Qué difícil es plantar por segunda vez a Cristo y que brote! Y la reacción que hay ante algo maravilloso es tan violenta que lo suele ahogar para siempre. Es verdad, no estoy diciendo que el pecado pueda acabar con Cristo; a lo que me refiero es que hay posturas tan decididas a rechazar a Cristo que el mismo Cristo por respeto y por miedo a ser rechazado otra vez, por no esperar la situación no se atreve a acercarse a esa puerta y quizás el ejemplo para mí, es el ejemplo un poco obsesivo es la figura de Judas cuando Él  se da cuenta que es un canalla y que ha matado al mejor amigo, no se acordó de la parábola del hijo pródigo, no se acordó si él mismo le había predicado a la gente, no se acordó de la mirada de Cristo, de los perdones de Cristo, del cariño de Cristo. Cristo se convirtió para él en una maldición. Cristo sabía que no había nada que hacer.

 Ahora, ustedes dirán: "Padre, ¿cómo que no hay nada que hacer? ¿No tiene poder Dios para convertir, para cambiar?". No, señores. Dios nunca pisotea nuestra libertad; por el contrario, tiene un respeto imponente por nuestra libertad y el hombre libre dice a veces un no tajante que atraviesa años y vidas y alguno que me está oyendo probablemente lo tiene ya cerrado.

Hermanos, cuánta gente se me ha acercado, me han avisado que está muriéndose; entonces, voy corriendo porque sé que muchas veces no ha visto o no ha sentido todavía cerca de Dios y cuando llego me encuentro que ya está en el cajón y pregunto: "¿Cuándo ha muerto?" Y me responden: "Ayer". "Pero ¿por qué no me llamaron ayer?". "Dijo que no necesitaba". Cuántas veces he oído esta palabra "no necesitaba" y yo sabía que necesitaba.

 

  1. Nos faltan curas con prisa para llevar a Dios

Hermanos, hasta un sacerdote me ha dicho: "No te pongas nervioso, no necesito a Dios; he vivido la fiesta de la vida y he hablado de Él; también cuando ejercía como cura; me he divertido como un diablo y ahora sobra todo, sobras tú y tu Dios". Ni me dejó hablar. La misericordia de Dios es muy grande pero Dios nunca lo convierte en un trapo sin libertad para poderle dar un abrazo, respeta al que no le quiere abrazar. Es penoso lo que digo, cuando me agarra este miedo los que le dijeron que no y que me pueden necesitar no pierdo el deseo, me parece que Cristo me dice "¡vuela, vuela!"; pero siempre llego tarde, siempre fue "ayer", "no le hemos querido asustar", "dijo que no hacía falta", "le dijimos que iba a morir, dijo que le dejáramos en paz". "¿Está casado?". "No, estaba juntado conmigo, su mujer lo dejo". Y para mí –sacerdote- no es un fracaso, puedo decir tranquilamente es asunto suyo y de Dios; pero también es asunto mío porque el asunto de Dios se ha metido como asunto mío y el perdón a mi hermano es asunto mío. Nos faltan curas con prisa para llevar el nombre de Dios a tiempo, tomamos la vida como un horario fácil, tenemos que salvar a la gente; a la gente no se le salva cuando está agonizando, se le tiene que gritar y no oye nada, somos muchos y para atender a un moribundo muy pocos. Menciono sólo un aspecto del sacerdote, no creo que sea uno nervioso, creo en la misericordia de Dios inmensamente; por eso estoy hablando así pero creo también en la libertad humana, ya que Dios no nos convierte en un mueble para decir que nos hemos arrepentido, nos deja la libertad con tristeza desgarrada porque es un fracaso para su cruz pero nos deja decirle no y los sacerdotes dicen  que no saben qué hacer, que no tienen para vivir. Señores yo que estoy cercano a la muerte pido en nombre de los cercanos a la muerte "déjenles morir con Dios, no les cuiden ni les tapen los oídos a la llamada de Dios, no dejen que fracase, Dios murió por él, Dios ya lo dio todo, sólo falta que nos demos un poco los sacerdotes. Me da una pena inmensa. Se muere mucha gente sin sacramentos en Lima, no hemos sacado los curas ni siquiera un porcentaje de la cantidad de gente que se muere sin sacramentos y la gente que se muere de repente para eso está el cura y para eso me metí cura.

 

  1. Cuando los "malos sacerdotes" dañan la imagen y desertan a millares.

Siempre uno siente un poco de pena y dolor para tratar este asunto que ha sido un hecho que a mí me ha marcado toda la vida; he estado en cuatro seminarios, cada uno de ellos eran de muchas diócesis, he conocido a muchos sacerdotes y seguido la pista de muchos de ellos con cariño y devoción, también he conocido el fracaso de bastantes de ellos. Yo no sé si hago bien o mal y que Dios me ampare, pero déjenme decir lo que es verdad, la imagen sacerdotal está bastante dañada; yo no le voy a defender porque me tendría que defender yo  también, lo que sí puedo decir -y perdonen- sé que no les va caer bien, son los dirigentes, rectores de los seminarios y algunos obispos; sinceramente, todos sabemos y el pueblo lo sabe, los que están viviendo mal todos hemos hecho burla algún día yo no creo que he tenido valor para eso, del cura borracho, mujeriego, maricón y pesetero… esos son conocidos.

 La gente es muy buena y dicen la frase que no sé quién se la enseñó o la sacaron de la Biblia: "al hombre lo juzga el hombre, al sacerdote sólo lo juzga Dios"; ese "sólo" me perece no sé de dónde lo cogieron, pero es parte interesada "sólo lo juzga Dios". La gente quiere que los sacerdotes atiendan a sus enfermos, que enseñen a sus hijos, que hagan la primera comunión, bauticen y en lo otro no se meten en su vida. Yo lo siento, hermanos; por el contrario, creo que nos harían un favor  y no estoy diciendo una locura, sino que es un hecho, al que no sólo tenemos derecho sino también obligación; esa frase "del cura se ocupa Dios y no los hombres", no es de Dios; del cura se ocupan todos y por lo general ustedes que lo necesitan y yo que lo necesito. Si yo estoy comprometido con un médico para que me atienda en caso de peligro y Él se ha comprometido a atenderme, así mismo le han dado un puesto donde tiene que atender a un grupo de gente yo quisiera saber cuántas veces ese médico de almas ha ido a la casa, quisiera saber si conoce los nombres de los hijos, quisiera saber si lo que predica lo vive, quisiera saber qué fe tiene en Dios; hermanos, dejémonos de cosas raras.  Después del Concilio Vaticano II se han marchado a su casa cerca de ochenta mil sacerdotes para casarse y vivir su vida abandonando a las almas y al sacerdocio; algunos ponen cien mil y lo ponen con razón porque se marchan sin avisar, sin arreglar nada sino dando un portazo diciendo "ya  me canso de ser cura", pero muchos se quedan y tampoco se quedan con el alma plenamente

 En tierras de Huancayo pronto va a ver más curas falsos viviendo con mujer e hijos que curas con la Iglesia y van a atender a los moribundos, viven de los ministerios y hablan en misa; pero todo te lo cobran doblado y triplicado, no tienen una sola mujer y dicen "¡señores de esto no se habla porque es romper la imagen!";  señores, la imagen está rota y la prueba es que no se marchan y pueden vivir toda su vida sacrílegamente buscando la plata; yo rezo por ellos con toda mi alma y de esto no se habla señores. ¿Qué hacen los obispos? No lo sé. Yo no tengo autoridad alguna, conozco porque he tenido a muchos de ellos alumnos y conozco su historia, nadie les ha dado la mano; yo les escribo y no me contestan, ahora ustedes me dirán ¿para qué les escribe?,  porque me da pena y lo siento en el alma; pero creemos que lo bueno es decir de eso no se habla, hace daño, lo que hace daño es tener gente en el sacerdocio haciendo negocio económico y el corazón perdido. Nos da pena que eso suceda; de unos lo sabemos y de otros lo sabe la gente que los tiene cerca, pero nadie les brinda ayuda y necesitamos que los cristianos tomen la posta y si no quieren ser sacerdotes porque tienen su familia o por lo que sea, en lugar de hablar bajo que se lo planteen al obispo. ¿Conocen ustedes alguna manifestación ahora que reclamamos todo lo que vale aun lo que no vale? ¿Una manifestación reclamando que les manden un sacerdote porque llevan tanto tiempo sin un sacerdote? Hay regiones del Perú que llevan cincuenta años sin ver a un sacerdote, estamos hablando de la medicina, ya que no llega a todos los rincones y el hombre de Dios el  que puede salvarle la eternidad, ya que perdió la vida; no está allí. ¿Han oído ustedes quejarse que haya diócesis cerca, unos con siete mil fieles por sacerdote y otros con cuarenta mil fieles por sacerdote?, ¿unos a un kilómetro de la iglesia y otros a ocho días caminando para encontrar un cura? Y de esto no se habla; yo, por lo menos, no he oído hablar; no sé si lo trataran en la Conferencia Episcopal, no sé de qué hablan; quizás hablan de no discutir para estar todos unidos, pero es insólito dejar a la gente sin sacerdote.

 Hay unas monjitas -que da vergüenza decirlo, pero tienen derecho que lo diga- hay monjitas muy duras, resistentes y buenas que les llaman  que son un poco conservadoras "es un pecado" –dicen- pero ¿en qué ponen la "conservación"?,  en que estas van solamente a los lugares donde no hay sacerdote; y allí, en esa diócesis de Huancayo donde hay sacerdotes que no son y aparentan serlo, estas monjitas han cogido una región grande -me refiero a siete mujeres con hábito-, recorren allí casa y choza, una es enfermera y visita a los enfermos, otra lleva la catequesis, otra les enseña a cocinar y todas las noches se reúnen, no hay misa porque no hay sacerdote, pero se han traído de la ciudad  el Santísimo y una riada de gente va a comulgar porque las monjitas traen de Huancayo el Santísimo y lo pueden repartir a la gente. A veces se llena la iglesia en días normales; la gente tiene derecho a Dios, leen la Sagrada Escritura, hacen peticiones, levantan la eucaristía, reparten la eucaristía, hacen antes el acto de contrición. Esas monjitas no piden ser sacerdotes piden que les dejen repartir a Cristo que sobra en las ciudades donde muchos no lo quieren y falta en los pueblos, los sacerdotes que están fuera de la Iglesia haciendo de sacerdotes y cobrando bien les han amenazado a estas monjas porque le están quitando las misas rápidas en los días de fiesta, esto no solo pasa en una diócesis sino en bastantes y pasa en numerosos lugares. Lima tiene muchos sacerdotes pero cuando ustedes van a Carabayllo o a otros rincones no hay dónde están los sacerdotes, los salvadores de almas de eternidad, de Dios; no tienen tiempo y que se las arreglen como puedan.

 

  1. Oración a Cristo por los sacerdotes

Cristo te lo pido con toda el alma. Ya estoy de partida, ya estoy de lejanía de esta tierra, pero se me ha quedado mucho en el corazón de ti, te necesita mucha gente y no lo hemos sabido gritar bien, no lo hemos sabido decir con el corazón, no hemos sabido gritar estos acontecimientos como se grita por el pan, justicia, trabajo y por todo lo demás. Dios es todo para un hombre. Que los laicos reclamen, lo obliguen y que nos saquen de dónde sea y remediaremos un poco la ausencia de tantos sacerdotes y que nos hagan sacerdotes buenos o sino tengamos la nobleza de dejar nuestro fariseísmo y dejar de aparentar lo que no somos, la vergüenza de un sacerdote infiel nos toca a todos en el corazón; pero especialmente a los laicos. Nosotros conocemos muchos otros sacerdotes maravillosos para compensar pero los laicos que han encontrado en un pueblo un sacerdote malo no tiene nada con qué compensarlo, piensa que así son todos. Yo le pido a Cristo sacerdote eterno que nos dé curas buenos y los que no puedan llevar ese peso que se marchen dignamente para ser buenos padres de familia, buenos hombres humildes pero que no sigan envenenando el ambiente, la vocación y la ilusión de los jóvenes que empiezan.

 

Bendición final

Que el Señor te bendiga y te guarde, que haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor; que vuelva su mirada hacia ti y te conceda la paz y la bendición de Dios todo poderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Amén

 

3. Renuncia Alfonso Ussia (La Razón el 3 de septiembre de 2016).


Rajoy no renuncia. Sánchez no renuncia. Los estalinistas y los separatistas no renuncian. Tan fácil renunciar por lo mínimo y tan difícil por lo máximo. No les voy a dar el tostón con la política. Sí a recordar la grandeza humilde de una renuncia.

Se apagó ayer [2 de septiembre] Ignacio Muguiro Gil de Biedma, "el padrecito Ignacio", como le decían en Perú. A los quince años, con todas las comodidades en su entorno y una inteligencia clara, creyó ver a Dios. No lo dudó. Lo había visto. Obtuvo un permiso especial y terminó el bachillerato a los quince años de edad. Su padre era don Antonio Muguiro y Muguiro, capitán del Arma de Caballería y de los Húsares de la Princesa. Su madre, doña María Gil de Biedma y Becerril, hermana del conde de Sepúlveda. Nacieron once hermanos antes que él, que llevaba el farolillo rojo de la familia.

Ingresó en el seminario de la Compañía de Jesús. Dios no se desdibujó en su mirada. Terminó sus estudios teológicos con brillantez, y decidió renunciar a las comodidades y la cercanía de los suyos para encontrar de nuevo en Perú el rostro que le había enamorado. Cincuenta y siete años entre Lima, Cuzco, las cumbres y las selvas. De extraordinaria cultura y palabra fácil, con un acento castellano resistente, que apenas cambió con la distancia. Otros renunciaron también. Hijos de familias pudientes se abrazaron en su vocación. En Perú, los también jesuitas Antonio Hornedo, obispo del Marañón, comillano de cuna. Y los padre Eguilior, Egusquiza, otro Muguiro...

Muy de cuando en cuando visitaba España y toda la numerosa familia se reunía y se rifaba su presencia. Era alto, guapo, macho y con voz de marido, como le gustaban los curas a Cela. Su hermana anterior, Pili, es la bisabuela de mis nietos.

A los pocos días de estar en Madrid deseaba volver. Fue el Provincial de la Compañía de Jesús en Perú durante cinco años agotadores. Se abrió el frente en los discípulos de Íñigo de Loyola, Francisco Javier y Francisco de Borja. Unos, como el padre Ellacuría, optaron por la Teología de la Liberación, que admitía el recurso de la violencia. La mayoría, entre ellos el padre Ignacio, se decidió a llevar la Palabra de Dios a los lugares más recónditos del Perú sin otro objetivo que el de la misión.

En una ocasión, recorriendo el camino que separaba una aldea de otra, se topó con las antorchas trotonas que portaban los terroristas de Sendero Luminoso, liderados por Abimael Guzmán. Lo detuvieron. Uno de los senderistas lo reconoció. Había sido alumno suyo años atrás. "Dejadlo en paz. Es el padrecito Ignacio, un hombre de Dios". El cabecilla rechazó las palabras de su compañero. "Dios no existe". Y el senderista insistió: "En el Padre Ignacio Dios existirá siempre". Le dejaron el camino libre.

Su palabra era culta y divertida. Tenía un asombroso sentido del humor, irónico y certero. En sus homilías mezclaba la sencillez con la teología y la literatura, y citaba a Ortega, Unamuno, Lorca, Zubiri y Kant sin dificultad alguna. Gran amigo por la familia del también jesuita Ramón Ceñal, el místico de la sencillez, al que jamás le brotó otra cosa que el perdón por sus cinco hermanos asesinados por las Brigadas del Amanecer. De Federico García Lorca, que jamás olvidó la siembra cristiana de su infancia: "Jesucristo, iré detrás de los montes, de las estrellas y los mares para pedirte, Cristo Señor mío, que me devuelvas mi corazón de niño, el del sable de madera, el del gorro de paja". Y también la nostalgia de la niñez de Unamuno, el propagador de dudas que no tenía: "Agrándame la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños y yo he crecido a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame por piedad, y devuélveme a los tiempos que viví para soñar".

Lo recuerdo en casa viendo un partido de fútbol, entre una multitud de hermanos, primos y sobrinos. El Real Madrid le ganó al Atlético por cuatro goles a uno. Sabía que en su familia había partidarios de los dos equipos, y mantuvo una serena neutralidad hasta el cuarto gol del Real Madrid, que celebró con entusiasmo. "Lo siento, colchoneros, pero a veces es imposible contenerse". "Tío Ignacio, esto no te lo perdono", le dijo un sobrino atlético, de prematuras canas por sus sufrimientos futbolísticos. "Rezaré para que me perdones, Pepe".

Lo tuvo todo y renunció a todo cuando a los quince años ingresó en el Seminario. Fue jesuita ordenado durante cincuenta y siete, de los cuales cincuenta y cinco los pasó en las misiones del Perú. "No me siento lejos de vosotros porque todas las noches, en mis oraciones, todos estáis a mi lado". Era un santo sin propaganda para ser considerado como tal. En la madrugada de anteayer [1 de septiembre], se incorporó de su camastro para iniciar sus rezos y su gran corazón le anunció que el final del principio había llegado.

Renunció a todo menos a la cruz de madera que llevó siempre sobre el pecho. "Mi única riqueza". "Sólo tengo miedo a los aviones y a la muerte. A los aviones porque sí, y a la muerte porque no sé si habré dado lo que Dios me ha pedido". Tranquilo, Ignacio, que vas hacia el rostro que te enamoró con las alforjas llenas.


[1] Agradezco la transcripción de Giannina Moretti, Secretaria del Rectorado de la FTPCL.

[2] Asesor del presidente Alberto Fujimori, en cárcel perpetua por sus corrupciones.

[3] Han pasado 15 años; en el momento de su muerte contaba 88 años.

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