Según la proyectada Ley, en su Artículo 4º titulado “Igualdad de las Entidades Religiosas ante la ley” afirma: “El Estado reconoce la diversidad de las Entidades Religiosas. Todas ellas son iguales ante la ley y, por ende, tienen los mismos derechos, obligaciones y beneficios que ésta les otorga”.
La primera respuesta vendría del refrán popular. “No hay mayor injusticia que tratar igualmente a los que son desiguales”.
En segundo lugar, habría que acudir a la misma Constitución vigente: "Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración" (Art- 50). Derivado del presente artículo y fundamento es el hecho del Concordato con la Santa Sede.
En tercer lugar, si acudimos a la historia comprobaremos que la nueva ley sufre de amnesia y se cierra a la realidad y constatación de un hecho, un acontecimiento, que es vida: la Iglesia Católica es parte de la entraña del Perú, de sus raíces, del tronco de sus árboles centenarios, de sus frutos.. Según la edición estadística de Datum Internacional de El Comercio en "La Encuesta del Milenio: Religión" (Lima 19 marzo 2000), "el Perú es el país donde más se cree en un Dios (80%), reafirmando así una tradición católica que no ha perdido vigencia" (p.5). Más allá de estas cifras, hay que constatar datos evidentes como la gigantesca procesión del Señor de los Milagros, considerada por la historiadora María Rostowrowski advocación como la más importante para la hermandad racial e integración pluriétnica del Perú. En nuestra Universidad Sedes Sapientiae, Lima se conformó un equipo para preparar una exposición acerca de esta procesión ofrecido en el meeting de Rímini (Italia) en agosto del 2003; y que recibió un millón de visitantes; el Señor de los Milagros representa en la actualidad un emblema de peruanidad en todo el mundo.
Pero la mayor riqueza del Perú, más incluso que el representado en su bandera (reino mineral, vegetal y mineral), lo representan sus hombres. Misioneros intrépidos como el protomártir Fray Diego de Ortiz, agustino, que misionó en Vilcabamba, en tiempos de Tito Cusi Yupanqui hasta los mártires recientes de Chimbote de 1991 y que pronto veremos en los altares. Pensemos en centros de vanguardia que formaban misioneros para la Amazonía como el convento de Ocopa o para los Andes como la Recoleta franciscana de Arequipa. Se ha reeditado en Lima la monumental obra del P. Fr. Bernardno IZAGUIRRE OFM Historia de las Misiones Franciscanas en el Oriente del Peru Nueva edición preparada y anotada por el P. Fr. Félix Sáiz Díez, OFM) Lima Instituciones como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue creada por la Iglesia; muchos de sus profesores –aparte de los grandes católicos laicos- fueron clérigos tal como se ve en la magnífica exposición RETRATOS de la Casona de San Marcos.
Señala el documento “Ecclessia in America” (1999) que los santos: son el fruto más sazonado de la identidad cristiana del Perú. En este momento, según la obra Index ac Satus Causarum de la Congregación para la Causa de los Santos (Ciudad del Vaticano 1999) junto a los cinco canonizados Rosa de Lima (Isabel Flores y de Oliva), Toribio Alfonso de Mogrovejo, Francisco Solano, Martín de Porres y Juan Macías; la Beata arequipeña Ana de los Angeles Monteagudo, Beato Luis Tezza (1841-1923) figuran otras quince causas relativas al Perú como la de Pedro Urraca (1583-1657), Francisco del Castillo (1615-1673), Nicolás de Dios Ayllón (1618), Francisco Camacho (1629-1698), Luisa de la Torre Rojas, Beatita de Humay (1819-1869), Teresa de la Cruz Candamo (1875-1953), fundadora de las canonesas, el salesiano Octavio Ortiz Arrieta (1879-1958), Melchora Saravia Tasayco, la Melchorita 1895-1951. Martín Fulgencio Elorza Legaristi, obispo de Moyobamba, pasionista (1899-1966). El profesor Rafael Sánchez Concha tiene lista una obra monumental al respecto.
Casi todos los especialistas coinciden en afirmar que la cristianización del Perú es un acontecimiento decisivo en la formación de la identidad nacional. Releyendo la monumental “Historia de la República” de Jorge Basadre nos recuerda cómo el primer congreso llegó a nombrar como patrono del Perú a San José; vale la pena recordarlo ahora que estamos en la fiesta del santo y en el centenario del gran historiador.. V. A. Belaunde en su obra Peruanidad llegará a decir que la peruanidad es una síntesis viviente creada por el espíritu católico. M. Marzal escribirá en Religión Católica e identidad nacional (Lima 1979, pp.148-9) que tal identidad católica se traduce en el peso de la Iglesia institucional en el Perú y en la religiosidad popular. Por su parte J.A. Arguedas sabe comprender el alma andina y descubrir en ella las raíces profundas de una evangelización que se expresa en las palabras del sacristán en la diminuta iglesia de San Pedro:” “Dios es esperanza, Dios alegría, Dios ánimo”.
Vale la pena recordar el testimonio de la viuda de César Vallejo, quien en su lecho de muerte, a finales de marzo de 1938, dijo « Escribe » ; y le dictó : « Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios ».
¿Qué sería Perú sin la Iglesia Católica? Si quitamos a sus grandes hombres como Grau, católico practicante tal como ofrece la modélica biografía del Dr. J.A. de la Puente; sin sus monumentos (pensemos que la Casona de San Marcos o el Museo fueron iniciativa de Dominicos y Jesuitas), sin sus archivos y bibliotecas, sin sus centros educativos (colegios, universidades...), sin sus hospitales y centros asistenciales, sin sus obras literarias, sin sus pueblos y ciudades, sin su toponimia, sin sus hombres, sin sus obras promocionales como las de Cáritas. El Perú, sin la Iglesia, sencillamente, no sería.
Me parece pertinente citar las declaraciones del Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Monseñor Cabrejos al afirmar: considero conveniente que se siga promoviendo la libertad religiosa pero que esa promoción no sea anticatólica. Efectivamente, ¡bienvenida libertad! cuando la ley no busque tanto cómo dar más libertad a los no católicos como quitarle derechos a éstos. No seamos ingenuos ante el Artículo 15º acerca de la exoneración del curso de religión” para el cual “el Estado implementará un sistema de sustitución de la formación religiosa para aquellos alumnos que no deseen recibirla”. ¿Sabrá escuchar el Gobierno Peruano a los interlocutores válidos de la Iglesia, como son los obispos, los padres, las instituciones? O ¿buscará aprobar por la espalda tal medida anticatólica? Leamos la Constitución, acatemos el Concordato, seamos leales con la realidad.
(Acuarelas de Pancho Fierro sobre la beneficencia en Lima)