CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció este jueves por la tarde, durante la celebración de las Vísperas de preparación a la Navidad con los universitarios de Roma, en la Basílica deSan Pedro. "Tened paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor" (Santiago 5,7).
Con estas palabras el apóstol Santiago nos ha introducido en el camino de preparación inmediata a la Santa Navidad, que en esta Liturgia vespertina, tengo la alegría de empezar con vosotros, queridos estudiantes e ilustres docentes de las universidades de Roma. Dirijo a todos mi saludo cordial, en particular al consistente grupo de aquellos que se preparan a recibir la Confirmación, y expreso mi vivo aprecio por el empeño que ponéis en la animación cristiana de la cultura de nuestra ciudad. Agradezco al rector magnífico de la Universidad de Roma Tor Vergata, el profesor Renato Lauro, las palabras de augurio que me ha dirigido en nombre de todos. Dirijo un saludo especial y deferente al cardenal vicario y a las diversas autoridades académicas e institucionales.
La invitación del apóstol nos indica el camino que lleva a Belén liberando nuestro corazón de todo fermento de impaciencia y de falsaespera, que puede anidarse siempre en nosotros, si olvidamos que Dios ya ha venido, está ya actuando en nuestra historia personal y comunitaria y pide ser acogido. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se ha revelado, ha mostrado su rostro y ha tomado morada en nuestra carne, en Jesús, hijo de María - verdadero Dios y verdadero hombre - a quien encontraremos en la Gruta de Belén. Volver allí, a ese lugar humilde y estrecho, no es un simple itinerario ideal: es el camino que estamos llamados a recorrer experimentando en el hoy la cercanía de Dios y su acción que renueva y sostiene nuestra existencia. La paciencia y la constancia cristiana - de la que habla Santiago - no son sinónimo de apatía o de resignación, sino que son virtudes de quien sabe que puede y debe construir no sobre arena, sinosobre roca; virtud de quien sabe respetar los tiempos y las formas de la condición humana y, por ello, evita ofuscar las expectativas más profundas del alma con esperanzas utópicas o fugaces, que luego decepcionan.
"Mirad cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra" (Santiago 5,7). Queridos amigos, a nosotros, inmersos en una sociedad cada vez más dinámica, puede sonar sorprendente esta invitación que hace referencia al mundo rural, al ritmo de los tiempos de la naturaleza. Pero la comparación elegida por el Apóstol nos llama a dirigir la mirada al verdadero y único "agricultor", el Dios de Jesucristo, a su misterio más profundo que se ha revelado en la Encarnación del Hijo. De hecho, el Creador de todas las cosas no es un déspota que ordena e interviene con poder en la historia, sino más bien es como el agricultor que siembra, hace crecer y dar fruto. También el hombre puede ser, con Él, un buen agricultor, que ama la historia y la construye en profundidad, reconociendo y contribuyendo a hacer crecer las semillas del bien que el Señor ha dado. Vayamos por tanto también nosotros hacia Belén con la mirada dirigida al Dios paciente y fiel que sabe esperar, que sabe pararse, que sabe respetar los tiempos de nuestra existencia. Ese Niño que encontraremos es la manifestación plena del misterio del amor de Dios que ama dando la vida, que ama de modo desinteresado, que nos enseña a amar y sólo pide ser amado. "Reanimad vuestros corazones". El camino hacia la Gruta de Belén es un itinerario de liberación interior, una experiencia de libertad profunda, pues nos lleva a salir de nosotros mismo y a encaminarnos hacia Dios, que se acercó a nosotros, que reanima nuestros corazones con su presencia y con su amor gratuito, que nos precede y nos acompaña en nuestras opciones diarias, que nos habla en lo secreto del corazón y en las Sagradas Escrituras. Él quiere infundir valentía a nuestra vida, especialmente enlos momentos en los que nos sentimos cansados y agobiados y en los que tenemos necesidad de volver a encontrar la serenidad en el camino y de sentirnos con alegría peregrinos hacia la eternidad. "La venida del Señor está cerca". Es el anuncio que llena de emoción y de maravilla esta celebración, y que hace que nuestro paso se apresure hacia la Gruta. El Niño, a quien encontraremos entre María y José, es el Logos-Amor, la Palabra que puede dar consistencia plena a nuestra vida. Dios nos ha abierto los tesoros de su profundo silencio y con su Palabra se nos ha comunicado. En Belén el hoy perenne de Dios toca nuestro tiempo
pasajero, que recibe orientación y luz para el camino de la vida.
Queridos amigos de las universidades de Roma: el Verbo Encarnado os pide a vosotros, que recorréis el camino fascinante y comprometedor de la búsqueda y de la elaboración cultural, que compartáis con Él la paciencia para "construir". Construir la existencia propia, construir la sociedad, no es una obra que puedan realizar mentes y corazones distraídos y superficiales. Se requiere una profunda acción educativa y un continuo discernimiento que deben involucrar a toda la comunidad académica, favoreciendo esa síntesis entre formación intelectual, disciplina moral y compromiso religioso que el beato John Henry Newman había propuesto en su "Idea de Universidad". En nuestros tiempos se siente la necesidad de una nueva clase de intelectuales capaces de interpretar las dinámicas sociales y culturales que no ofrezcan soluciones abstractas, sino concretas y realistas. La Universidad está llamada a desempeñar este papel insustituible y la Iglesia la sostiene con convicción de manera concreta.
La Iglesia de Roma, en particular, está comprometida desde hace muchos años en apoyar la vocación de la Universidad y en servirla con la contribución sencilla y discreta de tantos sacerdotes que trabajan en las capellanías y en las realidades eclesiales. Quisiera expresar mi aprecio al cardenal vicario y a sus colaboradores por el programa de pastoral universitaria que, este año, en sintonía con el proyecto diocesano, ha sido sintetizado acertadamente con el tema: "Ite, missa est... en el atio de los gentiles". El saludo al final de la celebración eucarística, "Ite, missa est", invita a todos a ser testigos de esa caridad que transforma la vida del hombre y de este modo injerta en la sociedad el germen de la civilización del amor. Vuestro programa de ofrecer a la ciudad de Roma una cultura al servicio del desarrollo integral de la persona humana, como he indicado en la encíclica Caritas in veritate, es un ejemplo concreto de vuestro compromiso para promover comunidades académicas en las que se madura y ejerce lo que Giovanni Battista Montini, cuando era asistente de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), llamaba "la caridad intelectual".
La comunidad universitaria romana, con su riqueza de instituciones estatales, privadas, católicas y pontificias, está llamada a una tarea histórica notable: la de superar prejuicios que en ocasiones impiden el desarrollo de una cultura auténtica. Trabajando con sinergias, en particular con las facultades teológicas, las universidades romanas pueden indicar que es posible un nuevo diálogo y una nueva colaboración entre fe cristiana y los diferentes saberes, sin confusión ni separación, sino compartiendo la misma aspiración a servir al hombre en su plenitud. Deseo que el próximo simposio internacional sobre el tema "La universidad y el desarrollo de los saberes: ¿hacia dónde va el futuro?" pueda constituir una etapa significativa en este camino renovado de investigación y empeño. Desde esta perspectiva, deseo alentar también las iniciativas promovidas por la dirección general de la Cooperación al Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, involucrando a universidades de todos los continentes, incluyendo también a las de Oriente Medio, representadas aquí por algunos rectores.
Queridos jóvenes universitarios: ha resonado en esta asamblea el recuerdo de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Al final de la celebración, la delegación universitaria africana entregará el icono de MaríaSedes Sapientiae [Trono de Sabiduría] a la delegación universitaria española. Comenzará así la peregrinación de esta imagen mariana por todas las universidades de España, un signo que nos orienta hacia el encuentro del próximo mes de agosto en Madrid. Es muy importante la presencia de jóvenes universitarios preparados, que desean comunicar a sus coetáneos la fecundidad de la fe cristiana no sólo en Europa, sino en todo el mundo. Con María, que nos precede en nuestro camino de preparación, os doy cita en Madrid y confío mucho en vuestro generoso y creativo compromiso. A ella, Sedes Sapientiae, encomiendo a toda la comunidad universitaria romana. Con ella, dispongámonos a encontrar al Niño en la Gruta de Belén: ¡es el Señor que viene por nosotros! Amén.
CELEBRAZIONE DEI VESPRI
CON LA PARTECIPAZIONE DEGLI UNIVERSITARI ROMANI
OMELIA DEL SANTO PADRE BENEDETTO XVI
Basilica Vaticana
Giovedì 16 dicembre 2010
“Siate costanti, fratelli, fino alla venuta del Signore” (Gc 5,7).
Con queste parole l’apostolo Giacomo ci ha introdotto nel cammino di immediata preparazione al Santo Natale che, in questa Liturgia vespertina, ho la gioia di iniziare con voi, cari studenti e illustri docenti degli Atenei di Roma. A tutti rivolgo il mio saluto cordiale, in particolare al consistente gruppo di coloro che si preparano a ricevere la Cresima, ed esprimo il mio vivo apprezzamento per l’impegno che ponete nell’animazione cristiana della cultura della nostra Città. Ringrazio il Magnifico Rettore dell’Università di Roma Tor Vergata, Prof. Renato Lauro, per le parole augurali che a nome di tutti voi mi ha rivolto. Uno speciale e deferente saluto rivolgo al Cardinale Vicario e alle varie Autorità accademiche e istituzionali.
L’invito dell’Apostolo ci indica la strada che conduce a Betlemme liberando il nostro cuore da ogni fermento di insofferenza e di falsa attesa, che può sempre annidarsi in noi se dimentichiamo che Dio è già venuto, è già operante nella nostra storia personale e comunitaria e chiede di essere accolto. Il Dio di Abramo, di Isacco e di Giacobbe si è rivelato, ha mostrato il suo volto e ha preso dimora nella nostra carne, in Gesù, figlio di Maria - vero Dio e vero uomo - che incontreremo nella Grotta di Betlemme. Tornare lì, in quel luogo umile e angusto, non è un semplice itinerario ideale: è il cammino che siamo chiamati a percorrere sperimentando nell’oggi la vicinanza di Dio e la sua azione che rinnova e sostiene la nostra esistenza. La pazienza e la costanza cristiana - di cui parla san Giacomo - non sono sinonimo di apatia o di rassegnazione, ma sono virtù di chi sa che può e deve costruire, non sulla sabbia, ma sulla roccia; virtù di chi sa rispettare i tempi e i modi della condizione umana e, perciò, evita di offuscare le attese più profonde dell’animo con speranze utopistiche o fugaci, che poi deludono.
“Guardate l’agricoltore: egli aspetta con costanza il prezioso frutto della terra” (Gc 5,7). Cari amici, a noi, immersi in una società sempre più dinamica, può suonare sorprendente questo invito che fa riferimento al mondo rurale, ritmato dai tempi della natura. Ma il paragone scelto dall’Apostolo ci chiama a volgere lo sguardo al vero ed unico “agricoltore”, il Dio di Gesù Cristo, al suo mistero più profondo che si è rivelato nell’Incarnazione del Figlio. Infatti, il Creatore di tutte le cose non è un despota che ordina e interviene con potenza nella storia, ma piuttosto è come l’agricoltore che semina, fa crescere e fa portare frutto. Anche l’uomo può essere, con Lui, un buon agricoltore, che ama la storia e la costruisce in profondità, riconoscendo e contribuendo a far crescere i semi di bene che il Signore ha donato. Andiamo dunque anche noi verso Betlemme con lo sguardo rivolto al Dio paziente e fedele, che sa aspettare, che sa fermarsi, che sa rispettare i tempi della nostra esistenza. Quel Bambino che incontreremo è la manifestazione piena del mistero dell’amore di Dio che ama donando la vita, che ama in modo disinteressato, che ci insegna ad amare e chiede solo di essere amato.
“Rinfrancate i vostri cuori”. Il cammino verso la Grotta di Betlemme è un itinerario di liberazione interiore, un’esperienza di libertà profonda, perché ci spinge ad uscire da noi stessi e ad andare verso Dio che si è fatto a noi vicino, che rinfranca i nostri cuori con la sua presenza e con il suo amore gratuito, che ci precede e ci accompagna nelle nostre scelte quotidiane, che ci parla nel segreto del cuore e nelle Sacre Scritture. Egli vuole infondere coraggio alla nostra vita, specialmente nei momenti in cui ci sentiamo stanchi e affaticati e abbiamo bisogno di ritrovare la serenità del cammino e sentirci con gioia pellegrini verso l’eternità.
“La venuta del Signore è vicina”. E’ l’annuncio che riempie di emozione e di stupore questa celebrazione, e che rende il nostro passo veloce e spedito verso la Grotta. Il Bambino che troveremo, tra Maria e Giuseppe, è il Logos-Amore, la Parola che può dare consistenza piena alla nostra vita. Dio ci ha aperto i tesori del suo profondo silenzio e con la sua Parola si è comunicato a noi. A Betlemme l’oggi perenne di Dio tocca il nostro tempo passeggero, che riceve orientamento e luce per il cammino della vita.
Cari amici delle Università di Roma, a voi, che percorrete il cammino affascinante ed impegnativo della ricerca e della elaborazione culturale, il Verbo Incarnato domanda di condividere con Lui la pazienza del “costruire”. Costruire la propria esistenza, costruire la società, non è opera che possa essere realizzata da menti e cuori distratti e superficiali. Occorrono una profonda azione educativa e un continuo discernimento, che devono coinvolgere tutta la comunità accademica, favorendo quella sintesi tra formazione intellettuale, disciplina morale e impegno religioso che il beato John Henry Newman aveva proposto nella sua “Idea di Università”. Nei nostri tempi si avverte il bisogno di una nuova classe di intellettuali capaci di interpretare le dinamiche sociali e culturali offrendo soluzioni non astratte, ma concrete e realistiche. L’Università è chiamata a svolgere questo ruolo insostituibile e la Chiesa se ne fa convinta e fattiva sostenitrice. La Chiesa di Roma, in particolare, è da molti anni impegnata nel sostenere la vocazione dell’Università e a servirla con il contributo semplice e discreto di tanti sacerdoti che operano nelle cappellanie e nelle realtà ecclesiali. Vorrei esprimere il mio apprezzamento al Cardinale Vicario e ai suoi collaboratori per il programma di pastorale universitaria che, quest’anno, in sintonia con il progetto diocesano, è ben sintetizzato dal tema: “Ite, missa est… nel cortile dei gentili”. Il saluto al termine della celebrazione eucaristica – “Ite, missa est” – invita tutti ad essere testimoni di quella carità che trasforma la vita dell’uomo e così innesta nella società il germe della civiltà dell’amore. Il vostro programma di offrire alla città di Roma una cultura a servizio dello sviluppo integrale della persona umana, come ho indicato nell’Enciclica Caritas in veritate, è un concreto esempio del vostro impegno a promuovere comunità accademiche nelle quali si matura e si esercita quella che Giovanni Battista Montini, quando era Assistente della FUCI, chiamava “la carità intellettuale”.
La comunità universitaria romana, con la sua ricchezza di istituzioni, statali, private, cattoliche e pontificie, è chiamata ad un compito storico notevole: quello di superare precomprensioni e pregiudizi che talvolta impediscono lo sviluppo di una cultura autentica. Lavorando in sinergia, in particolare con le Facoltà teologiche, le Università romane possono indicare che è possibile un nuovo dialogo e una nuova collaborazione tra la fede cristiana e i diversi saperi, senza confusione e senza separazione, ma condividendo la medesima aspirazione a servire l’uomo nella sua pienezza. Auspico che il prossimo Simposio internazionale sul tema “L’Università e la sfida dei saperi: verso quale futuro?”, possa costituire una significativa tappa in questo rinnovato cammino di ricerca e di impegno. In tale prospettiva desidero incoraggiare anche le iniziative promosse dalla Direzione generale della Cooperazione allo sviluppo del Ministero per gli Affari Esteri, che ha coinvolto Università di tutti i continenti, da ultimo anche quelle del Medio Oriente, qui rappresentate da alcuni Rettori.
Cari giovani universitari, è risuonato in questa assemblea il ricordo della Croce delle Giornate Mondiali della Gioventù. Al termine della celebrazione, la delegazione universitaria africana consegnerà l’Icona di Maria Sedes Sapientiae alla delegazione universitaria spagnola. Inizierà così il pellegrinaggio di questa effigie mariana in tutte le Università di Spagna, un segno che ci orienta verso l’incontro del prossimo mese di agosto a Madrid. E’ molto importante la presenza di giovani universitari preparati e desiderosi di comunicare ai propri coetanei la fecondità della fede cristiana non solo in Europa, ma in tutto il mondo. Con Maria che ci precede nel nostro cammino di preparazione, vi do appuntamento a Madrid e confido molto sul vostro generoso e creativo impegno. A lei, Sedes Sapientiae, affido l’intera comunità universitaria romana. Con lei apprestiamoci ad incontrare il Bambino nella Grotta di Betlemme: è il Signore che viene per noi! Amen.