EL GOZO DEL EVANGELIO (EVANGELII GAUDIUM) EXHORTACIÓN APOSTÓLICA DEL PAPA FRANCISCO (Guía de lectura)
Si comenzamos la gozosa lectura de este delicioso librito papal por el final, por las notas, encontraremos las claves del mismo, las fuentes en las que sorbe su mensaje pletórico de esperanza.
29 menciones de las "propositio" del sínodo sobre "La nueva evangelización para la transmisión de la fe" celebrado del 7 al 28 de octubre de 2012 y convocado por su antecesor el Papa Benedicto XVI; llama la atención la libertad y la creatividad del Papa sobre el particular; en anteriores sínodos el Santo Padre suele pegarse más al libreto, al "instrumento laboris"; como atinadamente declarase el día de su presentación -26 noviembre 2013- el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización: "El Papa imprime en estas páginas no solo su anterior experiencia pastoral, sino sobre todo su llamado a aprovechar el momento de gracia que la Iglesia está viviendo para emprender con fe, convicción y entusiasmo la nueva etapa del camino de evangelización" .
En segundo lugar son 13 las menciones del documento de Aparecida, la V conferencia de los obispos del CELAM (Mayo 2007), y del que el Arzobispo Jorge Bergoglio fue uno de los redactores. El mensaje central fue el lanzamiento de la misión continental para sacudir a los propios fieles de su indiferencia.
El tercer documento mayormente citado es la "Evangelii nuntiandi" (8-XII-1975) de Pablo VI, la encíclica postconciliar más breve y más citada a un tiempo.
Se puede considerar como el regalo del Papa Francisco al concluir el "Año de la Fe", como conclusión del último sínodo de obispos y como documento programático de su pontificado. La encíclica "Lumen Fidei" –no lo olvidemos- aunque firmada por él, fue el legado del papa de la fe, Benedicto XVI. En "Evangelii Gaudium" campean las palabras, los conceptos, las actitudes, los gestos del Papa Francisco. A quién sino a él se le iba a ocurrir el vocablo «Primerear»; tanto que el propio pontífice se ve obligado a aclarar: "sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10)". Y luego sus acuñadas expresiones: Una Iglesia en salida, que se involucra, acompaña, va a la periferia, huele a oveja, fructifica y festeja. De gran interés son sus "noes" ante la crisis del compromiso comunitario: a una economía de la exclusión [53-54], a la nueva idolatría del dinero [55-56], a un dinero que gobierna en lugar de servir [57-58], a la inequidad que genera violencia [59-60]; en las tentaciones de los agentes pastorales [76-109]: a la acedia egoísta [81-83], al pesimismo estéril [84-86], a la mundanidad espiritual [93-97], a la guerra entre nosotros [98-101].
Desde el comienzo deja bien claro su objetivo: dirigirse "a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años" (n.1). Los dos grandes temas son la evangelización -197 citada- y la fe -78 menciones- cuyo fruto es la alegría -95 veces-, sin olvidar nunca el mundo actual. Hay que tener en cuenta que "con Jesucristo siempre nace y renace la alegría" (n.1). Anclado en Él, en el acontecimiento de su encuentro (n.7), nos invita a recuperar una visión profética y positiva de la realidad, sin por ello dejar de ver las dificultades. El Papa Francisco infunde valentía e invita a mirar hacia adelante no obstante el momento de crisis, haciendo una vez más de la cruz y de la resurrección de Cristo la "insignia de la victoria" (85). Todo ello sin caras de "funeral" (n.10), acrecentando "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (feliz expresión de Pablo VI). Sin lugar a equívocos: "¡No nos dejemos robar la alegría de la evangelización!" (n. 83).
Esta acción misionera es "el paradigma de cualquier obra de la Iglesia" (n.15); por ello es necesario captar el tiempo favorable y propicio para vislumbrar y vivir la "nueva etapa" de la evangelización (n.17) que se articula en las dos temáticas particulares que como dos columnas vertebran la estructura fundamental de la carta. Por una parte, el Papa se dirige a las iglesias particulares para que vivan en primera persona los desafíos y las oportunidades propias de cada contexto cultural, y puedan proponer los aspectos peculiares de la nueva evangelización en sus países. Por otra, el Papa traza un denominador común que le permita a toda la Iglesia, y a cada evangelizador en particular, reencontrar una metodología común para convencerse de que el compromiso de evangelización es siempre un camino participado, compartido y jamás aislado.
Los siete puntos, recogidos en los cinco capítulos de la Exhortación, constituyen las columnas basilares de la visión del Papa Francisco sobre la nueva evangelización: la reforma de la Iglesia en salida misionera, las tentaciones de los agentes pastorales, la Iglesia entendida como totalidad del pueblo de Dios que evangeliza, la homilía y su preparación, la inclusión social de los pobres, la paz y el diálogo social, las motivaciones espirituales en el compromiso misionero.
El elemento que mantiene unidas estas temáticas se concentra en el amor misericordioso de Dios que sale al encuentro de cada persona para manifestar el corazón de su revelación: la vida de cada persona adquiere sentido en el encuentro con Jesucristo y en la alegría de compartir esta experiencia de amor con los demás (n. 8).
Particularmente entrañable resulta el último capítulo (V, II), dedicado a María "estrella de la nueva evangelización", presentada, como el icono de la genuina acción de anuncio y transmisión del Evangelio que la Iglesia está llamada a realizar en las próximas décadas, con gran entusiasmo e inmutable amor por el Señor Jesús. El Siervo de Dios P. Tomás Morales, a quien siento tan cercano al también jesuita Bergoglio, lo sintetizó con sencillez y perspicacia pedagógica en la Campaña de la Visitación. El mundo vive un verano que congela las almas y sólo se recuperará con el auténtico sol del Evangelio, el que comunica vida en abundancia, lo cual supone en el evangelizador olvido de sí que se concreta en vencer la pereza (diligencia), quedarse con lo peor (ir a la periferia), no quejarse nunca de nadie ni de nada (alegría servicial).
Entre las muchas perlas encontradas en el texto, les comparto dos, les animo a descubrir las propias y termino:
María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura (n. 286). Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño… Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización (n. 288).