PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN LORENZO
Amigos: Les comparto alguna foto y lo que escribí para el pregón. La verdad es que fue emocionante ver tanto cariño en tantos amigos y familiares que hacía muchos años que no veía. Como me tuve que "escapar" enseguida, aprovecho este blog para AGRADECER la estupenda acogida y decirles que siempre me tienen en el Perú y en el sexto continente, internet. Como fue a las 10.30 de la noche, las imágenes salen un poco borrosas, disculpen; coincidió con los 25 años de la misa por mi hermana Juani.
Rollán, 8 de agosto del 2014, José Antonio Benito
Queridos amigos de Rollán:
1. Me da una alegría enorme encontrarme con vosotros para CELEBRAR a San Lorenzo, patrono titular de nuestra parroquia, motivo por el cual estamos todos aquí, en familia. Os agradezco la invitación y la acepto muy complacido. La verdad es que cuando estaba en Rollán por estas fechas me tocaba trabajar en el campo y no se celebraba, así que resulta que es la primera vez que asisto a un pregón, y gracias al Señor Alcalde me toca hacerlo desde el balcón. Los únicos pregones que recuerdo son los de Amalio que –os acordáis- comenzaba: "De orden del señor alcalde se hace saber" y los chavales coreábamos "que el que no haya comido que se vaya a comer". Yo, francamente diría "que el que no haya agradecido, comience por agradecer". Y así, comienzo: Es de bien nacido el ser agradecido. Y quiero comenzar agradeciendo la invitación al Sr. Alcalde por esta oportunidad y a todos vosotros por la presencia.
2. Recordar es volver a vivir. Cuando nos volvemos a ver, enseguida recordamos. Dicen que llegados a viejos –nos lo recordaban en la Semana Cultural organizada por la Madroña- se pierden dos cosas: Una, la memoria; la otra, "no me acuerdo". Recordar es volver a pasar por el corazón lo mejor que has vivido. Volver a vivir. Si con la edad se pierden cosas. Al volver a Rollán por lo menos se ganan otras dos. La primera, la memoria, la identidad; la segunda, la hermandad, el espíritu de familia. Algunos ejemplos: Uno de los primeros recuerdos es el escuchar doblar las campanas por la muerte del Papa Bueno, Juan XXIII en 1963 –cuando yo tenía cinco años-…O con la misma edad, aquí, donde estaba la escuela de párvulos dirigida por Salucita aprendí a leer y a escribir, me preparé para la primera comunión…Todavía me acuerdo que un día en plan de broma me dijo la maestra: mira como no se callan y no dejan de dar guerra vete a avisar a los guardias que se los lleven, ni corto ni perezoso salí corriendo y cuando llegué los guardias me escucharon y se echaron a reír…Otro día, estaba en la era y como vi mucho humo lejos salí volando y empecé a tocar las campanas a fuego…movilizando a medio pueblo con barrederos y cubos de agua por el camino Cojos, resulta que estaba demasiado lejos y fue una falsa alarma…yo me puse a llorar y recuerdo que mi madre me tuvo que consolar, peor habría sido que hubiese sido cerca. Qué recuerdos tan gratos al ver los garbanzos y saber que con los cinco años me tocaba seguir al Señor Chicuelo, Vicente, Jesús "el Gorro", con Jeremías, con mi padre…seguir y no perder ripio por escuchar canciones, cuentos… Estos días, bastaba ver fotos para recordar; Gimi me recordó la final de fútbol con Matilla y cómo ganamos por 3 a 2 y que un servidor fue el que marcó el gol de cabeza; las fotos de la revista de La Madroña lo avalan…Otras fotos, de Micaela, me llevaron a los tiempos de monaguillo (de suplente) porque estaban los titulares Modes y Gimi.
3. Y, antes de que se nos vayan el tiempo y el santo al Cielo, comencemos recordando algo de la vida de nuestro santo, Lorenzo, diácono y mártir. Nos hemos acostumbrado a verle con sus capisayos, sus vestiduras litúrgicas, como diácono y con la parrilla, dos iconos, dos gestos que lo configuran y que vienen como anillo al dedo para nuestra sociedad en crisis económica y padeciendo la dictadura del relativismo.
Lorenzo nació en Jaca (HUESCA-ESPAÑA) sus padres eran labradores del campo pero cuando el Papa Sixto II visitó la ciudad enseguida se fijó en su inquietud espiritual y se lo llevó consigo a Roma nombrándolo diácono; ya sabéis que la misión del diácono es encargarse de los pobres de la ciudad. El primero viene muy bien a nuestra sociedad en crisis; pues resulta que en aquel tiempo el emperador Valeriano sufría una situación financiera muy grave, con una inflación muy elevada y unos gastos militares elevadísimos. Buscar recursos era su obsesión y habían oído que en la iglesia había "tesoros". Así, en el año 257 publicó el emperador Valeriano un edicto de persecución a los cristianos y el culto que daban al nuevo Dios y arrestaron al propio Papa y a los diáconos que tenían misiones especiales. Lorenzo que veía que la iglesia no tenía esos tesoros materiales, llamó a todos los pobres, paralíticos, cojos, mendigos, enfermos y ciegos. Y con su cara sonriente, se presentó ante el emperador rodeado de ellos y le dijo: "Estos son los tesoros de la Iglesia". El emperador enfurecido le mandó azotar hasta quedar exhausto pero Lorenzo le dio las gracias por este inmerecido sufrimiento por Jesucristo. El emperador lo encarceló y el carcelero vio con sus propios ojos cómo un Ángel curaba sus heridas y lo consolaba así que pidió a Lorenzo ser uno de ellos. Lorenzo le indicó cómo primero tenía que bautizarse como había dicho el Señor. El carcelero se convirtió y el emperador al perder a uno de los suyos enfureció aún más mandando para él la pena de muerte pero Lorenzo contaba con la gracia de Cristo y aún cuando iba hacia la muerte tenía pena porque no se consideraba digno de morir por Cristo. El emperador, irritado por su alegría en compartir los sufrimientos de Cristo, mandó que lo quemaran en unas parrillas ardiendo. Incluso en esos momentos tuvo el humor que siempre le había caracterizado. Así cuando estaba quemado por una parte del cuerpo, se dirigió a los verdugos y les dijo: "Ya estoy bien quemado de este lado, dadme la vuelta". Con él fue martirizado el papa Sixto II. San Lorenzo es uno de los mártires más célebres en todo el cristianismo, pero no un mártir triste y llorón, sino un santo mártir del buen humor. Bien, lo primero ya está dicho. Ya bajamos a nuestro santo patrono, Lorenzo, aquí, junto a nosotros, para que nos sirva de protección, de modelo, de guía.
4. Otros mártires. Pero no podemos hablar del mártir y diácono san Lorenzo sin hablar de nuestros patronos, también mártires, Fabián y Sebastián, uno obispo, el otro militar; tenemos sus imágenes, celebramos también su fiesta, y tenemos la calle –tantas veces transitada por todos nosotros-, la cañada, la Calzada de los Mártires nos recuerda que a las afueras de Rollán, la ermita de la Orden de Alcántara se dedica a los mártires.
Pero, estamos en el siglo XXI, y no podemos olvidar a un mártir de nuestro tiempo, Pepito, don José García Cuadrado quien a los 29 años de edad –un 28 de octubre de 1936- prefirió morir antes que renegar de su fe y de ser sacerdote como le exigieron y dio la vida por Cristo en Campanario (Badajoz). He estado leyendo el diario entrañable de de su hermana doña Romana que da cuenta de las humillaciones a las que fue sometido "para que dejase de ser cura" y como otro san Lorenzo después de haber sufrido golpes y maltratos le decía: "mira estoy contento porque he estado sufriendo estos azotes como el Señor los sufrió por mí en la columna; soy casi mártir; qué dicha…Me fue contando cómo le daban con vergajos y culatas de los fusiles; había una estampa del Corazón de Jesús; mientras le pegaban, él decía: "Jesús mío, por estos". Hasta el momento de darle el tiro de gracia y terminar con su vida…iba alentando a otros que iban con él. Hoy es Siervo de Dios y sin duda que pronto lo veremos en los altares.
Os pido una oración por todos los que se nos han adelantado en esta vida –especialmente los niños y jóvenes- para que gocen de la paz eterna del Cielo. Y otra oración especial por los mártires de nuestro tiempo, cristianos perseguidos, que están siendo masacrados en Oriente Medio.
5. Y después de glosar a nuestro santo Lorenzo y recordar a los mártires, obligatoriamente tengo que hablar del Perú, país en el que llevo ya 20 años y del que he escrito en la Revista La Madroña. Recuerdo la misa de despedida en que me regalaron este crucifijo; se hizo una colecta y me ayudaron en el viaje y para ayudar a los "pobres del Perú"; luego se invitó a besarlo a todos los niños…La verdad que me emocionó cuando vi que se levantó prácticamente todo el pueblo; yo siento que en este crucifijo está todo el pueblo y yo soy su representante; han pasado 20 años y me da fuerza en la soledad, paciencia ante tanto sobresalto, perseverancia para no cansarme nunca de estar empezando siempre…Cinco años los pasé en Arequipa apoyando a CIRCA, dando clase, atendiendo a los jóvenes…Luego, en Lima…Últimamente he publicado un libro "Cronología de la historia de la Iglesia del Perú"…Tengo mi blog "Puente charro". Allí me ocupo del CEPAC (Centro del Patrimonio Cultural) en la UCSS en Lima Norte velando por el rico patrimonio arqueológico, cultural, humano del Perú y como director del I.E.T. Instituto de Estudios Toribianos investigando, difundiendo la vida y obra del misionero más importante de América, Santo Toribio Mogrovejo, auténtico formador del Perú y de América; nacido en Mayorga, formado en la Universidad de Valladolid y Salamanca, obispo que apostó por los derechos humanos de los indios y recorrió más de 40.000 kilómetros para procurar una evangelización gozosa y un desarrollo integral.
6. Coplas. Dicen que al mundo lo salvan los mártires, los niños, los poetas. En Rollán hemos tenido siempre muy presente el ejemplo de los mártires…pero siempre lo hemos sabido llevar con garbo, con salero, con buen humor, como lo hace nuestro rey del estornudo y pregonero "Jesús". Hay sufrimientos que ahogan, que matan, y hay cruces que se convierten en luces porque tienen un sentido, un por qué, un para qué. En Lorenzo el amor a los pobres y el amor a Cristo. En don José Luis, Pepito, su sacerdocio le llevó a ofrecerse por los obreros, a ofrecer su sufrimiento por Cristo y por el prójimo. Quiero recordar a cuantos han dado su vida como mártires inocentes, o en la plenitud de la juventud, y a tantos que como maestros (cuántos desde la escuela como Salucita mi profesora de párvulos, o don Arturo que me permitía ir gratis al paso, o don José María, de la Alberca, o don Benjamín…), párrocos como don Jesús, médicos como don José (que me salvó de mis quemaduras y tantos problemas), y luego, mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mis vecinos…que me han ido enseñando, ayudando, han sido mártires –testigos- del día a día ofreciendo su vida y como mi madre haciendo coplas…Quiero felicitar la iniciativa de ese programa de TV "Rollán, el pueblo más divertido", porque nos revela que en medio de la crisis Rollán tiene un alma alegre, esperanzada. Tantas coplas se han escrito en nuestro pueblo que hasta un servidor compuso unas, las únicas que he escrito en mi vida, allá por 1990. Aquel año fue un San Lorenzo muy especial, con motivo del primer aniversario de mi hermana Juani, 1990. Seguro que recordáis la torre del campanario caída; me provocó tan desasosiego, tal desazón que hasta llegué que me puse a llorar y luego escribí esto:
Lo primero que contemplaba al acercarme a Rollán era la torre empinada como el ara de un altar.
Clavada en el cielo como flecha inmortal me atraías a tu suelo como poderoso imán.
Nido de cigüeña, alas para volar, vida sana, gente limpia, libertad en soledad.
Y en lo alto el campanario pregonero de unidad que anuncia la nueva vida y despide la que se nos va.
Repique de campanas que llamas gozoso para bautizar y te quejas doliente al doblar para el funeral.
Campana de mi espadaña mensajera de hermandad, antídoto del egoísmo con tu cadencioso sonar.
Diez de agosto del noventa, san Lorenzo, nuestra fiesta, la campana amordazada, ha caído la cabeza.
Desmochada nuestra torre, por los suelos sepultada, montón caótico de piedras, bella atalaya destrozada.
Ni las cigüeñas sin nido se quedan en el lugar, buscan llorosas la torre, cimientos para su hogar.
Hay un silencio de muerte en la villa de Rollán, ya no tocan las campanas ¡qué terrible tempestad!
De repente una campanilla lanza un tímido tan tan. Cristo viejo del Humilladero, ¡danos tu voz de cristal!
Vecinos de Rollán no digáis que es imposible, lo importante es comenzar.
Venid a esta ermita, venid y meditad lo que puede un pueblo unido cuando tiene voluntad".
"¡Alza la vista, en marcha, ya! Contempla tu historia, aviva tu memoria. Un celta, Rolland, te fundó,
la Orden de Alcántara te levantó y te formó. Perla de la Pequeña Armuña, capital de arciprestazgo,
cantera de hombres honrados, pueblo andaluz en Castilla injertado.
¡Manos a la obra! ¡Todos a una! Levantad la torre más alta que ninguna, dejaos de Babeles,
de dimes y de diretes, poned una piedra firme que os una y os despierte."
¡Repica campana, campana de mi lugar, repica más que ninguna, convida a la fiesta ¡ya!
Mártires de la villa, patrono de mi Rollán, sonreíd satisfechos que una torre hasta el techo unidos os construirán.
(Y aquí terminaba la copla, el poema, y ahora sigue la prosa. Y agradezco lo bien que ha quedado la torre, la iglesia; es todo un icono, un símbolo, de unión, de mirar arriba, de solidaridad; a la Junta Parroquial con Mateo, Gimi y equipo, gracias)
3 Lecciones para terminar el pregón
1. Recordar a un mártir como San Lorenzo es hacer memoria de su vida. Ser mártir es ser testigo, es ser coherente, dejar la doble vida, de una pieza, como Lorenzo, como Pepito…
2. Hablar del Perú, es hablar de misión, solidaridad; que donde Dios nos plante florezcamos, que vivamos en familia, aprovechando ocasiones como ésta para celebrar lo que nos une y que convirtamos nuestro pueblo en una morada habitable donde podamos convivir con paz y armonía
3. Levantar una torre. Decía un filósofo francés: "Si quieres que un pueblo se divida, regálale dinero; si quieres que se una, mándales construir una torre".
Permitidme antes de agotar los 15 minutos, tener un recuerdo muy personal por mi hermana Juani, hoy se cumplen 25 años del fin de su vida en la tierra, cuando fue consumida por el cáncer a los 24 años de edad, a pesar de no poder respirar y haberse convertido en una auténtica piltrafa, supo pronunciar como últimas palabras: "No os quejéis, estad siempre alegres". Supo hacer de la prosa de su dolor, un poema de amor.