Creer y crecer en familia con el Señor de los Milagros
(Texto de la Carta enviada por S.E. Cardenal Monseñor Juan Luis Cipriani como presentación del álbum fotográfico "¡Cómo no creer en Dios!" de Sara Manjón presentado el martes 14 de octubre en el Salón cultural del Parque de la Amistad de Surco, y que se ha publicado como cumplimiento de una promesa hecha al Señor)
El XX Sínodo de Lima que estamos celebrando nos convida a caminar unidos en torno al Señor. San Juan Pablo II, con motivo de los 350 años de la venerada imagen del Señor de los Milagros, nos escribió una entrañable carta el 21 de septiembre del 2001en la que manifestaba su alegría por el "carácter eminentemente jubilar, de gracia y de perdón, de conversión sincera y de reconciliación, con el propósito de vivir profundamente el misterio de la cruz en la cual Cristo ha redimido a todo el género humano". Se sentía unido al "gozo de tantos limeños y peruanos por esta oportunidad singular de encontrarse de nuevo con Cristo" e imploraba su protección "a los limeños, convierta a quienes llevan a hombros su imagen en portadores de Cristo también con su fe y su testimonio de vida intachable y derrame su gracia sobre cuantos le invocan con devoción". La tierna figura del santo, Juan Pablo II, el grande, que se asomó al mundo a sus 57 años, recién elegido Papa, nos gritó: "no tengan miedo", hago mías estas palabras como para la inauguración del Sínodo y digo a ustedes, lectores, no tengan miedo de dejar que el Espíritu Santo nos conduzca por los caminos de Dios.
En la fiesta del Señor, el año pasado 2013, invité a todos los fieles a considerar la Iglesia Católica, la casa donde habita el Señor de los Milagros; esa casa tan bonita es el corazón, la parroquia y la comunidad de cada uno; por eso le pedí:
"Señor, libera a la Iglesia de tanta preocupación material, muestra el tesoro de tu Hijo. Libera a tu Iglesia de ese peso de las cosas materiales, de la discusión política; que la Iglesia se dedique a mostrar el rostro de Cristo, a enseñar los diez mandamientos y los sacramentos…Cuando pasas cerca de nosotros Señor consuélanos y fortalécenos, no permitas que las dificultades nos quiten la alegría".
La alegría de la fe nos motiva a salir al encuentro de quienes pasan momentos difíciles para acompañarlos y acogerlos. La alegría de la fe nos lleva a buscar y a salir a visitar a los enfermos, a acompañar a los que están solos, a compadecerse a quienes padecen algún dolor. El Señor nos reúne en la fe y nos mira con alegría. Por eso le pido al Señor de los Milagros por cada uno de ustedes para que su corazón siempre esté alegre. Que el Señor de los Milagros nos enseñe a vivir la alegría de la fe que debemos iniciar con los niños desde la casa. Tengamos el gusto por la alegría de la fe.
Qué bonito es cuando los medios muestran a un Dios que ilumina los hogares y los corazones. Qué bello cuando ponemos nuestro don de comunicar en la prensa, en la radio, en la TV, en internet al servicio de la verdad, de la causa del Evangelio. Qué sugestivo se hace el mensaje cuando –como en el presente libro- lo convertimos en imágenes que valen por mil palabras. Qué fácil se hace creer cuando encontramos razones de belleza, de humanismo, de espiritualidad como en estas hermosas fotografías para todos los días del año.
Imagino la escena familiar de contemplar este atractivo álbum de fotos de la procesión y devoción del Señor de los Milagros. Contemplamos, comentamos, oramos, nos emocionamos, lloramos quizá, pero, sobre todo amamos, nos dejamos amar, y sentimos de veras que el Señor de los Milagros sana de nuevo nuestro corazón y lo lanza a velas desplegados por los senderos de la fe, la esperanza y la caridad.
Por todo esto, en concreto, se debe promover una auténtica cultura de vida, hay que proponer la belleza de la vida cristiana, del matrimonio cristiano, de la familia cristiana. Para que sean sal y luz en medio del mundo, para que iluminen con su vida de fe y de caridad todas las actividad humanas, empezando por el propio hogar, la escuela y la vida laboral, para que infundan este espíritu cristiano y el suplemento de fe a la sociedad, a todas las actividades humanas nobles: culturales, deportivas, políticas, a ese mundo de la salud y hospitales.
Conviene recordar que Cristo siempre puede con su novedad renovar nuestras vidas y nuestras comunidades. Y aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales la propuesta cristiana nunca envejece. Por ello, les exhorto con un solo corazón y una sola alma que pongamos la oración en el centro del sínodo. Como cantamos en el himno al Señor de los Milagros: "A paso firme de buen cristiano, hagamos grande nuestro Perú, y unidos todos como una fuerza te suplicamos nos dé tu luz", y tu paz, y tu amor.
Que Nuestra Señora de la Nube, Nuestra Señora de la Evangelización, nos lleve siempre a su Hijo, y convierta nuestra vida en un auténtico magníficat.
Juan Luis Cardenal Cipriani Thorne
Arzobispo de Lima y Primado del Perú