La fuerza del silencio. Frente a la dictadura del ruido
Cardenal Robert Sarah, Nicolas Diat
Palabra, 2017, Madrid, 284 pp
El cardenal Sarah afronta en estas páginas la necesidad del silencio interior para escuchar la música de Dios, para que brote y se desarrolle la oración confiada con Él.
El ruido nos impone su dictadura un día y otro, hasta el punto de que rara vez añoramos el silencio. Sin embargo, el ruido genera el desconcierto del hombre, mientras que en el silencio se forja nuestro ser personal, nuestra propia identidad.
Tras el éxito internacional de Dios o nada, el cardenal Sarah afronta en estas páginas la necesidad del silencio interior para escuchar la música de Dios, para que brote y se desarrolle la oración confiada con Él, para entablar relaciones cabales con nuestros allegados. "La verdadera revolución -afirma- viene del silencio, que nos conduce hacia Dios y los demás, para colocarnos humildemente a su servicio".
De nuevo en esta larga y profunda conversación con Nicolás Diat, periodista y autor francés, el Cardenal propone la siguiente pregunta: ¿pueden aquellos que no conocen el silencio alcanzar la verdad, la belleza y el amor? La respuesta es innegable: todo lo que es grande y creativo está relacionado con el silencio. Dios es silencio.
El prefecto de la Congregación vaticana para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, enlaza y enumera hasta 365 pensamientos, hondos y variados, a propósito del silencio y sus efectos, que concluyen con un excepcional y riquísimo diálogo con Dom Dysmas de Lassus, Prior General de la Grande Chartreuse.
"Si bien el habla caracteriza al hombre, el silencio es lo que lo define, porque la palabra hablada solo adquiere sentido en virtud de ese silencio". Este es el hermoso y significativo mensaje de La fuerza del silencio.
Robert Sarah nació en Guinea en 1945. Sacerdote desde 1969, en 1979 fue nombrado Arzobispo de Conakri, con 34 años de edad. En 2001 Juan Pablo II lo llamó a la Curia romana, donde desempeñó sucesivamente dos altos cargos. Benedicto XVI lo creó Cardenal en 2010, y en 2014 Francisco lo nombró Prefecto de la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos. La edición de Palabra, en España, va por la sexta edici´n.
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Nos comparte una auténtica antología de textos sobre el silencio de los santos padres y autores contemporáneos como Guardini o T. Merton.
"En el silencio es donde suceden los grandes acontecimientos. No en el tumultuoso derroche del acontecer externo, sino en la augusta claridad de la visión interior, en el sigiloso movimiento de las decisiones, en el sacrificio oculto y en la abnegación; es decir, cuando el corazón, tocado por el amor, convoca la libertad de espíritu para entrar en acción, y su seno es fecundado para dar fruto. Los poderes silenciosos son los auténticamente creativos. Pues bien, al más silencioso de los acontecimientos, al que en el más profundo silencio y alejado de todo bullicio proviene de Dios, queremos dirigir ahora nuestra mirada" Romano Guardini, El Señor)
Y logra hondas y bellas expresiones como una de tantas acerca de la vida cotidiana y que tanto me ha recordado a la reciente carta del Papa Francisco sobre la santidad en la vida diaria, "¡Alégrate y regocíjate!". Como en pocos libros saqué la conclusión que debo comprar varios, uno para mí y otros para compartir.
"El silencio de la vida diaria es condición indispensable para vivir con los demás. Sin capacidad de silencio es imposible que el hombre entienda su propio entorno, que lo ame y lo asuma. La caridad nace del silencio. Nace de un corazón silencioso capaz de escuchar, de comprender y acoger. El silencio es una condición de la alteridad y una necesidad para entenderse a uno mismo. Sin silencio no hay descanso, ni serenidad, ni vida interior. El silencio es amistad y es amor, es armonía interior y paz. El silencio y la paz laten con un solo corazón. El ruido de la cotidianeidad siempre despierta en el hombre cierta agitación. Nunca es sereno ni lleva a comprender al otro. ¡Cuánta razón tenía Pascual cuando escribió:" Toda la desdicha de los hombrees proviene de una sola causa: no saben permanecer en reposo, en un cuarto"! pp.36-37
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