LA FE MUEVE LOS PIES. PEREGRINACIÓN A LA VIRGEN DEL ROSARIO DE YAUCA, ICA.
No he encontrado otra clave para explicarme el por qué miles de fieles se agolpan hasta el recoleto y espectacular santuario de la Virgen del Rosario de Yauca, en Ica. Nada de bellos parajes como disfrutan los peregrinos de Santiago o de Javier en España, nada de artísticos templos o acogedoras hospederías, nada de sorprendentes amaneceres o atardeceres; todo yermo y desierto, polvo y frío, noche y cansancio…
Pero, donde hay una voluntad, una fe, una meta, hay camino, superación, destino. ¡Qué gusto ver caminar sin detenerse a cientos de jóvenes, familias, grupos, de uno en uno o por parejas! Lo que importa es dar un paso y otro más, sin volver la vista atrás, en oración, en confidencia de amistad, solos y acompañados a un tiempo, con la certeza de llegar, con la esperanza de un hogar, con la alegría de rezar a la Madre del Amor y la Verdad.
¡Cómo agradezco a los amigos de Ica que me invitaron a peregrinar y me acompañaron durante la caminata mariana! Ellos me fueron contando la encantadora historia de la imagen. Fue a comienzos del siglo XVIII, el 3 de octubre de 1701, en la inmensa y desolada pampa de Yauca, cuando fue encontrada escondida entre matorrales por los vecinos del lugar una diminuta imagen –casi una muñeca- de Nuestra Señora del Rosario, con el Niño Jesús y un rosario nacarado en sus manos, que al parecer habían perdido unos arrieros que al bajar de la serranía ayacuchana se perdieron en medio del desierto iqueño. Los afortunados campesinos que encontraron la imagen fueron Nicolás Ortega, Diego Gutiérrez y Francisco Córdova, quienes pensaron trasladarla a Ica, pero al intentar levantarla y no conseguirlo interpretaron que era deseo de la Madre de Dios permanecer allá. Fue entonces, con la ayuda de Calixto Muñoz cuando le edificaron una sencilla capilla en las inmediaciones; y tras una plegaria que la imagen se dejó conducir. La noticia se propagó veloz y desde entonces la Virgen de Yauca es venerada por sus hijos iqueños como su Patrona.
Son más de trescientos años en los que la gente de Ica y alrededores ha recibido innumerables favores en el cuerpo y en el alma. Gran propagador de su devoción fue el Venerable Padre José Ramón Rojas de Jesús María (1775-1839), Padre Guatemala, quien desde 1835 hasta su muerte fue asiduo peregrino a Yauca, cubriendo la distancia a pie dos o tres veces por semana. El propio templo franciscano de Ica cuenta con un bello vitral dedicado a la Virgen de Yauca.
El actual Santuario se debe al esfuerzo y piedad de Mons. Francisco Rubén Berroa y Bernedo, primer obispo de Ica, y al entusiasmo y la generosidad de miles de devotos que contribuyeron con las limosnas necesarias para su edificación. Iniciados los trabajos en diciembre de 1947, se terminó de construir en febrero de 1951. En su interior se guarda también una réplica de la imagen conocida como la peoncita, pues es la encargada de recoger las ofrendas de los fieles.
Fue coronada canónicamente en agosto de 1988 durante el Primer Congreso Eucarístico Mariano, recibiendo la Corona de Oro de manos del Cardenal Legado, Mons. Juan Landázuri Ricketts.
En el Segundo Congreso Eucarístico y Mariano 1996 recibió la visita del Cardenal Augusto Vargas Alzamora Arzobispo de Lima Primado del Perú, el Nuncio Apostólico de Roma, Obispo de ICA Monseñor Guido Breña y los Obispos del Perú, fue coronada en presencia del pueblo de la Región Ica.
Con motivo del IV Congreso Eucarístico y Mariano del 2004, tuvo la visita del Señor Cardenal Arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, quien por primera vez visitó el Santuario de Yauca ICA, acompañado de los obispos de ICA y Caravelí, el clero y fieles de la diócesis.
En el 2015, el Obispo de Ica Mons. Héctor Eduardo Vera Colona y el Rector del Santuario Padre Michel Huamán Sánchez presentaron la Maqueta de la Futura Basílica del Rosario de Yauca así como del Complejo de Multiservicios al Peregrino.
Una semana antes de su fiesta, que se celebra el primer domingo de octubre, tiene lugar el tradicional barrido, surgido de la necesidad de mantener limpio el templo y sus alrededores para las celebraciones, y es realizado por voluntarios que retribuyen de esa manera a la Virgen del Rosario los favores recibidos.
Y, como lo importante es llegar, son múltiples las modalidades, en carro propio, ómnibus, mitad en carro y desde la pampa caminando, o, como los valientes, a modo penitencial, a pie, algunos hasta cargando a sus pequeños, los 30 Km. que separan a la ciudad de Ica del Santuario.
Cada quien organiza su romería. Con mi grupo del Movimiento de Santa María fuimos meditando textos del Papa Francisco a los jóvenes, en silencio, contemplando los misterios del Santo Rosario, desgranando avemarías, recitando las letanías, cantando…con la tímida luz de las linternas y la ardiente –así la pedimos- de nuestra fe.
Nosotros llegamos a las 2.30 a.m., gozosos de sumergirnos en las oraciones y los cánticos de los peregrinos y la acogida de la Comisión Responsable del Santuario, especialmente los seminaristas de Ica. A continuación tuvimos el gozo de participar en la Santa Misa de las tres de la mañana. Mereció la pena. A lo largo del camino habíamos ofrecido oraciones, nuestro cansancio, por numerosas intenciones, la paz del mundo, las vocaciones, las familias, los jóvenes, el Sínodo, el Perú…Sentíamos que Nuestra Madre las acogía y las presentaba ante su Hijo, Gozo y Paz. En medio del fervor de cientos de fieles, algunos descansando en el templo, luchando contra el frío, vivimos la Misa de amanecer, encendidos por la Palabra de Dios, el vibrante comentario del sacerdote oficiante, agradecidos por el Pan de Vida.
A la salida cientos de puestos de comida para calmar la necesidad del cuerpo. Numerosos peregrinos pasan la noche en vela o dormitando arropados por una frazada o en tienda de campaña. Al regresar en el ómnibus quedan los propósitos de volver, de colaborar y mejorar la peregrinación. Mi sugerencia es señalizar el camino, colocar motivos religiosos (estación de vía crucis, misterios del rosario, textos espirituales), cuidar la limpieza (colocar tachos, papeleras, avisos ecológicos), un tríptico con la historia, oraciones y canciones.
Gracias, Santa María del Rosario de Yauca. Que el próximo año seamos más y lo hagamos mejor.
José Antonio Benito
BIBLIOGRAFÍA:
Boletín Diocesano de Ica, año II, nº 6, octubre-diciembre de 1948
DONAIRE VIZARRETA, Juan Leyendas y Tradiciones Iqueñas, 2ª edición, t. II, p. 140-153.
SANCHEZ BAIOCCHI, César E. Santísima Virgen del Rosario de Yauca. Luz de fe en el desierto de Ica (Ica, 2018)
VARGAS UGARTE, P. Rubén S.J., Historia del Culto de María en Iberoamérica, Madrid, 1956, t. II, p. 89-90.
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