ZEGARRA LÓPEZ, Dante Edmundo Bienhechora de almas. Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Una vida de virtudes heroicas (Corporación Kaptiva SAC, Arequipa, 2021, 246 pp)
Gracias, amigo Dante, por ayudarnos a entrar en este cofre de santidad que es la santa (aunque el título canónico sea de Beata) arequipeña Sor Ana de los Ángeles. Lo haces tañendo la campana de tu saber histórico y tu sabor periodístico, pero con alma de poeta y corazón de creyente. Tan difícil amalgamar, sintetizar todo, pero lo has logrado, quizá por esa promesa interior motivada por el amor de tu vida, tu esposa Lourdes Mariel. Pero ya diste a luz esta bella criatura que has gestado por más de 40 años. Larga travesía que agradeces como peregrino en personas con nombre propio: Padre José María Gordo, secretario de Mons. J.L. Rodríguez Ballón; Guillermo Galdos, archivero; Madre Trinidad Ávila, priora del Monasterio de Santa Catalina; Diego Alejandro Dani Salas, diseñador de la carátula; Enrique Zavala, periodista y editor; Paulo Pantigoso Velloso da Silveira, mecenas; P. Jorge Carlos Beneito, SJ, y Mons. J.I. Alemany, espléndidos prologuistas. El capítulo 26 lo constata: "Gracias, infinitas gracias: En primer lugar, doy gracias a Dios por darme el conocimiento y el camino, por ser guía y luz en mi vida…Para todos ellos y para otros que llevo en el corazón, mi profunda gratitud y mis oraciones" (pp.233-235).
Lo dedicas al Papa Francisco, a tu esposa, tu hijo y tu nuera; en memoria de tus padres y en gratitud al bienhechor de la edición. Nos recuerdas que se publica en el 335 aniversario del tránsito de la Beata Ana de los Ángeles. Dejas bien claro tu objetivo: escribir una exhaustiva biografía de la mujer más importante de todos tiempos en la historia de Arequipa, tras tu opera magna "Monasterio de Santa Catalina de Sena de Arequipa y doña Ana de Monteagudo, priora" (551 pp) con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a Arequipa con motivo de su beatificación. Para ello has acudido a todas las fuentes, AGI de Indias en Sevilla, los archivos Regional, Arzobispal y Municipal de Arequipa, el General de la Nación, la Biblioteca Nacional de España y el del propio Monasterio.
El gran reto era que "fuese muy legible y sin las características de los trabajos históricos en que se puntualizan las fechas y las referencias documentales". Para ello, optaste por una recreación histórica, con todo el rigor documental pero relatado de modo ágil y ameno. Ha bastado la genial idea de poner la historia en la boca y la pluma de una religiosa de velo blanco, Sor Petronila de Monserrat, quien vivió con la protagonista, para darle vida y fuerza al relato. Tu gran aporte ha sido en transformar el tedioso repositorio jurídico de los testigos en un variopinto contexto de chispeantes y animadas conversaciones sin convertirlo en ficción sino con la necesaria dosis de realismo que nos lo presenta tan creíble. Tanto que uno se queda con las ganas de seguir sus pasos. Porque, lejos de un retrato hagiográfico dulzarrón o tenebrista, se brinda una vida luminosa, de andar por casa, familiar, y "ésta fue su conversación más frecuente, contar las historias que en toda su vida le habían sucedido con las almas y siempre estuvo muy, muy contenta, en medio de dolores y enfermedades que sufrió" (p.93).
La obra se articula en 26 capítulos. Los tres primeros se presentan como contextualización de la vida, misión y beatificación de sor Ana. Arranca con el tañido de campana del martes 29 de octubre de 1686, 290 días, del entierro de la sierva de Dios, y el proceso en el que tendrán que exhumar sus restos y declarar acerca de sus virtudes. El capítulo 4 se lo lleva la familia, su padre Sebastián de Monteagudo, de Villanueva de la Jara (Cuenca), su madre Francisca Ruiz de León -hija del fundador de Arequipa Juan Ruiz de León y la noble indígena Ana Palla; sus 7 hermanos Francisco, Mariana, Catalina, Juana, Inés, Andrea y Sebastián.
Los siguientes capítulos se dedican a caracterizar el ambiente arequipeño ("entre un terremoto y otro") y la trayectoria de su vocación (duro noviciado, profesión, dos primeras décadas de vida conventual), la "visita inesperada" de 1642 para inspeccionar la observancia monacal, su etapa de madurez y plenitud (como dedicada sacristana, maestra ejemplar, priora reformadora), su vida fervorosa (pobre, silenciosa, orante, penitente de férrea fe). El capítulo 17 nos permite profundizar en sus virtudes heroicas; como depone sor Francisca de la O "Sor Ana tenía puesta la esperanza en la misericordia de Dios de su salvación por los méritos de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Tenía toda su confianza, manteniéndose con mucha humildad profunda como una criatura inútil e inconsciente a los beneficios que recibió de la liberalidad de Dios…de donde surgió una ardiente caridad hacia el prójimo y sobre todo por los pobres necesitados…especialmente con las benditas almas del Purgatorio, por quienes ofreció todas las buenas obras que hizo" (p.116).
Dos capítulos, el 18 y el 19 -entrañable y leal amistad- se refieren a la particular amistad vivida con el santo agustino Nicolás de Tolentino de quien toma su celo por las almas del purgatorio; cabe resaltar la simpática devoción para con otro santo agustino, Tomás de Villanueva, al que llamaba "tío". En "dones sin par" (cap.20) se presentan los excepcionales carismas de la beata dominica, sobre todo los de profecía y bilocación. Del 21 al 23 se nos da cuenta del atardecer de su vida ("retorno al Padre" que ella misma profetiza), su "despedida" en olor de santidad con sermón de campanillas por el P. Juan Alfonso de Cereceda, SJ, primer biógrafo. Después de casi trescientos años, -299 y 23 días-, el 2 de febrero de 195- "beata, al fin", nada más y nada menos que con la presencia del propio papa San Juan Pablo II y en su misma tierra.
El penúltimo capítulo lo dedica el autor a contarnos los porqués y paraqués que suelen contarse en la introducción, dedicando el último a todo un magníficat o Te Deum por el regalo recibido y compartido. Como generoso final nos comparte los documentos básicos de la obra. Como post data una entrañable carta de la actual priora del Monasterio, Madre Rosa Elvira, OP, anima a leer el libro para que "sigan el buen ejemplo de la beata como cristiana ejemplar y sientan deseo de ser santos".
José Antonio Benito