Gracias a un generoso donativo se ha podido restaurar y desde este mes de septiembre de 2021 luce como en sus mejores momentos. Recordemos que hace varias décadas las imágenes centrales fueron restauradas gracias a la familia de don Ángel Calzado Castro, mayorgano residente en Barcelona.
La casa solariega donde nació el santo fue ocupada ya por sus abuelos Jorge Alfonso y Violante. Su madre, Ana de Robledo murió en febrero de 1593. En 1605 llegó desde Lima a Mayorga el hijo de Grimanesa, Antonio, a quien correspondió el mayorazgo; en 1609, Luis, que regresó a Lima y se avecindó en Quito. El primero se casó en Medina, vivió en la casa solariega y en otros lugares en los que poseía alguna finca como Villaquejida, Rioseco y Benavente. La casa estuvo habitada hasta el momento de la beatificación. La Casa convertida en ermita es hoy el corazón de las fiestas en honor a santo Toribio y al que confluyen todas las arterias y venas vinculadas con el patrono de Mayorga.
Por una carta de Juan Manuel Vela, canónigo lectoral de Oviedo y natural de Mayorga, el 18-12-1726, diez días después de la canonización "se movió el piadoso pueblo de Mayorga con común asenso a la fábrica de un templo". Para ello se derribaron algunas obras en los planos de adaptación. Solicitaron del Rey el arbitrio de un impuesto extraordinario que concedió Carlos II para construir iglesia en la casa solariega. Se interpuso la gestión de la iglesia en ruina de las Dominicas dando prioridad al mismo; aun hoy se conserva el altar barroco dedicado al santo. El convento se abrió al culto público en 1707 dedicándose a santo Toribio. Una monja del convento, Antonia de Castro, obtiene de su primo sacerdote residente en Lima, Antonio Dávila, una reliquia concedida por el arzobispo-virrey Liñán y Cisneros. Se trata de una costilla montada dentro de un relicario de plata maciza blanca.
A raíz de la beatificación se celebran grandes fiestas en Lima, Salamanca y Mayorga. Los mayorganos no se resistieron a la edificación de un templo específico para su santo. En 1722, cuatro años antes de la canonización, se iniciaban las obras. Sobre la cadena de lomas que sirven de mirador hacia la meseta se alzaban 4 construcciones: el Alcázar de argamasa, el monasterio de S. Francisco, la parroquia de San Juan y la Casa solariega de Luis Mogrovejo. Las fiestas de la canonización se celebraron en las Dominicas y la parroquia de El Salvador.
A los 7 días justos de la canonización, esto es, el 15 de diciembre de 1726, el Ayuntamiento de Mayorga se felicitaba con el Deán y Cabildo de Lima, al tiempo que el citado Lectoral Sr. Vela Cabeza de Vaca y Mogrovejo les interesaba en dos grandes favores: ayuda para la construcción del templo en la casa solariega y una reliquia para el mismo.
El siempre diligente don Vicente Rodríguez en la nunca superada obra sobre santo Toribio nos da pelos y señales del retablo gracias al documento alcanzado por el célebre historiador del arte Esteban García Chico quien lo ubicó en el Archivo Histórico Provincial de Valladolid, Protocolo 12824, ff.179). El arquitecto Andrés de Moratinos Gutiérrez, de Grajal de Campos, por 2.500 reales de vellón (bajados a 2083 reales y 12 maravedís como material y transporte), en 27 de diciembre de 1733. Que la obra se iniciaría el 1 de abril de 1734 y se culminaría el 30 de septiembre del mismo año.
Según el Lic. Don José Gascó, presbítero racionero del cabildo eclesiástico de san Vicente de Mayorga "en cuyo poder obran algunos caudales procedidos de las limosnas dadas para el culto del glorioso santo Toribio, se obligó " en pagar al maestro arquitecto en tres plazos.
Las condiciones fijadas es que el retablo "ha de coger todo su hueco de ancho y alto; y en su planta se han de meter en el pedestal principal cuatro acudilladas por la parte de arriba y su tarjeta en ella buena que sirva de peana al asiento del santo, y lo que quedare entre la hornilla y repisas ha de ser guarnecido a la correspondencia de los metros de las orillas, y encima del dicho pedestal se ha de poner dos columnas arrimadas a la caja y en cada orilla un estípite y los dos intercolumnios han de venir a la correspondencia y macizos de los netos del pedestal. Y la fábrica de la caja del santo ha de llevar el hueco y alto de la que ahí tiene formada en la tapia metiéndola un arco y jambas con sus cogollos de talla, que en samblaje y talla ha de ocupar el hueco grueso de la tapia y en la guarnición de la parte de afuera que ha de subir acudillando la parte de arriba con su tarjeta que resalte la cornisa y la cornisa que venga a correspondencia de los macizos del pedestal había sido de los modillones y sus frisos de tallas y sus molduras según arte. Y el segundo cuerpo ha de ser según demuestra la tarjeta de Nuestra Señora de Fuentes, que la columna ha de quedar desviado medio pie y la guarnición de la caja.
Es condición que la cortina de la caja principal se le ha de dar hueco para que ande de la parte de adentro con su torno y en la guarnición de afuera se han de poner tres angelitos de cada lado, lo de que sirvan para tener una vela, y éstos han de tener de altura una tercia y han de ser de madera de nogal.
Es condición que toda su talla y columnas han de ser de lo que se estila ahora, y así el pedestal, pilastras y neto y arquillo han de llevar todas las molduras con las medidas correspondientes, para toda la obra ha de ser según arte. El San Miguel no es de la obligación.
Firman el contrato el 23 de noviembre de 1733, el maestro Andrés Moratinos, don Manuel García de Argüello, presbítero, vecino de Vega de Ruiponce, don Diego Valbuena, cura de san Juan de Santibáñez, de Mayorga y Lorenzos Pablos, vecino.
Hay que destacar en primer lugar el altar dedicado al santo con el grupo escultórico que representa a Santo Toribio confirmando a santa Rosa de Lima y que está bordeado por diferentes casetones con relieves alusivos a los momentos más destacados de su vida. El prelado aparece revestido de pontifical, con báculo y mitra, así como los atavíos litúrgicos habituales, alba que le llega hasta los pies recogida por el cíngulo, con la muceta y esclavina sobre los hombros que cubre pecho y espalda, siendo abrochada por una hebilla a la altura del pecho. El rostro de la imagen del santo es el de un joven de 40 años y no el real de 59 años que tenía al confirmar a Rosa; su nariz frontal, boca pequeña, mofletes rellenos, pómulo tímidamente saliente con hoyuelo y ligera barba, sobria sonrisa, se acerca a la tradicional iconografía toribiana. Por su parte, la imagen de Rosa, colocada sobre la peana, de rodillas, con las manos unidas típicas de las inmaculadas, se presenta con hábito de terciaria dominica, bastante mayor, de unos 30 años, lejos de los 11 reales que tenía en el momento de la confirmación en 1597.
En el recinto hay distintos cuadros que resaltan alguna de las facetas de su personalidad o su actividad. Entre ellos alguno de los milagros como el del agua, ubicado en el pueblo de Macate, departamento de Ancash. Cuentan las crónicas que el Santo "al ver que las buenas tierras se quedaron sin agua, rogó por los habitantes del lugar, e inspirado por Dios subió a una altura a media legua del pueblo. Allí, revestido de pontifical, golpeó cual otro Moisés con su báculo tres veces las rocas, y de ellas brotaron tres brazos de agua cristalina que hasta ahora da vida, verdor, lozanía a aquella región.
En las paredes del templo se guardan distintas inscripciones para recordar ilustres visitas de sus sucesores en el arzobispado de Lima como Monseñor Emilio Lissón, en 1941; el Cardenal Landázuri en 1964 y la del Cardenal Vargas Alzamora con motivo del 92, fecha en que tuvo lugar el nombramiento del Párroco de Mayorga, canónigo honorario de Lima, 2-6-1992 y se dejó como recuerdo el cuadro de María, Estrella de la Nueva Evangelización.
Según nos han referido varios mayorganos y así lo parecen confirmar los inventarios del material de la ermita el número de los exvotos era abundantísimo, en su mayoría recuerdos personales: pelo, ropa y fotos.
Con motivo del III Centenario de la muerte del santo figura una placa en la que se recoge la presencia de los obispos de León y Palencia: Juan Manuel Sanz y Enrique Almaraz. Como alcalde D. Modesto Lafuente y Mellado, 23 de marzo de 1906, padre del famoso historiador D. Modesto Lafuente Ferrari.
Que esta renovada nueva muestra de la devoción de los mayorganos por su santo patrono sirva de estímulo para incentivar no sólo el justo turismo sino la necesaria peregrinación a la patria del Santo Padre de la Iglesia de América, cuya vida emblemática y ejemplar tantos bienes puede depararnos.
JAB
P.D. Agradezco el generoso envío de la foto por parte de Jennifer Castellanos