" ROMPIENDO UNA LANZA " POR SANTA ROSA DE LIMA
Un historiador y amigo me envió el siguiente enlace cibernético, que les copio porque les será de utilidad para entender el título de este post (rompiendo una lanza...):
http://descreidos.utero.pe/2016/08/30/bajo-los-petalos-de-la-rosa-excelsa-santidad-o-simple-locura/
Y me pide "un comentario desde la profesionalidad" (sic). Esta petición tiene como antecedente un artículo, que compartí con él, y que escribí sobre "Santa Rosa de Lima, más allá de la mitología", a petición del entonces director del CAPU de la Universidad Católica. (https://peru-cristiano.blogspot.com/2020/08/santa-rosa-de-lima-mas-alla-de-la.html)
A este historiador-amigo le respondí que lo haría pero, antes, iba a releer atentamente la ponencia para no incurrir en similares errores de sesgo que en la ponencia, desde el título, ya se expresan ("bajo... excelsa santidad o simple locura"). En síntesis: si no entendemos a algunas personas en sus expresiones, en su ideología o en sus conductas ¿es porque están locas o porque nosotros tenemos rasgos psicóticos (en el mejor de los casos) que proyectamos sobre ellas? Explicaré, "profesionalmente", las razones de mi interrogante, habida cuenta del contenido del link que les dejo, líneas arriba.
La primera afirmación de la ponencia: "Isabel F de O (Rosa) muere víctima de la impiedad e ignorancia de los religiosos que la acompañaban" Esta afirmación, apodíctica, carece de objetividad y, por lo mismo, proyecta ignorancia histórica de los niveles socio-cultural-religiosos del siglo XVII e ignorancia del nivel científico médico de ese tiempo. Isabel Flores de Oliva (Rosa) muere de tuberculosis, enfermedad que se conoce existente desde 30 siglos antes de Cristo y que no ha tenido contención en la humanidad hasta el siglo XX. Hasta entonces no se han conocido la Isoniacida y la Refampicina que han contenido esta forma de epidemia social. Los enfermos esquizofrénicos (locos en cuya categoría se incluye a I F de O, desde el título y más adelante en el análisis) mueren de deficiencias y limitaciones orgánicas y no de sus limitaciones emocionales, afectivas o erótico-sexuales... como así se atribuyen a I F de O en esta disertación.
Las afirmaciones sobre ignorancia respecto de la vida espiritual y religiosa, atribuida a los religiosos que rodearon a I F de O, es juzgar desde hoy lo que no vivimos del ayer histórico. IF de O vivió en tiempo aciago, en lo cultural y religioso, entre fines del pelagianismo e inicio del jansenismo; ambas corrientes filosófico-religiosas asumieron el maniqueísmo (cada una a su manera) de la lucha antagónica entre el cuerpo y el alma... de lo que aún conservamos resabios en nuestro siglo XXI. Hacer afirmaciones nuevamente apodícticas con la base de interpretaciones seudo-psicoanalíticas, de hechos de la historia, es una grave expresión de incorrección en el uso del método científico historiográfico. La historia de la humanidad en todas sus manifestaciones (filosóficas, religiosas, culturales, científicas, sociológicas) ha avanzado en zig-zag y casi con isocronismos pendulares. Por estas razones, valorar la bondad o no bondad de la vida y muerte de una persona, como es el caso de IF de O, sin tener en cuenta estos parámetros, es un grave error de sesgo metodológico (o prejuicios) que anula la validez de toda conclusión. La historia no se puede enjuiciar desde "supuestos subjetivos" ni sobre frases más o menos felices de quien anteriormente ha incurrido en el mismo error porque no por mucho repetir un error, éste se transforma en verdad.
Presumir de interpretaciones psicoanalíticas para buscar explicaciones a los comportamientos sociológicos en el vestir y en las expresiones expiatorias de carácter religioso y suponer que IF de O fuera objeto de abusos pedofílicos o paidóficos es incurrir en 2 errores graves en el orden de la metodología científica de la historiografía. El primero es otorgar al psicoanálisis la capacidad de interpretar la veracidad o falsedad de los conceptos teológicos y espirituales. Se puede afirmar, sí, que los comportamientos expiatorios (mortificaciones físicas) carecen de fundamento en el evangelio de Jesús de Nazaret, porque Dios no necesita de nuestras expiaciones ni le agradan, a tenor de textos del antiguo y del nuevo testamento; pero de ahí a decir que las expiaciones encubren culpabilidades infantiles a consecuencia de haber sufrido violaciones o abusos sexuales es una proyección de anacronismo freudiano: hoy está tan de moda este macabro tema del abuso sexual infantil, que "viste bien" estar actualizados y proyectar nuestras fantasías intelectualoides hacia el pasado, pero "aunque la mona se vista de seda..." este apunte no deja de ser un craso error. Y el segundo es afirmar como "certeza de verdad" una interpretación psicoanalítica sin tener como base para tal afirmación, dato alguno objetivo; dígase, manifestaciones explícitas de las personas (de IF de O) o al menos de coetáneos. Afirmar que alguien anteriormente dijo (Iwasaki) tal o cual cosa porque así se le ocurrió sin referentes objetivos, es dar por cierto lo que no deja de ser una fantasía o un error, en el mejor de los casos. Nada serio ni digno de ser tenido en cuenta.
Por último, diagnosticar de locura (comportamientos esquizoides, esquizofrénicos) a las expresiones verbales de adolescencia espiritual (de revelaciones, visiones religiosas y del futuro y a percepciones de auto-identidad esponsal de IF de O) y los comportamientos piadosos y expiatorios de IF de O, es desconocer la totalidad de la vida de esta persona. ¿Cuándo, clínicamente se ha registrado y publicado en el DSM o en el CIE que una persona loca (esquizofrénica) o un psicópata (psicopaticidad aguda) se entrega, como expresión de su de su locura, alucinaciones y delirios y como forma habitual de vida adulta, sin recibir compensación económica a: servicio de los enfermos en los hospitales de la época (fuente de contagio seguro de la tuberculosis, a causa de la cual murió y éste sí es un dato objetivo que permite interpretar); al auxilio de hospitalidad a mendigos que ha habido en Lima a causa de la emigración constante de la historia; a la defensa, por la denuncia (ante autoridades civiles y religiosas), de los explotados en las minas de Quives de las que su padre era administrador; a colaborar en la economía familiar (12 hermanos) y, al mismo tiempo, tener capacidad de inmersión y de protagonismo conceptual en todas las capas sociales, políticas y religiosas de su tiempo?
De lo dicho, anteriormente, es un signo de verdad la movilización social-masiva que produjo su muerte y que impidió su enterramiento por una semana. ¿Es que toda la sociedad limeña y especialmente los estratos socioeconómicos bajos... eran masivamente tontos?
De Santa Rosa de Lima se pueden desvalorizar, para nosotros y nuestros días, muchos de sus comportamientos porque desde el siglo XVII hasta el siglo XXI hemos progresado, pero afirmar locura en Santa Rosa, amerita que hagamos un serio diagnóstico de nuestro pretendido equilibrio emocional, intelectual y espiritual (incluyendo, o no, nuestra vivencia religiosa).
Julián Aparicio, psicólogo