Me complace compartir el MANIFIESTO DE COMUNIÓN Y LIBERACIÓN SOBRE EL CASO EX-PUCP
Una barca que navega sobre aguas turbulentas mirando a una estrella en forma de cruz: no puede ser más claro el simbolismo del escudo que, durante más de 90 años, ha representado
a la Pontificia Universidad Católica del Perú. "Esta barca representaba la Iglesia que sobre el mar, es decir en el mundo, es sacudida por las olas, es decir por las persecuciones y tentaciones…" (Tertuliano, De Baptismo, XII,7) La "luz que brilla en las tinieblas" es Cristo (¿qué otra explicación para la estrella cruciforme del escudo?), que la Iglesia mira y sigue. Un símbolo cristiano.
Paradójicamente, en estos días, en que sale a flote por fin la verdad, las autoridades de la PUCP, nacida para decir al mundo que la luz que ilumina al hombre es Cristo, que en la Iglesia está el reparo, el arca en que se salva la razón y la dignidad del hombre, se enorgullecen afirmando ser autónomos de la Iglesia. No obedecen al Papa, no quieren reconocer que son parte de la Iglesia Católica, rechazan a su Obispo, ¡y sin embargo quieren mantener el nombre de la PUCP! Puro nominalismo: una "marca registrada". ¡Qué importa si corresponde o no a la realidad! Como decía Nietzche: "Ya no existen los hechos, sólo existen las
interpretaciones" o más recientemente, Gianni Vattimo (la PUCP le nombró profesor honorario en 2002), según el cual los hombres "decimos que encontramos la verdad cuando nos ponemos de acuerdo". Asombra el cinismo con que los dirigentes de una institución católica desde siempre, afirman, como última tergiversación de la realidad, que la Iglesia quiere quitarles los bienes, en el momento mismo en que ellos intentan quitárselos a la Iglesia misma, con buena paz del gran José de la Riva Agüero. Sin embargo la cosa más dramática es la situación de tantos jóvenes, los cuales, amando a su institución, que tiene también grandes
méritos y excelencias, son inducidos a rebelarse a la Iglesia, como si fuera la enemiga. No se dan cuenta de que el relativismo absoluto del clima cultural dominante, no podrá sino quitarles el ímpetu ideal que ahora viven. Si hasta el nombre "católico" es sólo una marca, si todo es sólo una interpretación, si no se estudia y se vive para encontrar la Verdad, ¿para qué uno se esfuerza e investiga? ¿Sólo para una satisfacción pasajera, sólo para el éxito social?
La situación actual es una gran herida para la Iglesia y la sociedad entera, pero nos permite ver con claridad qué sucede cuando la razón humana positivista se afirma a sí misma como autónoma: "La razón positivista, que se presenta de modo exclusivo y que no es capaz de percibir nada más que aquello que es funcional, se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo." (Benedicto XVI)
Aquí está el desafío que la experiencia católica puede nuevamente lanzar al mundo: la luz de Cristo permite a la razón humana permanecer abierta a la verdad, a la dignidad de cada ser humano, al compromiso para una sociedad más justa. Nuestro deseo es que, en un sobresalto de conciencia, las personas que aman a la Iglesia y a Cristo, luz en las tinieblas, tomen las riendas de una institución que, durante muchos
años, ha sido crisol de esperanza para el Perú y que hoy parece despistada, sin salida, defendiendo su autonomía de la raíz que le da vida, de la Iglesia viva y concreta, en que se hace contemporánea la presencia de Cristo, esperanza para la liberación del hombre. Estos hechos nos alientan a seguir a Cristo presente aquí y ahora en su Iglesia, en unidad con los Obispos y el Papa, porque en ella descubrimos cada día que la fe ilumina nuestra razón y nuestro corazón, abriéndonos a la verdad y a las necesidades de nuestros hermanos hombres. Dar testimonio de esta novedad, de esta luz en las tinieblas, es la mayor contribución de los cristianos al bien de todos.
Comunión y Liberación
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