miércoles, 26 de septiembre de 2012

BEATO LUIS TEZZA

P. LUIS TEZZA

 

En Lima vivió más de 20 años prodigando su caridad exquisita por doquier hasta que el Señor le llevó consigo en 1923. Acá se inició el proceso de canonización y aquí –la mañana del 5 de enero de 1994- se dio el milagro que le ha llevado a la gloria de Bernini. Justo enfrente de la Clínica que lleva su nombre y en la persona del albañil Domingo Nieves quien se salvó milagrosamente de perecer entre escombros, cuando laborando en un foso de cinco metros donde se iban a colocar las vigas se le cayeron encima cinco toneladas de piedras; los 4 albañiles y el ingeniero Pastor Chang escucharon su grito: "¡Dios mío, padre Luis Tezza, sálvame!".

Juan Pablo II compendió su vida como "ejemplo fúlgido de una existencia entregada totalmente al ejercicio de la caridad y de la misericordia para con cuantos sufren en el cuerpo y en el alma. Para ellos fundó el instituto de las Hijas de San Camilo, a las cuales enseñó a poner en práctica una confianza absoluta en el Señor: "¡La voluntad de Dios! Ésta es mi única guía –exclamaba-, el único objetivo de mis anhelos, al que quiero sacrificar todos". En este abandono confiado a la voluntad de Dios, tuvo como modelo a la Virgen María, amada con ternura y contemplada particularmente en el momento del fiat y en la presencia silenciosa al pie de la cruz".

 

El ejemplo de su padre médico

 Nació el 1 de noviembre de 1841, en la ciudad de Conegliano Véneto (Treviso), que en esa época formaba parte del imperio austrohúngaro. Su padre Augusto era médico y ejercía la profesión en el hospital veneciano de los Santos Juan y Pablo. Su madre, Caterina Nedwiedt, paduana por nacimiento, se destacaba por su profunda religiosidad. Un año y medio después, el padre gana la plaza médica de Dolo (Venecia), y se traslada allí con la familia. Bastaron 6 años de sacrificado ejercicio médico para ganarse la estima y el cariño de la gente; así lo revelaron cuando falleció el 11 de enero de 1850, con 36 años de edad, y con su niño de apenas 8 años. Caterina, viuda, no se arredra ante esta desgarradora realidad, dedicándose por completo a la educación del hijo, configurándose en ambos un ideal común: consagrarse a Dios por completo. En Padua Luis entra en contacto con los religiosos camilos, capellanes en el hospicio de la ciudad, y aleccionado con el ejemplo visto en su padre de dedicación a los enfermos, decide hacerse religioso camilo en el noviciado de  Santa María del Paradiso un 29 de octubre de 1856. Dos días más tarde, después de haberse despojado de todas sus cosas, regalándolas a los pobres y a los institutos, Caterina entra en el monasterio de la Visitación de Padua para hacerse monja. Tras dos años de noviciado, el 8 de diciembre de 1858, hace su profesión religiosa con el firme propósito de "hacerse santo". En el año siguiente, su madre pronuncia la profesión monástica en presencia del hijo que, jubilosamente, se une a esta donación. El 21 de mayo de 1864, con tan sólo 23 años, es ordenado sacerdote y el 23 de mayo siguiente, en el monasterio de la Visitación de Padua celebra la santa misa y con sus propias manos da la comunión a su madre, quien fallece el 28 de agosto de 1880, a los 65 años de edad.

 

Un misionero no realizado y obediente

Por amor de la obediencia, padre Tezza es un "misionero no realizado". En la situación precaria creada por la supresión de los institutos religiosos, se le presenta la oportunidad de unirse al proyecto de una misión en África, del beato P. Daniel Comboni, y del Obispo de Verona, Mons. Canossa. Sin embargo, a la hora de emprender el viaje, se le presenta un caso de conciencia: la alternativa es obedecer al Obispo que ordena partir para obedecer al Rescrito pontificio u obedecer a los superiores que sostienen la nulidad del Rescrito a causa de ambigüedades, inexactitudes e ingerencias ilícitas. Para él es más importante el voto de obediencia profesado en la Orden y decide que no partirá sin la aprobación y la bendición de sus superiores. Sacrifica sus grandes esperanzas de la misión, tras ocho años de espera. En 1869 la obediencia lo llama a Roma como vice-maestro de novicios. En esta ciudad, en 1870, presencia la toma de Porta Pía y asiste a los heridos en la sección de San Giovanni. Dos años más tarde, la obediencia lo manda a la nueva fundación en Francia, como maestro de novicios en Cuisery: Tiene 30 años y en los 20 que permanecerá en Francia pondrá en evidencia su rica potencialidad de espíritu y de dotes; se hace "francés de corazón", promueve iniciativas y obras de grandes alcances. Cumple tan capazmente con las tareas de formador, superior, fundador de casas, que en pocos años constituye una provincia religiosa de la cual es responsable. Con inteligencia y sensibilidad abraza el campo socio-sanitario. Realizando grandes sacrificios y confiando en la Providencia Divina, abre cuatro centros de convalecencia para la asistencia directa de enfermos y ancianos. Es un verdadero precursor de las obras de asistencia sanitaria propias de la Orden.

En 1880 también a Francia llega la supresión de las órdenes religiosas y la expulsión de los religiosos extranjeros. Muy a pesar suyo, padre Tezza debe abandonar el terreno pero tres meses después retorna, como clandestino. Lo denuncian varias veces, pero siempre logra evitar el arresto, y conservar las casas religiosas, reconstruyendo en poco tiempo la Provincia. Con su ejemplo luminoso y sus inteligentes directrices, la enraíza fuertemente en la fidelidad a la vida común perfecta y en el ministerio de asistencia corporal y espiritual a los enfermos.

 

Fundador de las Hijas de San Camilo

En el Capítulo General de 1889, a pesar de mostrarse reacio a aceptar el cargo, es elegido Vicario y Apoderado General de la Orden, por lo que debe dejar Francia y establecerse en la comunidad del hospital de San Juan en Letrán, de Roma, para servir a los enfermos. En 1891, la providencia hace que encuentre en el confesionario a la joven Giuditta Vannini de Roma, que está en la búsqueda espiritual de su proyecto de vida. El P. Tezza le expone su idea y la encuentra dispuesta a colaborar humilde y generosamente. Con ella, el 2 de febrero de 1892, da vida a la Congregación de las Hijas de San Camilo. Giuditta Vannini, que toma el nombre de Madre Giuseppina Vannini, fue beatificada el 16 de octubre de 1994 por el Papa Juan Pablo II. El P. Tezza redacta la regla y las constituciones de esta nueva Orden femenina. Con ellas y a través de conversaciones cotidianas, transmite a las jóvenes el espíritu de servicio de San Camilo hacia los enfermos, que va enriquecido por las actitudes de sensibilidad, ternura y disponibilidad típicos del corazón femenino. A fines de 1895, debe enfrentar uno de los momentos más dolorosos de su vida; por habladurías y chismes provocados por su excesiva amabilidad y a las que la Beata Vannini llama meras calumnias, se lo suspende de su función de director y confesor, y se le prohíbe que se vea con las religiosas. Invitado a defenderse, no acepta: opta por el silencio absoluto y la obediencia ciega. Debe así volver a Francia en 1898 por dos años. En 1900, la obediencia lo lleva a Perú, como visitador de la casa de Lima. A pesar del sacrificio de su alejamiento y separación, el Instituto de las Hijas de San Camilo prosperó maravillosamente.

 

El "Apóstol de Lima"

El Capítulo General envía como visitadores a los padres Angelo Ferroni y Luigi Tezza. Llegan a Lima el 19 de junio, después de un viaje largo y fatigoso. Mediante disposiciones y decretos restablecen la vida común perfecta y dan solución a la grave situación financiera. Pasados meses, los visitadores consideran que su función está terminada y se preparan para regresar a Europa. Sin embargo, el Arzobispo de Lima y el Delegado Apostólico Mons. Pietro Gasparri (que luego será cardenal), están convencidos de que la misión todavía no se ha concluido. Por ello, el Arzobispo, con el poder que le concede el Papa, ordena a Padre Tezza que permanezca en la ciudad hasta la llegada de algún otro religioso de la Orden que pueda reemplazarlo.

 

Nuevamente la obediencia requiere de padre Tezza un gran sacrificio y, considerándose un comodín, siempre obediente, se queda allí, con un gran sacrificio. Y se queda por 23 años, hasta la muerte, contento porque se siente cumpliendo la santa voluntad de Dios. El Padre Tezza, considerado el hombre inspirado por Dios y providencial para Lima (palabras de Mons. Gasparri), visitador y superior, tiene éxito positivo en la reforma de la comunidad, y se gana la admiración unánime ya que a fuerza de paciencia y de dulzura ha obtenido la observancia normal, la unión y la paz. En el ambiente religioso y social de Lima, que el Padre halla muy propicio para hacer el bien a quien sufre, da libre deshago a su celo apostólico camiliano, especialmente después de 1910, cuando queda sin responsabilidades de gobierno.

Trabaja intensamente: por lo menos 10 veces más de lo que trabajaba en Europa. Con ardor de caridad hacia los enfermos realiza un proyecto hospitales, que en pocos años toma el servicio religioso de cinco instituciones (hospitales y hospicios) limeñas. No escatima sus esfuerzos. A las 5 de la mañana ya se encuentra visitando a algún moribundo de la ciudad; de allí va a confesar a un colegio, a un hospital o a las cárceles, más tarde a un monasterio del que es director espiritual, y por último a la Delegación Apostólica donde a menudo lo esperan.

El Arzobispo, los nuncios apostólicos, sacerdotes, seminaristas, monjes e infinidad de personas, lo buscan porque es un confesor y director espiritual inteligente. Permanece en actividad todavía a los 70 años. Y ¿"sus Hijas de San Camilo"? Les escribe cada vez menos y con dificultad. Lleva a cabo plenamente el sacrificio de la separación absoluta. En 1912 - diez años antes de morir - dice en su última carta: "por los logros de vuestra obra y por vuestro bien hice el sacrificio más costoso para mi corazón... separarme completamente de vosotras, alejamiento ofrecido a Dios para que el Instituto prosperara. Parecería que Dios hubiera aceptado mi sacrificio y quisiera que permaneciese en América para siempre... Sin embargo, las recuerdo en todo momento a todas y a cada una de vosotras y hablo con el Señor, que todo lo sabe - de vosotras y por vosotras".

Tiene 75 años y empieza a perder fuerzas así que debe limitar el ejercicio de su apostolado. Los tres últimos años de su vida los transcurre en la casa. Se muestra sereno, siempre sonriente y con el rosario en la mano.  Recibe los santos sacramentos con gran fe y con la mente lúcida. El 26 de septiembre de 1923, tiene 82 años de edad, se adormece serenamente en la paz del Señor.

En 1948 trasladan sus restos a Buenos Aires y los deponen en la capilla de la Casa Provincial de las Hijas de San Camilo. En 1999, acercándose el centenario de su llegada a Perú, sus restos vuelven a Italia y ahora descansan definitivamente en la Capilla de la Casa Generalicia de las "Hijas de San Camilo", en Grottaferrata (Roma), junto a la sepultura de la Beata Giuseppina Vannini.


 

Oración:

 

 

Señor mío, Jesucristo, que haciéndote hombre

 

quisiste compartir nuestros sufrimientos, te

 

suplicamos por la intercesión del Beato Luis Tezza,

 

que nos ayudes a superar los momentos difíciles de la vida.

 

Así como un día mostraste tu predilección por los enfermos,

 

del mismo modo ahora muéstranos tu bondad.

 

Da nueva energía a nuestra fe en

 

tu presencia y concédenos las gracias que te pedimos. Amén.

 

Profeta de Nuestro Tiempo

Aguchita

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