Si quieren comprobarlo viajen por la Panamericana
camino de Ancón. Al llegar al desvío hacia el balneario se encontrarán con la
gigante imagen que ilustra la nota, al igual que el bellísimo templo de la
parroquia SANTA ROSA DEL MAR. Me envitó su párroco P. Vicente Font a hablar a
los fieles en el marco de la novena y quedé plenamente edificado. Por la
presencia de jóvenes y adultos de las siete capillas, incluso alcgunos
catequistas de Ingeniería. Todo comenzó el miércoles 21 con una solemne
procesión cívico-religiosa en la que las autoridades y la población en general
portaron a la Santa por las calles más importantes hasta entronizarla en el
templo. Ayer siguió la novena con rosario, misa, charla. Sobrecoge que en medio
de un inmenso arenal haya brotado esta tremenda catedral que tanto ayuda a la
liturgia. Es altamente motivadora la presencia de tantos jóvenes y familias que
siguen la novena con devoción. Que se confiesan, que comulgan, que se
comprometen a ser piedras vivas de esta iglesia edificada sobre una dura roca
física pero que se proyecta en la misión de una roca viva que es
la nave de Pedro, roca firme pero que navega para expandir su reina. Yo les
presenté el DVD "Rosa de Santa María, la santa criolla" editado por
la UCSS, les hablé del camino de santidad de Rosa de acuerdo a un texto
facilitado por la Dra. Rosa Carrasco y les compartí mi artículo del
"Correo Mariano" de este mes. Y gocé con el "nuevo" himno a
su patrona, que es una adaptación de la salve rociera. Ni que decir que volví
contento a pesar de llegar a casa casi a las 12 de la noche y gracias también a
la generosidad de los amigos de la parroquia que me movilizaron.
Les dejo con el artículo que le
dedico a la Santa en mi obra "Peruanos ejemplares". Podemos
afirmar con el gran poeta L. F. Cisneros: "Hace trescientos años
que el jardín florecía y lleno de perfumes florece todavía".
"Primera Santa de América, Rosa
de Lima, con su vida sencilla y austera, su carácter dulce, su ardiente palabra
y su apostolado entre los pobres, los indios y los enfermos, fue también una
intrépida evangelizadora, testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer
ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio".
Homilía de Juan Pablo II. 6 de setiembre de 1992
FECHAS SIGNIFICATIVAS
Nacimiento: 20 abril 1586
Bautismo: 25 mayo 1586
Muerte: 24 agosto 1617 (31 años)
Beatificación: 12 febrero 1667
Canonización: 12 abril 1671
El 30 de agosto se celebra por
todo lo alto la fiesta de la santa peruana más popular de todos los tiempos y
de la que se siguen publicando obras de interés que nos ayudan a profundizar en
distintos aspectos del contexto histórico en que vivió, su psicología, el
interés de la sociedad criolla limeña en elevar a su paisana a los altares, su
ofrenda expiatoria por Perú o su condición de laica consagrada en medio del
mundo. Conviene destacar que Rosa de Lima no fue una isla de santidad sino que
convive en Perú con san Francisco Solano, santo Toribio Mogrovejo, san Martín
de Porres y san Juan Macías, sin contar otros no canonizados pero no menos
ejemplares como el jesuita Francisco del Castillo, el mercedario Pedro Urraca,
el hermano de san Juan de Dios, Francisco Camacho, tan venerados hoy en el
Tercer Milenio, después de tantos años.
Siempre que se visita su santuario en Lima, nos
encontramos con miles de limeños, peruanos, forasteros. Como siempre, su pozo
está lleno de cartas infantiles en las que le dirigen sus oraciones, sus
promesas.
El Banco de Crédito del Perú
tuvo el gran acierto de propiciar una extraordinaria exposición titulada
"Santa Rosa de Lima y su tiempo", en 1992, que cuajó en magnífico
catálogo, acompañado de un video de 20 minutos con la semblanza de su vida
ilustrada con mayoría de las imágenes expuestas en la muestra. Fueron cuatro
ambientes, Catedral, Convento de Santo Domingo, Basílica Santuario y Casa de
Osambela, en los que se pudo contemplar las tres exposiciones simultáneas
(Iconografía, Vida, Arte Popular) que convergen en el único objetivo de
acercarnos a su vida dentro del marco espacial y temporal que le tocó
vivir.
El siglo XVI iba a alcanzar su punto medio, cuando
en 1548 Gaspar Flores, para unos nacido en Puerto Rico, para otros en Baños de
Montemayor (Cáceres), se avecina en Lima, doce después de que el trujillano
Francisco Pizarro, un 18 de enero, funde la Ciudad de los Reyes, Lima. Andrés
Hurtado de Mendoza es el virrey, y le hace arcabucero en la guardia de su
palacio. Nueve años después, en 1557, España triunfa de los franceses en la
batalla de S. Quintín, Felipe II ordenará construir El Escorial; Gaspar celebra
bodas con una limeña, María de Oliva, quien en el Proceso de canonización de su hija, nos
dice que tuvieron trece hijos. Los nombres de algunos que debieron morir muy
pronto, los ignoramos. Rosa es la cuarta de los supervivientes. 1586
es el año en que se remata la cúpula de S. Pedro de Roma, y nace en Lima, el 20
de abril, siendo papa Sixto V, la santa adalid y protectora de América.
"No le podía faltar a la ciudad de los Reyes -dice Clemente X al
canonizarla- la estrella luminosa que guiará hacia Cristo, Señor y Rey de
reyes".
En la parroquia de S. Sebastián
la bautizan el 25 de mayo, Domingo de Pentecostés, y el Espíritu Santo se
apodera de ella. La gracia bautismal que dormita durante mucho tiempo en otros
niños, desencadena en Rosa el dinamismo prodigioso que la lleva, como Teresita
a los tres años, "a no negar nada a Dios". Isabel es el nombre que,
en recuerdo de su abuela, le dan al cristianarla, pero no le durará mucho.
Las primeras en llamarla Rosa
fueron la india Mariana, que muy joven entró al servicio de María, y dos niñas
que frecuentaban la casa. Un día, al contemplarla en la cuna exclamaron:
"¡Ay! ¡Qué linda es esta niña! ¡Parece una rosa!". Acude a madre y
orgullosa y satisfecha, dice que bien merecía llamarse Rosa. Hoy todo el mundo la conoce como santa Rosa de Lima.
Vivió sólo 31 años, sin ingresar en ningún convento, en compañía de sus padres
y hermanos, pero completamente dedicados a Dios y al prójimo. Fue una
sembradora de flores, de rosas, en la Lima del S. XVI, el jardín que le tocó
cultivar. Su deseo de hacer el bien lo manifestó en acudir a todo tipo de
pobres y enfermos a quienes servía, les buscaba medicamentos y les daba cobijo
y comida; por esto se la llamó "madre de los pobres". Sus deseos
misioneros los reflejó en esta expresión: "¡Quién fuese hombre como los
sacerdotes para ocuparme solamente en la conversión de las almas!".
Atraída por el ejemplo de Santa
Catalina de Siena, quiere vivir también su matrimonio espiritual con Jesús
cuando le entregó en arras un anillo invisible para todos y sólo visible para
ella; Rosa quería tener también su anillo que le recordase el día de su boda y
se lo dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo llevó a Sto.
Domingo pidiéndole al sacristán lo colocase en la urna en que el Santísimo
Sacramento iba a ser expuesto. La santa le veló hasta los Oficios del día
siguiente como preparación a su boda el Domingo de Pascua. El 26 de marzo,
acabada la Misa solemne, se celebró otra y el sacerdote, sin que nadie lo
advirtiese como deseaba ella, puso en sus dedos el anillo, símbolo del matrimonio
espiritual que anticipa en la tierra las bodas eternas.
Todavía niña su “juego”
preferido era rezar y hacer pequeñas penitencias (dormía sobre piedras y
tablas). Aprendió a leer y escribir y todas las labores domésticas (costura,
bordado, tejido) que eran una fuente de recursos, como también a cantar; llegó
a tocar el arpa, la vihuela y la cítara. Su madre deseaba para su hija un
casamiento ventajoso, pero Rosa deseaba el silencio y el recogimiento.
Posteriormente piensan en que se haga monja de clausura: ella se resiste y dice
que quiere ser laica consagrada como santa Catalina de Siena. El 10 de agosto
de 1606 viste el hábito de terciaria dominica, emite votos privados de pobreza,
castidad y obediencia y vive como religiosa en el hogar paterno.
En el huerto de su casa
construye una pequeña celda donde pasa los días dedicada a la oración, a la
lectura y al bordado. Sale de su casa sólo para asistir a Misa y visitar
hospitales, a pobres, a esclavos enfermos. Tiene muchas experiencias místicas
(Jesucristo se le aparece en forma de niño frecuentemente). En los últimos años
sufre una larga enfermedad, en la cual dice a menudo: "Señor, auméntame
los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor". Antes de
morir le pide perdón por todos los pecados a cada uno de los de su casa. Muere
exclamando "Jesús, Jesús sea conmigo" el 24 de agosto de 1617 a los
31 años de edad. Canonizada en 1671 por Clemente X y proclamada patrona de
América y de Filipinas; su cuerpo descansa en el convento de Santo Domingo de
Lima.
Se acaba de publicar una obra extraordinaria. Primer Proceso Ordinario para
la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617 Transcripción, introducción y notas del P.
Dr. Hernán Jiménez Salas, O.P. (Monasterio de Santa Rosa de Santa María de
Lima, Lima, 2003, pp.604 pp.) Entre los testimonios, destacamos el de su
hermano Hernando Flores de Herrera, el día 5 de abril de 1618:
La bendita Rosa desde edad de
sus tiernos años, fue muy continua en la oración y muy amiga de leer libros que
trataban de la oración, y particularmente a Fray Luis de Granada en cuya
lección tenía repartidos todos los días de la semana y aun las horas del día. Y
esto lo sabe este testigo, porque lo vio y que tenía reflexionando el dicho
libro y que tenía registrado el dicho libro con muchos cordoncitos de
diferentes colores con que registraba el libro y señalaba lo que había de hacer
y leer y la vio apartarse a lugares secretos a hacer oración y la halló en aposentos
solos, donde pensaba este testigo que no hubiese nadie y hallaba a la dicha
bendita Rosa de rodillas haciendo oración y rezando el rosario y otros modos de
oración. Y respondiéndole este testigo que aquella era manera de encarecer. Y
le dijo: “no es encarecimiento, hermano, que aunque más ocupaciones haya, muy
bien puede estar la voluntad puesta en Dios, y en su corazón, cada uno hablar
con Dios. Y aunque no diga en su corazón más que “Buen Jesús, valedme”, es muy
buena oración y muy eficaz porque es oración mental. En algunas ocasiones por
algunos días, este testigo, como hombre flaco y malicioso, que se le hacía
áspera la clausura de la bendita Rosa en su celdita del huerto, por estar tan
sola y apartada de comunicación y buscando achaques para que su madre le diese
la llave del huerto, en el cual entró muchas veces de manera que su bendita
hermana no le sintiese y siempre la hallaba ocupada en su labor de muchas
curiosidades de manos o en oración o en la lección de libros devotos y
los ratos que se ocupaba en la labor de manos, tenía la lengua ocupada
continuamente, en cantarcillos de alabanzas a Dios y de regalos y requiebros al
niño Jesús, de quien fue muy devota. Y eran con tanto extremo las diferencias
de juguetes y romancitos, que cantaba, hablando con Nuestro Señor y con su
bendita Madre, que ponía a todos admiración, viendo que cada día salía con
nuevas invenciones de cantares divinos. Y Así le dijo este testigo un día:
¿Quién le enseña tantos
cantarcitos, hermana?
Y le respondió:
- Hermano, como hay tanto que
decir de nuestro buen Padre, ofrécense con facilidad sus alabanzas.
Traía continuamente un rosario
pequeñito de cuentas menudas en la mano, atravesado desde la muñeca a los dedos
por debajo de la palma de la mano y lo que se descubría más del rosario, que
era lo que daba sobre la muñeca y cuello de la mano, cubría con la manga. Y con
este rosario andaba rezando, todas las tantas veces salía de su celda, tan
disimuladamente, que aunque estuviesen delante algunas personas no la echaban de
ver y aunque estuviese ocupada en ocas de ejercicios o en alguna compañía de
amigas o devotas suyas, para todas las horas y momentos rezaba en aquel rosario.
El atractivo de su personalidad hizo que bien
pronto, en la ciudad del Misti, se fundase el monasterio de santa Rosa para
albergar a jóvenes deseosas de seguir su vida. Y así, desde 1740, cientos de
mujeres se han dedicado a la oración y al trabajo, a la educación y al
servicio, en una vida sencilla y feliz. "El encanto de las rosas es que
siendo tan hermosas no conocen que lo son".
El mismo Catecismo de la Iglesia Católica, auténtica
enciclopedia de la cultura católica para nuestro tiempo, recoge dos momentos de
la vida de nuestra santa, tomados de la primera biografía, la del P. Hansen,
publicada en Lovaina en 1668. El primero alude a su vida de gozosa cruz:
"Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo" (CIC
n.618); el segundo, referido a su amor por los pobres: " El día en que su
madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de
Lima le contestó: 'Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a
Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos
servimos a Jesús" (CIC n. 2449).
“Si hace trescientos años el jardín florecía, pródigo
de perfumes, florece todavía” Con estos versos, concluye una de
las más emotivas semblanzas poéticas sobre Santa Rosa el gran vate Luis Fernán
Cisneros. Ramón Mujica Pinilla acaba de publicar
un libro Rosa limensis
(Mística, política e iconografía en torno a la patrona de América)(IFEA-BRP-FCE,
Lima 2001) en el que nos aporta datos precisos sobre las personas que
acompañaron a la Santa en el atardecer de su vida terrena. En el cuadro de A. Medoro, la
mujer que aparece en torno a Rosa es doña María de Uzátegui y “fue mandado
hacer ex profeso por el Contador de la Santa Cruzada Gonzalo de la Maza, hombre
piadoso y refinado, a quien gustaba el arte, como obsequio a su esposo y en
recuerdo de su bienaventurada protegida Rosa”. Recordemos los últimos momentos de su vida y la
fuente de la que brotó su creatividad hecha oración y canción.
Nadie mejor que la familia que acogió a Rosa los últimos años de su vida-
el contador de Cruzada don Gonzalo de la Maza y doña María de Uzátegui- para contárnosla.
Les asombraba que mientras "la naturaleza iba desfalleciendo, parecía se
aumentaba su paz y alegría". Y estando así el martes por la noche del 22
de agosto, "con un crucifijo en la mano, con amorosos requiebros le pedía
dolores":
- Mi Dios, mi Señor, mi Jesús, mi Esposo, y mis
amores, dadme dolores. Se va despidiendo tiernamente de todos sus familiares.
Comenzó pidiendo la bendición al Contador; y luego, llamando a sus dos hijas
"les hizo una plática, exhortándolas a que sirviesen y amasen mucho a
Nuestro Señor y sirviesen mucho a sus padres y les diesen buena vejez".
- Llamando el dulce nombre de Jesús expiró, quedando
con los ojos abiertos y claros sin quebrárseles, y su rostro tan lindo y
hermoso como cuando estaba viva y con muy buenos colores.
Y con esta resignación, paz y entendimiento, y con
su habla y sentido estuvo hasta que expiró, un poco antes de las doce y media
de aquella noche, diciendo: "Jesús, Jesús sea conmigo".
Poco conservamos de sus escritos. En el Monasterio de Santa Rosa se guarda como
reliquia una deliciosa en que responde a la ayuda generosa concedida por doña
María de Uzátegui, esposa del contador de Cruzada, don Gonzalo de la Maza. Dice
así:
¡Jesucristo sea glorificado!
Madre de mi alma y Señora mía la divina majestad sea
servida de comunicarme su divino espíritu para que yo acierte a hacer lo que
Vuesa Merced mande que yo, de mi parte, haré todo lo que en mí fuere, pida
Vuesa Merced, madre mía a Dios oiga mis pobres oraciones y en las de Vuesa
Merced y en las de mi señor padre me encomiendo,
cuyas manos todas juntas, con las de esos angelitos, mi madre y yo, millares de
veces besamos y todas las personas de esta casa pedimos a Nuestro Señor pague a
Vuesa Merced con premio de gloria la limosna de anoche con las demás, que cierto
llegó a tiempo de muy apretada necesidad. Nuestro Señor me guarde a Vuesa
Merced como yo deseo, esclava de la Virgen María y sierva de Vuesa Merced, Rosa
de Santa María. A mi madre y mi Señora, doña María de Uzátegui, guarde nuestro
Señor.
Cuenta Micaela de la Maza, hija de los contadores de
Cruzada, que santa Rosa le decía: quitarme
a mí el cantar es como quitarme el vivir. Por esta razón la vio muchas
veces que se ponía a cantar y
a tañer una guitarra, unas veces con cuerdas y otras sin ellas...y decía muchos
loores a Nuestro Señor y a su bendita Madre, pidiéndoles por muchas personas
conocidas suyas.
Saboreemos estas coplas populares que,
la más celebre limeña de todos los tiempos, cantaba
con el corazón, para unirse más a Dios, y de las que brotaba una comprometida
entrega solidaria.
1. Las doce son dadas, mi Jesús no viene.
¿Quién será la dichosa que le entretiene?
!Ay, Jesús de mi alma, qué bien pareces,
entre Rosas y Flores y Olivos verdes.
2. Ángel de mi Guarda, vuela y di a mi Dios
que por qué se tarda, que por qué se tarda.
Joven celestial, vuela al Criador,
dile que sin vida yo, viviendo estoy.
Dile de mis ansias el gran rigor,
pues vive el que espera y me muero yo.
Ruégale que venga hacia mí veloz;
muéstreme su rostro que muero de amor.
3. ¡Oh, mi Dios, si yo te amara!
¡Oh, si te amara, mi Dios!
¡Y amándote me quedara
ardiendo en llamas de Amor!
¿Cómo te amaré mi Dios?
¿Cómo te amaré, Señor?
Siendo yo tu criatura
y Tú el Criador.