JIMÉNEZ SANZ, P. Donato, OAR Álbum de poemas (San Millán, Salamanca, Logroño, Lima 2014, 104 pp)
Me lo encontré en mi casillero de los profesores de la Facultad de Teología, como perdido, y me lo sorbí como el agua fresca a los cinco minutos en mi despacho. Luego, nuevamente en el ómnibus hacia Monterrico y hoy, otra vez, camino de Lima Norte, en la UCSS.
Me siento ante la computadora para decirle, "P. Donato, ¡mil gracias!" por tanta belleza, verdad y bondad. La portada me fascina: la torre (vayan a la página 95 y gocen con el poema "La torre de la Iglesia", los cielos -y las torres- cantan la gloria de Dios), la pradera, la montaña. La introducción del P. Lucilo Echazarreta –aventajado alumno del autor- es una "biopoética" para "sumarse al homenaje en los 50 años de ordenación sacerdotal" (p.25) y que nos introduce con erudición y fervor en la vida y obra de nuestro amigo y maestro P. Donato.
Son 55 poemas que reeditan (aumentado) el compendio publicado familiarmente -20 ejemplares- por la Srta. Ana María en el 2002 con el mismo título. En el prólogo, el P. Donato se confidencia: "Estos poemas van dedicados a mi madre. Mi santa madre, que Dios se transparentaba por ella. De su fe aprendí también que los milagros son verdad. Milagros domésticos llamo a las maravillas que Dios hacía en mi casa por obra y gracia de mi madre" (p.26).
Resonancias de Gabriel y Galán en su encantador "Cantar y lar" en el que nos comparte su "credo familiar", su gozo, en compañía de su gemelo –P. Ángel, OAR, ya en el Cielo- y 13 hermanos más (15 en total): "Ir a la escuela, hacer de monaguillo, - subir los arquillos de la torre, - cortar dados en la carpintería, - bromas o veras , crepúsculo o cenit, - todo era luz, azul sentido- Volver a casa cual paloma al nido- y encontrar calientes las sedas de la maternidad.- Que sí, mientras la madre vive-los sueños son verdad" (p.93). Siento que leo a los Machado, Lorca, Pemán, Unamuno, Fray Luis, Juan de la Cruz.
Belleza de la vida, plenitud, seriedad, pero con tiemplo para la copla o la jota, que la vida es un salmo, un ofertorio: "traigo todo el cansancio en esta popa- traigo todo el dolor en este pecho,- traigo toda la sed en esta copa" (p.56). Porque la razón primera está "en ese cielo azul es donde miras-y en ese cielo azul donde te veo. Creo". Y la última o definitiva, la que dedicó hace 50 años a sus compañeros de ordenación sacerdotal: "Canta mi vida-porque he llegado al altar y he sorbido-un latido de Dios: - he besado las manos de Cristo" (p.57).
Gracias, nuevamente. ¡Provecho!