ROMANCE DE LA PEREGRINACIÓN A FÁTIMA
17 de abril a 20 de abril de 2017
I. SALIDA
Peregrinos del alma
En busca de alivio
Salen de sus casas
Y no ha amanecido.
Las caras risueñas,
Interior contrito.
--¿A dónde vais presurosos
Siguiendo a vuestro Pastor?
--A las tierras de la Virgen
Donde ella se apareció
Trescientos, de mil familias,
Con un solo corazón,
Que piden para sus casas
Un jubileo de amor.
--¿No son muchos años
Un centenario
Para que de la Virgen
No quede rastro?
--No sabéis lo que puede
Amor de madre.
Allí encontró a tres niños
Entre encinares
Y allí sientes que viene
A consolarte
Si tienes el alma rota
Por mil pesares.
Virgencita de Fátima,
Resplandor de la nieve,
Lo que no ven los ojos,
El corazón lo siente.
II
Terciada estaba la tarde
Rezamos junto al altar
Si la misa fue solemne,
Del cielo bajó una paz
Al ver en la Capelina
Una imagen celestial
Que sonreía al mirarla
Con ternura maternal.
¡Madre de mi corazón
Consuela mi hondo pesar!
La noche cayó en silencio
Nos fuimos a descansar
Cena jovial y alegría
Para volver a empezar.
III
Aljustrel es una aldea
Pobre igual que en el Portal.
Humildes casas de piedra,
Pegujal para sembrar,
Pastos para las ovejas,
Olivos y el encinar.
De sol a sol el trabajo,
Poca escuela y ayudar
Desde el alba hasta la noche
Y a cuatro ovejas cuidar.
Mientras jugaban los niños
Deslumbró en el encinar
Una luz como un relámpago
Que no podían mirar.
Era un ángel de los cielos
Que les vino a preparar
Para que no se asustasen
Del mensaje celestial
Que una Señora del cielo
Les vendría a anunciar,
Blanca como el sol radiante
Y hermosa como un rosal.
La historia nos iba entrando
Como el que escucha cantar
A un mirlo por la mañana
Al punto de despertar.
Oración y penitencia
Que el mundo anda muy mal
Guerras, violencias y hambrunas
A Europa destruirán.
Doctrinas llenas de infamia
Las tierras asolarán,
Si al Corazón de María
No queremos consolar
Con el rezo del rosario
Pensando en la Trinidad.
Se llenó mi alma de pena
hasta olvidar de mi mal.
Nos fuimos a la Parroquia
Y en la Pila Bautismal
Donde los tres pastorcillos
Aprendieron a Adorar
Al Dios oculto en la Hostia
Y Lucía a comulgar,
Nos postramos conmovidos
Ante el Señor del altar.
Refulgía la custodia
Suplicamos por la paz
Y vida de los cristianos
Perseguidos por amar
A Jesús Crucificado
Y a su Madre virginal.
De pronto rompió el silencio
Un cántico angelical.
Ochenta niños cruzaban
Y llenaban el altar
Entonando la oración
Que el ángel mandó rezar
Con la cabeza en el suelo
Para al Señor venerar.
Una emoción imprevista
Nos hizo a algunos llorar.
Rezar nos surgió del alma,
En cualquier actividad
En las misas y rosarios;
Al dejar el olivar,
Estación tras estación
Hasta al calvario adorar.
El corazón se llenaba
De un sosiego sin igual.
María se iba acercando
y con sublime tac tac
golpeaba nuestra puerta
para entrar de par en par.
Sucedió en la Capelina
En misa pontifical
De nuestro obispo Francisco
Y otros veinte curas más
La Virgen resplandecía
Y su ternura era tal
Que una como brisa suave
Nos llenó el alma de paz
Cuando oímos consagrarse
En esclavitud total
Como siervos de María,
Del grupo, a un centenar.
El que lo probó lo sabe,
Aunque no sepa explicar.
Ni penas ni curaciones
Entre nosotros pasar
Vimos pero sí sentimos
La acogida maternal
De las manos de María
Donde poder descansar.
IV
EN LA NOCHE
Hubo procesión de antorchas.
Cuando la luna menguaba.
La noche estaba en tinieblas.
Solo las velas brillaban.
Todas las lenguas del mundo
Bendita la proclamaban
Y era la Virgen de Fátima,
Ante Dios, la intermediaria
Que subía hasta los cielos
Nuestras preces y plegarias
Ella, mirando hacia arriba,
Sentí yo que nos miraba,
Con un encanto en su rostro
Que calmaba nuestras ansias.
Vi lágrimas en los ojos
Y sonrisas en las caras.
María está con nosotros
Ella no nos desampara.
Unos prestaron sus hombros
Para llevarla en las andas.
De pronto un hecho insólito:
--Miguel, la Virgen te llama.
Quiere que lleves la Cruz
En tus brazos levantada
Y que abras el camino
Con la cruz iluminada.
--Pero si yo pretendía
Desde un rincón contemplarla.
--Tómala y sigue adelante.
Que a tus brazos no es pesada.
--Ay , de tripas, corazón
Puso mis piernas en marcha.
Me sentía el Cirineo
Pero mientras caminaba
Me entró por el pecho un fuego
Que suspiros no aliviaban
Ay Señor -dije entre mí-
Como la tuya pesara
Tanto como esta me pesa
Sí que era carga pesada.
Porque en la tuya están todos
Y aquí, los pecados de esta plaza
Aunque si cuento los míos
Por las justas aguantara.
--Dale una vuelta más larga
Que aunque me voy agotando,
Que entren todos los que aguardan.
Cuando llegué a la capilla
Y dejé la Cruz colgada
Sentí que me iba hacia el cielo
Si a un banco no me agarrara.
--Calma Madre, ten paciencia
No ves que mi esposa aguarda.
Yo sí que sentí a la Virgen
Y cómo me cobijaba
No os diré qué me pasó
Porque no sabré explicarla.
Pero, haber llevado la Cruz
Fue un regalo para mi alma.
V
REGRESO
Peregrinos del alma
En busca de alivio
Vuelven a sus casas
Y ya ha anochecido.
Las caras risueñas
Interior pletórico.
--¿De dónde venís presurosos
Siguiendo a vuestro pastor?
--De las tierras de la Virgen
Donde ella se apareció.
Trescientos, de mil familias,
Con un solo corazón,
Que han pedido para casa
Un jubileo de amor.
--¿No son muchos años
Un centenario
Para que de la Virgen
No quede rastro?
--No sabéis lo que puede
Amor de madre
Allí encontró a tres niños
Entre encinares
Y allí sientes que viene
A consolarte
Si tienes el alma rota
Por mil pesares
Virgencita de Fátima,
Resplandor de la nieve
Lo que no ven los ojos
El corazón lo siente.
Noche del 23 de abril de 2017