martes, 4 de diciembre de 2012

José Mojica: Mundo, arte y espíritu

José Mojica: Mundo, arte y espíritu

 

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Al conocer la Compañía Lírica "José Mojica" recordé la presentación que me tocó preparar del libro de Ernesto Arauco en Arequipa y con gusto les comparto lo que escribí hace 10 años.

 

Fue el literato Bernanos quien escribió que al mundo lo salvaban tres tipos de personas: los santos, los poetas, los niños. Mucho de los tres tuvo el P. Mojica, el mejor tenor de México, artista de Hollywood que se hizo franciscano.

Nacido en san Gabriel de Jalisco el 14 de septiembre de 1896, llegó al esplendor de una carrera artística en Hollywood, en el Metropolitan Opera House; a sus 46 años de edad, deja todo para ingresar en la Orden Franciscana. Tomó el hábito el 8 de marzo de 1942 y profesó de forma solemne el 18 de marzo de 1947. Fue ordenado sacerdote este mismo año por el Cardenal Juan Gualberto Guevara en Lima. Como sacerdote franciscano recibió el encargo del Papa Pío XII de llegar el Evangelio a la radio, al cine, a la TV. Filmó las películas "Al pórtico de la glo­ria", "Yo, Pecador", "Seguiré tus pasos" y creó la obra teatral "La Perricholi". Acá en Perú encontró el P. Mojica su segunda patria, enamo­rado del Cusco, de Lima y nuestra Arequipa; acá construyó el convento Santa María de Guadalupe en Tiabaya para fomentar las vocaciones francis­canas entre los jóvenes. Después de una intensa vida de piedad, cultura, apostolado, murió el 20 de septiembre de 1974, en presencia del que hoy es Guardián del Convento de Arequipa, P. Gilmer Espino. Su entierro, en Lima, fue multitudinario, descansando sus restos en el convento san Francisco de Jesús de Lima. 

 

Queridos amigos: Yo no conocí en la tierra al P. Mojica. Parafraseando a Fray Luis de León podría decir lo de Fray Luis de León en el prólogo a la Vida de  Santa Teresa: "Yo no conocí en vida a la Santa Madre en la tierra, pero agora que está en el cielo puedo verla a través de dos de sus imágenes bien visibles que nos dejó: sus obras, sus hijos". El P. Mojica nos ha dejado obras: sus películas, sus libros, sus dibujos y aquí en Arequipa, el COLEGIO SERÁFICO DE TIABAYA (AREQUIPA), del que podemos contemplar como auténtico tesoro este retablo: Recordemos. En tiempos del Provincial P. Jorge Bustamante se decidió la construcción de un edificio para alumnos de secundaria con vocación a la vida franciscana. Se fijó el 4 de octubre de 1948 para colocar la primera piedra; el lugar elegido fue Tiabaya, en terrenos comprados a María Chacón. Se construyó en tierra con más arena que tierra y sufrió averías en los sismos de 1958 y 1959. Se encomendó al P. Mojica de su construcción, para lo cual realizó giras artísticas al extranjero para sacar dinero. Se contrató a Walter Leal quien talló en madera de cedro de Iquitos el hermoso retablo barroco portugués para el altar mayor. Valentín Quinto Real esculpió en madera las imágenes de los ángeles, N.S. de Guadalupe del altar mayor, san Francisco, arcángel san Miguel, así como las medias tallas de las mujeres bíblicas. El P. Mojica pintó en tela las principales escenas de las apari­ciones de la Virgen de Guadalupe, así como otras escenas de María en el Evangelio. En 1972 comenzó a suprimirse este tipo de colegios-seminarios menores; se vendió el local al Ministerio de Guerra. El P. Mojica se encontraba en Méjico, bastante deteriorado de la salud y dedicado a la construcción del hogar guadalupano de Mexiquito, en san Miguel de Allen­de. En 1972 se pensó enajenar el edifico, pero se logró evitar la venta al Ministerio de Guerra; se guardaron las piezas en el convento de san Francisco de Arequipa que hoy lucen espléndidas en el retablo y convento.

 

Junto a esta obra singular... Sus hijos: en la estela de amistad abierta por los lazos creados por su simpatía, su sencillez, su entrega generosa.

 

Al P. Mojica lo acompañaron por Europa el P. Pacífico Chirinos y Ernesto Arauco, pianistas, quienes dieron solemnes conciertos pro fondos.

 

En gran poeta de la Generación del 27, Gerardo Diego, al rememorar a Garcilaso de la Vega, escribió:

 "Si Garcilaso volviera, yo sería su escudero, ¡qué gran caballero era!". Nosotros también podríamos decir: Si el P. Mojica volviera nosotros seríamos sus escuderos, ¡qué gran caballero era!

 

Esta noche, tenemos entre nosotros una de las voces más autorizadas, la de Ernesto Arauco Travezán, peruano, colega de estudios en el Seminario franciscano del Cuzco, su pianista acompañante en varias giras y actua­ciones por teatros y escenarios del mundo. Si hacemos caso del dicho que se es de donde se vivió la adolescencia, podríamos decir del Dr. Ernesto Arauco que es arequipeño pues aquí troqueló su espíritu juvenil en el prestigioso colegio de san Francisco, obra colosal de Mons. Calienes. Él mismo fue profesor y subdirector. Paralelamente, a sus actividades acadé­micas y espirituales, se inició en la música, y en concreto en el arte del piano con Alejandro Koseleff, Dir. del conservatorio de Arequipa

 

Ha trabajado como asesor cultural en obras de promoción social y como conferencista internacional de charlas y seminarios de algo fundamental para nuestro tiempo: la autoestima, la automotivación personal. En parti­cular ha ayudado a cientos de personas a través del Método Silva de Control Mental y ha sido asesor en la lucha antidrogas.

 

Ha hecho estudios de postgrado en filosofía y psicología en la Universi­dad Católica de Washington y en Ciencias de la Comunicación en la Univer­sidad Complutense de Madrid. Tiene listo para publicar otro libro sobre el tema "De la nostalgia a la esperanza del hombre".

 

Hoy tenemos el gusto de presentarle como autor de una obra entrañable: José Mojica: Mundo, arte y espíritu recientemente publicado por la edito­rial Bruño. 220 páginas distribuidas en 26 capítulos y primorosamente ilustrados con fotos claves.

 

Aparte de la autobiografía Yo pecador tan sólo se había publicado la obra del lego franciscano Fr. Benito Sánchez El artista sacerdote y la del P. José Díez Martín El divo y artista José Mojica y Memorias del ídolo José Mojica. Personas como el P. Montesinos, franciscano y gran cantante, junto con el mexicano Ricardo Montalbán, están propiciando la idea de traducirlo al inglés.

El libro surgió por la constante petición del gran círculo de amigos del P. Mojica y su acompañante. Pionero de la idea fue el P. Quiñones. Espe­remos que en su disertación el autor nos cuente cómo se gestó esta bella nueva creatura.

Bien documentada, con bello estilo, traza una silueta completa de un personaje vital, atractivo, que nos atrapa y conduce, a través de su rica peregrinación por el mundo del espectáculo y la espiritualidad, a la felicidad que todos buscamos.

Con exquisita prosa poética, de modo armónico, va entrelazando recuerdos -con simpáticas anécdotas como la de las vacaciones en Casa de los Valleumbroso o la del jeque beduino que le recibe con la fama de ser el Rey de los Zíngaros- , aportando datos esenciales, dando voz al propio prota­gonista como a través de cartas, poemas...Ahí está por ejemplo la bellísima dedicada a su madre y que tituló ¿Quién como tú?

 

"Escribirte unos versos, madre amada, un exiguo tributo me parece;

pues te llevo en mi vida retratada, mostrando al mundo,

lo que bien merece ser juzgado como obra de tus manos...

Voy pregonando a todos que mi madre, puso en mi corazón,

fuego cristiano, dulce esperanza y caridad sublime.

Hago feliz, la voluntad del Padre; llevo la cruz del Hijo,

que redime, y del Espíritu Santo, en vivas flamas;

quiero vivir para ganar la gloria; donde me esperan

los brazos que me llaman para adorar unidos al Dios vivo,

autor de la belleza de esta historia". 

 

O la carta testimonial en la que pide al P. Núñez del Prado su ingreso en el noviciado, en la que le manifiesta no tener problema con la pobreza pues llegó hasta lavar platos, pero le confiesa que "sólo he sido casto periódicamente, no por virtud ni inclinación sino obligado por la necesi­dad de conservarme en buenas condiciones físicas para no fracasar artís­ticamente...Ardientemente deseo ofrecer a los demás lo que el Señor me conceda de vida...Nada me falta para seguir en el mundo y en mi profesión y llegar a ser un burgués satisfecho; pero hay una Voz que me habla de otra vida que he entrevisto y deseado siempre".

 

O los textos de su autobiografía "Yo pecador" en los que recuerda su noviciado: "Días de apoteosis franciscana fueron aquellos de feliz convi­vencia con mis compañeros de estudios, fervorosos, entusiastas, angelica­les, en un ambiente conforme con la pobreza seráfica, propio para la oración, el estudio y el trabajo".

 

No se trata de una biografía descarnada que yuxtapone datos, sino que nos ofrece retazos testimoniales llenos de vida, no exenta de gracia y simpa­tía. Debo confesar además que cuenta con descripciones literarias de muchos quilates que convida a la lectura con fruición por la belleza de su prosa. Un ejemplo: "La primera vez que visité este hermoso valle, se me ocurrió ponderarlo con una bárbara ocurrencia de mis 17 años: Dios debió conexionar este lugar, después de tomarse un par de tra­gos"....Caminamos unas seis horas, sin detenernos, por aquel camino donde se ha ceñido el río a la cintura; mientras sus aguas lamen los sauces y eucaliptos, ondulando el enigma sin respuesta que palpita sobre el río, que es imagen de la vida. Por algo un pensador inglés dijo: El río es el mejor camino".

 

El autor sabe combinar el análisis con la síntesis, la descripción con el diálogo... Hay capítulos como el 24 en el que detiene el hilo de su biografía para darnos una especie de retrato robot del hombre polifacéti­co: El predicador, el confesor, el misionero, sus cartas, sus obras, sus giras, sus películas, sus discos, su repertorio, sus viajes, el dramatur­go y el coreógrafo, su autobiografía, aplausos, su sonrisa, testimonio de Mons. René Paredes...

El gran teólogo V. Balthasar en su obra sobre SANTA TERESITA, una de las predilectas del P. Mojica, dirá que: "Lo que en el santo es perfecto es primariamente su misión. Secundariamente puede también él, personalmente, ser llamado perfecto, si realiza esa misión en la medida de la fuerza que le ha sido dada por la gracia". p.24 "Los verdaderos santos son aquellos cuyo fuego en la misión terrestre se alimenta de todo en todo de la eterna y celeste vida, así vivida y, sin embargo, así dolorosamente quitada. No vuelven la espalda al mundo, para gozar anticipadamente para sí mismos del descanso del cielo. Viven más bien en una vida del más esforzado anhelo y mueven al mundo por la fuerza del cielo que a ellos se les da a la par que se les quita. Cuelgan, crucificados, entre este y el otro mundo; está expatriados del mundo y no están aún inscritos en el cielo; y desde esta altura, como desde un púlpito, predican al mundo, por medio de su vida toda, el cielo".

 

Yo quiero agradecer al autor Ernesto Arauco por esta biografía singular que nos ayuda a conocer a un testimonio vivo de un hombre para nuestro tiempo, en el que la misión ha sido realizada a cabalidad, modélicamente, con valores, de los que necesitamos para enrumbar con esperanza el mundo del Tercer Milenio. Necesitamos estas obras que nos presentan a los "santos" no sólo admirables, sino imitables. Este libro toca nuestras fibras más íntimas porque ha sabido interpretar magistralmente la parti­tura musical que fue la vida de nuestro querido P. Mojica.

 

Por mi parte, no me queda más que agradecerles su generosa atención, e invitar a nuestro invitado de honor, maestro y amigo, Ernesto Arauco, para que nos ilustre con sus palabras acerca de esta feliz realidad de un nuevo libro: José Mojica, mundo, arte y espíritu. Muchas gracias.

 

http://prensafranciscanaperu.blogspot.com/2011/09/jose-mojica-mundo-arte-espiritu-por-fr.html

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